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The end. por Lizama24

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Notas del capitulo: Buenas tardes queridos lectores.

Les agradezco mucho a las personas que me dejaron sus rws, por ello les traigo el segundo capitulo.

Me gustaría saber qué pensaron del capitulo anterior, todo aquello que escribí. Ténganlo en su mente... ¿Qué les pareció?

Bien, ahora pasen a leer el segundo capitulo. Estos días he tenido mucho que hacer por las clases: proyectos, estudiar, trabajos, tareas... bah, pero no quería dejarles sin capitulo pero no tuve mucho tiempo para corregirlo.

Listo.

 

La pequeña—de no más de quince, o eso aparentaba— se encontraba en una silla de ruedas, sus manos se veían notablemente rígidas y no parecía que pudiera aguantar el peso de su cabeza. Estaba enferma, se podía notar al instante.

Había permanecido de “incógnita”  unos minutos observando a aquella joven con curiosidad y quizás un poco de sorpresa, sin que ninguno de los otros tres adultos le viera hasta que escuchó cómo se referían a él.

 

 

— ¡Hey!, tú eres el tipo de anoche ¿No? —Kouyou le descubrió mientras le señalaba desde el otro lado de Aoi, logrando que sus dos amigos se voltearan a verle también.

 

 

No dijo nada, pues no tenía nada listo para decir. Desde en el momento en que se aventuró a caminar hasta allá no tenía pensado decirles nada a ninguno de ellos. Pasó su mirada rápidamente a los ojos del moreno y este al notarlo la devolvió al frente ignorando su presencia.

 

 

—Oye, Aoi ¿No vas a reclamarle? —abrió su boca en confusión al escuchar aquello soltando un simple “¿Qué?” —. ¿Cómo que “qué”? Tú eres un ladrón. —le acusó de tal forma que le hizo fruncir el ceño por su imprudencia y poco tiempo para meditar lo que salía de su boca.

 

 

—Ya vasta, Uruha. —habló al fin el mayor mientras jalaba a su amigo apartándolo del más bajo, pues mientras le reclamaba indirectamente, se había acercado hasta este de forma intimidante.

 

 

—Agradece que Aoi no me dejaría golpearte porque te rompería la nariz. —se cruzó de brazos notoriamente molesto, cosa que no le interesaba en lo absoluto al más bajo.

 

 

—Casi lo hace él anoche, no te molestes. —para Ruki, aquel estaba completamente loco ¿No tenía moral para callarse cuando estaban en público? Menos mal no dijo que por qué no le había pagado después de acostarse con él enfrente de toda esa gente. Sin embargo, ¿Acaso él la tenía?

 

 

—Eso no me lo dijiste, Yuu. —“No digas mi nombre”, hizo más fuerte el agarre en su brazo sacándole un quejido al rubio más alto—. ¡Ya! Perdón. —sujetó su brazo con su otra mano intentando calmar el dolor.

 

 

Hubo un silencio en el cual ninguno se atrevía a decir nada ni hacer nada. Aoi mantenía su vista en la joven en silla de ruedas como si tratara de cuidarla de todo lo que existiera, mientras que Uruha se había vuelto a su lugar y platicaba muy animado con su otro amigo que les había acompañado.

Ruki no se fue, ni tampoco se movió. Tenía mucha curiosidad sobre esa chiquilla que traía el moreno ¿Era su hermana? ¿Su amiga? ¿Su hija?

No podía negar que tenía lastima hacia ella, pues el padecimiento, del cual no tenía mucho conocimiento, no debía ser nada agradable. Para nadie.

 

 

 

— ¿Es tu hermana? —se animó a preguntar después de mucho tiempo de estar como pendejo a  un lado de él sin decir nada.

 

 

—No. —respondió secamente sin mirarle.

 

 

— ¿Hija? —siguió insistiendo para cumplir su capricho de saber algo más acerca de él. No tenía mucha importancia, la verdad que para él no la tenía. Pero algo le obligaba a buscar una respuesta.

 

 

—No. —empezó a molestarse » ¿Qué mierda le importa a este tipo?« Se preguntaba en su mente mientras intentaba ignorarle, quizás tendría cosas mejores que hacer y no tardaría en irse.

 

 

— ¿Qué es de ti? —Aoi suspiró, no se iría y lo sabía. No importaba, después de todo siempre existían los curiosos, debía notarlo como uno más y ya. Giró su cara para verle y sonrió cortamente.

 

 

—Una persona más, podría decirte que es mi amiga. He estado con ella mucho tiempo y le conozco lo más que puedo. No tengo lazos de sangre con ella, si es eso lo que esperabas. —sujetó con firmeza la mano de la niña mientras esta le sonreía de la forma en que podía, de la forma en la que él le veía.

 

Ruki abrió su boca para seguir hablando cuando los integrantes de Screw salieron al escenario por lo que miles de gritos de emoción se escucharon por todos lados impidiendo que este pudiera decir algo audible. Aoi lo notó.

Se levantaron de sus asientos, Yuu dejó a la niña junto con Uruha diciéndole que no tardaba en volver y que por favor le cuidara, el rubio no se negó y se sentó a lado de la joven mientras aplaudía por los recién aparecidos.

 

Caminaron lejos de todo ese ruido provocado por los fans de la banda. Lo suficientemente lejos para poder tener una conversación fluida, lo que no entendía era por qué había accedido a tenerla cuando estaba más que enojado con ese “enano”, como le había llamado.

 

Llegaron hasta una cafetería que se encontraba ya apartada de donde estaba el concierto, pero no lo suficiente como para que no se escuchara un poco el sonido de los instrumentos y la voz del vocalista.

 

 

— ¿Qué iba a decirme? —dijo cuando ya estaban ambos sentados en una mesa de aquel establecimiento.

 

 

—Que no entiendo. ¿Es tu amiga desde hace mucho? ¿Cómo le conociste?

 

 

— ¿Por qué le interesa? ¿Ah? Le tiene lastima ¿Cierto? —Ruki se mordió el labio inferior, era eso no existía duda ¿Quién no la sentiría hacia una persona como esa?—. No necesita la lastima de nadie. —concluyó al no recibir respuesta.

 

 

— ¿Por eso trabajas en ese lugar? —se apresuró a decir. Se apresuró a sacar sus propias conclusiones.

 

 

—Trabajo en ese lugar por muchas razones, señor Ruki. —soltó un suspiro muy pesado después de jalar aire con sus pulmones y girar su cabeza a un costado. Se sentía incomodo, en verdad.

 

 

—Si necesitas dinero deberías buscar un trabajo más decente, no porque sea la opción más fácil deberías dedicarte a eso. —se lo esperaba, sí que se esperaba esa respuesta el moreno. Realmente el ya estaba harto, harto de tener que decir “Lo sé” después de eso y que las malditas personas que creen saberlo todo sonrían con autosuficiencia en sus narices sintiéndose por de más encima de él. ¿Y quién mierda decía que aquello era una opción fácil?

 

 

Decidió abrir la boca. Decir algo más que una simple afirmación sin sentido.

 

 

—Eso ya lo sé. ¿Cree que no? Tengo estudios, tengo título en  la carrera de finanzas. Trabajé en una empresa hace años con una paga mísera. —comenzó a hablar a la atenta mirada del castaño que frunció levemente el ceño mientras lo escuchaba, con voz tranquila pero dando a entender su cansancio—. ¿Sabe qué sucedió cuando fui a pedirle un aumento al jefe de la empresa? Yo estaba seguro que el dinero que me prometieron en el contrato no me lo estaban dando, él simplemente me dijo “Para eso debes ser de mis favoritos, Yuu”. Y sí, lo decía en forma morbosa.

 

 

—Entonces…—intentó hablar pero al parecer no tenía argumentos para restregarle en la cara que eso estaba mal. Y Aoi tampoco esperaba darle la oportunidad para hablar.

 

 

— ¡Espere!, después de eso vinieron más trabajos pero ¿Qué podía hacer una persona sin experiencia y además con un papel que decía escrito a mano que yo era un pésimo trabajador? El no acostarme con ese asqueroso hombre fue el peor error de mi vida, pero en ese momento yo tenía moral. —elevó un poco la intensidad de su voz, su enojo salió un poco más—. Al final terminé trabajando de ayudante en una tienda.

 

 

—Entonces… en un momento de debilidad tú decidiste hacerte prostituto. —Yuu rió, ese tipo en verdad no entendía nada. Se levantó de su asiento mientras maldecía en sus pensamientos a ese tipo y se largaba de ese lugar, ya había perdido mucho de su tiempo con él y no perdería más.

 

 

Regresó con los demás para quedarse a ver el concierto que estaban dando. Sonaba Gather Roses a todo lo que las bocinas pudieran dar mientras todos estaban de pie moviéndose enérgicamente, todos excepto él.

Manami parecía muy feliz. Sí, aunque a muchos se les complicara saber cómo se sienten las personas con kernicterus, para Aoi no. Esa niña era un libro abierto para él.

Hace meses que le había mostrado a Screw en su portátil y pudo notar que en verdad le había gustado por lo que no dudo en mostrarle aún más canciones de ellos y posteriormente llevarla a sus conciertos cuando le fuera posible. Le gustaba verle feliz, le gustaba llevarla a lugares como cualquier otra niña de su edad, que se diera cuenta que su estado no era un obstáculo. Aún cuando la dificultad de audición fuera un problema, seguía percibiendo sonidos. Sonidos que eran más que encantadores.

 

Miles de veces Uruha le había preguntado “¿Cómo es que le entiendes?” la niña no hablaba, no podía mover sus extremidades correctamente, no existía forma en que pudiera al menos escribir en un papel y decirle cómo se sentía a Aoi.

 

Porque entiendo sus expresiones.

 

 

 

Al término del concierto se despidieron de Nao, que era el otro chico que le había acompañado. Shima, Yuu y Manami anduvieron hasta la casa de la última mencionada, ya eran las cuatro y un poco más por lo que debían devolverla a casa lo antes posible.

Cosa que no era para nada agradable para el mayor. Manami era la hija menor de una señora alcohólica y drogadicta. Su hermano mayor tenía un año más que él, pero el maldito se había largado de la casa cuando tuvo sus estudios terminados y un empleo estable, de alguna manera no lo culpaba, si estuviera con esa presión en su vida de una hermana enferma y el poco dinero que debían tener, él también explotaría.

 

Mentira, pero no culpaba a una persona por ser débil. Cada quien es como es.

 

 

Manami no tenía ni la mínima oportunidad de rehabilitarse con una madre con problemas de depresión y ansiedad y que también no tenía ni un solo billete, y los que tenía se los gastaba en cigarros o alcohol. Era lógico que esa niña terminara por morir a falta de medicamentos y empeoraría cada día más.

 

No.

 

Yuu no estaba dispuesto a presenciar eso ante sus ojos.

Como le había dicho a Ruki, él trabajaba anteriormente de ayudante en una tienda después de haber perdido todas las oportunidades posibles en entrar a alguna empresa y que le pagaran bien o no le corrieran después de pocos días de haber entrado.

Había trabajado en eso para mantenerse pero cuando conoció a Manami, aquel día por mera coincidencia mientras su madre yacía tirada en el suelo inconsciente por tanta heroína y alcohol, no pudo evitar tomarle la palabra a Uruha de meterse en ese lugar y trabajar.

 

Uruha, le había conocido un día en las calles de Tokio a las dos de la madrugada más o menos. Le ofreció una buena noche de sexo por una buena paga. Recordaba perfectamente la pelea que había tenido después de que Aoi se burlara de él a estruendosas carcajadas.

Al final se detuvieron, y entre insultos y bromas de mal gusto se dieron cuenta que se entendían de lo mejor. »Uruha está tan loco e inaguantable como yo«.

 

 

No, no fue en un momento de debilidad que había accedido a vender su cuerpo. Era un momento de preocupación por ella, un momento en el cual había tenido uso de razón y compasión para preocuparse por otra persona y querer ayudar. Era algo humano, de un humano bueno.

 

Sinceramente no se arrepentía, después de tantas personas diciéndole que para subir de puesto debían ser su “favorito” o cosas de ese tipo, entendió que su única habilidad o para lo único que servía era para eso. Para dar placer.

Puede que lo que pensaba era erróneo o no, eso ya estaba de más. Se había acostumbrado a su nuevo trabajo, a su nueva vida, a tener que acostarse con hombres y mujeres por unos tantos miles de yenes para poder subsistir y comprar medicinas para Manami.

Era lo único que tenía: a Manami y su cochino trabajo.

 

Llegó a su casa después de despedirse de la niña y de Uruha. Estaba muy cansado, sus pies le dolían de tanto caminar y también sus oídos se encontraban bloqueados y con un zumbido atacándole. Tiró las llaves al entrar a la pequeña casita que tenía, la cual pudo comprarle a una señora que se iba de ahí. Le dio muy poco por ella pero la señora realmente hasta quería regalarla »Lo que es que te sobre el dinero«.

 

Se quitó los zapatos y caminó descalzo hasta su habitación para tirarse un rato en la cama y ver un poco de televisión. Eran las cinco de la tarde y debía ir a trabajar  a eso de las diez; tenía suficiente tiempo para descansar, comer, arreglarse y después irse. No había prisas.

Estuvo cambiando el canal hasta que dio con uno de una película, no era interesante ni emocionante pero sí logró entretenerle un buen rato antes de que terminara dormido por el cansancio que traía encima, o quizás sólo quería descansar un poco de absolutamente todo.

 

 

 

***

 

 

 

 

Las luces de servicio público alumbraban tenuemente las calles a esas horas, claro que había una que otra descompuesta y eso causaba menos iluminación.

A esas horas era lógico que la temperatura bajara, aun más lógico era que tuvieras que salir con un enorme abrigo si es que era urgente cruzar la ciudad a esas horas.

Uruha caminaba con un enorme abrigo de invierno color café que le llegaba casi a las rodillas, su vestimenta debajo de este era lo que comúnmente usaba para su trabajo: conjunto de prendas provocativas y sexis según él.

Tomó cercanía con el grupo de chicos amontonados en el cofre del automóvil que pertenecía a uno de ellos solamente. Aquellos tipos fumaban marihuana mientras conversaban entre ellos de la plata que habían ganado ese día.

 

 

—Hola. —se sentó de golpe a lado del jefe de todos mientras le arrebataba una lata de cerveza al sujeto de enfrente sin que este pudiera replicar, no era bueno hacerlo con Uruha.

 

 

—Hey, hasta que llega el travestí. —dijo burlón mientras golpeaba con su palma la pierna de Uruha y se sentaba a su lado. Kouyou le miró entrecerrando sus ojos pero prefirió no replicar, ese tipo siempre le molestaba pero a él le daba igual qué dijeran de cómo se vestía o en qué trabajaba—. Anda, fúmate un poco. —le ofreció extendiéndole un cigarrillo de marihuana.

 

 

—No, gracias. —dio un sorbo a la lata mientras rechazaba el “obsequio”, siendo sincero odiaba esa droga, odiaba drogarse aunque la vendiera junto con todos ellos.

 

 

— ¿Cuáles son tus ganancias de hoy? —le dijo el jefe de todos ellos mientras le arrebataba la lata de las manos y se la terminaba por completo. El castaño y rubio le miró con una mueca de disgusto por lo cual, él le expulsó todo el humo del cigarrillo en la cara con una mueca de felicidad logrando que tosiera.

 

 

—He vendido casi todo. —seguía tosiendo mientras sacaba del bolsillo de su abrigo uno paquete de billetes considerablemente grande y se le pasaba al mayor. Este comenzó a contarlos mientras seguía fumando. Shima mantenía una conversación con uno de sus compañeros hasta que el anterior le jalo de cuello del abrigo levantándolo con brusquedad del cofre. No recordaba cuándo este se había levantado de su asiento y parada enfrente de él.

 

 

—Recuerdo perfectamente haberte dicho que NO podías quedarte con el dinero que ganaras. Yo soy quien les va a pagar ¿Entiendes? ¿Cuántas veces debo repetírtelo para que lo guardes en tu puta cabeza? —le gritaba notablemente furioso. No era la primera vez que Uruha intentaba quedarse con parte del dinero ganado y eso ya le tenía harto.

 

 

— ¡No me he quedado con nada! Te he dicho que vendí casi todo ¡Casi!  ¿Qué pruebas tienes de que tomé dinero? —se soltó del agarre con violencia y le dio un empujón para alejarlo de él. Todos los demás retrocedieron, no es como si ellos dos se hubieran peleado antes pero creían tan capas a Kouyou de lanzarse a los golpes a este aunque fuera el superior, aunque minutos después terminara con una bala en el cerebro. Cuando Uruha estaba molesto no le importaba nada.

 

 

— ¿Me crees imbécil, verdad? ¿Takashima? Haber, explícame cómo coño es que hay completos el valor de 25 paquetes de marihuana y el número 26 está incompleto ¿Eh? Si vas a robarme róbame bien, idiota. —dio un puñetazo a su pómulo lo más fuerte que le fue posible, a nadie le sorprendió—. Me di cuenta sólo por un maldito paquete ¿Cómo sé que no te robaste aún más pero los rellenaste entre ellos? —y otro golpe más.

 

 

—Bien, te robé ¿Ok? ¡Me da lo mismo!

 

 

Fue lo único que dijo para después comenzar a golpearle con toda la violencia que fuera posible. Tsuzuku no se dejó y también le propinaba varios puñetazos en toda su cara y abdomen, pero ninguno de ellos era tan débil como para rendirse ante el ataque del otro.

Uruha recibió un golpe en la mandíbula, pero esto sólo fue para atontarlo. Cuando tuvo oportunidad lo tomó de los cabellos y lo estrelló contra el automóvil de uno de ellos repetidas veces, el más alto se quejaba del dolor en su frente pero pudo voltearse y tomarlo por la nuca para bajarlo y darle un rodillazo en la cara. Comenzó a sangrar de su frente pero poco le importó, se abalanzó sobre él para tirarlo y comenzar a golpearlo en el suelo en el abdomen con rodillazos y en la cara con puñetazos.

Entonces todos reaccionaron y se fueron contra Kouyou para quitárselo de encima, si dejaban que le diera una tremenda golpiza ellos pagarían las consecuencias.

Uruha golpeó a varios de ellos para tratar soltarse pero fue en vano.

 

Como se lo imaginó: al tenerlo bien sujeto Tsuzuku volvió a ponerse de pie y a golpearle sin que pudiera cubrirse. Golpeaba con violencia su vientre haciéndole toser y quejarse, golpeó sus costillas y su nariz hasta hacérsela sangrar por romperse, también le dio varios golpes en sus ojos. Cuando ya no tuvo fuerza para forcejar lo tiraron al suelo y entonces todos comenzaron a patearlo por todo el cuerpo hasta dejarlo sin ninguna fuerza o querencia de querer levantarse.

 

—Espero te haya quedado claro, zorra. —le escupió para terminar y todos se marcharon de ahí sin importarles dejar un charco de sangre debajo de su cuerpo y miles de moretones, heridas y huesos rotos en él.

 

Intentó levantarse o al menos arrastrarse, pero le fue imposible. Hasta sus dedos le dolían y temía que estuvieran rotos, le dolía todo, absolutamente todo. No entendía cómo decían que el cerebro sólo tenía capacidad para un dolor, a él le dolía absolutamente todo y lo sentía.

Con su mano hizo fuerza empujando el pavimento para levantarse dejando escapar un quejido de dolor que resonó en toda la calle solitaria, no pudo, y se desvaneció.

 

 

 

***

 

 

 

Lo primero que percibió al despertar fue el peculiar olor del alcohol etílico. Su cabeza estaba dando vueltas así como le dolía horrores. Abrió sus ojos lentamente mientras sus sentidos iban despertando al igual que su mente.

Distinguió la silueta de una persona muy cerca de su cuello, no tuvo fuerzas de replicar ni buscar una explicación a quién era, por lo que se dejó hacer.

Después de unos minutos de estar medio perdido pudo darse cuenta que era Yuu, y que le estaba curando. Aoi le había quitado la ropa por completo y limpiado toda la sangre, desinfectó todas sus heridas y había colocado pomada en muchas de ellas. Tenía gasas en muchos lados y ahora se ocupaba de desinfectar la herida hecha en su cuello que no era más que una  cortada no tan profunda.

Se dio cuenta que había despertado y sólo se limitó a sonreírle para seguir con su ojo izquierdo que estaba morado y palpitaba.

Lo curó lo más que pudo y después salió de ahí para lavarse las manos y tirar todo el material sucio.

 

— ¿Cómo te sientes? —volvió después de unos segundos con una bolsa de hielo en sus manos, seguramente para su ojo morado.

 

 

—Siento que estoy muriendo. —murmuró muy bajo porque si lo hacía más fuerte le dolería más de lo que ya le dolía la garganta y mandíbula.

 

 

—Lo imagino. Deberías verte en un espejo, tu cuerpo está más que demacrado. —puso la bolsa con hielos sobre su ojo haciéndole fruncir el ceño y los labios en un alarido—. ¿Robaste otra vez a ese tipo? Ya te dije que es peligroso en lo que te metes.

 

 

—Suenas como madre, Aoi. —bufó mientras intentaba levantarse de donde estaba con ayuda del moreno—. ¿Por qué me desnudaste? De seguro abusaste de mí.

 

 

—Ni que estuviera urgido. —logró sentarlo y le ayudó a apoyarse en la pared para que no se cayera—. No me cambies el tema, Kouyou. Tienes que dejar eso. —se sentó a su lado mirándolo seriamente mientras sostenía a el más alto del hombro y la bolsa sobre su ojo.

 

 

—Pásame mi ropa interior. —susurró. Aoi bufó y se levantó dejando la bolsa sobre la camilla para coger el calzoncillo que estaba en el suelo y pasárselo. Uruha lo tomó y con dificultad rebuscó—. Aquí hay una bolsita oculta que sirve para poner relleno al “paquete”. —decía con tono gracioso mientras seguía rebuscando.

 

 

—Ah, que bien. —dijo extrañado pensando que estaba comenzando a delirar—. Espera, ¿Usas relleno?

 

 

— ¡Vualá! —tiró la prenda a un lado y se quedó sólo con el rollo de billetes sujetados con una liga dándole forma compacta—. Toma, es tuyo. —Aoi le miró confundido.

 

 

—No uso relleno. —Uruha boqueó ante tal cosa, no hablaba de eso ¿Es que su amigo era tan estúpido como su cara lo aparentaba?

 

 

— ¡No seas imbécil, Shiroyama! —le arrojó el paquete contra su pecho, rebotó y cayó al suelo perdiéndose de la vista de ambos—. El dinero, es tuyo. Lo robé para ti ¿Ya? No puedo dejar ese trabajo, vender drogas me hace ganar millones en poco tiempo. Tú lo necesitas.

 

 

Yuu se sintió conmovido, ¿Quién dice que un traficante de drogas no tiene corazón y sentimientos? Se puso en cuclillas para buscar el rollito que seguramente había terminado debajo de la camilla en la cual estaba el otro acostado. Al encontrarlo se levantó nuevamente con este en su mano, tomó la mano del rubio y se la puso en esta para luego cerrársela.

Uruha no tenía fuerzas, así que sólo le miró.

 

 

—No hagas eso. No necesito que te sacrifiques por mí. No tienes por qué. —volvió a sentarse a su lado, Uruha giró un poco su cabeza para mirarle.

 

 

—Tú tampoco tenía por qué meterte en un prostíbulo, no debías sacrificarte por ella… aún no deberías. —mantenía su mano cerrada alrededor del rollo mientras hablaba lo más audible que podía—. Ni siquiera tenías por qué recogerme de la calle y traerme hasta acá, mucho menos curar mis heridas…

 

 

—Es distinto, Kouyou. —levantó la voz callándole—. Lo que yo hago no me lastima, lo que yo hago no provoca que me den una golpiza, lo que estoy haciendo no…

 

 

— ¿No te daña? ¿En serio? —ahora fue su turno de interrumpirle, levantó su voz lo más que pudo haciéndole doler la mandíbula, garganta  y el pecho—. Estás aquí condenado, estás aquí diciendo que nada te pasará aún cuando tanta gente te ha violado, aún cuando tantas personas te han golpeado, aún cuando te arriesgas a contraer una enfermedad que puede matarte ¿Cuál es la diferencia?

 

 

—Nadie me ha violado, todo corre por mi voluntad.

 

 

— ¡Es violación! ¿Es que en verdad querías acostarte con todos ellos? Me puedes decir que fue por tu voluntad y por ello no lo es, y tienes razón pero… pero aún así… Yuu, eso no es tan distinto. —jaló aire con todo la fuerza posible y cerró sus ojos, estaba cansado. Tenía tantas ganas de dormir y despertar hasta el día siguiente.

 

 

—Kouyou… deja ese trabajo. —susurró mientras le rodeaba con su brazo por su hombro recargando su cabeza en su propio hombro para que pudiera acomodarse. Uruha también pasó su brazo por detrás de su nuca y la otra por delante de su cuello juntándolas del otro lado.

 

 

—Cuando tú dejes la prostitución, te prometo dejar ambos. —murmuró ya medio dormido intentando descansar.

 

 

No obtuvo respuesta ni continuación a esa conversación. Tanto Aoi como Uruha estaban ahí muy seguros de lo que querían, y lo más seguro es que no querían salirse de ello.

Uruha estaba prostituyéndose, vendía drogas y una vez hasta se dedicó a la extorsión, al menos era todo lo que le conocía. Era un tipo peligroso, tenía miles de contactos por todos lados hasta mafiosos, quienes le conocían de cerca en el ámbito laboral sabían que era un tipo con el cual no debían meterse. En cambio, Yuu le conocía de otra forma, le conocía como una persona irritante, divertida, caprichosa y amable. Tenía una personalidad muy diversa con miles de características que jamás debieron estar juntas, sin embargo lo estaban.

Le conocía casi por completo, ese “casi” se debía a que desconocía el por qué se dedicaba a tantas cosas, tampoco sabía su pasado y si tenía familia. Bien, no conocía mucho de él pero para él era lo suficiente para tomarle confianza y cariño, al menos eso lo consideraba así.

 

Se dio cuenta que había terminado completamente dormido y lo recostó con cuidado sobre la camilla, tenía en mente vestirlo pero si lo hacía lo despertaría y quería que pudiera descansar. La paliza que le dieron debió acabar con sus energías.

Los billetes los puso nuevamente en la bolsita oculta de su calzoncillo y toda su ropa se la dejó a un lado, lo cubrió con su abrigo y se marchó de ahí.

 

 

— ¿Cómo sigue? —preguntó el barman del lugar cuando Aoi se cruzó por la barra.

 

 

—Pues, ya despertó. Gracias por prestarme la cocina, no quería dejarlo en una habitación de privados… que asco. —aquello le causo risa al hombre que servía los tragos aún cuando el moreno no tuviera intención de contarle un chiste.

 

 

—Bien. Han preguntado por él, sólo he dicho que no ha llegado. —sirvió el contenido en una copa pequeña para después entregársela a una señorita que esperaba paciente conversando con su amiga.

 

 

—Di que no vendrá. —Kai asintió con una sonrisa volviendo a lo suyo. Aoi caminó por todo el lugar mientras pensaba, ese día realmente no tenía ganas de trabajar. Primero él había llegado casi a rastras obligado por su mente de ir y después de lo de Uruha ya no tenía ánimos de acostarse con nadie.

 

Suspiró resignado cuando vio cómo una mujer le llamaba con el dedo incitándole a ir con ella. »Al menos no serás el sumiso«.  Se dijo mientras caminaba con dirección a la mujer con una sonrisa provocativa en sus labios.

 

 

 

                                                                                        ***

 

 

Las nubecitas de humo subían lentamente hacia arriba, podrían confundirse con las del  calor de su aliento si tuvieran un color más suave. Nevaba como era costumbre por esas fechas pero al parecer el cielo tenía pensado ahogarlos de nieve, dejarles presos de esa masa sin que nadie pudiera moverse y salvarse de ella.

Aquel ambiente le producía nostalgia, le hacía recordar tantas navidades que pasó con su familia y posteriormente con su pareja. Se maldecía por haber sido tan idiota en creerle todo lo que le dijera a ese tipo. Se culpaba a sí mismo, y aunque le odiara… bueno, el pasado eran buenos recuerdos vividos en la ignorancia y un amor fingido. Pero el que todo fuera falso no le podía quitar esas sensaciones de calidez al recordar todo aquello, era vivido para él después de todo.

Sacó otra bocanada de humo por su boca dando por casi terminado el cigarrillo, era el tercero de ese día. Si seguía así terminaría matándose, se lo habían dicho todos pero no parecía interesarle después de todo, él decidía solo si se jodía la boca, la garganta y los pulmones.

Terminó la vida del cigarro con un pisotón en el suelo dejando una mancha negra en todo ese perfecto manto suave y blanco. Se llevó las manos a los bolsillos; aunque llevase guantes sentía heladas y tiesas sus manos.

Amaba el invierno, el frío y todo relacionado con eso, pero no por eso su cuerpo dejaría de entumirse por tanta helada.

 

Tenía tanto que hacer el día de mañana que temía que la noche pasara rápido, ya eran las dos de la madrugada y él aún caminaba por las calles como un completo loco » ¿Quién sale a estás horas, Takanori?« Se cuestionaba internamente sin retrasar su andar. El gorro sobre su cabeza le hacía que esta doliera pero prefería mil veces eso a que la nieve cayera en su cabeza y cabello y le causara un dolor aun peor por lo frío que imaginaba debía sentirse.

Su departamento no quedaba a más de dos cuadras así que podría llegar pronto y antes de eso pasar por una tienda abierta 24 hrs a comprar cualquier cosa para llenar su estomago.

Amaba su trabajo pero le causaba severos “dolores de cabeza” tan metafórica como literalmente.

 

Al doblar la esquina para seguir con su trayecto chocó con una persona por andar con la cabeza gacha y su mirada al suelo, cuidando más sus pies que lo que le rodeaba.

Levantó su cabeza para mirarle y ofrecerle una disculpa. Su boca se quedó abierta al verle frente a él. Si creyera en el destino eso sería una prueba de ello.

Aoi le miró por unos segundos mientras este se reincorporaba.

 

 

—Hola. —le saludó, la última vez que le había visto el otro se había marchado muy molesto. Sabía que era su culpa aunque le costara aceptar sus errores. Ahora tenía dos cosas por las cuales disculparse.

 

 

—Hola, ¿Qué hace tan tarde en las calles? —al parecer su enojo ya no estaba en él, más bien tenía su cabeza ocupada en otras cosas como para prestarle atención a una emoción tan conflictiva como lo era la rabia.

 

 

—Venía de hacer unos pendientes llamados: relajarse y despejarse. No podía dormir. —inconscientemente caminaron hasta un local cerrado que tenía un techito tapando el paso a la nieve manteniéndolos a salvo.

 

 

—Mmm ¿Insomnio? , ya veo. —Ruki le miró detenidamente, notaba que algo le afligía. Su rostro se veía triste y pensativo, al igual que cansado. Tenía un cubre bocas y un gorro de lana negro, su abrigo se veía que era unas tallas más grande de la que él usaba y tenía una mancha de sangre debajo del cuello y unas cuantas gotitas más.

 

 

— ¿Qué te pasó? —Aoi bajó su mirada viendo el abrigo que tomó prestado. Estaba machado, ya lo sabía. Le había dejado el suyo a Uruha cubriéndolo lo más que se podía. Había decidido ir por unas medicinas para el dolor que seguramente sentiría en los próximos días, por lo que después de terminar con su día de trabajo decidió ir a una farmacia 24 hrs.

 

 

—Nada. A mí nada, este no es mi abrigo. —mantenía, con su mano dentro del bolsillo, sujetada la caja de pastillas que había comprado.

 

 

— ¿Entonces?

 

 

— ¿Por qué debería decírselo? —hubo un silencio, Takanori no tenía derechos de saber sobre su vida y eso él mismo lo sabía—. Tengo que irme. —dejó de recargarse en la pared y pretendió irse. Seguro Kouyou ya estaba despierto y debía estar como un lunático desnudo por todo el bar… si es que podía levantarse.

 

 

— ¿Aún estás trabajando? —también se reincorporó y volvió a acercarse a él.

 

 

—No. Hoy he terminado. —comenzó a caminar y escuchó cómo era seguido, más no quiso decir nada pues quizás iba a la misma dirección que él. Lo cual no era cierto; en verdad le seguía—. Ahora debo ir por un amigo.

 

 

— ¿Uruha? —se había aprendido su nombre, imaginó que era él aunque no es como si Yuu sólo tuviera un amigo en todo el mundo más era el único al que conocía.

 

 

—Sí, él. —dijo simplemente creyendo que en cualquier momento seguiría por otro lado lejos de él, más siguió creyendo eso todo el camino hasta que se dio cuenta que ese tipo no iría a ningún otro lado. Se encontraba cruzando la puerta del bar aún repleto de personas por doquier—. ¿Me ha estado siguiendo? —se giró quedando frente a frente compartiendo miradas inexpresivas.

 

— ¿Hasta ahora te das cuenta? —esbozó una media sonrisa en su rostro acompañada con una risita que apenas logró escapar.

 

 

Aoi no dijo nada, se guardó sus comentarios groseros y siguió caminando. Kai no se encontraba detrás de la barra por lo que se aseguró que Uruha había despertado. Lo que no sabía era si algo malo había pasado o no. Cruzó la puerta de la cocina aún seguido por el de menor estatura; podía sentir su presencia detrás casi como si le pisara los talones, más prefirió ignorarlo.

Al entrar Aoi se alejó por reflejo hacia un costado. Kouyou aunque estuviera lastimado siempre era un violento cuando no se le daba lo que quería. Kai intentaba calmarlo con palabras que el rubio jamás tomó en cuenta, luego de lanzar el último objeto—el que casi le daba en la cara a Yuu y por suerte no le dio a Takanori— ahora intentó controlarlo tomándole de las muñecas para evitar que siguiera lanzando todo a su alcance, que no era mucho, por lo que se llevó varias patadas en su abdomen y más abajo.

Shima parecía un maldito niño haciendo berrinche.

 

 

— ¡Por Dios! Uruha, ¿Qué te ocurre? —se acercó a ambos haciendo a un lado al que estaba siendo golpeado para poder acercarse más a su amigo.

 

 

— ¡¿Por qué te has largado y me has dejado aquí solo con este?! —no eran chillidos, eran gruñidos lo que escapaba de su boca— ¡No puedo ni levantarme!

 

 

— ¿Y por eso has tratado de matar al pobre de Kai? —primero le miró con el ceño fruncido dándole a entender que estaba furioso por su comportamiento tan infantil, inmaduro e idiota. Sin embargo, después empezó a reírse sin poder contenerse »Como si no le conociera«, el resto le miró confundido, hasta Uruha. No comprendían qué era tan gracioso.

 

 

— ¿De qué te ríes? —se atrevió a interrumpir su carcajada la cual no parecía que fuera a terminar pronto. Observó su abrigo en el cuerpo del otro y esas manchas de sangre seca, de inmediato pensó en lo difícil que sería sacárselas. Aún se encontraba desnudo, era lo que realmente le molestaba porque no se había tomado la molestia de vestirlo nuevamente; freten a él no le molestaba pero con toda la demás gente que podía entrar ahí no tenía la misma confianza, claro que no era la primera vez que se mostraba a un extraño pero ahora mismo no estaba trabajando. Sí, él era así de extraño—. Vísteme. —exclamó poco segundos después en los cuales no había recibido respuesta del moreno—. Y diles a ellos que salgan.

 

 

Aoi volteó a verlos a ambos y con un ademan les pidió que salieran, tal y como el otro había pedido. Al estar ya solos tomó la ropa del rubio del suelo y comenzó a ponérsela.

Le colocó pieza por pieza como si de un niño se tratará, como a Manami. Kouyou no pudo evitar quejarse al ser forzado a mover sus extremidades para que pudiera vestirle, ni siquiera había podido dormir bien por el dolor que sentía en todo el cuerpo.

Después de unos minutos Yuu terminó de vestirle por completo y después le puso su propio abrigo, el cual le quedaba más pequeño no sólo porque él fuera más bajo, sino porque Uruha compraba sudaderas, chamarras, gabardinas y abrigos en tamaños más grandes y largos.

Sacó las pastillas de su bolsillo, las abrió y le entregó una para que se la tomara argumentando para qué eran, Shima no lo dudó y se la llevó a la boca.

 

— ¿Te llevo a casa? —tuvo la idea de preguntar algo de lo cual no esperaba respuesta; aunque se negara lo llevaría. Ahora no podía dejarle solo, en ese estado podría pasarle lo que sea. Asintió resignado pues bien sabía que no podía ni levantarse. Aoi se dio la vuelta y se agacho considerablemente para que el otro pudiera subirse a su espalda, batalló un poco el más alto en hacerlo y le costó varias punzadas de dolor. Al final pudo acercarse un poco y Aoi le tomó de las manos jalándolo para ayudarle, al lograrlo se levantó con cuidado para evitar tirarlo y caminó fuera de la cocina de ese bar. A decir verdad Shima era muy ligero y fácil de cargar—. Lo llevaré a casa.

 

 

El barman asintió sin nada qué protestar mientras se ocupaba de sus propios asuntos con las bebidas que las personas le pedían. En cambio el de gafas oscuras no pretendía dejar de seguir por razones que el mismo desconocía.

Así el trío salió de aquel lugar. Uno llevando sobre su espalda al otro que iba dormitando, no tardaría mucho en quedarse dormido.

 

Ruki pudo ver cómo el menor le susurraba algo al oído al moreno haciendo que este volteara a verle apenas y después volviera su mirada al frente soltando un simple “No lo sé”.

Caminaron en silencio por muchas cuadras más. Ruki sacó su teléfono cuando este sonó atendiendo la llamada; genial, mañana tendría más trabajo del pensado.

 

 

— ¿Por qué nos está siguiendo? —musitó mientras aún seguían su andar. Las calles a esas horas, aunque fuera muy tarde, estaban repletas de personas que iban y venían así como de automóviles en las calles y carreteras. La iluminación estaba integrada por los anuncios publicitarios de los lugares de comida, hoteles, restaurantes lujosos, tiendas de autoservicio, tiendas de cualquier cosa, bares, etc.

 

 

—No tengo nada mejor qué hacer. —contestó simplemente guardando su móvil nuevamente en el bolsillo de su sudadera, acompañándolo con su mano empuñada a este.

 

 

—Debería estar durmiendo. —una idea del por qué se encontraba ahí se le cruzó por la cabeza por lo que le volteó a ver y seriamente le dijo—. Hoy ya no estoy trabajando, ya se lo dije.

 

Ruki frunció el ceño y gruño por lo bajo indignado por los pensamientos del otro. »Como si no le desearas«, gritó su voz interior. Lo hacía pero no por eso le acosaría, podía bien ir cualquier otro día a ese lugar y pagarle nuevamente por una noche de sexo.

 

 

Estaban a pocos pasos de doblar la esquina que daba con la calle donde estaba la residencia de Shima. Se sentía aliviado de estar a tan poco de llegar, aunque el castaño no pesara si que le cansaba tenerle sobre su espalda por tanto tiempo.

Al escuchar “¿Les conoces? ¿Qué hacen ahí?” Uruha movió su cabeza a un costado para poder ver a quiénes se refería.

Un grupo de tipos le esperaban afuera de su casa, pudo identificar de inmediato a uno de ellos recargado en la puerta de su casa, tenía el cabello teñido de rojo y negro pero aún así pudo saber que era él.

 

 

—Z… vámonos. —susurró mientras apretaba con sus manos los hombros del moreno para que se detuviera—. ¡Vámonos! —exclamó aún más desesperado.

 

 

— ¿Por qué? —preguntó dudoso al notar como este le jalaba, no continuó su caminar pero tampoco se alejó de ahí. Estaban tres casas antes de la suya pero ninguno de los otros le había notado.

 

 

—Son los tipos a los que deje plantados con el dinero del secuestro, vámonos. —habló apresuradamente al ver que el moreno se empezaba a irse como se lo estaba pidiendo. Temía que le vieran.

 

 

— ¡¿Qué cosa?! ¡¿Cómo que un secuestro?! —le gritó, estúpido de su parte. Al estar la calle en total silencio y soledad sus palabras llegaron hasta odios de ellos haciéndoles voltear casi sincronizados a de donde había venido la voz. Uruha tragó al notar sus miradas en ellos tres.

 

 

— ¡Ahí está! —gritó Hirotaka mientras le señalaba. Su cuerpo se tensó de inmediato y volvió a exigirle a Yuu que se largaran de una buena vez.

 

 

—Ya le vimos. —dijo Mamo con un bufido ante el irritante grito de el pelinegro— ¿Qué esperan? ¡Vayan por él!

 

 

— ¡Que te muevas te digo! —encajó sus uñas para que Aoi le hiciera caso de una puta vez. Lo cual no tardó en hacer en ver cómo esos cinco tipos comenzaban a correr en dirección a ellos.

Notas finales: ¿Y qué piensan ahora? ¿Aún nada? Bien, falta por ver.

Ahora pido como mínimo 4 rws, sé que sí podrá. El próximo capitulo no tengo idea de cuándo lo subiré pero espero el próximo miércoles se pueda.

¡Agradezco que leyeran!

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