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The end. por Lizama24

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Notas del capitulo: Hola.

Ambos chicos huían a todo lo que sus pies  lo permitían. Aquellos hombres no tardarían en alcanzarlos, eso era seguro. Lo que dudaban era qué sucedería cuando les pillaran.

Ruki se maldecía internamente por haber sido tan pendejo en acompañar a ese par. Uruha maldecía a Aoi por haber sido tan imbécil en quedarse ahí tanto tiempo, en haber gritado y en quedarse helado cuando les notaron. Y Aoi… bueno, él sólo maldecía el momento.

 

Se escabulleron por un callejón para que les perdieran de vista, sin embargo esto no funcionó puesto que cinco cabezas piensan mejor que tres.

Dos de ellos corrieron rápidamente siguiendo la calle para doblar la esquina mientras que los otros tres les siguieron por el callejón.

Cuando el trío creyó que se habían librado de ellos Kaede y Nanahoshi les bloquearon el paso dejándoles sin salida.

La sangre les fluyó más rápido, la adrenalina comenzaba a gritarles desde adentro. No había salida, ya no. Amenos que pudieran volar.

 

 

—Es suficiente, déjate de juegos ya. —Mamo caminó hasta ellos enfrentándoles, Uruha seguía aferrado a la espalda de Yuu temiendo de que ese día recibiera otra golpiza más. Bueno, el día ya había terminado hace tres horas—. Bájalo. —le ordenó al moreno más este no hizo caso y tampoco dijo nada—. ¿No escuchaste?

 

 

—No puedo. —murmuró sujetando con sus manos los brazos de Shima que se cruzaban en su cuello.

 

 

— ¿Disculpa? —tomó aún más cercanía mientras que el cuarteto le imitaba acorralándolos en un pequeño espacio—. No te he preguntado si puedes o no. Te dije que le bajaras.

 

 

Aoi accedió después de que Kouyou le susurra que lo hiciera. El más alto intentó mantenerse en pie sin conseguirlo por lo cual tuvo que apoyarse en su hombro para evitar caer.

Los cinco recién conocidos para Ruki y Aoi le miraron extrañado, se veía notoriamente herido, hasta uno de ellos se rió por lo bajo, de su estado.

 

— ¿Qué quieren? —intentó verse igual de intimidante que siempre, sin embargo no le fue posible por el estado en el cual estaba.

 

 

— ¿Cómo que “qué queremos”? El dinero, Kouyou. Y lo queremos ahora mismo. —Z sí logró tensarle pero no lo demostró. El dinero, ya lo sabía pero no es como si pretendiera dárselos.

 

 

—No lo tengo. —el de cabellos rojos apretó la mandíbula—. Es enserio, no lo tengo. Lo he gastado.

 

— ¡Pues no nos interesa qué hiciste con él! ¡Te estamos exigiendo el puto dinero ahora mismo! —gritó enfurecido por el maldito semblante del rubio, no tenía ni la mínima vergüenza de decir que se había gastado todo su dinero. Así como tampoco ellos la tenían al hacer lo que hacían.

 

 

—Basta Z, ¿Enserio crees que no lo pagará? Takashima es un perro que no da nada, no lo haría aunque estuviera apunto de morir. —esta vez Kaede fue el que habló mientras se pasaba de un lado a otro para acercarse al antes mencionado.

 

 

—Me alegra que me conozcas. —sonrió con la poco fuerza y sentido del humor que tenía en ese momento.

 

 

—El punto es que queremos que nos pagues, si no es con dinero con otra cosa. —paseó su mirada de arriba a abajo del cuerpo de Takanori, ese tipo de seguro tenía dinero—. O que alguien pague por ti. —terminó con juntarla con los ojos del más bajo sonriéndole lo cual no fue imitado por él.

 

 

—Aoi no tiene dinero, y ese de allá no me prestaría nada. —aseguró dándoles a entender que no verían ni un peso de ninguno de ellos—. ¿Y de qué otra forma puedo pagarles? ¿Eh?

 

 

—Con tu otro amigo. —interrumpió a Kaede el de hebras negras y verdes—. También es una prostituta ¿No? —Aoi intercambió mirada con Uruha el cual no parecía contento ante tal propuesta, no iba a dar al moreno a esos pelmazos para pagar una deuda era como vender a una persona, a SU amigo.

 

El resto de ellos tampoco parecía conforme con lo que había pedido, primero porque no todos ellos eran homosexuales, segundo porque no les parecía suficiente con eso para pagar la deuda que Uruha les tenía. Así que le jalaron y comenzaron hablar entre ellos pero vigilándolos para evitar que escapasen.

 

 

—No. —dijo Uruha a Aoi—. No les voy a decir que sí, no te voy a dar como si fueras un objeto.

 

 

—Soy un objeto, Shima. —sonrió suavemente mientras veía repetidamente al lado del callejón que estaba libre, ¿Si corrían era muy arriesgado? Seguramente no tardarían en alcanzarlos porque para echarse a correr tendría que cargar al más alto en brazos para hacerlo más rápido pero de esa forma le cansaría más y su velocidad sería menor. Aún así, Aoi era muy inconsciente en ocasiones.

 

Uruha sintió su cabeza caerse cuando el moreno le tomó por las piernas y lo acomodó con brusquedad en sus extremidades superiores. Yuu le gritó a Ruki para que comenzara a correr y así ambos estaban nuevamente escapando de ese grupo de pandilleros o secuestradores, a toda la velocidad que pudieran. Chocó varias veces contra objetos pero la adrenalina en sus venas le sirvió para que pudiera seguir corriendo sin tomarle importancia al dolor de su hombro, de su pierna o brazos.

 

Claro que los otros no tardaron en seguirlos y como era de esperarse no tardaron de alcanzarlos.

 

«Bien, sí fue estúpido», se dijo mientras era detenido por uno de ellos y automáticamente fue golpeado en la mandíbula logrando que hiciera que tirara a Uruha al suelo lastimándole aún más.

La oscuridad de ese lugar no le permitió ver quién era su agresor, sólo pudo “sentarse” a sentir los puñetazos que le estaban dando en su vientre y entrepierna, le habían sujetado de los cabellos deteniéndole. Intentó defenderse pero estaba atontado por el primer golpe que le habían dado, se sentía estúpido era como si fuera la primera pelea de su vida y sabía muy bien que no era así. Encajó sus uñas en el brazo que le sostenía de los cabellos y en su momento de queja le pateó en la pierna haciéndole perder el equilibrio y caerse, aprovecho para tomar a Kouyou del suelo y ponerlo detrás de unos contenedores de basura fijándose que nadie le mirara para ponerlo a salvo. Al darse vuelta después de eso, aluzó con su móvil para poder ver un poco: se sorprendió mucho de cómo Ruki se defendía de tres de esos tipos, intentaban sujetarle de ambos brazos pero al parecer daba golpes muy fuertes pues desistían de inmediato ante su contacto, los otros dos parecían estarle buscando, podía verlo todo por la tenue iluminación de su móvil  y el pequeño espacio de ese lugar pero al notarlo volvió a llevárselo al bolsillo e intentar defenderse de esos tipos.

 

Ruki se mantenía a salvo el solo. Tomó el brazo de Z torciéndoselo detrás de su espalda y usó su cuerpo para golpear a Kaede tirando a ambos al suelo. Sus nudillos estaban rojos y húmedos de su propia sangre, en cierto modo le molestaba la violencia pero tampoco era para tanto como para dejarse golpear cuando él sabía defenderse.  Sin embargo no era un súper héroe por lo que cuando pudieron lo tomaron entre ambos para comenzar a golpearlo con mayor facilidad, aún así Ruki no dejaba de forcejar e intentar defenderse con sus piernas y cabeza golpeándoles como podía.

 

Por su parte Aoi estaba siendo impactado contra la pared de forma violenta mientras le sujetaban de la cabeza y los brazos. Hirotaka sostenía sus brazos de forma dolorosa para el moreno mientras le daba rodillazos en la espalda. Podía escuchar el crujido de sus huesos pero poco le importó. Se zafó de ambos agarres para darse vuelta e intentar golpearles igual de brutal.

 

 

 — ¡Suficiente! —dijo Mamo mientras sujetaba por la espalda a Shiroyama y al resto les obligaba a detenerse—. Esto comienza a ser cansado, joder. Ustedes tres están completamente locos por intentar huir así como así de nosotros ¿No tienen cerebro?

 

 

— ¡Lo tenemos! ¡Por algo escapamos! —forcejó en sus brazos mientras los otros se acercaban a ellos, pudo notar sin dificultad los golpes marcados y las heridas sangrantes de aquellos. Sus rostros seguían siendo difíciles de ver por la oscuridad, al menos podía notar algo mojándoles.

 

 

— ¿Dónde está Takashima? —preguntó Z mientras se limpiaba la sangre de su labio inferior con su manga, aquel tipo le había jodido más de lo que imaginó—. Habla imbécil.

 

 

Aoi no dijo nada, le miró seriamente mientras aún le era imposible moverse. Mientras Kouyou se mantuviera callado sin soltar alaridos ni quejas podría mantenerlo a salvo. Si le hubiera dejado ahí seguramente le habrían terminado por demacrar.

De repente sintió su espina dorsal doler, también se encontraba lastimado. Estiró los músculos de sus hombros en un intento de relajarse.

 

—Saben que necesitamos que nos paguen ¿Verdad?, no podemos dejarles ir así como así sin que Shima no aprendiera la lección. Tiene que aprender que con nosotros no se mete, no nos importa cuántos le tengan miedo o respeto; con nosotros no funcionará. —le cogió de la barbilla para inclinarlo hacía atrás y hacer que le mirará—. Así que tú…

 

 

— ¿Cuánto es? —interrumpió Ruki ante lo que seguramente iba a decir Mamo en aquel momento.  No podía permitir que Yuu pagara por la estupidez de ese rubio, ¿Por qué? Ni él lo sabía quizás era una forma de hacer el bien a alguien. Mamo le cedió la mirada y sonrió.

 

 

—Dos millones de yenes, ¿Los tienes? —rió de forma burlesca. Esa no era la cantidad pero si lograba sacarle todo ese dinero a ese riquillo no se quejaría. Kaede contuvo una risa sin que Takanori le notara para no levantar sospechas. El más bajo se mordió el labio al escuchar tal cantidad. Bueno, ya vería cómo Aoi le devolvería el favor.

 

 

—Hecho. —habló seriamente sin apartar la mirada de los ojos del otro para no parecer dudoso ni mucho menos débil. Metió la mano a su bolsillo para sacar su billetera—claro que no tenía el dinero en ella, si no unos cuantos cheques—, sacó el papel de entre unos cuantos billetes que tenía, estaba un poco arrugado pero no imaginó que eso importaría—. ¿Una pluma?

 

 

Nanahoshi sacó una de su bolsillo de la camisa con una enorme sonrisa, Ruki suspiró tomándola. Estaba apunto de perder dos millones de yenes de su cuenta bancaria ¿Qué tan horrible era eso? Para él mucho.

Mientras llenaba los datos de cantidad, nombre y demás cosas pudo escuchar cómo Aoi le decía que no lo hiciera cosa a la cual no le tomó la mínima importancia y terminó firmando dicho papel. Caminó hasta Mamo con este en sus dedos, no tardó el otro en tomarlo e inspeccionarlo con sumo detenimiento. Al notar que todo estaba en orden soltó al mayor mientras se guardaba el cheque en su bolsillo y todos sus amigos caminaban hasta él.

 

—Bien, creo que tu amigo tiene un gran corazón. Vámonos ya. —hizo un ademan con un movimiento de cabeza para que le siguieran. No tardaron en obedecer y al final parecía que por fin esos maleantes les dejarían en paz.

 

 

—Algún día iré a tu trabajo. —susurró  Hirotaka muy cerca de su oído para después seguirles el paso a sus amigos. Al final observaron cómo estos se desvanecían en la oscuridad de aquellas calles continuas. Suspiró aliviado sin preocuparse por las últimas palabras y fue a donde Uruha.

 

Le sacó de entre los contenedores e intentó cargarle, ahora lo llevaría en brazos puesto que su espalda le dolía horrores. Kouyou había terminado dormido, no entendía cómo el suelo mugriento y el aroma pestilente de la basura era un buen lugar para conciliar el sueño. Ruki no le despegó la mirada en ningún momento y caminaron en silencio hasta salir del callejón. Después el mayor se atrevió a preguntarle.

 

— ¿Está bien? —Takanori le volteó a ver por escasos segundos para después volver su mirada al frente sin contestar—. Siento mucho que haya tenido que pagar todo eso, de verdad. No tengo dinero pero le prometo que le pagaremos Kouyou y yo sin deberle nada. —Ruki rió con suavidad.

 

 

—No quiero tu dinero, tendrás que pagarme de otra forma. —Aoi le miró de reojo sin atreverse a asentir o a negarse—. ¿Qué te parece si empiezas mañana?

 

No esperó respuesta, realmente no iba a aceptar un “No” por respuesta. Le debían dinero y él no era de los hombres que prestaban dinero sin nada a cambio. Había aprendido a siempre dar cuando recibía, las personas eran realmente inteligentes: cuando se daban cuenta que podían conseguir de ti cualquier cosa sin mover ni un solo dedo entonces no volvían a moverse en su vida. Así que él les daría si ellos se lo ganaban.

Claro que esto era muy diferente y se estaba aprovechando de la ocasión para obligarle al moreno a tener sexo gratis con él, pero ¿Desde cuándo algo así le importaría?

 

Se fue de ahí a la dirección contraría que el otro, ahora sí que estaba cansado y llegar pronto a su casa y dormir no sonaba nada mal.

A Yuu se le perdió de vista y continuó su camino por las calles que le llevarían a la casa de su amigo dormido. Soltó un bostezo, aquel día le había acabado por completo. Nadie le mandaba a preocuparse tanto por ese rubio pero no era decisión suya… bien, sí lo era pero no podía ser tan despreocupado cuando de Kouyou se trataba.

Se tomó su tiempo para mover sus cansadas piernas y forzar a sus entumidos brazos a seguir soportando el peso de Shima, no tenía prisas. Podrían llegar pasadas las cinco de la madrugada y le vendría dando lo mismo, no es como si después de todo lo que vivió aquel extraño, complicado y doloroso día fuera a preocuparle. Bien, sólo esperaba que no lloviera; por favor no esa noche.

 

 

Al llegar a casa y haber hurgado en los bolsillos del durmiente, abrió la puerta de la entrada después de enterrar la llave en la cerradura. Caminó con cuidado en la habitación principal a oscuras intentando no tropezar con nada en el suelo o chocar con algún mobiliario, cosa que no le resultó pues sí chocó repetidas veces. Mientras maldecía el dolor de su espalda y piernas llegó hasta la habitación ajena para tirar—literalmente— al rubio sobre su cama y soltar un quejido por el dolor de sus brazos. Ya le importaba muy poco que el otro se despertara, ahora quería descansa. Quería que el dolor se esfumara como si nada hubiera pasada y nadie le hubiera golpeado. Se conformó con tirarse a su lado y estirarse para relajar sus extremidades lo más que le fuera posible. Giró su cabeza para encontrarse con la de él, ahora despierto, pero que fácilmente se veía que moría de cansancio.

 

 

—Buenas noches. —susurró apenas audible como un soplido para después sonreírle y cerrar sus ojos sin esperar a que el otro hiciera lo mismo o le contestara.

Poco a poco su mente dejó de pensar y cayó en brazos de Morfeo.

 

 

 

***

 

 

 

Paseaba sus manos por su pecho y clavícula mientras devoraba su cuello con mordidas a su gusto. Ahora no tenía forma de reclamarle. Era como si ese cuerpo, esa persona, le perteneciera en ese preciso momento. Le tenía desnudo sentado en  su cama sin gruñir ni decir absolutamente nada, teniéndole a su merced para poder hacer con él lo que quisiera.

Claro que aprovecharía esa oportunidad.

No era de las personas que se aprovechaban de los problemas de otros para pedirles sexo pero el cuerpo de ese moreno le encantaba desde la primera vez en que pudo cogérselo, era una lastima que se dedicara a aquello y por ende, hayan pasado tantas manos y demás cosas por él.

Le tenía sentado sobre sus piernas mientras le manoseaba por todos lados, principalmente sus piernas y muslos.

 

— ¿Enserio no te molesta que te muerda? —exclamó en tono burlesco después de morder su tetilla con tanta fuerza que hizo que el otro encajara sus uñas en su hombro y ahogara un grito.

 

 

—Sí. —afirmó con su mirada a un costado. Se sentía humillado en ese mismo instante, nunca se había sentido tan sumiso y tan por debajo de alguien. Ese tipo tendría que pagárselas algún día de esos.

 

 

— ¿Entonces por qué no reclamas, Yuu? —pronunció su nombre recalcándolo con su voz pues sabía que le molestaba que sus clientes supieran su nombre y aún más: lo dijeran.

 

 

—Cállese ya, Takanori. —frunció el ceño mientras mantenía la cabeza agachada e intentaba ignorar todas sus burlas y juegos para molestarle.

 

 

Atrapó sus labios nuevamente con los suyos obligándole a levantar la cabeza. Entonces al sentir nuevamente con su lengua esa cavidad tan húmeda supo que quería sentirla con algo mucho más sensible que su lengua. Así que le obligó a bajarse de él tirándolo al colchón para después tener el suficiente espacio para quitarse el cinturón y después desabrocharse el pantalón lo suficiente para poder sacar su miembro levemente excitado, pero no tenía por qué preocuparse si en poco tiempo crecería ante los estímulos de follarle la boca a Aoi.

Gateando se acercó nuevamente a él y tomó su labio inferior entre los suyos tirando de este, jaló de sus piernas para recostarlo completamente y decirle “bájate de la cama” y morder su cuello una vez más. Yuu obedeció sin entender qué quería, algo que no le sorprendía ya que ese tipo estaba realmente loco y no podía descifrar sus manías.

Se bajó de la cama y se sentó justo enfrente de esta, Ruki se sentó al filo para después tomar su miembro entre sus manos y moverlo para llamar la atención del otro.

 

 

—Comételo. —dijo después de ver que el otro no hacía absolutamente nada.

 

 

—No. —no es que no haya entendido, tampoco era tan pendejo, pero no iba a mamársela. Primero porque el sabor era horrible y segundo porque era él: No iba a mamársela a él.

 

 

—Estoy muy seguro de no haberte preguntado. Métetelo a la boca. —«así que después de todo  no eres tan sumiso» aquello lejos de enojarle le excitaba, le provocaba aún más querer poseerlo por todos los orificios que tuviera.

 

Aoi se negó rotundamente. No iba a hacerlo.

Pero claro, como era de esperarse aquella decisión no le importó para nada al castaño y le tomó de los cabellos de su nuca obligándole con brusquedad a acercar su cara hasta su pene hasta que lo rosara con su nariz. Aoi intentó retroceder pero Ruki hizo más fuerza impidiéndole que se moviera, no entendía cómo alguien tan pequeño tuviera más fuerza que él «Seguramente te falta condición.»

Levantó su mirada encontrándose con las gafas oscuras de ese castaño, su rostro se veía inexpresivo seguramente estaba molesto por su desobediencia.

Suspiró resignado mientras abría su boca lo suficiente como para meterse todo el falo del otro, de tan sólo verlo y pensarlo le daba asco por lo que volvió a cerrarla.

 

Tomó el glande entre sus labios para luego cerrarlos y succionar. «No levantes la mirada, no lo hagas» podía sentir cómo el otro le tenía los ojos clavados mientras le chupaba la punta de su pene, que por cierto sabía horrible.

Abrió su boca aún teniendo el glande entre sus labios para meter más de ese trozo en ella, la cerró nuevamente con ahora la mitad del miembro y con su lengua comenzó a lamerlo al igual que chupar con sus labios. Estímulos que Ruki no tardó en sentir y que le hicieron gemir placenteramente mientras sujetaba más fuerte sus cabellos sin importarle hacerle daño.

Comenzó a mover su cadera en busca de más atención, quería que se lo metiera todo y se la chupara por completo, no se había equivocado al pensar en cómo se sentiría esa humedad alrededor de su miembro el cual comenzaba a endurecerse.

 

—Anda, comételo todo ya. —gruño mientras observaba con atención la felación que le hacía el otro, quería que se lo tragara hasta chocar con sus testículos quería que moviera su cabeza para recorrerlo completamente y sentir que lo estaba penetrando—. Si no lo haces tú, te obligaré yo.

 

Nuevamente el moreno cedió y tras abrir considerablemente su boca ingirió por completo el pene del otro, le llegó hasta la garganta. Como era de esperarse sintió ganas de volver el estomago y retrocedió intentando sacárselo, cosa que no pudo porque el otro volvió a jalarlo y ahora le obligó a hacerlo nuevamente. Aquello era maravillosamente exquisito como para permitirle que se negara, como para no obligarle a que le siguiera mamando.

Ahora llevó su mano a los cabellos de su cabeza alta y empezó a movérsela de adelante hacia atrás, Aoi no tardaría en vomitarse por el asqueroso sabor que le encontraba al falo de ese.

Su boca era obligada a dar placer sin que quisiera, humedeciéndolo por completo y poniéndolo cada vez más duro y erecto. Prefería mil veces más ser perforado que aquello, al menos en lo primero disfrutaba en ocasiones pero en eso nunca disfrutaba: le era asqueroso, humillante, le desagradaba tener que degustar aquello, aún más tragarse el líquido seminal.

 

Al no recibir la atención que esperaba, él comenzó a embestirle con la velocidad que quisiera, para darse gusto propio sin impórtale en lo mínimo cuánto le molestara al otro. Su cabello estaba pegado a su frente y escurría un poco de sudor de este, lo estaba disfrutando mucho, jamás una mujer le había dado tanto placer haciendo eso como el que le estaba dando el moreno en aquel momento.

Era su sumiso, era su puta, era con quien quería pasar noches, días y tardes de sexo dándole tanto placer como fuera posible. Y ahora mismo lo estaba haciendo y sin cobrarle ni un yen.

En ese momento ya no le importaba cuántos golpes le habían dado la noche anterior, ni la sangre que le sacaron, ni los moretones en su cuerpo, mucho menos los dos millones de yenes que había perdido en pagar una deuda que ni era suya. En ese momento todo lo demás le valía.

Posicionó sus palmas a los lados de su cuerpo apretando las cobijas mientras seguía moviendo sus caderas embistiéndole la cavidad bucal, sintiéndose en el puto paraíso si es que existía.

Gemía sin pudor alguno, con su respiración acelerada así como su pulso cardiaco. Gruñía y jalaba aire por su boca, se sentía acelerado y hasta algo mareado de tanto placer. Quería congelar el tiempo y que aquello no terminara nunca, que Aoi nunca terminara de pagar la deuda que tenía.

 

Takanori le tenía bien sujeto de los hombros, recorriendo con su miembro cada centímetro de la cavidad bucal. Rozaba su paladar y su lengua, sentía su saliva mojarlo por completo y su miembro comenzaba a gotear. Era extraño pero realmente aquello le excitaba mucho por lo que no le sorprendería que estuviera tan cerca del orgasmo. Por su lado Aoi no estaba lo mínimo excitado ni disfrutaba que esa cosa estuviera en su boca tocando cada parte de esta y llegando hasta su garganta.

 

Un ronco gemido escapó de sus labios, sus oídos se bloquearon y escucho un zumbido en estos así como una punzada de dolor. Sus cabeza dio vueltas por unos segundos incapacitándolo de pensar y ver correctamente. Sólo se dedicó a disfrutar de su preciado orgasmo corriéndose dentro de esa cavidad que tanto le había fascinado. Escuchó los latidos de su corazón retumbar en sus oídos. Terminó vaciándose por completo obligándole a tragar la mayor parte de su semen al  mayor, porque después de unos segundos Aoi retrocedió alterado para después vomitar en el suelo de su habitación cosa que no tomó en cuenta pues se encontraba perdido en sus sensaciones, en esos espasmos y cosquilleos mientras que su cabeza seguía sin reaccionar y le mantenía mareado.

 

Aoi seguía tosiendo y teniendo arcadas, forzando a su garganta a vomitar más, cosa que ya no podía pues ya había sacado hasta la comida del medio día. Tosía y se sujetaba la garganta, tenía tanto asco. No podía sacarse el maldito sabor de aquel líquido que había probado y hasta tragado. Maldecía a Takanori una y otra vez en su cabeza mientras que su estomago le rogaba por sacar aún más, aunque fueran puros jugos gástricos.

 

Cuando Ruki volvió en sí, vio con desagrado el desastre que había hecho el otro en su suelo. Obviamente se molestó muchísimo pero eso no le importó para nada a Yuu, había sido su maldita culpa.

 

—Limpia eso, se ve asqueroso. —ordenó volviéndose a sentar mientras que Aoi se levantaba y le miraba igual de enojado.

 

 

—Límpialo tú, maldito pervertido. —dijo mientras se limpiaba la boca con la parte trasera de su mano e intentaba quitarse el asco de encima.

 

 

— ¿Pervertido?,  Hasta que me hablas de tú. —soltó una risa—. Ni que fuera el primero, anda ve por algo para que limpies eso. Lo hiciste tú ¿No? Tú lo limpias. —se abrochó los pantalones para luego levantarse e ir al baño a cambiarse y limpiarse.

 

Yuu resignado, salió del cuarto a buscar algo con qué limpiar el charco que había dejado en el suelo. Caminó por el living del apartamento para dirigirse a la cocina o a cualquier lugar.

Después de limpiar adecuadamente sin dejar mancha ni olor regresó a donde había encontrado el trapeador para dejarlo en su lugar, que lo lavara Ruki después.

No tenía ganas de volver a la habitación, ahora entrar ahí le causaría repulsión. Caminó por el living mientras observaba los diversos adornos y decoraciones que poseía el castaño en esa parte de su casa, tenía buen gusto debía admitirlo. Se encontró con una repisa donde tenía varios portarretratos con fotos en ellos.

En todas ellas Takanori salía sin gafas oscuras, podía apreciar sus ojos sin y con maquillaje, esos pequeños ojos marrones que poseía. Por pura curiosidad siguió observando foto por foto hasta encontrarse con una en especial, lo cual le causo sorpresa: en ella estaba Ruki y Akira. Sí, estaba seguro de que era el Akira a quien conocía, el que era su cliente una vez a la semana y lo usaba para su desahogo sexual que no era satisfecho por su esposa.

La tomó entre sus manos observándola con más detenimiento, aquella foto mostraba cómo estos estaban abrazados y a Ruki con una gran sonrisa, pero una verdadera y no burlona como las que le conocía. Por su parte Akira lucía como de costumbre.

 

— ¿Qué crees que haces? —volteó a ver al más bajo que se encontraba con los brazos cruzados a un costado de él—. No puedes tomar las cosas por que sí. —le quitó el portarretrato de las manos volviendo a ponerlo en su lugar.

 

 

—No sabía que conocía a Akira. —volvió a hablarle de usted. Ignoró su regaño o el que le quitara el objeto de sus manos.

 

 

—Eso no te incumbe. —murmuró mientras le jalaba del brazo para llevárselo lejos de ahí, no quería que le preguntara absolutamente nada. Pues aquello sería ridículo de contar.

 

 

—Si ha terminado debo irme. —se soltó de su agarre en medio de su caminar—. Tengo que ir por Manami, hoy le cuidaré en la noche. —checó el reloj que estaba en una de las paredes comprobando la hora. Ruki le miró después de girarse para quedar de frente a él.

 

 

—Claro. Puedes irte. —ya tenía suficiente por ese día así que podía dejarle irse, además de que no pretendía hacerle retrasar para ver a esa niña.

 

 

—Bien, entonces supongo que después nos vemos. —caminó junto con él a su habitación a buscar su ropa pues no pretendía irse desnudo. Tomó sus prendas de la cama ajena y su fue vistiendo sin prisa alguna—. ¿Reita era su pareja? —Ruki le observaba desde el marco de la puerta, frunció el ceño al escuchar dicha pregunta.

 

 

—No sé por qué debería contestar. —Aoi se estaba poniendo los pantalones cuando escuchó aquello y sonrió con incredibilidad.

 

 

—Yo le he dicho muchas cosas y no sé por qué. —se hundió en hombros para después ponerse la remera y así terminar por vestirse. Caminó fuera de ahí sin esperar otro tipo de respuesta de parte del castaño.

 

Estaban por dar las once de la noche, para él era muy temprano así que tenía suficiente tiempo para pasar por Manami y llevársela a su casa. Ese día había acordado con su madre de dejarla ir a su casa en lugar de dejarla sola en la suya pues la señora saldría lejos a visitar unos familiares. Iba cada mes a ese viaje y siempre se quedaba la niña sola, más nunca se atrevía a sacarla puesto que no era algo conveniente si regresaba y no le encontraba pues seguro perdía la poca cordura que tenía. Pero ahora la sacaría con su permiso y así podría estar tranquilo que Manami estaría bien junto con él.

Aparte de que también estaba cuidando de Uruha pues este ni siquiera podía levantarse. Tendría dos personas a las cuales cuidar en los próximos días, sería su niñero.

 

Llegó no después de mucho a la casa de la menor para conversar con su madre y quedar de acuerdo cuándo volvería para que la regresara ese mismo día. No hubo inconvenientes y Aoi hizo las maletas para después despedirse de la mujer y llevarse a Manami de ahí. Se preguntaba si algún día él terminaría quedándose con la patria protestad de la niña, a decir verdad, él se había encargado de ella desde que le conoció. Era como su padre o su hermano mayor.

Llegaron a su casa, planeaba darle una ducha a la menor para cambiarla de ropa y que estuviera cómoda. Sería más conveniente que le dejara dormir esa noche y no enfriarla a esas horas pero no le gustaba verla tan descuidada, le molestaba que su madre no le cuidara en lo mínimo. En un momento llegó a creer que ni le alimentaba cosa en la que esperaba estar equivocado.

Dejó su maleta en su habitación y de paso comprobó que Uruha ya estaba dormido así que no quiso despertarlo para avisarle que ya había llegado. Esa noche no había ido a trabajar aunque se lo dijera al rubio para poder ir a donde Ruki. No quería decirle que iba a acostarse con él por haber pagado todo ese dinero porque era seguro que se molestaría muchísimo y le obligaría a dejar de hacerlo lo cual no sabía qué consecuencias tenía.

 

Después de duchar a la menor, como siempre lo hacía cuando lo hacía, le vistió de forma cómoda para que pasara la noche. Con esa pijama que le había comprado días atrás.

Para él ya no era difícil cargarla, ni bañarla, ni mucho menos darle de comer, para él ya era algo fácil para hacer todos los días. Algo rutinario.

 

Al terminar de vestirle la metió a la cama junto con Uruha, no tenía más que una y tampoco era como si fuera a correr al rubio al sillón pues comprendía lo lastimado que estaba. Les acomodó a ambos de forma que ninguno se fuera a lastimar.

Estaba apunto de irse a fuera para comer algo cuando Kouyou se empezó a despertar mientras se quejaba en su intento de levantarse, cosa que no podía por obvias razones.

 

— Yuu…—murmuró con voz entrecortada, tuvo que aclararse la garganta para poder hablar—. Yuu, ¿A dónde fuiste?

 

 

—Duérmete, Shima. —retrocedió en sus pasos para volverse a acercar al menor—. Fui a trabajar, ¿No te lo dije?

 

 

—No, me mentiste. —seguía en su intento de levantarse haciendo fuerza con sus manos para levantarse de la cama, al ver esto Aoi le ayudó para que pudiera sentarse. Seguro era incómodo estar todo el día recostado—. La jefa llamó a mi celular buscándote, dijo que no respondías el tuyo y me preguntó si no sabía dónde estabas. ¿Dónde estabas?

 

La mirada de Uruha era en exceso intimidante, que bueno que aquello ya no le ponía tan nervioso. Ok, sólo un poco.

Se mantuvo en silencio sin que se le ocurriera ninguna mentira qué decir y que sonara creíble ante los oídos del otro. Uruha comenzaba a impacientarse «¿En qué te has metido ahora, Yuu?»

 

—Estaba… con Ruki. —susurró intentando que no le escuchara, como si eso solucionara algo.

 

 

— ¿Por qué? —siguió cuestionando. Lo sabía, le habían llamado en la mañana para decirle todo lo que había ocurrido y que ese tal “Ruki” había pagado la deuda, cosa que le sorprendió en sobre manera pero ahora que se ponía a pensar más, todo encajaba—. Te acostaste con él por el dinero que me prestó, ¿Verdad?

 

 

— ¡¿Cómo mierda es que sabes todo?! —ya no le importaba que  supiera eso, en verdad le enojaba que no pudiera tener nada en secreto. Ese tipo se sabía su vida al derecho y al revés y cada cosa que le sucedía.

 

 

—Aoi, Yuu Shiroyama. ¿Recuerdas que jamás podrás ocultarme algo? Conozco hasta cuántas veces vas al baño. —se carcajeó por su último comentario hecho por él mismo, una manía que Aoi le conocía muy bien—. Además, recibieron una golpiza para que todos esos tipos no te cogieran ¿Qué caso tiene si Ruki lo está haciendo ahora?

 

 

—Eres como un acosador, maldito. —frunció el ceño molesto pero no se levantó de la cama donde se había sentado hace unos minutos—. Al menos sólo es uno y… bueno, es lo de menos.

 

 

—Sólo protejo lo que es mío. Tú me perteneces. —dijo sonriente mientras se acercaba a él y rodeaba su cuello con sus brazos juntando su labios en un beso muy corto y casto. Yuu no pudo hacer más que bufar, no era la primera vez que lo besaba, de hecho lo había hecho infinidad de veces que ya se le hacía algo natural. Shima era así de raro.

 

 

—Aja. —murmuró quitando sus brazos de su cuello y levantarse del colchón dejándole al otro muy lejos de él para que no siguiera haciendo sus “cosas raras” —. Ya duérmete, si seguimos conversando Manami se despertará y también debes descansar.

 

 

— ¡No me dejes aquí solo! —gruñó intentando patalear pero como era de esperarse le dolió horrores hacer eso y mejor se quedó quieto con una mueca de disgusto en su rostro—. Quédate a dormir conmigo, con nosotros.

 

 

—Dame unos minutos, pero duérmete ¡Mañana estarás de mal humor y yo tendré que aguantarte! —salió de la habitación, tenía mucha hambre y quería comerse lo primero que encontrara en el refrigerador.

Notas finales: Pensé en hacer dos especiales para terminar el fanfic en noche buena. ¿Sugerencias?

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