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Sistema de restricción de novio por Error404notFound

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Notas del capitulo:

¡Hola de nuevo!

Aquí el capítulo (dos días atrasado, pero aquí está) que tanto esperaban, que tanto esperaba yo también. Disfruté escribiéndolo como no tienen idea, y ya verán por qué lo digo. 

¡Disfrútenlo! 

 

 

Cuando Haru llegó a casa después de subir la interminable escalinata de piedra, Makoto no le abrió la puerta justo antes del primer golpe como hacía siempre. Ése fue el primer indicio de que algo no estaba bien y que le dio a Haru un pequeño mal presentimiento.

Algo mareado, rebuscó las llaves en su bolsa, y cuando las encontró, se apresuró a abrir la puerta. La tarde estaba empezando a refrescar, y él, recién salido de la alberca y con el cabello mojado, no tardaría demasiado en enfermarse si se quedaba ahí. El clic de la cerradura le pareció momentáneamente desconocido, pero no hizo caso y en su lugar giró la llave. O lo intentó, porque ésta no se movió un ápice. Haru frunció el ceño y volvió a intentarlo. Nada.

—Ah, Haru.

La voz de Makoto cruzó la noche hasta llegar a Haru. El chico moreno dejó de forcejear con la llave y se giró para ver a su novio. Sintió que el corazón se le derretía al verle. Se sonrojó un poco al recordar qué era lo que estaban a punto de hacer, pero intentó no ser demasiado obvio.

—Hola —le saludó, en medio de un murmullo.

Makoto le regaló una enorme sonrisa, y antes de que el otro pudiese decir algo, el más alto lo rodeó con sus brazos fuertes, protectores.

Posesivos.

Le dio un pequeño beso en los labios, que Haru deseó hubiera durado un poco más, y luego le acarició la mejilla suavemente.

— ¿Cómo te fue? —preguntó, con la voz en un susurro.

Y sin saber por qué, Haru se puso aún más rojo y desvió la mirada. La pregunta de Makoto no era más que una pregunta normal que se hacía al ver a alguien sin motivo ulterior, pero el tono de su voz le había hecho creer que era una muy, muy íntima. Makoto lo miraba con ojos de que la respuesta no le interesaba en lo más mínimo; los tenía clavados en su boca.

—T-todo normal —balbuceó Haru, incapaz de levantar la mirada. Makoto juntó su frente con la suya, así que se apresuró a agregar otra cosa, lo que fuera —. C-creo que todo ha ido bastante bien.

Makoto se alejó de él sonriendo.

—Qué gusto. ¿Entramos?

Haru asintió despacio, sin despegar los ojos del suelo. Entonces recordó algo importante, y eso le hizo levantar la mirada.

—La cerradura está rota —dijo —. No he podido abrir la puerta.

Makoto ladeó la cabeza un momento. Lo miró arrugando la frente.

— ¿De verdad?

Y metiéndose una mano al bolsillo, extrajo sus llaves. Se acercó a la puerta e introdujo la llave plateada en la cerradura. Ésta cedió con un clic casi espontáneo. Haru frunció el ceño.

—Pero si… —empezó, pero Makoto le murmuró una expresión apremiante y lo empujó suavemente hacia adentro, tomándole cariñosamente de la cadera.

El aire cálido de la casa le acarició a Haru el rostro. Después de estar a casi trece grados allá afuera, el calor del hogar era más que reconfortante.

Makoto volteó a verlo después de cerrar la puerta con llave de nuevo. Le sonrió encantadoramente, como sólo él sabía hacer, y le rodeó la cintura de nuevo. Haru subió las manos lentamente por el pecho bien definido de su novio disfrutando de los relieves de sus pectorales y del pequeño escalofrío que recorrió casi imperceptiblemente a Makoto. Le rodeó el cuello con las manos y esperó a que el más alto se inclinara hacia él para besarlo. Cuando Makoto lo hizo, Haru se juntó más a él, abriendo los labios para profundizar el beso y dejando escapar unos cuantos suspiros. Podía sentir el corazón de Makoto martilleando contra su pecho, y eso le gustó. Que Makoto se sintiera así de perdido estando con él.

Entonces, mientras pensaba en ello, Haru sintió que la vista se le nublaba. Unos puntos negros bailaban frente a sus ojos, jugándole trucos a su cansada visión. Parpadeó un par de veces, y apartándose de su novio se llevó la mano a la cabeza, que repentinamente sentía más caliente de lo normal.

— ¿Estás bien, Haru? —dijo Makoto, preocupado —. ¿Te sientes mal?

Le acarició ahí donde él se estaba tocando, con delicadeza. Haru sintió la mano de Makoto alarmantemente fría, pero agradeció la temperatura al mismo tiempo. Cerró los ojos.

—No —dijo —. Es sólo… cansancio…

La mano de Makoto bajó a su barbilla.

— ¿Fue muy dura la práctica de hoy? —preguntó —. ¿Crees que pudiste excederte demasiado?

Haru negó con la cabeza.

—Me siento así desde antes de la práctica. Creo que hoy no estoy en mi mejor momento.

 Makoto le regaló una sonrisa triste.

—Tal vez deberíamos dejarlo para otro momento. Ya sabes…

Haru recibió eso como una bofetada, pero asintió débilmente. Definitivamente no estaba para ese tipo de cosas. El cuerpo le pesaba y la cabeza le daba vueltas. Era como tener sueño y estar enfermo al mismo tiempo. Tal vez había comido algo radioactivo o putrefacto. Aunque lo único que había comido en el día habían sido los onigiris de Makoto; unos en el almuerzo y otros después de la práctica. Makoto no le daría algo echado a perder, ¿verdad?

—Lo siento, Makoto —dijo el chico moreno, levantando la mirada hasta encontrarse con la de su novio —. Ambos estábamos esperando esto, y aun así…

Makoto negó sonriendo.

—No pasa nada.

—Pero es que…

Y entonces, Haru dio un paso hacia atrás para evitar caer. No fue suficiente, porque se tambaleó un momento, con la visión nublada, y se dejó ir hacia atrás. Luego, sintió unos brazos fuertes que le rodeaban de un lado para evitar que cayera al suelo. Intentó abrir los ojos, pero después de varios intentos se dio cuenta de que los tenía abiertos, que no veía nada más que negro. Varias nubes se imágenes desdibujadas desfilaban ante él, pero ninguna lo suficientemente nítida como para poder distinguir algo. No escuchó que Makoto dijese su nombre, ni que lo zarandeara para ver si estaba bien.

—Ma…ko… —balbuceó, sintiendo que su boca se escondía en algún lugar para que no pudiese encontrarla.

Entonces, la imagen frente a él se delineó como debería haberlo hecho antes, pero por un segundo, y pudo ver a Makoto inclinado sobre él, su rostro recortado contra el ventilador del techo. No se veía sorprendido en absoluto. Más bien tranquilo, con el brillo apagado en los ojos que Haru conocía bien.

 

Lo primero que sintió Haru al regresar sus sentidos, fue frío. La cabeza le daba vueltas, y las ganas de vomitar no habían hecho más que difuminarse un poco, pero seguía siendo mejor que el estado que precedía al desmayo.

El chico parpadeó un par de veces para despejar la nebulosa en la que estaban envueltos sus ojos, pero sólo se encontró con penumbra. El frío de la duela bajo el lado derecho de su cuerpo le quemaba la piel desnuda del brazo, pero le hizo volver a la realidad más rápido.

¿Por qué estoy en el suelo?

Haru se levantó sobre su brazo derecho y sintió una punzada fría y metálica en la cabeza. Sus hombros y el cuello dolían, pero se esforzó por levantar la mirada. Y cuando lo hizo, vio las rejas negras y gruesas de metal.

Abrió los ojos por completo entonces, sin acordarse siquiera de su malestar físico. Sus ojos miraron de un extremo a otro con rapidez, buscando alguna fuente de información. Lo que fuera que pudiese decirle algo sobre su estado actual. Sobre qué estaba pasando, sobre cómo había terminado ahí.

Estaba aterrado.

Tenía frío, se sentía mal y estaba aterrado.

Su habitación —ahora podía reconocerla, con la cama detrás de él, la ventana cerrada, con las cortinas inmaculadas meciéndose suavemente por la brisa, su buró, pero sospechosamente sin ningún efecto personal a la vista… — estaba en casi total oscuridad, salvo por la fina franja de luz que apareció por debajo de la puerta, a un metro de las rejas.

¿Qué está pasando? ¿P-por qué…? No entiendo. ¿Qué…?

Un rayo de luz iluminó entonces su mente.

— ¡Makoto! —gritó, al tiempo que se aferraba con ambas manos a las rejas frías. Llegaban desde el suelo hasta el techo, y no parecían ser lo suficientemente frágiles como para forzarlas, pero lo intentó de todos modos. El metal frío le quemó las manos —. ¡Makoto!

En ese momento escuchó —además de su respiración pesada — unos pasos lejanos. Pasos que se acercaban por el pasillo, sordos y pausados; tranquilos. Haru golpeó la reja con la palma de la mano tres veces.

— ¡Makoto!

Luchó por acallar su respiración descontrolada y el corazón que se desvivía latiendo, y aguzó el oído. Escuchó que los pasos se detenían, y vio una sombra perturbar la luz debajo de la puerta.

—Ah, Haru. ¿Ya estás despierto?

La voz de Makoto era suave, tranquila como siempre. Sonaba amortiguada por la puerta, pero aun así clara.

Haru entrecerró los ojos cuando la puerta se abrió, dejando entrar una laguna de luz amarillenta y la silueta recortada de Makoto contra ella. El muchacho de ojos verdes le sonrió. Era su sonrisa seca, desprovista de emoción y a pesar de ser parecida a la que tenía siempre, los ojos desentonaban totalmente. No tenían brillo, y parecían dos pozos profundos y sin fondo.

Haru tragó saliva.

—Makoto, sácame de aquí —su voz sonó más débil de lo que le hubiese gustado, pero no por eso dejó de hablar, rápida y atropelladamente —. N-no sé qué está pasando ni cómo terminé aquí pero creo que no me siento bien y que mi cabeza duele y que quiero vomitar y…

—Shhh —Makoto se arrodilló cerca de él y pasó un largo y esbelto dedo entre las rejas para ponerlo sobre los labios de Haru —. ¿Te sientes mal, Haru? Ya somos dos.

Haru lo miró sin creerse lo que estaba viendo. De verdad estaba tras una reja, siendo cautivo de Makoto. En su propia casa. ¡En su propia casa!

—Ma…Makoto…

El otro chico cerró los ojos sin dejar de sonreír.

— ¿Lindo, no? —hizo un gesto con la mano hacia las rejas —. Le pedí a un herrero local que pusiera estos barrotes antier por la tarde, mientras estabas en Samezuka. Y que cambiara la cerradura de la puerta, claro.

Haru sintió que el estómago se le hacía más pequeño. Por eso su llave no servía. Pero espera, ¿él…?

— ¿Antier? —preguntó Haru con hilo de voz sin saber siquiera por dónde empezar a preguntar —. ¿Sabías que yo…?

Makoto asintió.

—Llevas durmiendo dos días enteros. —Cuando Haru lo miró sin entender, Makoto se apresuró a explicarse, sonriendo —.  Suerte que puse las drogas en tu almuerzo, ¿verdad? Aunque no deberías haber dormido por tanto… Ah, eso es mi culpa, sí, porque tal vez me pasé un poco con la dosis. Perdona, Haru. Aunque era una precaución necesaria, ¡y mira que ha servido de algo! Ya suponía yo que algo estaba pasando por esa linda cabecita tuya.

Haru negó con la cabeza, sintiendo que todo se desmoronaba a su alrededor. La droga en el almuerzo… ¿Entonces había sido por eso que había estado muriéndose de sueño desde el inicio del día? ¿Por eso se sentía tan cansado?

No, es un error. Makoto no sería capaz… ¿o sí?

— ¿Estás loco? —Haru casi no pudo controlar su voz, que se elevó varias octavas en un segundo —- ¿Le pusiste droga a mi comida? Makoto, eso es…

—Y sí, ya lo sabía —interrumpió Makoto, y respondiendo a la segunda pregunta del chico —. Qué triste, ¿verdad? Que tuve que enterarme por otra parte que tenías práctica allá. Mira que no hablarme al respecto…

Haru luchó por no prestarle atención a las ganas de vomitar.

—No sucedió nada, si eso es lo que estás pensando. He dejado las cosas claras con…

—Ya no más mentiras, Haru. Yamazaki-kun me lo dijo todo.

Haru sintió que un nudo se formaba en su garganta. No podía estar pasando. Simplemente no podía. Intentó decir algo, pero no salió una palabra de su boca. Makoto se puso de pie y continuó.

—Me dijo que estabas jugueteando con Rin, igual que lo hacías conmigo.

Haru no se lo creyó enseguida. ¿Sousuke sería capaz de...?

— ¡No! —casi gritó él —. ¡Eso no es cierto! Yo no… ¡yo no estoy jugando con él! Ni contigo… ¡Mucho menos contigo, Makoto! No puede ser posible que le hayas creído tal men…

Haru no alcanzó a terminar la frase porque Makoto le interrumpió con su risa. Estaba carcajeándose con ganas, como si Haru hubiese hecho un chiste tierno y que le hubiera causado más gracia el intento que el contendido en sí. Cuando Makoto terminó de reír, se limpió una lágrima del ojo derecho.

—Lo que ya no me creo nada, Haru, son tus mentiras.

Haru se quedó callado. ¿Qué mentiras? Nunca le había mentido a su novio. Le había dicho todo tal cual era, y lo único que había recibido a cambio era que Makoto se volviera loco. Estaba malinterpretando las cosas, viéndolas a su propia y retorcida forma de captarlas.

—Ya te han corrompido, Haru —dijo Makoto, con la voz baja —. La verdad es que nunca pensé que un ángel como tú podría llegar a divertirse rompiéndole el corazón a dos personas.

Haru abrió los ojos.

—Romperle el… ¡Makoto, yo no…!

— ¡Y mira de qué manera! Mintiendo. Ah, no sé si haces esto porque ya te has aburrido de mí o si es porque crees que está bien. Quiero decir, antes todo iba perfecto. Antes de que llegara Rin. Antes de que me lesionara el hombro.

Haru negó con la cabeza, al tiempo que sus ojos se llenaban de lágrimas. Makoto se había vuelto completamente loco. Llevaba tiempo acumulando todo su estrés, todas sus preocupaciones y dudas, y todo ello había desembocado en eso. En que ya no podía confiar en él.

Makoto soltó una risita desprovista de alegría mientras se encogía de hombros con ironía, riéndose de sí mismo.

—Soy tan estúpido. Lo peor de todo esto es que sigo amándote. Simplemente no puedo odiarte, ¿sabes? Y me duele. Me duele como no tienes ni puta idea.

Haru se mordió el labio inferior cuando sintió las lágrimas desbordarse. Tenía mucho miedo. Ya no conocía a Makoto de nada. El chico que tenía enfrente,  mirándole como si fuera un tesoro que nadie más tenía derecho a observar y con un aura tan turbia que dolía con sólo verla no se parecía en nada al muchacho algo tímido pero sincero que le había dicho, rojo como un tomate, que le gustaba al inicio del semestre.

—Tú… —dudó Haru, con la voz débil y temblorosa —. Tú no me amas. Lo que sientes por mí es un deseo enfermizo… Es… —un sollozo le quebró la voz. Pero él sí lo quería. De alguna manera, seguía queriéndolo.

Makoto se le quedó viendo un buen rato, como si no creyese lo que acababa de escuchar. Parpadeó un par de veces, e incluso hizo ademán de esperar a que el otro chico dijese algo, pero Haru no lo hizo. Entonces Makoto tomó aire y dijo, como si fuese totalmente obvio, con una sonrisa parecida a la que dibujas en tu cara cuando estás ofendido por algo que te han dicho cuando no saben siquiera de qué están hablando.

—No… tú no entiendes, Haru —dijo Makoto despacio, pronunciando cada palabra con cuidado—. Por ti haría cualquier cosa. Cualquier cosa. Mis necesidades se vuelven completamente secundarias si se trata de ti, Haru. Por ti… por ti daría mi vida sin dudarlo. Porque te amo. Te amo con todo mi ser —se llevó la mano al corazón con fuerza. Luego hizo una pausa, en la que se pasó la mano por el pelo mientras suspiraba. Parecía ansioso, intranquilo —. Es que no entiendes… No sabes cuánto te amo. Si pudiera… si hubiera una forma de hacerte ver cuánto más me importas que mi propia vida….

Haru se quedó callado, esperando. Makoto parecía estar empezando a hiperventilar, elevado por el significado de sus palabras.

—Haru… yo… yo te amo… —dijo, claramente fuera de sí, mientras se agarraba la cabeza con una mano —. Es… es enserio… Rin no… ahh, Haru… —gimió.

Pronto, bajo la mirada aterrada de Haru, el chico de ojos verdes pareció darse cuenta de que estaba perdiendo el control y parpadeó un par de veces, al tiempo que tragaba saliva y respiraba hondo. Exhaló ruidosamente.

—Pero sin importar cuánto te ame —dijo, con la voz baja y con dolor casi palpable —, parece que a ti te da igual romperme el corazón en pedazos. Creo que no te importa lastimarme mientras tú sigas divirtiéndote, así que pensé que sería buena idea asegurarme de que no sigas haciéndolo.

Una risita se le escapó, una casi histérica.

—A decir verdad, ya ni siquiera sé por qué te tengo aquí; si es porque quiero protegerte de la suciedad del mundo, de Rin, o si sólo quiero evitar que sigas matándome poco a poco. Tal vez incluso pueda que te quiera sólo para mí... Sí, creo que ésa última suena bien. Tú perteneces aquí, conmigo. No tienes nada que buscar allá afuera. Aquí no corres peligro porque yo puedo protegerte.

Makoto se le quedó viendo, expectante, pero Haru no hizo más que bajar la mirada e intentar reprimir las lágrimas en vano. Casi se sintió estúpido por haberle creído a Makoto el día anterior la enorme mentira de que se había dado cuenta de que estaba exagerando con respecto a Rin.

Makoto hizo una mueca triste, con un débil intento de sonrisa alentadora.

—Ahh, no llores, Haru —dijo suavemente —. Ya verás que esto es lo mejor para ti. Pronto te darás cuenta de que tengo razón, y todo volverá a la normalidad. Tranquilo, yo te protegeré —. Hizo una pausa, mientras lo observaba con ojos de querer comérselo —. Aah, no sabes cuánto quisiera abrazarte. Pero sabes el efecto que tienes en mí, ¿verdad? Sabes que no podré pensar con claridad una vez que te toque, aunque sea un poco. Ni siquiera pensaré en  lo que es mejor para ti si llego a rozar tu piel. Así que… así que… —tragó saliva —. No intentes engañarme de nuevo, Haru. Ya he aprendido la lección.

El chico moreno se quedó hecho un ovillo tembloroso, y no hizo ademán de levantar la cabeza. Ni siquiera parecía que estuviese escuchando.

 Entonces, como Haru no pareció querer agregar nada, Makoto se dio la vuelta, dispuesto a irse. Murmuró algo que tenía que ver con la hora atrasada de la comida y posó la mano en el picaporte dorado.

—Creí que… —escuchó farfullar a Haru, que sentía que las manos le temblaban —. Que ya había quedado claro… Rin y yo no… Tú dijiste que…

Makoto sonrió, casi conmovido, pero no se volvió.

—No eres el único que sabe mentir, Haru.

Y un momento después cerró la puerta tras él, dejando a un pequeño y aterrado Haru en la oscuridad.

Notas finales:

¿Qué tal ha ido? 

Tsss qué onda con Makoto XDD Está pero si bien enfermo, y AMO escribir sobre él en este estado de locura y ansiedad. Es tan lindo al tiempo que da mucho, mucho miedo. 

Debo decir que cuando leí el cap después de escribirlo, tuve que detenerme para decir "¡JOOODER!" XD Me siento orgullosa de este pequeño cap, así que espero que les haya gustado también. 

En fin, nos vemos. ¡Cuidado con los enfermos! XDD ¿Cómo les pareció el giro de acontecimientos? Me muero por saberlo.

¡Esperen el próximo con ansias, por favor!


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