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Helios por desire nemesis

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4-Malas intenciones

 

El cuerpo del rubio se arqueó y un momento después la simiente del castaño gorgoteaba en su interior mientras la propia bañaba ambos estómagos.

 

Quería pedir lo siento pero no se animaba. Rehuyó su mirada como siempre lo hacía y entonces Seto hizo algo que le tomó por sorpresa.

 

Besó su frente y después recorrió de nuevo su cicatriz con los labios. Gracias al contacto Wheeler cerró los ojos, disfrutando cada segundo de él.

 

¿Vendrás mañana?—

 

El corazón  de Joseph se aceleró. ¿Le estaba preguntando? ¿Estaba dándole la responsabilidad de que eso siguiera? Estaba ocultando su cara sobre el pecho del otro, temeroso de perder una valiosa oportunidad a la vez que temeroso de caer en una trampa.

 

¡Responde!—exigió Kaiba retomando el mando y agarrando su cara.

 

Miel y cielo se encontraron nuevamente en el interior del establo.

 

Hipnotizado por los ojos azules Joey se tomó un momento para responder y despacio empezó a asentir.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Por una semana siguieron con sus encuentros solapados en el establo. La prometida del ojos azules se había retrasado pues habían surgido inconvenientes en su condado por lo que era peligroso viajar por el momento.

 

Joey era feliz. Había alguien que le quería sin importar su aspecto. Él también necesitaba al castaño. Casi más que Seto a él. Su voz en esos momentos, rasposa y necesitada, volvía locos a sus sentidos y el contacto con esa piel tan firme y tan ardiente, la forma en que se dirigía a él, en que lo abrazaba, en que se detenía y le miraba, sudado y ansioso, con esos ojos penetrantes, en que lo amaba. Sentirlo era como si todo hubiera cambiado en su vida. Necesitaba cada encuentro como necesitaba que saliera el sol.

 

Estaba a mitad entre la valla y el establo cuando sintió que le empujaban, cayó al suelo de frente con las manos por delante para amortiguar su caída.

 

¿Qué demonios estás haciendo tú aquí?—le preguntó una voz que le era familiar y al voltear vio a Athos con su ceño fruncido.

 

Arrodillado aún en el suelo el rubio tan solo lo miró, incapaz de responderle porque al hacerlo pondría el nombre del castaño en medio de un escándalo.

 

¡Anda! ¡Responde!—exigió el ojiverde.

 

Joey desvió la vista al suelo.

 

¿Eres retardado acaso? ¿Por qué no respondes? ¿Viniste a merodear, no? ¿Sabes? A mi padre le caes bien—dijo el empleado mientras caminaba hacia él y luego lo levantaba agarrándole de las solapas con una mano--¡Pero a mi no! A mi no me caes por más que seas hijo del doctor. Desde que te ví me dije que una persona como tú debe tener algo malo en la sesera—le dijo el otro muchacho con cara de querer golpearlo pero no lo hizo. En lugar de eso solo le empujó y después de verlo caer le dijo—Es mejor que te vayas ahora mismo antes de que me ponga peor. Agradece que soy compasivo. Pero si te veo de nuevo en los terrenos de mi señor Pegasus sin ser invitado juntaré a mis compañeros y te daremos una paliza bien dada –

 

Joseph sintió que se le escapaba el aire y no por temor a la amenaza sino porque sabía que ese día no vería a Seto y que este pensaría que le había dejado plantado. Sentía que le estaban arrebatando sin darse cuenta el aliento de vida. Miró al otro mientras buscaba en su cabeza una excusa.

 

¿Qué te pasa? ¡Vete ahora mismo si no quieres que cumpla mi promesa!—le gritó el castaño mientras corría hacia él y al verlo irse frunció más su ceño. Si que tenía ganas de aporrearlo y tenía la excusa justa pero su padre ardería en llamas si el doctor aparecía quejándose y Kai podía tomarlo a mal. Pero si volvía a verlo rondar la casa… no tendría contemplaciones.

 

 

 

Se recostó en la valla de piedra, casi sin aliento después de correr para salir de ahí. No era la primera vez que lo hacía. Correr de gente que le gritaba cosas hirientes ya había pasado en otras oportunidades pero ahora… ahora le dolía más huir y era por el que lo esperaba dentro del establo sin saber que otra persona impedía el encuentro. Miró dentro por la parte rota de la verja y vio que Athos seguía ahí.

 

No, no podía volver.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Volvió al otro día y se encontró con la valla reparada. ¿Qué iba a hacer? Tenía que ir… sino él pensaría que ya no quería verle y eso no era cierto. ¡No podía permitirlo!

 

Aunque no sabía mucho de escalar se encaramó con sus manos inexpertas y torpemente se deslizó por la parte que mejor le pareció de toda la pared. Varias veces se deslizó hacia abajo causando lastimaduras a sus manos pero por empeño llegó a la cima y luego saltó cayendo mal y torciéndose el tobillo.

 

Entonces sintió unos pasos y una voz decir--¡Sabía que volverías!—

 

Cuando Joseph levantó la vista vio a Athos y a otros miembros del staff de la casa Pegasus. Supo entonces que el otro, ahora sí, cumpliría su amenaza.

 

 

 

 

 

 

 

Cuando el doctor Wheeler vio llegar así a su hijo se llevó un gran susto. El menor estaba tajeado en la mejilla sana y manchado todo de sangre y lodo, su ropa estaba revuelta como si hubiera participado en una pelea, cosa que por su carácter tímido jamás haría.

 

¿Qué ha sucedido?—le preguntó acudiendo presuroso a su lado.

 

El rubio negó con la cabeza y no dijo nada mientras su padre lo curaba. Se recostó en su recámara on el semblante de quien ha perdido a un ser querido.

 

Un carruaje de ribetes azules rodeado de dos corceles con jinete se detuvo en la puerta del doctor. De él descendió un no esperado visitante que con mirada altiva observó a quien le abrió la puerta.

 

¡Lord Kaiba!—se asombró el médico y abrió la puerta.

 

Mientras de displicente manera el joven amo de la mansión  Pegasus pasaba por su lado le dijo—Deseo hablar con su hijo—

 

¡Lo siento su merced pero mi hijo se siente indispuesto!—le contestó el galeno.

 

Seto no acostumbrado a que le negaran algo frunció el ceño y contestó con voz siseante—Pues más vale que lo arranque de su escondite con esa triste excusa y lo traiga aquí. Por muy tímido que sea…--

 

¡Su merced! Mi hijo no está en condiciones de visitas y es muy cruel de su parte el dar por sentado que se trata de excusas para no recibirle—levantó la voz el otro.

 

 

El castaño había pensado hasta ahora que el otro le rehuía arrepentido de lo ocurrido pero ante las palabras del otro y sabiendo de su naturaleza dócil decidió dudar de lo que daba por supuesto.

 

¡Necesito verlo! Es importante. ¡Prometo ser breve!—dijo el ojos azules de pronto más calmado, sorprendiendo al otro que iba a contestar cuando golpearon a la puerta.

 

Era un hombre. Necesitaban al doctor en una casa cercana pues una madre iba a tener a su hijo. Presupuso que podía dejar a su vástago con Kaiba pues parecía que su furia había desaparecido.

 

¡Esta bien! ¡Iré a atender esta urgencia! Le solicito que sea suave con él. No está para ser maltratado. ¡No más! —dijo Wheeler tomando su sombrero y su maletín, antes de irse agregó—Su habitación es la última de ese pasillo—y lo señaló.

 

Una vez solo Seto con su andar seguro se dirigió a la puerta en cuestión y delante de ella se deshizo de la tranquilidad que le había embargado ante la duda y enfureció de nuevo por sentirse despreciado.

 

Entró de teatral forma e iba a gritarle al otro cuando el otro le miró con sus mieles y el mundo se detuvo.

 

Tenía otros vendajes. La parte sana de su cara ya no lo estaba. Una mano también estaba envuelta, lucía un apósito en la mejilla izquierda y un moretón en la frente.

 

¿Qué te ha sucedido?—preguntó el ojos azules de pronto preocupado acudiendo a su lado.

 

¡Yo, fui robado!—es lo que se le ocurrió a Joseph. No quería causar a Seto problemas en su casa. Después de todo el otro solo era un allegado no un legítimo propietario y las discusiones podrían repercutir en su contra.

 

¿Robado? ¿Y quién podría robarte a ti?—preguntó dudando el nada tonto gentil y entonces aguzó su vista--¡Mientes! ¡Dime la verdad!—exigió colérico con quien se hubiera atrevido a lastimar al ojos mieles. El otro miró a un lado avergonzado por su mentira pero el castaño pensó que le había dolido lo que significaba esa frase. El otro no era un menesteroso. Podía ser muy bien robado camino a… y entonces se le ocurrió--¡Fue cuando ibas a verme! ¿Verdad?—preguntó y entonces el cielo y la miel volvieron a encontrarse dando por tácita esa respuesta. Sus labios llegaron poco a poco a los del melado que lo recibió tan cálidamente como siempre.

 

Lo obligó a recostarse mientras él se ponía en su posición habitual pero por el quejido que Joseph dio supuso que estaba lastimado en los ijares. Se separó de su pecho y vió que dos pequeñas lágrimas yacían contenidas en sus ojos e hizo algo muy dulce que sorprendió al otro y lo hizo transportarse a un plácido lugar donde se sentía a salvo.

 

Seto recogió sus lágrimas con sendos besos mientras daba la vuelta sobre la cama llevando al otro sobre sí, sus manos en las axilas de Wheeler quien quedó a horcajadas sobre él y le preguntó al oído--¿Quieres?—

 

Joey se sorprendió y mientras su corazón reiniciaba el latido asintió sin atreverse a sacar su cara de al lado de la del ojos azules.

 

Las manos de Kaiba dejaron los sobacos para ir por la cara del otro y afirmando esta le besó intensamente mientras sus cuerpos iniciaban el tan esperado rito.

 

 

Pero mi padre—se angustió después de un momento el rubio.

 

Ha ido a ayudar a un bebé—le explicó el castaño para tranquilizarle.

 

Después de un momento empezaron a amarse, silenciosa y lentamente aprovechando la ausencia del doctor.

 

Una mano recorrió la espalda rubia desde arriba hacia abajo para empujar un poco la espalda baja hacia sí.

 

Tenía tantos deseos de abrazarlo intensamente pero se detenía por respeto a sus heridas y el otro se sintió tan cuidado y mimado. El otro por primera vez no era intenso sino muy suave con él. Sus manos temblaban de emoción de sentir algo semejante.

 

Despacio se desnudaron y cuando al fin el ojos azules logró entrar en el melado los gemidos quedos se intensificaron en la boca de su amante.

 

Los ojos cerrados. Solo existía el tacto y el oído en la habitación bañada por la luz solar que hacía brillar el dorado y el cristalino de dos cuerpos que lentamente llegaron a la cúlmine de las cimas.

 

Después abrieron los ojos y se quedaron mirándose mutuamente por varios segundos.

 

Azul y miel.

Notas finales:

^^

aqui hay mas!!!!

habra dolor y separacion como en todas mis historias

y talo vez...

un final feliz

ja ne

^^


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