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Helios por desire nemesis

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2-Sorpresas

 

Sus sueños confusos gracias a la fiebre lo llevaron a despertarse a medianoche y se sobresaltó al ver una figura sentada a la postre de su cama. Temeroso de que fuera un enemigo que se acercara en la oscuridad para dañarle le agarró fuertemente y atrayéndolo hacia sí le preguntó imperioso--¿Quién eres tú?—

 

Yo soy…--dijo la temerosa voz de una doncella que le encantó como canto de sirena.

 

Despacio el castaño acudió a sus cercanos y temblorosos labios.

 

Joseph quería explicar pero tenía la garganta extrañamente cerrada. Primero fue la sorpresa y ahora…

 

…una sensación en todo su cuerpo le hacía palidecer mientras observaba esos labios acercarse a los suyos y su respiración se detuvo cuando sintió estos posarse. De pronto se vio arrebatado de si mismo y colocado sobre la cama con un peso extraño pero no desagradable sobre él.

 

¡Por favor!—tuvo fuerzas para pedir despacito provocando que el otro dijera…

 

¡Tu voz es como los ángeles!—

 

Y era en cierta forma muy cercana a estas pues su tímido tono bajo era en todo afín con la idea que cualquier humano se hiciera de ellos.

 

Una mano inquieta y deseosa recorrió su costado mientras la deliciosa boca del joven señor de la casa se deleitaba apasionadamente con la suya.

 

¡Eres tan…!—dijo entre el sueño y la vigilia Seto para después descubrir que la mitad de la cara se hallaba vendada—Tu rostro—exclamó tal vez un poco preocupado. El rubio hizo la cara a un lado como siempre lo hacía cuando sentía pena de si mismo--¿Qué te ha pasado?—

 

¡Fue quemado!—le dijo el ojos mieles pensando que esa era la manera de alejarlo.

 

Con el corazón presintiendo algo Kaiba preguntó--¿Hace dos años?—

 

El otro no pudo hacer más nada que asentir mientras la mano del castaño permanecía sobre su mejilla sana para que volteara su rostro hacia él.

 

La reacción del ojos azules no fue la esperada por el hijo del doctor. Los labios del otro tocaron delicadamente los suyos y por un momento permanecieron saboreando el leve contacto antes de que el mayor con uno de sus muslos tocara cierto detalle incoherente con una dama.

 

Rápido como una ráfaga lo lanzó de la cama de tal modo que fue a dar contra la pared debajo de la ventana y allí pudo ver la rubia cabellera corta y el rostro del cual solo se divisaban los vendajes.

 

El golpe seco provocó que Aramis, que montaba guardia sentado cerca de la puerta por si se necesitara algo urgente por la noche, entró corriendo en la habitación llevando una lámpara de querosene en la mano.

 

Wheeler se levantó asustado y tambaleante y por fin las miradas de ambos jóvenes se cruzaron.

 

¿Quién es él?—bramó Seto apuntando al rubio.

 

Es el hijo del doctor que os vigila el sueño, su merced—explicó Aramis entre preocupado y sintiéndose mal por el susto que se habría llevado el chico.

 

¿Y por que me dejáis solo con un extraño?—inquirió molesto Kaiba.

 

Esto… vuestra merced es que el joven Wheeler tiene nociones de medicina que no manejamos y su padre ha ido por ciertas pociones a su casa—explicó el pelinegro.

 

Era cierto. El doctor viendo que la fiebre no cedía fue a por otras pociones a su casa a ver si ellas podían remediar el mal que aquejaba al sobrino del señor Pegasus.

 

Seto estaba molesto y contrariado pero aún en su enfado percibía que nadie allí actuaba con malicia y él se sentía fatal aunque no lo diría. Sus fuerzas menguaban por segundos y un dolor muy fuerte le aquejaba la cabeza desde que la levantó bruscamente. El joven ante él parecía muy atemorizado y recordaba que él le había agarrado de improviso y presupuesto por su voz que se trataba de una doncella, lo que no admitiría claro.

 

¡Largaos! Y cuando venga el médico que acuda a mi lado—ordenó.

 

Pero vuestra merced—dijo el lugarteniente de su tío mirando al joven Wheeler.

 

El castaño entendió sus pensamientos. Alguien debía cuidarlo y el más idóneo era…

 

¡Que venga esa muchacha, Kai! No es necesario más que me vigilen. Si algo pasa que le busquen pero no quiero gente extraña en mi derredor—indicó el ojos azules y Aramis acompañó a Joseph a la salida.

 

Joey se sentía todo lo mal que se siente alguien que se cree culpable de una situación que podría terminar en perjuicio de alguien querido y así lo percibió el pelinegro.

 

¡No te preocupes! Nada les pasará ni a ti ni a tu padre. El joven Kaiba no es tan malo solo se asustó—le indicó mientras caminaban por el pasillo.

 

¡Ja, eso quisieras!—dijo el hijo de este entrando en escena—Es uno de los más malditos que conozco, le arrancaría las muelas a un ciego si eso le beneficiara. Si lo hiciste enojar…--

 

Joey se atemorizó mientras Aramis se enojaba.

 

¿Qué haces tu aquí?—preguntó.

 

Pues oí un escándalo y vine a saber de que se trataba—dijo apuntando hacia debajo de las escaleras su vástago.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Seto se sentía colapsado.

 

¿Cómo podía ser que…?

 

Se preguntaba.

 

El sabor y la sensación de esos labios aún permanecían en su cuerpo. Pensativo se quedó mirando al vacío antes de percatarse de algo más.

 

Todo tiene sus consecuencias.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El nerviosismo del joven Wheeler era tan patente que el sentido paternal de Aramis le hizo prepararle un café.

 

¡No tengas miedo! Mi hijo solo quiere asustarte—le tranquilizó el pelinegro.

 

Ninguno de los dos soñaría las cosas que desencadenarían tales actos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Esa mañana el padre de Wheeler volvió y fue informado de lo que sucediera. Presentó sus disculpas al joven amo que en ningún momento le miró mientras el otro le auscultaba.

 

Se sentía ofendido aunque comprendía que él era el culpable de la situación que atravesaba. En su interior se preguntaba por el joven hijo del doctor. Cuando este terminó la consulta y se despedía anunciando que volvería en unos días para constatar su estado una sensación de sorpresa y desasosiego.

 

El médico estaba por atravesar la puerta cuando el otro le detuvo diciendo--¡Un momento!—el galeno se volvió—Deseo hablar con vuestro hijo—

 

Lo siento su merced pero como antes os dije a mi hijo le cuesta hablar con la gente. Es por eso que se puso tan nervioso cuando…--dijo el otro.

 

¡Quiero verlo!—se empacó el joven amo.

 

El doctor se sintió entre la espada y la pared y luego de un momento asintió y contestó—Como ordene—antes de hacer una reverencia y retirarse.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Joseph le esperaba junto a los caballos con su maletín en la mano. Deseoso de cabalgar ya a casa, lejos de ese lugar que le provocaba cierto sofoco.

 

¡Hijo!—le llamó su padre y él acudió presuroso.

 

El joven Kaiba quiere verte—le anunció.

 

¿A mí?—se autoseñaló el rubio mientras preguntaba.

 

Si, hijo—asintió el mayor que vio cuan sorprendido y temeroso se ponía el ojos mieles.

 

Lo siento. Traté de evitar que…--expresó el doctor.

 

No lo sientas papá. No creo que sea tan malo—le dijo sonriente el rubio tratando de tapar el miedo que sentía.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Entró en la habitación con cuidado y miró al joven sentado en la cama con recelo. Los ojos azules se fijaron en él y le miraron penetrantemente lo que hizo que Joseph se sintiera más cohibido por lo que se quedó lejos.

 

¡Acércate!—comandó el castaño y el rubio lo hizo despacio quedándose a unos pasos del otro--¡Más!—ordenó Seto y Joey lo hizo.

 

De repente el joven amo alcanzó el brazo del ojos mieles y tiró de él para verle de cerca. Wheeler se sintió muy sorprendido y se quedó mirando directamente a los ojos del otro por un momento y luego ladeó su cabeza como siempre lo hacía notándose un leve rubor en la mejilla que se veía.

 

Kaiba lo observaba atentamente. Trataba de verlo bien para hallar una respuesta a lo que había sentido la noche anterior cuando lo besaba.

 

¿Cómo pudo haberse sentido atraído por otro hombre? ¿Qué le había llevado a eso?

 

Y para verlo mejor tomó su cara con la mano libre y la volteó, entonces pudo ver la huidiza mirada del otro acompañada del dulce rubor pero lo peor fue la sensación en sus dedos al tomar contacto con ese rostro.

 

Dicen que el cuerpo tiene memoria y sus dedos sin duda recordaban el contacto de esa piel. 

Notas finales:

espero les guste

^^

mata ne

 


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