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Helios por desire nemesis

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5-Invitado

 

¿Cómo nos veremos de nuevo?—preguntó el ojos azules después de que ambos se vistieran. El rubio permanecía en cama sin saber como debería responder después de lo ocurrido y notando que el otro le estaba dejando cierta dirigencia, cosa nada común entre los nobles. No podía volver a su casa y eso era obvio.

 

¡Quizás no sea lo mejor!—se atrevió a decir Wheeler con el corazón en la garganta y los ojos bajos.

 

El castaño volvió de inmediato su mirada al otro--¿Estás tratando de dejarme?—preguntó con voz que comenzaba a ser irascible--¡Dímelo o yo…!—empezó a amenazar.

 

Es solo que… tal vez sería lo mejor. Si alguien descubriera…--dijo el ojos mieles y el otro entendió a donde iba.

 

¡De eso me preocuparé yo!—dijo ahora retomando el mando de la situación--¡Ahora admite que si quieres que sigamos viéndonos!—le ordenó y al ver asentir al otro tímidamente sonrió. Esas cosas del otro le gustaban, no se atrevía a verle la cara pero por la apresurada respuesta era más que obvio el interés.

 

¡Por ahora seguiré interesándome por tu salud! En unos días veremos—dijo despidiéndose el otro que se fue sin más.

 

Joey arrolló la frazada. No sabía que estaba haciendo. Solo que lo que fuera valía la pena por lo que estaba pasando, pensó mientras esbozaba una tímida sonrisa.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La semana siguiente Seto se interesó por la salud del ojos mieles todos los días. A veces compartían el rato jugando al ajedrez pues no era posible hacer nada con el padre del ojos mieles rondando pero el noble necesitaba ver al otro casi como al aire. Y en ocasiones… le robaba un beso cuando el mayor estaba ocupado en algún quehacer o con un paciente. En dos ocasiones tuvieron un rato mientras el padre estuvo ausente que aprovecharon a placer.

 

El doctor se sentía algo impresionado de que el noble le hubiera tomado cariño a su hijo. Había creído que era más huraño pero la manera en que a veces sonreía estando con su hijo… se le iluminaba la cara y su hijo era más expresivo con él. Además el otro había logrado que el rubio dejara los vendajes que tapaban siempre su cicatriz, aceptándose a si mismo y eso era un gran paso que le agradecía.

 

A veces se iba sin que fuera necesario para dejarlos hablar más cómodamente pues notaba que se ponían algo tensos en su presencia. ¡Que hablaran de chicas y hobbys tranquilos!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Después de esa breve semana Kaiba pasaba cerca de la cocina camino a los establos para cabalgar un rato cuando a través de una puerta a medio cerrar oyó voces.

 

¡Athos eres un demonio!—dijo uno de los peones.

 

¡Si! La forma en que atizaste a ese chico—dijo otro.

 

¡Pero se lo merecía! ¿Verdad? Mira que entrar no una sino en dos ocasiones en la propiedad. ¡Yo se lo advertí!—dijo la inconfundible voz de Athos.

 

Entonces Seto lo entendió todo. La golpiza fue por entrar a verlo y por lo que oía el otro no les había dicho nada acerca de lo que iba a hacer en el terreno. Había aguantado estoico la golpiza sin hablar.

 

Se llenó de furia justiciera y caminó un par de pasos hacia la puerta cuando cayó en la cuenta de que si decía algo destruiría el sacrificio del otro y atraería tantos problemas como fuera posible. Defender a Joey acaloradamente solo atraería la atención y eso no era algo que pudiera permitirse… por el momento.

 

Especialista en mantener la cabeza fría cuando era algo muy importante retomó su camino pensando en que iba a hacer. Pensó en como el otro no le había mencionado nada para evitarle problemas con su tío y llegó a la conclusión de que el rubio tenía más agallas de las que parecía.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El té de la tarde era algo que regularmente no compartía con su tío pues el mencionado se iba a la casa de cierta mujer a disfrutar de su compañía. Su tío se había casado de más joven pero las cosas no terminaron yendo bien y su esposa se fue al país de sus padres, enviaba cartas pero no volvía, era solo un matrimonio de fortunas y a Pegasus no le era difícil encontrar con quien pasar el tiempo.

 

Por eso el joven amo Seto se encontraba tomando solo el té cuando Athos quién había sido llamado por este apareció.

 

¡Quiero que cuides de estar alerta para recibir una visita que tendremos hoy!—le dijo.

 

¡Por supuesto vuestra merced!—contestó el empleado. Si había tanta preparación debía ser alguien importante. La mesa estaba servida estupendamente y una taza vacía descansaba en la mesa, más allá un juego de backgamon estaba listo para ser usado dispuesto junto a la ventana que daba al jardín este.

 

¡Vete ya a esperar!—le dijo el sobrino del dueño enviándolo con un ademán desdeñoso de la mano. No entendía porqué pero el otro creyó percibir un tono un poquito más rencoroso de lo habitual en el ojos azules que lo miró cuando ya había volteado como si con sus ojos pudiera atravesarlo al igual que una lanza.

 

 

 

 

 

 

 

 

Athos llegó a la puerta principal y se encontró con el rubio ya adentro, flanqueado por uno de los valets de la casa--¿Qué diablos estás haciendo tú aquí?—le gritó mientras se le acercaba amenazadora a grandes zancadas. Joseph se encogió. Recordaba los golpes y temía que el otro volviera a atacarle de la misma manera--¡Deforme! ¡Vete o yo…!—

 

¿Qué rayos pasa aquí?—apareció Aramis atraído por los gritos de su hijo. Joey se veía atemorizado y Athos pronto a atacarlo. No entendía que podía haberlo puesto así. Normalmente su hijo era más correcto tratando a la gente. Estaba más que visto que no podría convertirlos en amigos. Se sintió mal por el atemorizado ojos mieles.

 

¡Este idiota que parece que no entiende cuando le hablan! ¡Le dije que no volviera y…!—dijo casi escupiendo por la boca su hijo apuntando al muchacho que miraba al suelo sintiéndose todo lo mal que podía.

 

¡Maestro Aramis! ¿Le parece esta una forma apropiada de recibir a las visitas?—retumbó de pronto una voz que todos reconocieron. Joey levantó los ojos y encontró el azul del cielo.

 

Athos se volvió mientras Aramis miraba a un costado.

 

Su presencia era envolvente y señorial y sus ojos llenos de helado desprecio hacia el menor de sus empleados.

 

¿Él es su invitado?—preguntó el otro castaño señalando a Wheeler—Lo defiende porque no entiende. ¡Déjeme decirle lo que el…!—trató de defenderse el otro y Seto vio como Joseph ansioso abría la boca para hablar pero no le dio lugar.

 

¿Se refiere al maltrato de que fue objeto por entrar en la propiedad? ¿Acaso es eso?—preguntó Kaiba helando los corazones de todos.

 

¿Cómo era que lo sabía? Él no se contó y de seguro el otro tampoco porque sino no hubiera intentado decírselo, se sorprendió Joey. Temeroso de que la reacción del otro le perjudicara intentó defender al otro pero de nuevo no le dieron lugar.

 

¿De que habla Athos?—preguntó su padre.

 

¡El intentó entrar a escondidas y…!—se defendió el otro ojos verdes sorprendiendo a su padre.

 

Kai pasaba justo y vio a Joseph alegrándose al momento y yendo a darle la bienvenida--¿Pero que te ha sucedido? ¿Estás bien?—era obvia la preocupación de la joven y el joven amo de la mansión sorprendió la mirada que el joven ojos verdes lanzó a la escena, comprendiendo de inmediato de que se trataba.

 

¡Con que fue por eso que le trataste de esa manera en lugar de traerlo a la casa y preguntar que hacer con él como era debido!—dijo Kaiba a Athos y Aramis se dio cuenta entonces de lo mismo decepcionándose al instante de su hijo.

 

¡Me pagan para eso! Para mantener fuera a los intrusos y…--se defendió el ojos verdes.

 

¡Athos! ¿Tu hiciste esto?—le preguntó Kai pasmada.

 

Tal vez pero sabías que él era el hijo del doctor y que no era una persona de mal vivir. ¿Le preguntaste si tenía un motivo?—dijo el otro castaño.

 

¡Claro que sí! Él no me dijo nada—respondió el otro y era cierto. Joseph casi lo defiende pero Seto no iba a permitirlo. Athos era su presa y si había algo que Kaiba no hacía era ceder.

 

¡Quizás porque le atemorizaste con amenazas! ¿No es así? Sabiendo lo tímido y débil que es no le diste la confianza para hablarte. Eras un león frente a un ratón. ¿No ibas a desaprovechar la oportunidad cierto? Después de todo era tu oportunidad de dejarle en claro que se alejara de Kai—siguió el ojos azules y la muchacha se dio cuenta de lo que el amo Kaiba estaba pensando y viendo la mirada de Athos no quiso… pero entendió lo que el otro sentía.

 

Mirando al joven Wheeler sintió lastima por él y se sintió mal de ser la causa de sus dolores a la vez que se molestó con Athos, aunque podía entenderle no podía disculparle al igual que su padre.

 

¡Señor yo no he dado motivos para esto! ¡El joven Wheeler me cae bien! Pero es como un hermano. En cuanto a Athos el no es…--se disculpó ella ante Seto.

 

¡Tú solo eres la excusa de este idiota!—dijo el castaño a la doncella para luego hablar al mal empleado—Y para que te quede claro Joseph venía a entregarme algo. Si hubieras preguntado te hubieras enterado pero como tu proceder era solapado no te enteraste. ¡Por eso tienes que preguntar a tus amos antes de actuar! ¡Tú no tienes cabeza para esto!—le desdeñó el ojos azules luego elevó una mano para indicar al inquieto rubio que le acompañara y obediente el ojos mieles le siguió sintiéndose mal por todos.

 

 

 

 

¡No debisteis!—dijo el confundido rubio ante la mesa mientras el otro a sus espaldas cerraba con llave la sala.

 

De pronto sintió la presencia del otro a su espalda y sus labios en el cuello—No iba a dejar que esto quedara impune—

 

Pero es mentira. Yo no os traía n…--dijo Joey, se sentía realmente mal por el revuelo causado. Seto lo obligó a voltearse.

 

¡Eso no es cierto! ¡Traías algo importante para mí! A ti—le dijo Seto con sus intensos ojos azules puestos en él antes de besarle con pasión.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Seto inventó una excusa, algo así como plausible para que el rubio desde entonces visitara la mansión diario. Era algo así como su confidente o secretario y ya que no tenía gente que lo visitara y era hijo de un doctor el señor de la casa halló gracia en ello y les dio su venia para que se reunieran.

 

Como llegó la primavera a menudo tomaban el té o almorzaban en la campiña. Cabalgaban juntos. A veces Joseph escribía las cartas de Seto dirigidas a lejanos compañeros de estudios y abogados de su herencia que intentaban vender los terrenos de sus padres para cubrir las deudas que los gastos médicos de su progenitor acumularan.

 

Por ese medio Joey lo conoció un poco más. Su duro pasar como pariente pobre del acomodado señor feudal y su sufrimiento por su padre.

 

Un día le contó de su pequeño hermano muy al pasar haciendo una referencia y dos días más tarde, el joven rubio, apremiado por una necesidad imperiosa de compartir todas sus cargas le preguntó que había sido de él. Al ver su reacción se disculpó por haber preguntado.

 

Seto miró un momento el atardecer tras las circundantes colinas y después de evaluarlo todo en silencio habló. Justo cuando el otro pensaba que molesto como debía estar ya no lo haría y miraba al suelo como de costumbre.

 

Era un niño latoso. Siempre me seguía a donde fuera por más que yo le dejaba en claro que quería estar solo con mis amigos o para estudiar. Era como un ratón, siempre sentadito en un rincón mirándome mientras comía alguna galletita o dulce. En silencio porque temía que lo echara si hacía ruido. A veces me lo recuerdas—dijo mirando al rubio con una mirada llena de ayer—Era demasiado bajo y gordinflón para parecer un Kaiba. Al menos eso decía mi padre. Mi madre siempre le defendía—contó Seto mientras una sonrisa nostálgica que se volvió agria recorría su rostro—Y entonces ese día llegó—

 

¿El día del juicio?—preguntó Wheeler y el otro asintió en silencio. Se sintió mal aunque lo había intuido desde el principio. Sino su hermano hubiera estado allí.

 

Hubiera estado conmigo pero yo le corrí porque tenía que estudiar. No era en realidad que molestara pero algo que no recuerdo rondaba mi cabeza y no dejaba que me concentrara, entonces culpé lo que tenía más cercano. Recuerdo que él se fue llorando con mi madre—le contó el ojos azules con su voz llena de nostalgia.

 

¿Fue la última vez que le viste?—preguntó el ojos mieles.

 

Por desgracia no—respondió Kaiba con cierto dolor en la voz mientras en su cabeza repetía la escena de la última vez que le viera y que era fuente de sus pesadillas.

 

Joseph infirió lo que podía ser por la mirada del castaño y guardó silencio para después apoyar su mano sobre el brazo. Seto sintió la calidez de esa mano y se sintió un poco confortado mientras su vista permanecía en el horizonte.

Notas finales:

Y?

como lo hice?

les esperan grandes sorpresas

esta historia solo acaba de empezar

^^

ja ne y muchisimas gracias a los que me dejan su apoyo en modo de rev

los aprecio

y gracias `por leer mi fic


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