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El Bar Músico Frutal por Marianema Fuseneco

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Notas del capitulo:

Hola otra vez estamos de vuelta y les traemos el cuarto episodio de esta historia cortesia de mi lindo y querido hermanito Francis.

-Gracias, gracias espero que les guste y nada ¡A leer se ha dicho!

Jason  

Realmente no puedo creer que esto esté pasando. Pensé que Roy no iba a venir, que terminaría yendo yo a buscarlo al bar pero no lo tengo aquí a mi lado, me alegra de que él esté aquí conmigo ahora.

Lo miro, lo noto nervioso y pensativo. No ha dicho nada desde que salimos del estacionamiento de la compañía.  Me pregunto en que estará pensando.

—Pagaría un millón de dólares por saber en qué estás pensando Roy.

No contesta sigue  tieso y callado, jugando con sus dedos.

—Roy… Roy… tierra a Roy adelante, Roy responde.

—Eh? que sucede, ya llegamos.

—No ¿Estás bien? ¿Te duele algo?

—No para nada, estoy bien, solo pensaba.

—Ya me di cuenta… y en que pensabas si se puede saber—cuestione.

—En nada importante solo cosas insignificantes y bobas—responde sonriendo torpemente.

—Seguro.

—Sipis.

Sonrio por su respuesta, habla igual que Melody con ese lenguaje gracioso.

—Oye eh… a dónde vamos.

—Te llevare a un lugar increíble del que jamás has ido—exclame mirando el cordón gris que la camioneta estaba devorando.

—Y se puede saber qué lugar es.

—Conoces El Sauce Negro—pregunte mirándolo.

El sauce Negro, te refieres al restaurante más grande en toda la ciudad.

—Asique lo conoces.

Él sonríe.

—Por supuesto que conozco. En ese lugar tengo prohibido la entrada.

Freno y lo miro sorprendido.

—Me estas jodiendo verdad.

Él se ríe a carcajadas.

—Por supuesto que te estoy jodiendo jajaja, deberías ver tu cara jajaja.

Frunzo el ceño y vuelvo a conducir.

—Oh vamos no te enojes solo estaba bromeando, tampoco para que te pongas así.

—Dime como te fue en la semana—pregunte cambiando de tema.

Él suspira y mira hacia la ventanilla.

—Muy bien… y a ti.

—Muy bien.

—Ah.

—No he dejado de pensar en ti—declare clavando mi mirada en él. Él se sonroja y mira para el frente; —Y tú.

—Ehh… yo… etto—se calla y mira para el otro lado.

Me rio y sigo conduciendo. Es más que claro que ha estado pensado en mí no por algo se sonrojaría, eso me pone muy feliz.

—Oye tengo una pregunta que hacerte—dice mirándome. Volteo y lo miro también, esta serio.

—De que se trata.

—Aun no me has dicho tu nombre— notifica.

Uau han pasado una semana y no sabe quién soy en realidad, increíble.

—Te molesta que ponga un poco de música.

—No me cambies de tema quieres, deja de evadir mis preguntas y respóndeme, cómo te llamas —insistió.

Sonrio por su falta de simplicidad.

—Me extraña de que seas la única persona de que no me conozca —declare; —Acaso no sabes quién soy realmente —él niega.

Sonrio para mis adentros. Esto será divertido.

—Me dirás o no.

 —jajaja valla que eres persistente muchacho.

—La persistencia es mi mejor cualidad.

—Aparte de la persistencia que otra cosa es tu mejor cualidad.

—Pues… oye otra ves ya dime o si no.

—O si no que.

—Me bajare del auto sin importar que esté en marcha —advirtió.

Rio a carcajadas.

—No es para que te rías hablo enserio—declaro.

—Me gustaría ver que lo hicieras—desafíe. El sonríe y abre la puerta del auto.

Realmente lo hará.

—Oh me dices tu nombre o chau Roy—exclama acercándose a la puerta.

Suspiro y chisto la lengua.

—cierra esa maldita puerta.

—Me dirás tu nombre—pregunto él. Yo asentí; —de verdad—volví a asentir.

Suspira y cierra la puerta, lo pone seguro y me mira fijamente.

—Adelante te escucho.

—Acaso no lees las revistas o algo por el estilo—pregunte aumentando la velocidad del coche.

—Para nada porque, acaso tengo que hacerlo.

—Enserio no lees las revistas de chimento.

El niega.

—No me gusta esas porquerías, siempre es lo mismo un famoso con un romance que es inventado por los parásitos que se hacen llamar paparazis o un político con ideas estúpidas para destruir el medio ambiente—declaro.

—Amen por eso, pero enserio no lees eso verdad.

Me mira con cara de ¿Me estas tomando el pelo verdad?

—Ya te dije que no.

—Está bien te lo diré.

—Enserio—cuestiono. Asentí.

—Okey soy todo oído.

Sonrio.

—Bien me llamo Jason Robinson hijo de….

—Carl Robinson dueño de la compañía Robinson—declaro sorprendido.

Asentí.

—Creí que no leías las revistas.

—No, no leo.

—Y entonces como es que sabes sobre mí y la compañía de mí familia.

Frunce el ceño.

—Oye no solo las revistas te pueden informar sobre alguien también está la internet, televisión, radios, diarios y otras cosas que son capases de informarte—protesto.

Sonrío.

—Touché—respondí sonriente.

—Uau no lo puedo creer Jason Robinson, fantástico ahora seguramente mi rostro va a estar por todas partes—refunfuño.

—A que te refieres—pregunte confundido.

—A nada olvídalo.

—Jump, se a lo que te refieres Roy y déjame anclarte de que no voy a dejar que nadie a ruine tu lindo y bello rostro. Primero muerto a que eso parásitos te molesten con sus cámaras y sus preguntas bobas.

—Más te vale—declaro.

Miro para el frente observando el camino, el silencio nos envolvió mientras el auto continuaba devorando kilómetros de aquella despótica cinta gris.

—Oye yo creí que tú eras del otro bando—cuestiona rompiendo el silencio.

—Otro bando ¿Qué quieres decir?

—A lo que me refiero es que bueno… ehh

—Te refieres a que si soy heterosexual ¿no?

Se sonroja y asiente lentamente.

—Y por qué crees eso

—Eh bueno es que yo antes había leído un artículo donde se te veía con varias chicas y es por eso.

—No creas lo que dicen la prensa, yo no soy ningún mujeriego y…

—Yo jamás dije que fueras mujeriego solo dije…

—Ya lo sé

—Lo siento continua

—Bueno donde estaba, así esas chicas de las que tu leíste eran las amigas de mi hermana—aclare respecto a ese pequeño problema que rondaba por todos lados anteriormente.

—Eran solo amigas de tu hermana—cuestiono. Asentí.

Nos volvimos a sumergir otra vez en la afonía, iba a decir algo hasta que él se me adelanta.

—Oye es normal de que tu auto humee tanto—pregunto apuntando hacia adelante en la parte de afuera donde residía el motor.

Detengo el coche y bajo, me acerco al capo y la abro. Cuando lo hice una cortina de humo escapo de ahí.

—Pufff carajo y ahora que sucedió—cuestione mirando el interior del cofre. Roy se acerca y mira también.

—Que paso—cuestiono

—No lo sé, yo también quiero saber.

—A ver déjame revisar.

—Acaso sabes sobre mecánica—inquirí. El asiente

—Cuando estuve en la correccional aprendí mecánica y otras cosas.

— ¡Correccional! Como que estuviste hay—pregunte sorprendido.

—Es una larga historia que luego te lo contare—exclama sonriendo; —Bueno a ver que tenemos aquí.

Que estuvo en la, en la correccional, Uau eso no lo puedo creer, pero como, si a simple vista se puede apreciar que él es un chico muy amable, gentil y generoso, como es posible de que estuviera privado de su libertad, eso me sorprende. ¿Me pregunto qué fue lo que hiso?

—Aquí está el problema—exclama apuntando al motor; — el cárter se partió—dice apuntando a la caja metálica cerca del motor.

—estas seguro.

—Si lo mejor será que busquemos un mecánico por aquí para que nos ayude.

—Donde encontraremos uno en mitad del bosque y a esta hora—exclame mirando mi reloj.

—Quizás si miras para allá—dice.

Volteo y vi no muy lejos un cartel enorme: El Tic Tac decía con luz brillante.

—Lo mejor será que empujemos el coche hasta allí y busquemos ayuda—pronuncio él.

Sonrio y asiento.

Ambos empezamos a empujar el coche hasta la cafetería, mierda sí que nos costó un poco arrastra esa cosa.

—Listo será mejor que le pongas el freno de manos—ordeno él caminando hasta el taller.

Puse el seguro y camine hacia donde Roy se fue, me acerque al lugar y lo vi a él hablando con un tipo corpulento vestido con un entero color azul. Seguramente él debe ser el mecánico.

—Jason—me llamo él, al oír pronunciar mi nombre de parte de él me encanto.

—Que sucede.

—Ya hable con el mecánico y dijo que nos ayudara—exclama; —Pero debemos esperar por lo menos media hora.

—¡¡Que!! Media hora pero porque.

—Dijo que está ocupado con otro auto, ni bien termine con ese se encargara del nuestro.

—Genial que haremos mientras tanto.

—Bueno… aquí alado hay una cafetería quizás podamos cenar allí.

—Seguro, mira que ya hice las reservaciones en El Sauce Negro quería cenar allí contigo.

—Pues podremos cenar luego allí además, no me gusta mucho ese lugar.

—Porque—pregunte.

—Pues allí van personas de la alta sociedad —exclamo apuntando la palabra alta sociedad entre comillas.

—Y que tiene de malo.

—Pues esas clases de personas no me agradan se creen la gran cosa solo porque van a esos lugares bien vestidos y hacen lo que quieren con solo sacar su asqueroso dinero, realmente me repugnan y hacen vomitar.

Sonrio por su comentario.

—Pues déjame aclararte de que yo pertenezco a esa categoría.

—Si lo sé pero tú, tu eres distinto a ellos, puedo ver que a ti no te importa ser una persona con mucho dinero solo lo único que quieres es que alguien realmente te admire y te quiera por cómo eres y no por tu fortuna ni por tu galanura.

Lo miro sorprendido es la primera vez que veo a alguien que mirara dentro de mí y viera eso, eso que realmente siento y pienso.

Sonrio y lo abrazo.

—Gracias—exclame besando sus labios pero un ruido nos hiso separar. Era el estómago de él que estaba gruñendo.

—Lo siento—exclama todo rojo.

—Descuida, vamos a comer—dije tomándolo de la mano y caminando hacia la cafetería.

Entramos y no estaba muy mal que digamos había un pequeño grupo de chicos y una familia con cuatro niños.

Caminamos inmediatamente a una mesa en el extremo opuesto, pero fue imposible disimular la algarabía resultante, puesto que cuando entramos, noté cómo todos los jóvenes de la misma edad que Roy clavaron sus ojos en él y lo observaron detenidamente hasta que nos sentamos. Escuche sus risas y voces que a lo bajo murmuraban, debes en cuando ellos miraban a la mesa donde nosotros estábamos sentados.

—Hola muy buenas noches, que desean ordenar—exclamo una chica joven rubia ojos color almendras, vestida con una camisa celeste debajo una remera rosada, una falda color celeste, una pantimedia rosada y zapatos grises. En su pecho tenía una tarjeta: Anabel decía en negro. Bonito nombre pero no tan bonito como el de Roy.

—Que vas a ordenar Roy—pregunte. Él se encoje de hombros.

—No lo sé y tú.

—Pues que te parece unos jugosos churrascos con papa fritas y ensaladas—comente.

—Buena elección señor Robinson pero a eso agréguele unos canelones de espinacas y acelgas con mozarelas— exclama. Yo sonrio y asiento.

—Y vino tinto por favor— concrete mirando a la mesera.

— Entonces serán dos platos de churrascos con papas fritas, ensalada y canelones de espinacas y acelgas y vino tinto —exclama anotando el pedido en una pequeña libreta.

—Exacto —respondimos Roy y yo.

La mesera sonríe.

—Enseguida les traeré sus pedidos caballeros —declaró caminado hacia la cocina.

—Es muy bonita verdad —dice Roy mirando a la mesera.

Carcajeo y lo miro, cruzo las manos con la de él.

—Si es bonita pero no como tú mi joven Roy.

—Gracias —murmura.

Ambos nos sumergimos en el silencio, lo único que escuchábamos era la música, la risas de los niños y los murmullos de los chicos, quienes no dejaban de mirarnos como si fuéramos las cosas más extrañas del universo.

Pasaron cinco minutos hasta que la camarera nos trajo nuestros pedidos.

—Perdón por la tardanza pero aquí les traje sus comidas —exclama la chica depositando los platos en la mesa; —Si necesitan algo solo llámenme —dice caminando hacia las otras mesas.

—Gracias.

—Bueno von apetite —grito Roy atacando al plato.

Su manera de comer era rara, es como si no hubiese comido en varias semanas. Era como un cavernícola, con el churrasco en su mano derecha y los canelones en su mano izquierda. Devorando cual tigre a su gacela.

—Lof siedtong —exclama con la boca llena.

Rio a carcajadas por su comportamiento.

—Trágate todo  lo que tienes en la boca glotón.

—Perdóname pero realmente me estaba muriendo de hambre y bueno yo…

—Tranquilo está bien, no te preocupes, solo no te vayas a devorar mi comida —bromee alejando mi porción de él.

—jajaja está bien.

Los dos comenzamos a comer tranquilos, mientras que charlábamos de cosas triviales y personales. Era increíble las cosas que este chico me contaba; su mayor deseo era ser un músico y tener su propio estudio de grabación, sí que tienes sus prioridades bien definidas. Ambos seguíamos hablando de nuestras vidas pero algo me estaba molestando, algo que comento él en el taller del mecánico. Y era ¿por qué estuvo en la correccional?  

—Oye Roy —lo llame

—Dime —responde.

— ¿Porque estuviste en prisión? Cuéntame.

Él deja el plato los cubiertos y mira por la ventana.

—No creo que te guste escuchar la historia Jason,

—Por qué lo dices.

— Eso es parte del lado oscuro de mi pasado y… y yo creo que mejor te lo contare luego, con solo pensarlo me hace recordar el tipo de persona que fui anteriormente y…

—Está bien, tranquilo, pero prometes que me lo contaras luego, verdad —exclame mirándolo. Él asiente.

—Termina de comer que iremos a ver luego el auto.

—De acuerdo.

“La parte oscura de mi pasado”, “con solo pensarlo me hace recordar el tipo de persona que era” sus palabras rondan en mi cabeza, como era antes Roy, que fue lo hiso y porque no le gusta hablar de eso. Aunque pensándolo bien nadie es feliz hablando de sus lados oscuros de sus vidas.

Terminamos de cenar y pague la cuenta, los dos salimos de la cafetería y caminamos hacia el taller.

—Disculpe, perdón que le moleste pero ya arreglo la camioneta negra de afuera —pregunte.

—No lo siento, aun no termino con esto, pero si me aguantan unos segundos lo arreglare.

Asentí y salí del lugar, camine hacia la camioneta donde Roy estaba apoyado mirando hacia el cielo. Se ve pensativo y triste, creo que no debí tocar el tema de su pasado.

Me acerco a él  sigilosamente y lo abrazo, él corresponde a mi cariño.

— ¿Estás bien? —pregunte. El mueve su cabeza lentamente. Se aparta y levanta su rostro para mirarme.

— ¿Que sucedió? ¿Qué te dijo el mecánico?

—Que aún no ha arreglado la camioneta.

—Súper —exclama chocando su cabeza en mi hombro; —Oye tengo una idea.

—Que es.

—Pídele al mecánico que te preste algunas herramientas.

—Para qué.

—Voy arreglarlo

—Seguro —pregunte. Él asiente

—Recuerda lo que te dije hace rato, que aprendí mecánica ya sabes dónde. Ahora ve a buscar lo que te pedí, por favor.

Sonrio y corro a buscar eso, al principio fue un poco difícil sacarle las herramientas al tipo pero lo logre.

—Aquí tienes un cajón lleno de herramientas Roy.

—Genial pásame una pinza y el destornillador —grito mirando el cárter.

—De acuerdo —busque las cosas que él me pidió y cuando voltee pude apreciar su lindo y redondo trasero, caí en transe con solo verlo en esa posición, moviéndolo lentamente, apoyado sacando su trasero. Una pose muy sugestiva y sensual.

—Oye deja de mírame ahí atrás y pásame lo que te pedí — exclamó sacándome de mi fantasía.

—Con un por favor no puedes iniciar —dije entregándole las pinzas a él.

—Púdrete.

Sonrio y lo deje trabajar, me aleje un poco para seguir observándolo y contemplando la belleza de su cola. Crearan que soy un depravado pero saben que no me importa lo que digan o piensan, por lo menos yo estoy mirando algo bueno y ustedes no.

23:30 de la noche, Roy aún sigue arreglando el auto, y yo bueno sigo mirándolo, ya se me apuesto dura de tanto ver a Roy mover sus cachas mientras arregla el coche, me gustaría ir y tocarlo pero tengo miedo de que me ataque y golpe con las pinzas.

Mi idea de esta noche era tener una cena romántica en el mejor lugar de la ciudad, bailar un poco en Wastelands y terminar la velada con sexo hasta el amanecer pero no, todo esos planes se fue a la mierda, ahora estamos en medio de la nada rodeado solo de árboles y malezas, una cafetería con unos churrascos deliciosos y un auto de mierda que se fundió. No sé qué demonios le sucedió si hoy a la tarde funcionaba a la perfección, hasta que le preste a Jack, claro él, ese maldito hijo de perra, seguramente el ocasiono todo esto. Ya hablare con él.

—Listo enciéndelo — ordeno Roy limpiándose la mancha de aceite que tenía en el rostro y en las manos.

Entre al auto y lo encendí, al inicio no prendía pero a la tercera arranco. Roy brinca de la emoción y se para al lado de la puerta.

—Lo lograste

—Si lo sé, soy un capo ¿no? Jajaja.

—No presumas quieres.

Saca la lengua y camina a cerrar el capote, suspira y se sienta en él. Apago el motor, salgo y me siento a su lado.

Él levanta su mirada y observa el cielo nocturno, yo también hago lo mismo y contemplo la hermosura de la noche.

—Son bellísimas —susurra él

—Sí, lo son, parecen un millón de focos alumbrando el cielo o más bien un millón de diamantes resplandecientes.

—Exacto, es increíble que aquí se pueda apreciar la hermosura de la noche y en la ciudad no.

—Eso es porque la luz nociva que irradia las farolas y los edificios arruinan todo esto.

—Es verdad.

El silencio reino entre nosotros, el sonido de los grillos y el viento soplando sobre los pinos generando una armonía pacífica mientras apreciábamos la belleza de la naturaleza.

—“Me gustas cuando callas porque estás como ausente, y me oyes desde lejos, y mi voz te toca, parece que los ojos se te hubieran volado y parece que un beso te cerrara la boca. Como todas las cosas están llenas de mi alma, emerges de las cosas, llenas del alma mía…”

—“Mariposa de sueño, te pareces a mi alma, y te pareces a la palabra melancolía, me gustas cuando callas y estas como distante y estas como quejándote, mariposa en arrullo. Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza: déjame que me calle con el silencio tuyo…”

“Déjame que te hable también con tu silencio…”

—Pablo Neruda

—Exacto, como lo sabes.

—Recuerdo que una vez un amigo me regalo un libro, yo al principio me negué y al final lo termine leyendo.

—Un buen hombre

—Es verdad.

—Roy —lo llame, el deja de mirar el cielo y me mira. Sus ojos azules me hacen perder en un naufragio caótico.

—Dime.

—Talvez te parezca muy pronto pero déjame que te amé, déjame ser el dueño de tu suspiros, quiero ser el guardián de tus sueños, quiero hacerte mío y solo mío, Roy quiero hacerte el amor, por favor no me niegues eso —exclame sujetándolo de la mano

Él se queda calla, dice nada.

—Jason yo… yo, Aghh a la mierda mi razón acepto, quiero, quiero que me lo hagas por favor.

—Eso es lo que quería oír mi pequeño —susurre acercándome pero él me detiene; —Que sucede —sonríe y se baja.

—Aquí no señor Robinson, vallamos a otro lugar… un poco más privado—dice guiñándome un ojo.

Sonreí y lo seguí. Entramos al auto y salimos de allí, maneje y llegue hasta el estacionamiento del apartamento de él. Estaba vació y nadie pasaba claro son las doce la media noche es más que claro que nadie estuviera allí.  Apago el motor y nos cruzamos a la parte trasera del auto.

 —Realmente quieres hacerlo aquí verdad—susurre, él asiente.

Me acerco a él y lo recuesto en el asiento, sus labios se pegaron a los míos formando un beso que opacaba a todos los que antes había tenido, incluso nuestro primer beso. Un caricia que llevaba a más que me hacía volar y hacia que mi mente girara y se mareara.

Me  alejo un poco para poder respirar y yo sin perder el tiempo comencé a besarle el cuello. Había pensado en hacer esto desde que lo vi en la compañía, se veía tan bien con su camisa y esos jeans... ah, esos jeans. Comencé a desabotonarlos y él me volvió a besar distrayéndome de mi objetivo, Comenzó a desabrocharme la camisa mientras seguí bajando por mis pectorales dándoles un par de lamidas a mis pezones que parecían que iban a explotar en cualquier momento. Siguió bajando por mis abdominales hasta llegar a mis pantalones, baja el cierre y me los quita dejándome en bóxer.

Se acerca y respira profundamente, aleja un poco su rostro y baja mi bóxer azul. Mi miembro sale a toda velocidad golpeándolo en la mejilla, tras un momento de inseguridad Roy la toma de la base con la mano y se la lleva a su boca, lo lamió turbadamente la punta haciéndome liberar un ligero gemido y cerrando los ojos, luego comenzó a chupar el glande traveseando con su lengua.

De repente se tragó la mitad de mi pene, yo al sentí eso, lanzo un gemido ahogado abriendo los ojos. Siguió subiendo y bajando su cabeza hasta casi llegar al fondo, sentía que en cualquier momento iba a venirme, con cada gemido mío él tomaba más confianza y lo hacía incluso mejor. En un momento vi que se estaba masturbando y no me aguante más y le agarre de la cabeza, comencé a follarle por la boca, lentamente para luego aumentar el ritmo. No aguantaba más sentía que iba a correrme pero no quería, no aun, así que lo levante de nuevo para besarle.

 —Tienes la boca más grandiosa que he visto Roy Farrell —susurre entre gemidos.

 —Gracias Jason Robinson, continuamos —pregunto él sacándose la camisa y dejando al descubierto su pálido cuerpo.

 —Y tú que crees — sonríe y vuelve a besarme.

Se separa y se reincorpora quedando yo sentado en el medio del asiento y él parado entre los dos asientos delanteros dejado medio cuerpo en la parte de adelante y la otra mitad en la de atrás y poniendo su trasero a una poca distancia de mi cara. Lo tomo y lo empiezo a chupar metiendo y sacado mi lengua dentro de su orificio, el gemía y gemía.

Nos acomodamos mejor para seguir disfrutando del sexo oral, yo abajo y el arriba formando el 69. Volví a sujetar sus sabrosas nalgas y comenzar nuevamente con el beso negro mientras que el chupaba mi pene.

Meto un dedo en su ano y lo muevo en forma circular, lo saco y lo vuelvo a introducir, meto el segundo y por último el tercer dedo los cuales entraron con facilidad. Roy se movía de placer y gemía cada vez que sacaba y movía  los dedos. Listo ya lo prepare lo suficiente.

Me siento y el sobre mí.

  —Oye no tengo preservativos y tu —pregunte, él me mira y frunce el ceño.

 —A la mierda con eso, el preservativo arruina el coito y no nos deja disfrutar del sexo —comento él.

 —Está seguro.

 —Pero la mierda, con o sin condón métemelo de una vez—grito.

 —De acuerdo si tú lo pides.

Metí la punta de mi miembro y comencé a entrar lentamente en él, a medida que entraba Roy arrugaba el rostro, creo que lo estoy lastimando. Me detengo.

 —Por qué te detienes

 —Te estoy lastimando.

 —No te preocupes por eso tú solo sigue.

 —Seguro—él asiente.

Volví a penetrarlo lentamente hasta que entrara, una vez dentro me detuve para que se acostumbrara. Pasados algo así  como un minuto el empieza a moverse. Esa era la señal de que quería que continuara. Lo sujete de las nalgas y comencé a meterle continuamente hasta aumentar el ritmo.

Roy no paraba de gemir y gritar mi nombre. Al igual que yo. Los espejos se empezaban a empañar a causa de nuestro calor. Sigo penetrándolo fieramente y paro, cambio de posición  y lo recuesto y vuelvo con el vaivén.

Lo veo masturbarse fugazmente, mierda ya no puedo más, ver a Roy tocándose me estaba poniendo los pelos de punta.

—Jason… ya no aguanto… más— gruñó apretando su ano.

—Yo tampoco… Roy te…amo

—Yo también Jason —exclamo corriéndose en mi pecho y en el suyo. Me arqueo dando un grito y me corro de lleno dentro de él. Al terminar me acostó sobre él y le beso los labios.

—Eso…eso fue osollivaram—exclama agitado.

Rio y le vuelvo a besar.

—Lo hacemos otra vez—pidió el. Lo miro y sonrio.

—De acuerdo, pero vámonos a dentro no es muy como que digamos hacer el amor en el auto.

Él sonríe y asiente. Salgo despacio de él, chorreando parte de mi semen en el piso y el asiento de la camioneta.

—Te corriste de relleno en mi Jason.

—Si lo sé pero tú te lo buscaste mocoso.

—Lo sé jijiji.

Nos vestimos y salimos del auto. Me extraña de que nadie allá visto u oído nuestro juego. Caminamos hacia el ascensor y de ahí a su departamento a seguir con nuestras fechorías. En donde las paredes y las sabanas eran testigos de nuestro juego y placer…

Notas finales:

Hasta que llegamos nos veremos de vuelta el sabado con los capitulos V y VI de esta historia.

¿Como que Roy ha estado en la Correccional? ¿Que habra hecho para que lo manden en cana? lo sabremos en el proximo caitulo de Bar Músico Frutal. 

Nos vemos y Cuidense Bye (^_^)| (°_°)|


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