Las almas de estos seres es pura, como la de niños pequeños, por eso es tan fácil para ellos lograr tenerle rápidamente afecto a alguien, por eso incluso pueden, de manera genuina, enamorarse tan rápidamente.
Era ya entonces la cuarta noche desde la navidad, la familia Oh había regresado de su viaje a algún lugar, pero a pesar de la presencia de ellos nadie se había acercado al despacho, sino hasta ya entrada la noche.
Los dos juguetes están hablando como las noches anteriores, creyendo que nadie los molestaría, pero estuvieron muy equivocados y ambos se quedaron sin aliento cuando escucharon la voz de la legitima dueña de D.O.
-El último lugar en el que no he buscado es en el despacho de tu padre, veré si está aquí, dile a la pequeña que espere un poco más, si no lo encuentro tendremos que comprar uno nuevo- comento la anciana entrando al despacho, al quedar sola su amable semblante cambio a uno no tan lindo- Malditos niños debe ser su culpa que desapareciera ese tonto juguete.
Al escucharla Kai y D.O se quedaron estáticos, rogando porque la mujer se olvidad de la repisa por un momento, que se fuera y los dejara tranquilos, pero sus ruegos no fueron escuchados pues la anciana luego de un rato volteo hacia esa dirección, sonrió espeluznantemente y comenzó a caminar hacia los dos juguetes.
En ese momento a D.O no le importo nada y se movió, no quería que su nuevo amigo se fuera de su lado, no quería volver a estar solo, quería estar con él, quería que Kai siempre estuviera a su lado, la sola idea de que se alejara le aterraba más que el hecho de que su secreto fuera descubierto y al parecer a Kai tampoco le importo que el secreto de los juguetes fuera descubierto, pues comenzó a tratar de romper el pastico y el cartón que lo mantenían prisionero, pero a pesar de todo su esfuerzo ninguno pudo hacer nada, la anciana estaba dispuesta a meter a Kai en aquella bolsa negra y llevarse lo a quien sabe dónde, ambos muñecos se quedaron estáticos un momento hasta que D.O se giró extendiendo los brazos, como si de esa manera pudiera detener a la anciana que era mil veces más alta que él.
Lo que quizás ambos esperaban es que a la pobre anciana le diera un ataque de pánico o algo parecido que les diera tiempo de poder escapar, pero eso no paso, pues la mujer al ver la escena, si se sorprendió y abrió sus ojos, pero no grito o hizo ningún escandaló, luego de que la sorpresa se fuera de su rostro una sonrisa apareció dejando a los dos muñecos confundidos.
-Parece que ese muñeco nuevo es importante para ti D.O, que rápido le toman cariño a algo los muñecos- dijo la mujer risueña mientras se sentaba en la silla de su marido sin dejar de ver a los dos muñecos vivientes frente a ella- No se sorprendan, yo ya sabía el secreto de los muñecos, por eso no te vendo a nadie o impido que juegue contigo D.O, no quiero que sufras o quedes hecho trizas como muchos otros juguetes, eres hecho a mano por un artesano que se dedicó en hacer todos los detalles de tu ser, tu ropa también fue hecha a mano y a la medida, fuiste el juguete de muchos en mi familia, eres el legado de la familia Oh, D.O tu eres único.
Ambos miraron a la anciana sin saber que pensar, sin saber si hablar o no, sin saber si pedirle que los dejara por siempre juntos, pero entonces la señora se levantó sorpresivamente para tomar a Kai, D.O se giró hacia él unos segundos antes de que la mujer lo tomara y alejara.
Kai se movía, tratando de hacer que la caja cayera y que por un milagro se abriera, para así de algún modo huir junto con D.O, pero era inútil, la mujer a pesar de que él se movía logro girar la caja varias veces para examinar la y sonrió de lado.
-Sin embargo este muñeco no vale nada más que el precio que le ponen en la tienda, es producido en masas con la precisión de las frías maquinas, su valor monetario desaparece una vez que es abierto y por ser un muñeco compañero para las muñecas de niñas nunca recibirá la atención suficiente como para lograr tener un valor sentimental alto, en resumen, él no vale nada.
-Se equivoca- hablo con enfado el pequeño D.O acercándose al borde de la repisa- él si tiene valor, por favor no se lo lleve, él vale mucho…para mí.
-Al fin hablas- comento lo obvio la mujer con un tono de alegría- Lastimosamente no puedo cumplir tu petición, él ya tiene dueña y debe ser entregado.
-Usted lo dijo, es producido a masa, puede comprar otro y dárselo a la niña, no sabrá nunca que los cambio- protesto D.O.
-Lo mismo te digo, puedo regalar este asqueroso muñeco y luego traerte otro, tampoco te darías cuenta- hablo la señora aun tranquila- podría ponerlo junto a otros siete de su misma línea y no sabrías cuál de todos es él.
-Se equivoca- la interrumpió el muñeco de cuerda- para mí solo existe él, porque él para mí no es solo uno más.
La mujer no dijo nada y solo miro al pequeño juguete un rato, se sentía extraña hablando que él pues a pesar de que siempre supo que los juguetes poseían de alguna manera vida, jamás se había comunicado con ellos y los trataba como cualquier otra persona lo haría, como simples objetos, con excepción de D.O pues a él si le llego a tener un cariño profundo y especial por ser la cosa más única y autentica que conocía en su vida, por lo que no entendía su capricho por aquel tonto juguete de moda que no le llegaba ni a los talones.
-Eso no importa, su dueña lo espera en la sala- dijo mientras se daba la vuelta y comenzaba a caminar hacia la puerta.
-NO, DETENGASE, POR FAVOR- grito D.O nervioso y desesperado.
Él no podía intentar seguirla más de lo que le permitía a repisa, pues si lo hacía podría caer, pero no le importo y siguió caminando, hasta llegar más allá del borde de la repisa, buscando la forma de cómo llegar a aquella mujer pero en la desesperación, perdió el equilibrio.
Un gran estruendo de escucho en la habitación, la anciana se paró en seco, Kai dejo de moverse mientras un extraño presentimiento corría por su ser, la mujer dio media vuelta para ver aquello que había tratado de evitar toda su vida, esparcidos en el suelo yacían miles de pequeños pedazos de porcelana y un traje de cola de pingüino que aún conservaba un pedazo de lo que fueron los brazos y el torso de D.O, mientras que el sombrero de copa había rodado debajo del escritorio , para Kai y la mujer era horrible aquella escena.
¿Qué paso?
El plástico de los muñecos no se quiebra si se cae
Pero la porcelana si...
Nuestro amigo de plástico no era precisamente de plástico si no que estaba hecho de una delicada porcelana.
El dulce muñeco de cuerda jamás supo que estaba hecho de tan delicado material, pues siempre, como todos, asumía que era de plástico y no de porcelana, aunque quizás si lo supiera no le hubiera importado con tal de impedir que Kai se fuera. La mujer dejo a Kai sobre a la chimenea y luego acercó a los pedazos de porcelana, intentando quizás reunir las piezas para repararlo, pero estas eran demasiado pequeñas.
D.O no podía ser reparado, D.O…había muerto.
Negándose a aceptar eso la anciana busco desesperadamente algo con que poder unir las piezas de D.O, mientras tanto la caja se encontraba un Kai en un estado de shock, con la mirada perdida, como cuando fingía ser un objeto inanimado, desde aquel lugar sobre la chimenea logro ver a la anciana, en ese momento su odio y enojo surgieron.
-USTED TIENE LA CULPA, TODO PASO POR SU CULPA, POR SU IDIOTES, USTED LO MATO- grito Kai para que la mujer lograra escucharlo.
-¿MI CULPA?-pregunto la anciana con voz irónica deteniendo su labor- esto no hubiera pasado si no hubieras aparecido.
Kai hubiera querido ser un humano en ese momento, para poder llorar, tomar las piezas de su querido D.O y juntarlas de nuevo, pero sabía que hiciera lo que hiciera nada le regresaría a D.O, él solo era un muñeco inútil, desgarrado por lo que paso, tomo una rápida decisión.
Se puso a mover enérgicamente la caja, haciendo que esta se balanceara vertiginosamente sobre sí misma, comenzando un tambaleo que lo hizo acercarse al borde de la repisa de la chimenea y con un último empujo tuvo el impulso suficiente para precipitarse al vacío.
Entre el fuego, entre aquel sofocante calor, Kai sintió un poco de paz y calma, la mujer seguía inútilmente empañada buscando las piezas de D.O por lo que no se dio cuenta de lo que pasaba con el juguete de la caja.
El cartón de la caja se quemó rápido, dejando a Kai expuesto directamente a las fuertes llamas, el plástico se fundía rápidamente, por desgracia no había nadie cerca que pudiera salvarlo y Kai empezó a derretirse, aunque aquello era una suerte para él, pues realmente Kai no quería ser salvado.
Fueron momentos larguísimos, pero por fin y de algún modo D.O y Kai se habían reunido en aquel terrible momento en el que sus vidas de juguetes terminaban, compartiendo la misma suerte, aunque se tratase de una suerte injusta que ponía fin a sus días, negándoles la felicidad merecida.
Luego de un rato la anciana salió del lugar en silencio, no lloraba ni imploraba, solamente se dirigió a su cuarto y se quedó ahí, tratando de olvidar ese extraño capítulo de su vida.