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Mentiroso, pero lindo por Error404notFound

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Notas del fanfic:

Two shot que nació en mi cabeza cuando estaba en la clase de Biología. Maestra, si ve esto sólo quiero decirle que su clase me aburre. 

Notas del capitulo:

Bueno pues... hola XD Aquí un fanfic que estoy escribiendo desde hace una semana más o menos. He tenido algo de problemas para hacerlo porque primero lo escribí en tercera persona y en pasado, y cuando lo leí no me gustó, así que lo cambié a primera y en presente. 

¿Qué más decir? Amo tanto esta pareja. Casi todas las parejas de Free! me gustan, así que he tenido una fantasía con cada una de ellas por lo menos una vez. Y bueno, creo que ésta ha sido de las mejores, así que tenía que escribirla XDD

Creo que la idea nació desde que pusieron a Makoto de sensei de natación en la segunda temporada. ES QUE POR DIOS. Se ve hermoso *w* 

En fin, disfruten x3

 

Incluso después de la clase, Makoto-sensei nos permitió quedarnos un rato más en el agua porque todos insistimos. Los otros profesores ni siquiera se lo plantearon y terminaron sus clases a las siete en punto, y después de despedirse se marcharon por la puerta de los vestidores, mientras él se queda con nosotros a supervisarnos mientras chapoteamos felizmente.

Salgo a la superficie justo después de que el aire se me termina y de haberle ganado a otro niño en una competencia de contener la respiración. Justo cuando lo hago, veo que una muchacha rubia con un uniforme negro y verde (al igual que el de los otros profesores) se acerca por la orilla de la alberca justo cuando Makoto-sensei sale del agua.

—Buen trabajo el de hoy —dice ella al verlo, con una voz dulce y cantarina. Es una estudiante que como él, hace de maestra por el verano sólo por hacer algo, pero aun así aprieto los dientes en cuanto la veo acercarse a Makoto-sensei. Me había dado cuenta casi enseguida después de conocerla de que estaba detrás de sus huesos y de que no descansaría hasta echárselo al bolsillo. Sé que no tengo mucha experiencia en ese tipo de cosas a mis trece años, pero si tengo algo por seguro es que me gusta Makoto-sensei. Y mucho, lo suficiente como para rabiar en cuanto algún intruso se le acerca.

—Ah, Ako-chan —la saluda Makoto-sensei, todo sonrisas como siempre —. Buen trabajo.

La chica sonríe coquetamente, enseñando su perfecta dentadura. Cualquiera habría pensado que es una sonrisa inocente que intenta parecer linda, pero yo hago un puchero al verla. Una vez había escuchado a uno de mis amigos de la escuela diciendo la mala palabra que me pasa por la cabeza en este momento: “puta”.

—Haruka-san no ha venido desde hace unos días —comenta ella ladeando la cabeza y desvaneciendo la sonrisa por un momento —. Me pregunto si estará enfermo.

Makoto-sensei ríe encantadoramente y se encoge de hombros.

—Está resfriado. Y tiene permiso para ausentarse, así que no te preocupes.

La tal Ako hace ademán de suspirar de alivio. Makoto-sensei parece creérselo, pero yo no. Siento impulsos de salpicarle agua para que se aleje.

—Ah, ya veo. Qué suerte. Con eso de que el clima está cada vez más extraño creí que podría haberse enfermado de algo más serio. ¡Y más porque le gusta nadar en pleno frío! Hay que ver.

Makoto-sensei vuelve a reír. Abre la boca y dice algo, pero yo no logro escucharle. Mis compañeros salpican agua cerca de mí y me gritan que vaya con ellos a jugar carreras, pero yo niego con la cabeza y me limito a seguir escuchando la conversación de mi maestro con la muchacha rubia, aunque con mala cara, claro.

—Por cierto, Tachibana-san —dice ella, como si acabara de acordarse de algo —, ¿estás libre este sábado? He escuchado que va a haber un festival por estas fechas.

Makoto-sensei parpadea un momento, pero después emite un “ooh” al darse cuenta de algo.

—Es cierto, Ako-chan. No eres de aquí, ¿verdad?

Yo sentí enseguida que eso era una alarma de alerta. La chica al fin de había decidido a invitar a salir a Makoto-sensei después de acecharlo desde hacía semanas. Pues nope. No en mi turno, niña.

Me muerdo el labio inferior y me digo que debo pensar en algo rápido. Algo para evitar que se acerquen más. Sí, tengo trece años y soy un celoso del demonio, pero no me arrepiento de ello. Los sentimientos que guardo por mi sensei son meramente puros y de buenas intenciones. Sensei… es demasiado gentil y amable y tierno y ¡ahhh! ¡Mío!

Makoto-sensei es demasiado bueno para ti, comotellames-chan.

— ¿Entonces? —pregunta Ako, escondiendo las manos detrás de la espalda y meneándose de lado a lado —. ¿Quisieras venir conmigo?

Makoto-sensei parece ser tomado por sorpresa, pero después de un momento sonríe y abre la boca para decir algo, pero en ese momento mi mente se ilumina como cuando una bombilla alumbra un cuarto oscuro y los interrumpo.

— ¡Makoto-sensei!

Ambos me miran enseguida. Mi sensei amable como siempre, pero la chica me fulmina con la mirada. Prácticamente me decía “Esfúmate. Intento ligar aquí”. Me contengo para no sacarle la lengua, pero es difícil intentarlo.

— ¿Qué pasa, Rin? —me pregunta Makoto-sensei, tan amable y suave como siempre. Intento que eso no me distraiga y hago una mueca de dolor. Agudizo la voz e intento sonar lo más inofensivo posible —. Creo que me ha dado un calambre, sensei.

La expresión de mi maestro se endurece un poco, como siempre que se preocupa por algo. Se agacha a la orilla de la alberca y me mira.

— ¿Estás bien? ¿Te duele mucho?

Yo intento no sonreír.

—Me dueleeee —lloriqueo. Veo por el rabillo del ojo que la chica pone los ojos en blanco, pero que se traga sus palabras. ¡Ha-que!

Makoto-sensei me tiende la mano.

— ¿Puedes salir?

Yo la tomo y asiento a medias, mientras me apoyo en el otro brazo para salir del agua. Me siento a un lado de Makoto-sensei y finjo sentir una punzada de dolor en el pie. Mi maestro no me suelta la mano enseguida, y yo me fijo, como siempre hago, que mi mano es muy pequeña en comparación a la de sensei. Ya me había dado cuenta desde antes, por supuesto, cuando me había enseñado a nadar dorso y me había sostenido para que no me hundiera. Las manos de Makoto-sensei siempre eran cálidas y amables. Aún en el agua.

Él me toma la pierna y me hice hacer estiramientos lentos y pausados. Trago saliva.

— ¿Te duele cuando estiras? —me pregunta, visiblemente concentrado en mi pierna blanca.

Asiento.

—Mhm. En la pantorrilla.

Makoto-sensei me pasa la mano por arriba del pie y presiona debajo de la rodilla.

—No siento que el músculo esté demasiado tenso —murmura para sí. Luego levanta la mirada y me sonríe. Esa sonrisa casi me deslumbra, pero en su lugar hace que me sonroje —. Deberías estar bien con comer un plátano llegando a tu casa.

Asiento con ganas, y me siento satisfecho por haber atraído la atención de mi sensei. Ako revuelve los ojos detrás de Makoto-sensei, pero yo finjo no verla.  

— ¿Está bien Matsuoka-kun? —pregunta entonces una de mis compañeras, que se acerca nadando junto a los demás. Mis amigos miran a Makoto-sensei con preocupación, pero éste les devuelve la mirada con amabilidad, sonriendo.

—No pasa nada. Rin está bien, ¿verdad? —me voltea a ver, y yo les sonrío enseñando los dientes.

Ellos parecen satisfechos con la respuesta y salen del agua después de que Makoto-sensei les dice que ya es hora de irse. Protestaron un momento, pero al final cedieron.

—Yo también debo irme ahora, Tachibana-kun —dice de repente Ako, viendo a los niños alejarse. La alberca empieza a quedarse sola, sin niños ni maestros a la vista, y el cielo afuera oscurece lentamente. —. Tengo tarea que hacer.

Makoto-sensei sonríe y asiente alegremente.

—Vale. Nos vemos mañana.

Ella sonríe también, pero se queda allí plantada, esperando algo. Makoto-sensei hace una mueca, pero Ako no añade nada y se marcha bamboleando las caderas. Yo me llevo una mano a la boca para disimular la sonrisa que nace en si rostro. Seguro que esperaba que Makoto-sensei le diera una respuesta a su proposición de hacía un rato, pero al parecer mi distracción improvisada había funcionado a la perfección.

Rintumbabrujas4000 1 – Akosoyrubiaperonopuedollamarlaatencióndemakoto 0.

Makoto-sensei la mira alejarse, y después me tiende la mano, amable.

— ¿Puedes levantarte?

Yo se la tomo y me pongo de pie, poniendo especial cuidado en mi pierna derecha, fingiendo que aún duele.

—Ya es hora de irnos, Rin —dice él —. Van a cerrar la alberca si no nos apuramos.

Yo hago un puchero, olvidando momentáneamente la gloria de haber vencido a Ako. Eso de salvar a mi maestro de las garras de esa bruja había estado bien, pero había sacrificado el tiempo extra de nado que me habían permitido tener. Consecuencias de un plan casi perfecto, me digo.

—Pero quiero seguir nadando, senseeeei.

Makoto-sensei se lleva el puño a la boca y ríe ante mi berrinche.

—Eres muy entusiasta, ¿verdad, Rin? Mañana tienes que venir de todas formas, así que…

— Peeeerooooo…

Makoto-sensei ríe con más ganas, pero después de un momento se detiene. Me mira con sus resplandecientes ojos verdes que ahora tienen un pequeño brillo que no había visto antes, pero que ignoro en medida de lo posible. Me sonríe con complicidad.

—Bueno —dice al fin —, creo que no habrá problema si usas la alberca de los pequeños. Estás lastimado después de todo.

Yo frunzo el ceño.

— ¿EHH? ¡Pero si no se puede nadar ahí! ¡Yo ya estoy grande para esa alberca!

Makoto-sensei se cruza de brazos con una sonrisa torcida.

—Es todo lo que te ofreceré por hoy, así que tómalo o déjalo.

Yo inflo las mejillas, repentinamente irritado. Esa alberca sólo sirve para remojarte cuando ya eres tan grande como yo. Es decir, sentado, el agua me llegaba al cuello, y de pie a la cintura. Otra consecuencia de mi plan, que ahora no parecía tan perfecto.

— ¡Ahhh, vale! —cedo por fin, también cruzándome de brazos.

Para mostrarle que estoy enfadado, ni siquiera espero una respuesta suya y me doy la vuelta para dirigirme a la piscina de los niños, que está junto a la olímpica, pero que es un cuadrado de 25 x 25 con apenas medio mísero metro de profundidad. Pero es mejor que nada, eso sí.

Me meto en ella, y justo cuando me pregunto cuánto podría durar en el agua antes de tocar el fondo, mi pie da contra el suelo. Casi cedo a las ganas de hacer un berrinche, pero en lugar de hacerlo me siento, con la espalda contra la pared. El agua me llega a la altura del cuello.

 Miro por encima de su hombro y veo a Makoto-sensei acercarse a las repisas para los flotadores y los pools, tomar su botella de agua y tomar un buen trago. Pienso que es simplemente hermoso. Tan bonito como ver un amanecer o como nadar en verano: algo natural y precioso por sí solo. Sé que no tengo oportunidad con él y que nunca me mirará como yo lo miro a él porque soy un niño, pero me siento feliz con mirarlo solamente. Y claro, de que nadie más se le acerque más de lo necesario.

A veces me pregunto qué diría sensei si le digo lo que siento. Soy un niño en comparación con él, pero no siento que esté confundido o que mis sentimientos estén mal. Sólo lo quiero. Y quiero que me mire más que a los demás. Por eso no falto nunca a clases, y por eso también pongo todo mi empeño en hacer las cosas bien. Un elogio de Makoto-sensei lo obtiene cualquiera, pero que el mayor número de éstos sean para mí me hace sentir especial. Muy especial.

Las clases en las que Makoto-sensei entra a la alberca con nosotros son mis favoritas. Nos muestra cómo flotar y cómo movernos dentro del agua, y esto a veces significaa que debe tocarnos. Eso me hace sentir más feliz todavía. Que Makoto-sensei me toque aunque sea por un momento…

Entonces, siento un cosquilleo leve en la entrepierna al recordar una vez que había abrazado a Makoto-sensei por la espalda, cuando me lo había encontrado por casualidad en la calle, y que él, sonriendo, se había dado la vuelta y me había abrazado también. Era tan cálido y fuerte. Me sentí minúsculo contra su cuerpo, pero totalmente seguro, apartado de todo mal. Quise quedarme ahí hasta que fuese mayor y pudiese caminar a su lado sin que me confundieran con su hermano menor.

Makoto-sensei…

Cuando bajo la mirada a mi traje de baño azul, veo un bulto entre mis piernas. Abro los ojos con asombro y miro hacia atrás, con la idea de que tengo a Makoto-sensei justo a mi espalda. Como no lo veo, compruebo con alivio que se ha ido a algún lado y que no hay ya nadie en el lugar.

Pienso que si puedo salir de la alberca, correr hasta mi toalla y envolvérmela en la cintura, estaré salvado. Entraría a los vestidores y me vestiría rápidamente. Esto me había pasado un par de veces, pero sabía que si lo dejaba en paz regresaría a la normalidad. Aún no he tenido oportunidad de preguntarle a mamá al respecto, pero me propongo a hacerlo en cuanto llegue a casa.

Con eso en mente, me pongo de pie. Pero justo cuando me doy la vuelta, veo a Makoto-sensei caminando hacia mí. Me apresuro a meterme al agua de nuevo para que no me vea en mi estado actual, y al parecer tengo éxito por los pelos. Me fijo en que aún lleva el traje de baño de los instructores, así que deduzco —soy tan listo — que no se había ido a cambiar.

—Ya he cerrado la parte de atrás —comenta él con su sonrisa de siempre —. Ya es hora de que salgas, Rin.

Yo me ruborizo. Intento pensar en algo que me saque del aprieto, pero mi mente se queda en blanco momentáneamente. Makoto-sensei ladea la cabeza, haciendo una mueca.

Al final, bajo la mirada, avergonzado.

—Ah… No puedo —murmuro.

Makoto-sensei se acerca más a la alberca y se agacha en la orilla.

— ¿Todavía te duele? —me pregunta.

Yo asiento a medias.

—Saldré en un momento, sensei. Esto… si quieres puedes adelantarte.

Makoto-sensei parece pensárselo un momento, pero casi enseguida niega con la cabeza.

—Ya es tarde —dice —. Será mejor que te acompañe hasta la playa por lo menos.

Me muerdo la parte interior de la mejilla. En una situación normal me encantaría ser acompañado por mi sensei, pero ahora tengo un pequeño problema que no es demasiado fácil de atender. Ah, incluso podríamos ir de la mano…

— ¿No puedes caminar? —pregunta él, sacándome de mi ensoñación.

No sé qué contestar, así que me limito a negar con la cabeza. Pienso en insistir, pero algo me dice que no lo haga. No me gustaba mentir, y mucho menos mentirle a Makoto-sensei. Creo que tal vez sólo debo decir que tengo un problema allá abajo, y entonces él me entenderá. Es decir, ambos somos chicos, ¿o no? A Makoto-sensei también deberían pasarle ese tipo de cosas, ¿verdad? Yo me maldigo mentalmente por no haber prestado atención a esa clase en la escuela.

Entonces escucho la risita de Makoto-sensei.

—Eres un mentiroso sin remedio, ¿verdad, Rin? Puedo verte desde aquí.

Abrió los ojos y levanto la mirada del agua. Mi sensei me miraba con sus ojos verdes infinitos, escrutadores.

— ¿Sensei?

Él no desvanece su sonrisa, que ha cambiado de una manera que no puedo identificar, y mete una pierna al agua. Luego mete la otra, y justo un momento después está de pie junto a mí, que lo miro desde abajo. Por algún motivo quiero ponerme de pie y salir corriendo, pero recuerdo entonces el bulto entre mis piernas y aguanto. En su lugar, Makoto-sensei se agacha a un lado mío y me sonríe.

—También mentiste con lo del calambre hace rato, ¿verdad? —pregunta.

Yo siento un vacío en el estómago.

—N-no, es que…

—Y luego está esto — extiende la mano hacia  mi entrepierna y la roza con la yema de los dedos.

Yo me sobresalto al sentir su mano contra el bulto entre mis piernas junto con un hormigueo que vaga entre el placer y la incomodidad. Me siento extraño, pero me gusta… en cierta manera. Me siento sonrojar.

— ¡S-sensei…! —empiezo, vacilante.

Pero él no me presta atención. En lugar de dirigirme siquiera una mirada, se sienta con la espalda contra la pared y me atrae jalándome de la mano. Termino sobre las piernas de mi maestro, salpicando agua al caer. Miro encima de mi hombro para intentar descifrar la expresión de Makoto-sensei, pero por más que lo intento, no puedo. No se ve molesto, pero tampoco tan feliz como siempre.

 Entonces siento su mano acariciarme la entrepierna por encima del traje de baño. Otro cosquilleo me recorre el cuerpo.

—S-sensei…

—Ah, eres un niño malo, Rin…

Me aprieta allá abajo, y yo me tenso y gimo bajito. Makoto-sensei ríe suavemente en mi oído al escucharme, y con movimientos lentos pero firmes empieza a masajearme el miembro. Yo cierro los ojos al sentir la enorme mano de Makoto-sensei tocándome. Nunca he sentido una sensación igual a ésta que me produce el toque constante de mi sensei, así que no sé ni siquiera cómo reaccionar. Se siente bien, pero no tengo idea de si está bien que lo disfrute. Lo único en que puedo pensar es en disculparme. Por alguna razón que no alcanzo a comprender, claro, pero me parece que debo hacerlo. Cuando mamá me riñe se supone que debo disculparme, así que si Makoto-sensei me regaña debo hacer lo mismo, ¿no?

—L-lo siento, sensei… —balbuceo.

Makoto-sensei emite un sonido de confusión detrás de mí, pero no detiene el movimiento de la mano.

— ¿Por qué estás disculpándote? —pregunta en voz baja, amable pero curiosa.

Yo siento que una chispa tira de mi cuerpo. La mente se me queda en blanco. Sólo soy capaz de escuchar mi respiración jadeante y el agua a mi alrededor.

—No lo sé… No… no sé… ahh…

Makoto-sensei ríe a mis espaldas y me pasa la lengua por el lóbulo de la oreja izquierda. Yo me encojo al sentir mojado en la oreja, pero él no se detiene; sube una enorme mano por mi pecho blanco y me acaricia uno de los pezones. Gimo de nuevo, y luego intento levantarme para escapar de todo esto. Makoto-sensei me detiene, y como represalia mete la mano en mi bañador.

Yo le tomo el brazo, pero él  hace como si no se hubiese dado cuenta y le acerca la boca al oído. Puedo sentir su respiración caliente en la oreja. Gimo sin querer.

— ¿Te gusta cómo se siente? —susurra Makoto-sensei, arrastrando las palabras mientras frota mi miembro con buen ritmo.

Me retuerzo bajo sus manos y gimo con fuerza.

—S-se siente raro… No me gusta…

Makoto-sensei sonríe a mi espalda. O eso creo porque cuando habla escucho su sonrisa.

—No me gustan los mentirosos, Rin. A nadie le gustan.

Quiero decir algo, cualquier cosa, pero la mano de Makoto-sensei aumenta la velocidad. Siento que la cabeza se me nubla completamente y que los músculos del abdomen se me contraen en un esfuerzo enorme por no liberar lo que sea que tengo dentro con tantas ansias de salir.

No sé qué está pasando con mi cuerpo ni por qué se siente tan bien, pero pienso que esto está mal en parte. Siempre me han dicho en casa que cualquier persona que quiera tocarme allá abajo es mala sin remedio, que debo huir de ella y decirle a algún adulto al respecto. Pero Makoto-sensei no puede ser malo, ¿o sí? Mi amado profesor de natación no querría hacerme daño nunca, ¿verdad?

De repente, siento que no puedo contenerme más. Las manos de mi sensei no dejan que me concentre lo suficiente como para retener lo que se supone no debe salir. Pero me dejo ir, estrepitosamente y mientras arqueo el cuerpo dejando salir un gemido tan fuerte que la voz se me quiebra al emitirlo.

— ¡Ahhh!

Makoto-sensei sonríe para sí y me da la vuelta, de manera en que quedo arrodillado sobre su regazo. Lo miro. Siento que estoy babeando y casi llorando, pero aun así alzo la mirada.

— ¿Estás bien, Rin? —pregunta él con una sonrisa tranquilizadora. Eleva una mano hasta mi mejilla y la acaricia. Es suave y está mojada —. ¿Te ha gustado?

Siento que la voz me tiembla al hablar.

—S-sensei… —mi voz suena suave y cansada, y mi pecho sube y baja —. ¿Por qué está haciendo esto…?

La sonrisa de Makoto-sensei se extiende, y cierra los ojos.

—Me pregunto por qué.

Quiero decir algo, pero siento una mano recorriendo mi espalda; desde el nacimiento del cuello hasta atravesarla, después cerca del trasero y finalmente acariciando éste último. Elevo la parte baja de la espalda, arqueando el cuerpo. Balbuceo algo intangible y cierro los ojos con fuerza.

—Ahh, ¿qué debería hacer? —murmura Makoto-sensei —. Eres tan lindo…

Lleva la mano al nacimiento de mis muslos y acaricia mi entrada con la yema de los dedos. Arriba y abajo y presionando.  

—Ah…ah…

Mis manos se aferran a su traje de baño.

—No has contestado mi pregunta, Rin. ¿Te gusta esto?

Yo bajo la cabeza sin abrir los ojos y gimo.

—No… no me gusta…

Makoto-sensei empuja un dedo dentro de mí de repente. Yo me sobresalto al sentirlo acariciarme por dentro, y me hace levantar la mirada, derretida.

Él me sonríe.

—Men-ti-ro-so.

Mueve el dedo y lo mete más profundo si cabe. Yo arqueo la espalda y emito algo parecido a un gemido combinado con un jadeo.

—S-sensei… Está entrando… el agua está…

Makoto-sensei no me presta atención, sino que hunde más el dedo y suma otro. Yo me aferro a mi maestro y lo miro con los ojos llorosos.

—Di la verdad, Rin.

Yo jadeo de nuevo. Las piernas me tiemblan debajo del agua, pero apenas lo noto con el insistente movimiento de los dedos de Makoto-sensei, dentro y fuera una y otra vez. No sabía que podía sentirse bien tocándome ahí. No habría tenido ni idea si Makoto-sensei no lo estuviese haciendo ahora.

Sin darme cuenta, empiezo a mover las caderas al ritmo de los dedos de Makoto-sensei. Una sonrisa cruza su rostro al darse cuenta.

—Sí me… me gusta…  sensei…—balbuceo yo, sin saber si lo que digo tiene sentido.

Makoto-sensei se muerde el labio inferior para evitar que su sonrisa se extienda.

—Buen niño.

Entonces extrae los dedos de mi entrada de repente, y yo me sobresalto. El placer había parado de la nada, y eso me hace descubrir con asombro que estaba insatisfecho. Incluso mi pequeño miembro volvía a levantarse otra vez.

Levanto la mirada dudosa hacia mi maestro sólo para ver su expresión. Me pregunto si estará disfrutándolo tanto como yo.  Makoto-sensei me acaricia la mejilla en un gesto tranquilizador.

— ¿Te apetece una recompensa? —me pregunta despacio.

Intento enfocar la vista, pero la cabeza me da vueltas, así que no es del todo fácil. Me limito a balbucear una respuesta y a concentrarme en no dejarme caer en el agua.

Lo siguiente que pasa no queda del todo registrado en mi cerebro. Me siento momentáneamente levantado en los fuertes brazos de Makoto-sensei y después el piso frío contra mi espalda. Mis pies están todavía en el agua, pero la parte superior de mi cuerpo sobre la orilla de la alberca. Cuando quiero levantar la cabeza, que siento tan pesada, me encuentro con la mirada de Makoto-sensei recortada contra el techo del lugar.

Lo veo recorrerme con la mirada de arriba abajo. Estoy empapado de pies a cabeza, con el traje de baño tan pegado a la piel y delineando la forma abultada de mi entrepierna, los pezones rojos que apenas me había tocado un momento, los ojos llorosos y las piernas temblorosas. Lo veo lamerse los labios y tragar saliva. Se le estaba haciendo agua la boca.

Primero me separa las piernas. Yo reacciono instintivamente e intento juntar las rodillas, pero Makoto-sensei me detiene. Lo miro con las mejillas sonrojadas y con expresión de querer irme a casa.

—S-sensei… ya basta… No mires…

Él me sonríe.

—Pero si todavía no hemos hecho nada… Eso no está bien, Rin. ¿Te marcharás ahora que estás satisfecho? ¿Y qué hay de mí?

Trago saliva, y un jadeo se me sale involuntariamente. Entonces parece que Makoto-sensei siente que todo su autocontrol se rompe en mil pedazos. Tomándome de los muslos, me atrajo más hacia sí, lo suficiente como para que el bulto de su entrepierna tocara mi entrada por encima del traje de baño. Siento algo caliente y duro allá abajo, así que intento levantarme para mirar, pero Makoto-sensei  no me soltó.

—Sé un buen niño, ¿quieres? —murmura mientras se baja su propio bañador y sostiene su hombría en la mano. Me lanza una mirada de soslayo mientras me quita el pequeño traje de baño, deslizándolo por mis piernas y después tirándolo por ahí —. Sostén tus piernas, Rin.

Yo dudo un momento, pero después obedezco. Me tomo las piernas de los muslos y desvío la mirada. No estoy cómodo con Makoto-sensei mirándome ahí abajo ni con el aire corriendo por ahí, pero siento ganas de, como siempre, complacer a mi maestro. Me gusta mucho, después de todo. No sabía cuánto ni yo mismo hasta esa tarde.

Entonces siento que algo se frota contra mi entrada. Está más caliente que hacía un rato.

—Makoto-sensei…

Pero no puedo decir nada más porque él introduce en mí la punta de su miembro. Siento que la piel se aparta para dejar pasar algo duro, y pienso en levantarme de nuevo para intentar mirar, pero Makoto-sensei empuja con la cadera. Yo arqueo la espalda.

— ¡Ah! —gimo de sorpresa, pero también de placer, y de confusión, y de dolor —. S-sen… —Makoto-sensei vuelve a empujar —. ¡Ah!

Makoto-sensei sonríe al escucharme emitir ese sonido y levantar el pecho. Una voz en mi cabeza me dice que era lo que había empezado a pensar hacía meses, desde que me conocía, pero que sabía que estaba mal. Ahora parecía le daba prácticamente igual, porque podía verme lloroso y sonrojado, y que básicamente rogaba por más con la mirada. Me embistió de nuevo, cuidadoso de no lastimarme. Lento pero firme.

— ¡Ahh!

Mis dedos se hunden en mis propios muslos; no me creo capaz de soltarme a pesar de estar siendo penetrado por primera vez en mi vida, y al mismo tiempo deseo cerrar las piernas y que todo acabe…. pero me gusta. Duele, pero se siente increíble. La cabeza me da vueltas y mi cuerpo entero arde, pero se siente demasiado bien.

—Ahh, estás tan estrecho… —murmura Makoto-sensei, empujando una vez más, y con la fuerza suficiente para que fuese la última estocada para introducir su miembro por completo. Levanto la cadera y gimo más fuerte que antes. Makoto-sensei sonríe ante esto.

Y dicho esto, me toma de las caderas y empieza a embestirme con un vaivén lento pero fuerte. El miembro de Makoto-sensei es tan grande que me sorprende que haya podido entrar por completo, pero ahora lo siento de verdad rozándome el estómago por dentro, y la sensación es tan fuerte que apenas puedo sentir otra cosa. Parece que mi estómago está tan lleno como si acabara de comer. Lleno de Makoto-sensei.

— ¡Ahhh, ahh! —gimo cerrando los ojos con fuerza, pero él no me presta atención y sigue embistiéndome —. ¡Sensei! ¡Bas-ah ah! ¡Ah!

Lo veo entre mis lágrimas sonriéndome desde arriba, disfrutando mi expresión.

—Eres adorable, Rin —me dice, con la voz afectada por el gran esfuerzo.

Mi mente se nubla; babeo y lloro porque nunca he sentido nada igual. Se siente bien, pero quema y da chispazos eléctricos al mismo tiempo. Gimo el nombre de mi sensei cada vez más fuerte, y el eco de la alberca me responde.

Llega un momento en el que ya no puedo ver su rostro por las lágrimas, pero no quiero dejar de aferrarme a mis piernas para secarme los ojos. Mis dedos hundidos en los muslos son lo único que me mantiene consciente.

Makoto-sensei jadea en mi oído. Su aliento está caliente, así que me encojo lo más que puedo.

—Ya… voy a… Rin… —murmura, con un hilo de aliento.

Entonces, justo cuando siento que estoy llegando a un punto donde controlarme es remotamente posible, él aumenta la velocidad de las embestidas.

—S-sen… ¡ah! ¡Ah!

Y de repente, un líquido caliente y espeso invade mi interior. Arqueo la espalda y gimo cuando yo también me dejo ir por segunda vez en el día. Apenas entiendo qué pasa, pero igual me siento muy, muy bien. Siento que algo de mi propio semen me mancha el pecho y la barbilla.

Makoto-sensei jadea encima de mí y me sonríe, cansado.

— ¿Estás bien, Rin?

Siento que muevo la cabeza, pero no sé si asiento o si niego. Cierro los ojos y trago saliva, con el pecho subiendo y bajando. Nunca he hecho nada más cansado que esto, y creo que dista muchísimo de mil metros de crol. Se siente mejor y cansa más. Pero es muy confuso. No sé si lo que ha pasado está bien o no. Pero me ha gustado, y creo que a Makoto-sensei también.

Alargo una mano hacia la mancha borrosa que creo es él, y le paso los dedos por el rostro. Lo siento tensarse un momento, pero después se relaja y me jala hacia él hasta que me siento sobre el suelo frío. Me rodea con los brazos, me susurra que me calme y que todo va a estar bien, y me da besos en el cabello. Su pecho está tan agitado como el mío, y ambos están tan juntos que puedo sentir su calor y el corazón martillando contra el mío.

Poco a poco, siento que una nebulosa negra acapara todo mi campo de visión y que la cabeza empieza a pesarme.

—Sensei… tengo sueño…

Siento que Makoto-sensei se ríe suavemente.

—Shhh… Descansa —me susurra.

Es lo último que escucho, pero lo último que veo es la luna que se asoma entre los ventanales de la alberca, rodeada de la noche oscura.

 

 

Notas finales:

¿Qué tal ha ido? ¿Les ha parecido adorable el pobre/suertudo Rin? A mí me mata verlo de pequeño >///< Y Makoto de sensei es ASDADSDA sublime XDD

Como dije antes, mi inspiración fue el cap en el que Mako-chan sale de sensei, así que este fic estuvo a punto de ser Makoto x Hayato (lo cual sí que es shota), pero al final decliné esa idea y preferí poner a Rin, aunque un poco más grandecito (pues como lo pintan en la serie cuando era "pequeño"). 

Por cierto, si les gustaría el mismo fanfic pero con Hayato, por favor déjemelo en un review para empezar a trabajar en él. Aunque lo único que haría sería modificar un poco el inicio y el nombre de Rin, obviamente. Si veo que mucha gente estaría de acuerdo con ello, estaré encantada de subirlo. 

Sea como sea, espero sus comentarios n.n

Esperen el próximo con ansias :33


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