Escena.
Sus manos se separaron en cuanto salieron a la vista. Debían de aparentar ser sólo amigos, sus corazones dolían. Pero la sociedad es cruel y el ser juzgados una vez más les mataría. Sus miradas se evitan, era demasiado el amor que había en ellas cuando se cruzaban. Sus pasos iban sincronizados, no lo pensaban solo andaban.
Él era guapo, con su estatura de más de 1.80, su cabello rojo dándole a lo oscuro incluso un poco ondulado. Sus ojos oscuros y su piel contrastando con su cabellera. Era el novio perfecto que cualquiera podría pedir. Imponiendo masculinidad y respeto con cada paso dado. Su cuerpo atlético y su mirada desafiante. Sus hoyuelos al sonreír y su voz profunda le daban aquel toque de heterosexualidad a simple vista.
En cambio, el más pequeño era todo lo contrario. Él no era guapo, sino que bonito. Su estatura era un poco más baja, su cuerpo podría pasar como el de cualquier mujer con una cintura de avispa. Su cabello negro contrastaba perfectamente con su piel blanquecina. Él al contrario del otro, irradiaba rebeldía pero a la vez ternura un tanto femenina. En su rostro había 3 pares de piercing, tratando de ocultar aquel lado de inocencia. Su sonrisa era sarcástica cuando aparecía y su personalidad un tanto frívola a comparación de la alegre y juguetona de su acompañante.
Ambos hombres, ambos ocultando aquel sentimiento de la sociedad. Ambos chicos queriéndose a escondidas y sin poder gritarlo a los cuatro vientos como desearían. Un día normal, una plática sin sentido. Un momento que ocurría todos los días.
Esperaban el bus para ir a sus casas después de un largo día escolar y aquella pequeña escapada a un puesto de comida en las últimas horas. Por suerte alcanzaron lugar. Juntos.
Sólo había alrededor de 6 personas a sus espaldas. Podían entablar una conversación sin importarles ser escuchados. De pronto al fondo las voces de dos chicas se escucharon. Hablaban sin parar, sus voces comenzaron a aumentar de volumen.
Al principio daban un poco de risa, pero para TaeMin el que involucraran a su chico no le gustaba. Si bien, sabía que MinHo era demasiado guapo para pasar de desapercibido eso no le quitaba el hecho de que él fuese un celoso empedernido.
-Su cabello es demasiado perfecto. –Dijo una tratando de no ser escuchada pero fracasando al fin.
-¡Si! Es tan guapo.-Le siguió la otra. –Aunque el otro chico no es feo, pero tiene algo.
-Es que es bonito no guapo, tiene lo suyo pero aun así el pelirrojo sobresale demasiado.
Y sus celos comenzaron a salir a flote, sus manos que habían estado entrelazadas se deshicieron. Ahora solo quería evitar mirarlo pero MinHo estaba del lado de la ventanilla y no podía distraerse viendo al pasillo. Cualquiera podría ver su cara enfadada.
-Ey, ¿estás bien? –Quiso saber el mayor.
-Te están comiendo. –Resopló, haciendo reír a su hyung.
-Pues claro que lo hago, estoy rodeada de chicos en karate.-Puso atención en la conversación ajena, al parecer ya habían dejado de hablar de ellos.
-No seas así, Minnie. Solo están hablando de chicos, como todas las mujeres. –Trató de hacerle entender, aunque amaba ver a su chico celoso no le gustaba que estuviera enfadado por causas ajenas a él.
-Es que, es que ¡Dios, Choi! No lo soporto. –Estaba a punto de hacer su pataleta, pero lo evitó al recordar que estaban en público.
El bus se detuvo, unas cuantas personas bajaron. Y el parloteo sobre chicos se detuvo. Tae miró disimuladamente hacia atrás. Observando sólo a una de las chicas buscando algo en su mochila, al parecer se había terminado la charla acerca de su novio. Suspiró, aun así estaba enojado.
Se levantó de su asiento y corrió a los asientos que estaban pegados a la puerta. Sabía que MinHo no tardaría en bajarse. No podía verlo ya, estaba enserio molesto.
MinHo le siguió, se sostuvo de uno de los tubos para no caer. No se sentó. Le daba ternura ver a su novio así. Miró de reojo a la chica. Era la única que podría verlos y al parecer estaba en su mundo escuchando música mientras veía por la ventana. Observó a los demás que iban hasta adelante. Era imposible que los vieran.
Agarró el mentón de TaeMin para que lo viera a la cara. Por unos segundos le sirvió, su sonrisa coqueta le shockeó y lo supo pero el manotazo que recibió no se lo esperaba. Se rio por ello, subiendo la molestia del Lee y el sonrojo de este.
-Vamos, no seas así. –Susurró sólo para que él le escuchara.
No hubo respuesta. Pero sabía que le miraba de reojo aunque tratara de aparentar ver por la ventana. Le lanzó un beso, un atisbo de sonrisa en la piel blanquecina, lo estaba logrando. Un beso más, y su parada estaba a punto de llegar. Otro beso, pero le sostuvo de nuevo por el mentón. Trató de besarle pero Tae se zafó al instante, sabía que él odiaba eso en público pero valía la pena intentarlo.
-Hermoso, ya me voy a bajar y no quiero que estés enojado.
Sin respuesta. Suspiró, tocó el timbre para anunciar su bajada. El bus se detuvo casi enseguida. Bajó dos de los tres escalones quedando a la altura del rostro de su chico.
-Te amo. –Le sostuvo por el mentón una vez más mientras le susurraba aquellas palabras sobre los labios pero sin ser besados.
Y su mano fue la última en salir de aquel autotransporte debido a que le dejó los cabellos desparramados en forma de despedida. TaeMin le miró por la ventana y una tanda de besos al aire fue lo que vio antes de que desapareciera de su visión. Su cara seguía roja, estaba un poco avergonzado de cómo había actuado Choi, pero le amaba de aquella forma. Su estómago estaba hecho un lío con todas las mariposas que estaban revoloteando entre sí. Una sonrisa de asomó en sus labios y pudo ser feliz el resto del día.
Esperaba que aquella chica hubiese observado aquello, quería dejarle en claro que MinHo era suyo y de nadie más.
Pero lo que ambos chicos no sabían es que la muchacha sonreía ante aquella escena de amor entre ambos. Enterneciéndola lo suficiente como para presumírselo a sus amigas unas cuantas horas más tarde.
Y es que una escena llena de amor como aquella no se podía observar todos los días y mucho menos siendo protagonizada por aquellos dos hermosos hombres. Aquello que sólo se ve una vez en la vida, aquello a lo que llaman amor verdadero sin importar los obstáculos que se presenten día con día.