Encerrados en mi corazón,
los sentimientos
Uno a uno, los elimino
Y la máscara de felicidad
La odio, la odio, yo llorare.
Corro acelerado hacia mi habitación, tropezando con todo lo que encuentro en mi camino, como es ya una costumbre en mí. Me apresuro, ya que las lágrimas me nublan la vista, además de que por encima de eso no tengo ganas de saber ni de mi padre, mi padre, ni de Scott, ni de ninguna sola persona, cosa u objeto en el mundo que no se mi almohada.
Una vez llego a mi habitación, arrojo la mochila a algún lado y me derrumbo en la cama. No me importa siquiera si mi padre me escucho llegar, o incluso si dejé la puerta abierta, lo único que me importa en estos momentos es estrujar la almohada con a leve esperanza de que las lágrimas se queden en donde deben estar
-¿Por qué será que Dios está empeñado en hacerme infeliz? Debí de haber hecho algo muy malo en mi vida pasada para merecerme esto...-
Crecen heridas, dentro de mi
Duelen, Duelen, pero no lo diré
Porque entonces, tú
Nunca lo notarás.
Antes de que pueda darme cuenta, la almohada ya está totalmente mojada por mis lágrimas y mis sollozos se escuchan por toda la habitación.
-Genial Stiles, ni siquiera puedes llorar en condiciones- susurro en voz baja para mí mismo y una leve risilla sarcástica de escapa de mis labios, pero rápidamente es opacada por mi llanto.
Visualizo en mi mente todo lo que hasta hace poco acababa de observar, intentando convencerme en vano de que solo era una mala pasada de mi cerebro hiperactivo: Derek Hale, el amargado, soberbio y estúpidamente sexy de Derek Hale estaba con una chica.
Las palabras lastiman
Cada una me mata...
No sabes lo que siento
Lo que pasa en mi corazón.
Por más que intentaba realizar movimiento alguno en cuanto lo vi, mi cuerpo no respondió. Quise correr. Quise gritar. Gritarle que se alejara de él. Que él era mío. Aunque vamos ¿qué hubiera logrado con eso? Probablemente Derek se hubiera partido de la risa antes de escupirme e irse con su estúpida imitación de carne y hueso de Barbie.
Y cuando pude decir algo, lo único que salió de mi boca fue un "Vaya, que guardadito te lo tenías Derek" ¿Pero es que acaso soy idiota? Según todo el mundo, sí. Y creo que ya se el porqué de que Peter y Cora se la pasen repitiéndolo.
Apagada está la luz
Y nunca más se encenderá
"Yo" soy una "mentira"
Creada, por "mí".
Después de eso, no recuerdo mucho, solo que Derek y esa se fueron, creo haber escuchado a Scott llamarme y todo lo demás está en blanco.
Me dirijo al baño sin muchas ganas y me miro en el espejo: ojos rojos, ojeras, tal y como esperaba. Miro mi reflejo más detenidamente, haciendo varios gestos estúpidos, intentando levantarme un poco el ánimo. Aunque con la mayoría de la gente parece funcionar, parece que para mí no.
Siento una rabia repentina contra la imagen del espejo. "Dios Stiles, parece que después de todo no puedes hacer nada bien". Repito esas palabras mentalmente porque sé que son ciertas. Me guste o no me guste. Y de nuevo viene a mi mente la imagen de esa maldita zorra: Ojos azules, piel blanca, cabello dorado, sonrisa radiante.
Una rubia más en el mundo, vamos.
Aunque de alguna u otra manera tiene sentido. "Realmente Stiles, ¿pensabas que un tipo como Derek Hale iba a dejar pasar a alguien como ella por estar contigo? ¡Venga ya!"
Duele aún la manera
En que me ven los demás
Solo soy una burla en el mundo
Veras risas, risas.
Tomo una de las viejas navajas de afeitar que hay en el baño e inmediatamente miro mis muñecas. Sería muy fácil. Simplemente bastaría un pequeño impulso de valor. Un poco de fuerza. Presionar la navaja contra mis venas... y dejar de ser un estorbo para los demás.
-Claro que sería más fácil aun si tuvieras las agallas ¿a qué si?-
Sonrío tontamente y de inmediato arrojo la navaja al suelo y me cubro la cara con mis manos, sintiendo como las lágrimas se acumulan en mis ojos de nuevo.
-Eres un cobarde Stilinski-
Las palabras lastiman
Cada una me mata...
No me puedo perdonar
Ni siquiera a mí.
Me arrastro de nuevo hasta la cama pensando: ¿Qué haría yo si Derek me hiciera caso? No pasan ni cinco segundos, cuando involuntariamente una sonora carcajada sale de mi boca. Bah, como si fuera a pasar.
Si me quieres matar, hazlo
Después de todo,
"Yo" soy una "mentira"
Creada por "mi".
Me recuesto pesadamente y aún con ganas de llorar, sintiendo una mirada clavada en mí. No le doy ni la menor importancia... al menos no hasta que escucho a alguien entrando por la ventana...