Doceavo bloqueo
“Nadie escoge su amor, nadie el momento, ni el sitio, ni la edad, ni la persona…”
Sus ojos se cristalizaron, se secó su garganta y sintió todos las fuerzas de su cuerpo abandonarle por completo. Quiso destruirse y llevarse consigo el egoísmo que su trauma infantil lo llevo a volverse el insolente y mezquino ChanYeol que hoy es.
A cada esquina que observaba, le dedicaba horas y horas para tratar de despejar la neblina de la tristeza que ya, poco a poco fue adueñándose de su mente. Había impedido toda su vida la pregunta que su querido Baek había formulado semanas atrás (aproximadamente se estuvo aislado durante 2 semanas y media). Quién en el mundo podría saber qué es lo que su pequeño habría de sufrir aquellos días se ausencia. Seguramente ya habría tenido otra cara que dificultosamente podría reconocer.
El poso en llamas (expresión) que bajaba en pique desde sus pupilas hasta debajo de su garganta, le causaba una sensación extraña en su corazón. Él jamás lloro, ni recuerda haber llorado por alguien en su vida. Miro al techo, al suelo y nuevamente a esa esquina. Cuanto había perdido por la persona que si lo llego a amar como nunca y que antes tuvo la paciencia para estrecharlo contra su cálido y amoroso cuerpo.
“—Yo te gusto —continuó él—, por el motivo que ya te he dicho: he roto tu soledad, te he recogido precisamente ante la puerta del infierno y te he despertado de nuevo. Pero quiero de ti más, mucho más. Quiero hacer que te enamores de mí.”
Van tan marcadas en su corazón que, por sentirse como una basura, quiere autolesionarse psicológicamente con esa oración tan verdadera. Él había pedido hasta el más haya para algún día él aceptara su enamoramiento pero… Se negó al punto de creérselo, más que nada por sucumbir a las ansias de amarlo como amo a su familia y terminar roto como esa vez.
Pero es tarde para él, ya que ahora es donde se da cuenta que abandonar duele más que perder… Luchar y arriesgarse es lo ideal, si no aprendes la lección nunca vislumbrarás el efecto del amor que vuelve si en verdad importa.
KyungSoo estuvo con él hasta el último aliento, cuido de él como las millones de veces en las que él se enfermaba y al menor le tocaba ponerse en las suyas para su recuperación pronta. Suerte era para él tenerlo de vuelta y no decepcionarse más por un amigo que de pronto no querría volverlo a ver.
Se golpeó mentalmente.
Mirar detenidamente las facciones de ese hombre, detenerse a pensar que sería tonto imaginarse la vida sin él o que él (valga la redundancia) lo abandonara. Ni en sus tiempos de bestia lo boto a la calle, ni estando en las peores. Nunca.
—Yo debí de haber hablado con él —musitó el mayor, aun atrofiado por el inmenso vacío—, si lo hubiese hecho no estaría pasando nada de esto.
—Las cosas pasan por algo, Yeollie —alentó D.O— no escuches a tu cabeza.
—¿Entonces a quién debo escuchar?
KyungSoo reflejo su transparencia ante sus ojos y estos brillaron como dos focos de luz.
—A tú corazón, pequeña sabandija —ChanYeol ensancho la mirada—. A veces las respuestas no llegan cuando las necesitas, muchas veces ocurre que es mejor quedarse esperando es la respuesta posible. “La mariposa recordara siempre que fue gusano” esa frase es de Mario Benedetti, supongo que la has escuchado —él asintió—. Esa frase quiere decir que deberías acordarte siempre de donde vienes, como te costó o no llegar a ese camino. Pasaste mucho tiempo lejos del calor de una familia y más sin embargo hoy regalas ese amor que algún día también fue compartido para ti. El presente es lo que más importa ahora, Hyung. Nada más.
Los próximos dos días siguientes, alcanzo a comprender absolutamente todo. Destapando esa venda que le cubría de lo que KyungSoo le había dicho. ¡Que si era su amigo!
—Tienes razón, pero no sé qué debo hacer.
—Tú solo… quédate a su lado, dale una oportunidad a una familia y se feliz —sonrió D.O.