Séptimo bloqueo
“Valiente no significa que no tengas miedo.”
—Existe —comenzó pues, a relatar— algo peor que perder la vista, la audición o incluso un buen amor. Está la probabilidad ilógica de que un día, uno no muy lejano, te quedes sin amigos. El hecho de quedarse por una suma de casualidades de la vida sin amigos es una tragedia de proporciones astronómicas. Es una epopeya griega en que el personaje principal pierde todo ante la adversidad. Es de hecho enfrentar el día a día sin la compañía de alguien con quien poder comentar los resultados del partido de la mañana, fumarse un cigarro o de hablar de cosas tan triviales como la altura de la falda de la vecina.
Su voz se apocaba aún más cuando se distorsionaba su mirada, cuando las lágrimas se comenzaron a acumular en sus parpados quienes pesaban como toneladas. Se echó para atrás en la silleta y se prometió a sí mismo no pisotear su dignidad de aquella manera tan drástica.
ChanYeol gruño.
—No sucede como tú crees, ¿sabes?
—No me importa realmente, la soledad no es más que la fuga de todas tus amistades, es la partida de un hijo amado, es la última página de un buen libro o la pérdida de un perro fiel. Una puerta que dejó por completo de ser tocada, un teléfono que dejó de sonar y una guitarra o un piano de cola que sirve sólo de adorno en la casa.
Incluso él presenciando sus verdaderos pensamientos, se sonrió y se dio unas cuantas palmaditas en la espalda. De no ser por sus actuaciones de perra en celo, seguramente no hubiese conocido aquel BaekHyun que recibió -para entonces- con mucho gusto. Acordando el simple hecho de ser una pareja bastante extraña, le gusta que piensen de esa forma, que se expresen y aún más que eso… Que confíen en él.
—Tu capacidad de amar, compartir y socializar se está estropeando, cada célula de tu cuerpo se comunica entre si y sin embargo tú no te puedes comunicar con nadie. Las pocas personas con las que lo haces ya están hastiados de tanto de ti, de tanto de ellos, de tanta soledad, porque esta se impregna en tus actitudes, porque necesitas una brisa nueva que airee tu ambiente, nuevas ideas que compartir y nuevos sueños para ayudar a cumplir.
BaekHyun no lo miraba.
—Sin embargo no existen. Envejeces, tus ojos se van opacando y desearías poder olvidar todo para que la nostalgia se aleje y busque alguien más a quién atormentar.
Su propia angustia los transporto a su triste adolescencia, donde la única compañía que llego a tener fueron los perros de la calle. Sin embargo nunca desistió, siempre hayo la forma para cambiar el rumbo de las circunstancias y pudo llegar a soñar con ser feliz alguna vez.
Sonrió, porque no era capaz de controlar las emociones que albergaban en su cabeza, sus pensamientos tan revueltos y las palabras llegaban como correos electrónicos.
—Ahora caminas arrastrando los pies, no logras distinguir donde te encuentras aunque hayas transcurrido aquellas calles miles de veces, ves a tanta gente desconocida en las calles que antes inundaban tus conocidos y suspiras. Huyes a tu casa para poder refugiarte en los álbumes de recuerdos y te encierras en un cuarto de la antigua casona, cierras la puerta que sabes que no será incomodada por el golpeteo plácido de un puño que busca tu compañía y te sumerges en río de tus memorias.
BaekHyun lo miro algo sorprendido y absorto por sus propias conclusiones. ChanYeol seguía sosteniendo su sonrisa y a las lágrimas de un mismo hilo. No tardaría en dañarse.
—Cuando de joven viste una mirada café te enamoraste no del color del iris ni de la luz que ingresaba a la pupila negra, te enamoraste del espectro de luz que esos ojos podían crear, ese haz de luz que producía ese par de ojos. Mucho tiempo después cuando te vuelves a topar ese mismo par de ojos vuelves a reconocer ese resplandor y tu cuerpo se estremece porque reconoce que aunque existan sin fin de espectros lumínicos oculares, ese en particular hace tambalear cada parte de tu cuerpo.
BaekHyun no respiraba.
—Lo sé, BaekHyun. Yo viví lo que tu viviste, yo pude ver lo que tú también viste pero que nadie podrá entender alguna vez. Sé que fue tan difícil tenderle la mano a la soledad y darte por vencido, conseguir una alianza con la nada para que no te hiciese caer en la penumbra, en un abismo de depresión eterna. ¿Llegaste a ver aquella figura sombría a lo lejos? La viste, ¿verdad? Una curiosa forma viviente que quiso estar junto a mi cuando nadie quería, cuando escapaban e intuían que estabas completamente loco por no salir con amigos… Cuando en realidad no sabías que significaba esa palabra. ¡Lo sé! Ese “nadie” que estuvo a mi lado, acompañándome en el llanto fue quién ahora me abre las puertas de la felicidad y a quien le debo absolutamente todo.
—¿Quién?
—KyungSoo.
BaekHyun chillo, cubriendo sus ojos.
—Él es increíble, ChanYeol. Él es como mi padre, mi madre y mi hermano.
—Entiendo, está bien que te desahogues.
—Es que esa no es la cuestión, Yeollie —con el borde de su camiseta de manga larga, limpio el resto de maquillaje que se le había corrido. — Y-yo me siento bastante bien ahora, vivo tranquilo y en paz, agradezco cada día a quien me escuche y estoy contigo… ¿Por qué sigo sintiendo este nudo que me impide admitirlo? ¿Qué me pasa?
—¿Quién lo ha hecho antes? ¿Qué me asegura un camino, o siquiera un suelo que pisar? Porque sigo buscando una pista, un brillante hilo dorado que me enseñe el paso a seguir y me lleve lejos del peligro, el puente invisible que cruza el abismo. ¿Le has escuchado? —él asintió— Está en ti encontrarle la lógica de aquella frase y dibujarla en tu vida.
Ambos se miran intensamente, sin demostrar ningún pensamiento suelto, ninguna emoción, nada. ¿Pero que es la nada para ellos? Puede ser el significado de la reflexión, el silencio, el amor, la tranquilidad, el espacio, el control, los momentos, los recuerdos, las memorias… La nada.