Comienzo del bloqueo:
"Todos tenemos un problema: Expresar los sentimientos."
Los libros que estaban en el estante en forma de cuadrado siempre le llamaron la atención a ChanYeol, quizás porque eran muy coloridos o porque amaba los libros de una manera extraordinaria. Amaba el simple hecho de que existieran y si algún día alguien le pregunta que es lo que más le gusta de los libros respondería libremente: Para empezar… Todo —con una sonrisa escondida en alguna parte de la cara.
Esa sonrisa quizás se escondería porque siempre tuvo un problema para expresar libremente lo que siente, no deja de sentir, es una persona muy inteligente y sentimental pero desde que se construyen muros ofensivos, controladores, orgullosos, imperfectos. Él chico que antes irradiaba empatía fue callando las cosas poco a poco.
No es que sea callado, las cosas no van de un extremo a otro, pero él suele pensar mucho y lo sabe, y siempre dice que no está bueno porque para ser sinceros a veces pensar hace mal. Desde hace cinco meses ChanYeol va religiosamente todos los viernes a las seis de la tarde al consultorio – que prácticamente puede decirse que es un departamento – de JongDae, su Hyung. Él es un gran psicólogo recién recibido con alta admiración hacia las mentes adolescentes y sostiene la idea de querer atenderlos siempre porque la gente suele olvidar lo que siente cuando uno es así de joven y por eso se sienten, de alguna forma, incomprendidos por los psicólogos a los que los mandan, por los profesores, los padres, alumnos y por la gente en si misma aunque suene extraño.
Desde el viernes en que su mamá lo esperó en la pequeña pero popular sala de espera – que vale agregar que estaba llena de pósters de The Beatles, frases de libros, discos apilados, revistas de música y con una mesita con un recipiente que no se sabe bien que es, lleno de caramelos y chocolates – ChanYeol asiste sin quejarse porque no lo pasa mal. Digamos que es como hablar y razonar con una persona que solo ves una vez a la semana, una persona que no sabe cada cosa que haces y no está para marcártelo como tus padres.
Para ChanYeol es como una liberación del mundo al entrar a ese compacto departamento en una de las zonas más movidas de Seúl, también uno de sus lugares preferidos. Donde vive es un lugar demasiado tranquilo que parece que la gente duerme a las nueve de la noche. Nunca hay nadie. Es patéticamente ahogador ese lugar, lo patético del dicho es que casi no hay gente.
—Es escalofriante —se aclara la garganta, estremeciendo su cuerpo.
ChanYeol se mira en el reflejo de uno de los cuadros del escritorio. La bonita silueta de MinSeok sosteniendo en sus brazos a una pequeña de unos 5 o 6 años, promediando la edad madura del chicos todos podrían taparse ambos ojos y darse cuenta que la hermosa niña es la hermana menor de ese Hyung. El tintineo de las estrellas arriba de la puerta, las figuras hogareñas que MinSeok había hecho con el esfuerzo más grande del mundo, pedante en todo lo que tuvo que hacer para mantenerlo como algo propio, hecho por su sudor y lagrima. No dejo que ningún Hyung lo ayudara ni mucho menos que le sermonearan porque tarde o temprano acabaría cortándose o peor que eso, dañando sus ropas por todo los materiales que usaba sin tener cuidado alguno.
—No lo es.
JongDae aún no se inmuta en lo absoluto cuando ChanYeol adopta la forma de un delincuente que invade su espacio personal, sus intimidades e incluso su propio esfuerzo entre todo el papeleo que en algún encuentro efusivo lo hizo creer que no podría.
—Eres peor que un virus —vuelve a intentar, pero no parece resultar. Las cajoneras gruñen negándose a abrir de una vez por todas.
—Suenas como algo que escucho todos los días, creo que vivo en un deja vú —su sonrisa se oscurece en una línea mordaz que puede acabar con todo.
Él sombrío reflejo de las escaleras que llevan a un sótano escondido en la mente de ChanYeol, abre sus puertas al estreñido, asustadizo e intimidante yo interior, que muestra las verdaderas reacciones de su pequeño amigo.
Me está castigando, es lógico – piensa JongDae, sonriendo oscuramente bajo el pelaje de su mente – Después de todas estas semanas en las que lo he tratado como un idiota me está humillando.
—De alguna forma u otra, tenía el propósito de mostrarte algo que te traje después de mi viaje en Inglaterra —sus ojos brillaron con sinceridad por primera vez, después de tantas distancias y cierres entre la confianza que había entre ellos—, espero que te resulte agradable mi regalo.
Se inclina sobre el escritorio, acercando a ChanYeol su regalo de visita. Sus ojos salen de orbita al ver la magnitud del paquete. Quiso creer que sería un collar o algo más británico. La duda era hostigarte, pero se resistió hasta que su Hyung abandono el departamento creyendo que dejarlo a solas le permitiría cubrir sus emociones.
Él es el tipo de persona que no le importa decir te quiero a un amigos, porque sabe que significan las palabras, es cuestión del otro si lo toma de otra forma.
ChanYeol no podía dejar de tener una sonrisa gigante en la cara por varias razones dudosas después de analizar su regalo:
1) Tenía libros nuevos.
2) Los libros son de mucho dinero, bastante actualmente, por lo que habrá gastado una cantidad exagerada de wons.
3) No muchos amigos gastan tanto dinero en sus amigos.
4) Era un regalo de JongDae.
—Esto es genial —dijo ChanYeol de la nada con uno de los libros entre los dedos sucios. Realmente lo era.
Él pensó en que, realmente él era genial.