—Oppa… —La hermosa mujer llamó por cuarta vez al mayor, el tinte de su voz preocupado y molesto pasó desapercibido para el atractivo hombre de cabellos oscuros. — ¡Oppa! —Choi SiWon salió de su ensimismamiento y giró su cabeza hacia la mujer con la que estaba teniendo una cita, si podía decírsele propiamente así. Un dulce y tierno mohín envolvieron las facciones finas de la elegante dama pero eso no provocó nada en SiWon. “No es tan dulce y tierna como él” fueron sus pensamientos al comparar sin proponérselo a la dama con aquel que inundaba sus pensamientos.
— ¿Qué pasa, Jessica? —La mano de SiWon cayó pesadamente sobre el volante e hizo un intento de sonrisa hacia la rubia.
—Oppa, no me estás poniendo atención. ¿En qué piensas? —Las facciones de SiWon se relajaron y una sonrisa nostálgica invadieron sus masculinas y atractivas facciones. Jessica se acercó hacía él de manera sensual, colocando una de sus pequeñas manos sobre el muslo de SiWon mientras inclinaba su cuerpo hacía el de él. SiWon no sintió nada, ni sorpresa, deseo, excitación, nervios o agrado, nada. Ese toque no podía provocarle absolutamente nada ni aun cuando la mujer deslizó coquetamente su mano en dirección hacia su entrepierna. Porque ese no era el toque electrizante que alocaba sus sentidos y pertenecía a la persona dueña de sus sentimientos.
La mano de SiWon cayó sobre la delgada muñeca de la chica, y con cuidado la alejo de él. Procurando no lastimar a la mujer con su indiferencia, le obsequió una sonrisa amable. Pero eso para la mujer fue peor. —Nos tenemos que ir ahora. —Le dijo sin expresar nada más, arrancando el automóvil; Jessica se volvió a su lugar enfurruñada.
El camino hacia el departamento de la rubia mujer fue largo y tedioso, no parecían los acostumbrados veinte minutos de recorrido. Jessica se bajó dando un portazo sin despedirse de él, a SiWon poco le importó y manejó de regreso hacia su departamento.
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¿Qué hacía ahí?, se preguntó mirando la suave colina que se extendía a unos metro del sitio donde se estacionó. Habiendo manejado 50 kilómetros hacia el antiguo y abandonado mirador de la ciudad. Bajo del auto y subió la pequeña colina que lo llevaba hasta el lugar. El viento a esa hora se sentía helado, se abotonó el abrigo, se acomodó la bufanda y metió sus manos en los bolsillos de éste.
Diez minutos después se encontraba mirando las brillantes estrellas de Seúl. En silencio y rememorando.
—Sabía que no ibas a olvidarte de esta fecha, SiWon-ah —SiWon se congeló en su lugar, su pulso se aceleró y sus ojos tintinearon. Esa voz era inconfundible. Pero también imposible. Era una locura.
— ¡InTae! —se volteó rápido, buscando con desesperación su figura. El mayor no estaba, pero la seguridad de haberlo escuchado dominaba sus emociones. No le importaba si estaba volviéndose loco. Si podía escucharlo, verlo, estar de nuevo con él, podría afrontar su nueva realidad.
— ¡Dongsaeng! —Escuchó en su oído—, aquí estoy a tu lado… siempre estoy a tu lado. —Una cálida brisa chocó contra su mejilla al mismo tiempo que se confundía con la cálida risa del mayor. Todo fue una caricia para su frio y dolido corazón.
— ¡Quiero verte InTae, déjame verte! —suplicó con desesperación.
—SiWon-ah, siempre que quieras verme… solo debes cerrar tus ojos y yo estaré ahí frente a ti.
Los ojos de SiWon se cerraron apremiantes.
—Puedes abrirlos ahora, SiWon-ah… —Con miedo, SiWon volvió a abrir su mirada, encontrándose con la etérea figura de InTae a tres pasos de él. Tan brillante y dulce.
Lucía igual de joven y hermoso. Sus ojos seguían iguales, pequeños y llenos de vida (Una vida que él le había arrebatado, al menos esa era su mayor culpa). Su mirada pura y sincera seguía brillando con su característica inocencia. Su mandíbula pronunciada seguía igual de atractiva. Y su sonrisa… su sonrisa era la misma que hacia brincar a su corazón.
Alargó su mano, temeroso de que la imagen frente a él se borrará como una hermosa y triste ilusión. InTae rió, su risa llenó sus oídos. —Wonnie, no voy a desvanecerme te lo prometo, puedes tocarme —y tomando su mano la acercó hasta su rostro. Una corriente eléctrica inundó el cuerpo del menor, era el tacto añorado. Sus yemas rozaron el rostro moreno de InTae.
—Debes comprender —SiWon pausó, acomodando su ronca voz, tantas emociones acumuladas en su interior—, mi temor. —Acarició con ternura la mejilla suave y tibia del mayor. InTae le obsequió una sonrisa. —Hay tanto que quiero decirte, Tae. Mi manzanita… Tanto… —SiWon lo abrazó, estrechándolo con fuerza contra su cuerpo—, perdóname por ser tan estúpido, por perderte, por abandonarte, por no poder vivir sin ti…
—Shh Won —InTae lo cayó colocando un dedo sobre los labios del menor mientras levantaba su rostro hacia él y lo miraba a los ojos—, No hay mucho tiempo, pero siempre voy a estar contigo, Wonnie, mientras permanezca aquí —señaló el pecho de SiWon, en el lado de su corazón—, Te amo y siempre voy a amarte, nunca lo olvides, y no tengo nada que perdonarte, no te sientas culpable, las cosas sucedieron así pero en nuestra próxima vida vamos a estar juntos de nuevo y esta vez será para siempre, te lo prometo —la suave risa de InTae inundó el ambiente mientras acortaba la distancia entre los dos y juntaba sus dulces labios sobre los de SiWon. SiWon cerró los ojos y se dejó envolver por el besó soñado.
—Yo también te amo InTae, y volveremos a estar juntos, también te lo prometo —murmuró, perdiendo la calidez del contacto y abriendo los ojos para encontrarse con el espacio vacío que dejo InTae. —Y entonces haré las cosas bien…
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