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Amantes en un día de lluvia. por Dan_WR

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Notas del fanfic:

Como dije con anterioridad, esto no es ningún plagio ni nada por el estilo. Perdi la contraseña de mi cuenta (soy demasiado idiota, más que nada, denle las gracias Jake, maldito sea...)

 

Subire mis otros fic's hoy en la noche o en breve. Lamento las molestias que he causado.

 

Acepto tomatasos.

 

¡Disfruten~!

Notas del capitulo:

Los personajes pertenecen a Akira Amano-Sensei.

 

 

 

Era pleno invierno en Japón. Las nubes comenzaban a verse cada vez más y más intensas, ante los ojos de las personas que se encontraban acobijadas en sus propias casas, iba a llover y algunos, se reían de que personas idiotas siguieran afuera. Y comenzó…

 

Inicio con pequeñas gotas suaves rosando su rostro, pero se profundizo y el agua parecía no ceder. Nuestro querido castaño ya tenía 18 años, su cuerpo se encontraba bien formado gracias a las salvajes tutorías del Hitman. Nana y Reborn se habían ido a Italia por unos días, dejando al pobre castaños solo en Namimori.

 

La apariencia de nuestro querido castaño había cambiado solo un poco; Su mirada se volvía más fría a la hora de pelear contra un enemigo, si es que uno de la familia enemiga se atrevía a dañar a su propia Famiglia, también había aceptado el puesto del sucesor del Noveno y eso aumentaba más el gran ego del ex-Arcobaleno, haciéndole entrenar aún más dura para convertirse así en un Poderoso jefe de la mafia. Su estatura era un poco más alta, sin usar las pastillas o cuando Reborn le disparaba porque se le diera la gana, era serio, concentrado, se podría decir que se contagió un poco por Hibari, solo un poco…

 

Se volvía muy pensador si estaba solo, en su mente siempre estaban las imágenes de la batalla contra Byakuran y el sacrificio de Yuni. Aunque hayan pasado solo 4 años desde aquello, le dolía mucho en el interior el no poder haber protegido a la pequeña.

 

Tsuna no se inquietaba por la lluvia, es más, le gustaba. Desde el momento en el que su vida cambio con la pelea de Byakuran y luego de que Reborn haya vuelto a su forma verdadera, la lluvia le tranquilizaba de algún modo y le gusta sentir la tranquilidad de vez en cuando, en especial para relajarse después de un duro entrenamiento. Su capucha lograba mantener su cabello seco, pero eso no era de mucha ayuda. Después de todo, se mojaría entero y llegaría a su casa a darse un baño, no había nada que perder al relajarse un poco en la lluvia, sus acaramelados ojos se fijaron en las personas que pasaban corriendo de un lado a otro, como si la vida de ellos dependiera de ello. El frio se hacía presente en la calles de Namimori y con ello, todos se refugiaron en sus respectivos hogares, entre tanto, Tsuna solo caminaba sin que le importase demasiado lo que le pasara alrededor, sus pensamientos lo tenían encerrado en sí mismo y especialmente centrándose en el actuar de su Guardián de la Niebla. Por ejemplo:

 

Cuando Reborn salía en la noche con Colonello o con Lambo, por una extraña razón siempre Mukuro aparecía en la casa de él, no siendo una ilusión, siendo el mismísimo Rokudo Mukuro en persona. Se quedaba hasta pasada la noche o hasta que se aburriera, lo que sucediera primero, cuando llegaba, le saludaba con su típica risa y su típico Esto me sirve como beneficio. También, ya no quería poseerle o tal vez no por el momento, así que era de preocuparse por el estado mental de Mukuro.

 

Salió de sus pensamientos al sentir que cada vez se empapaba más, decidió ir tranquilamente caminando hacia su casa, no importa si se mojaba, se daría un baño en su casa y problema resuelto. Estos serían sus últimos días en Namimori, Nana y su Famiglia se irían por un tiempo a Italia, por petición de Nono y por las constantes amenazas de su tutor, no le quedaría más que aceptar. Su Famiglia estaba de acuerdo, incluso Hibari dejaría a su querida Nami-chuu y se iría a entrenar para morder a golpes hasta la muerta al potro salvaje de Dino.

 

Y tomando su típica frase en doble sentido…sería algo interesante verle de esa manera con Dino.

 

Sin darse cuenta se encontraba a la salida de su casa, su único hogar desde que tiene memoria. Si, definitivamente lo extrañaría, más que nada por los recuerdos. Como siempre, se sacó sus zapatos para no mojar por completo su casa, dejo su bolso en el suelo, mientras se sacaba la ropa en el camino hacia su habitación.

 

Pesada. Observo con sus ojos acaramelados la prenda de ropa mojada que se encontraba en su mano al subir la escalera en dirección a su cuarto, algo en su interior le decía que debería sacar ropa primero y después largarse a bañar, o tal vez era su Súper Intuición. Al llegar abre la puerta rápidamente con sus ojos cerrados, si su imaginación no era engañar, escucho una risa bastante conocida para él.

 

Nada más ni nada menos que el chico con pelo de piña de 19 años acostado en la cama del castaño boca arriba, mandándole una mirada de reojo a su Jefe. No, no era su imaginación. Ya se había acostumbrado a las diversas visitas de su Guardián de la Niebla, pero sinceramente, le extrañó su comportamiento.

 

 

—Hola Mukuro… —le quedo mirando por unos segundos, se centró en la ropa que el llevaba puesta, mojada. Dudo si seguir diciendo alguna otra cosa coherente, ya que de ante mano sabía que el humor de Mukuro siempre cambiaba y no quería ser el mismo si es que Rokudo se salía de control. Se acerca a su armario siendo seguido por los ojos del peli azul. Aquellos ojos que tanta curiosidad daba y a la vez eran demasiados atractivos, le gustaban. Aceptaba que siempre le llamo la atención aquel peli azul, pero era mejor no pensar en ese momento.

 

—Kufufufu… —su risa le llamaba la atención—. Mojado.

 

— ¿Qué? —pregunto al no entender su respuesta, definitivamente estaba en la luna. Los ojos de Tsuna y los de Mukuro se observaron por un par de minutos. La sonrisa de Mukuro se extendió.

 

—Que estas mojado —se explicó mejor esta vez para su Jefe. La mente del ilusionista ya comenzaba a imaginar cosas para nada malas, la perversión se puede considerar como el mejor don del mundo al igual que crear ilusiones. Y de esto, el ilusionista se encontraba orgulloso de sí mismo—. Kufufu…

 

—Ah, eso… —baja su mirada para ver su situación. Su ropa estaba demasiado mojada, y como consecuencia se le pegaba a la piel, notándose como una segunda piel. Tsuna ya no era inocente, era un pervertido en toda regla, pero no del mismo nivel que Mukuro así que no le dio demasiada importancia. Los extraños y profundos ojos del ilusionista aún seguían todos los movimientos del castaño, aquella atención que recibía por parte del ilusionista era inquietante (le ponía en verdad nerviosos) y también excitante, el mínimo sentimiento era placentero. Su Guardián de la Niebla se impulsó para ponerse de pie completamente y hacer cara a su jefe—. Mukuro, ¿No te darás un baño? Ya sabes, me refiero a que no te de un resfriado y todo eso —tuvo un tono de duda, con total inocencia, sin saber que simples palabra inocentes serian su propia perdición. Volvió su mirada a Mukuro, el castaño de ojos acaramelados siempre se preocupó por la salud y el bienestar del peli azul. Era de esperarse de un Jefe de la mafia que sus subordinados le preocuparan, pero con Mukuro era un nivel diferente de; Jefe y subordinado.

 

—Tal vez —contesto aun teniendo la sonrisa en el rostro el ilusionista. Le hacía feliz (Aunque no lo admitiera) que el castaño se preocupase por él.

 

Sus pasos eran lentos y penetrantes, resonando por toda la habitación con intención de dirigirse al castaño. Si bien, su Guardián y él llegaban a tener leves roces entre sí, los cuales empezaban de parte de Mukuro, a eso había que sumarle que al capo mafioso le excitaban eso leves roces entre ambos e incluso ansiaba más, pero claro, su Guardián de la Niebla no tendría sentimientos tan mundanos hacia él ¿Verdad?

 

Y al saberlo, dolía demasiado como para soportar los leves toques entre ambos. Aun seguiría con eso, aunque supiera que Mukuro no sentía nada por él.

 

Mukuro coge el cuerpo de Tsuna entre sus brazos, envolviéndolo en su calor aunque las ropas de ambos estuvieran mojadas, se podía sentir el calor de Mukuro y al fin se daba cuenta de que él estaba realmente frio. Gracias al abrazo, deja a un sonrojado Tsuna frio entregándole calor.

 

 

— ¡Oe! Mukuro… espera yo… —los adictivos labios de Mukuro callaron lo que Tsuna estaba a punto de reclamar. La mejor manera de callar a Tsuna. Sí, siempre usaría esta forma. Los labios del mayor controlaban completamente a Tsuna, el menor había comenzado a seguirle el juego con la mayor intensidad posible, ya que había tomado personalmente clases de besar con Mukuro, había sido obligación. El beso era apasionado, tanto así que haría sonrojar a cualquier persona que se encontrara cerca de ellos. Mukuro mordió el labio de Tsuna, provocando que este abriese su boca, cediendo a su “Maestro” para que explorase su cavidad bucal, Tsuna se dejaba llevar mientras el ilusionista jugaba con la lengua de su Jefe. Se separaron por falta de aire.

 

El jadeo de ambos individuos resonaban por toda la habitación, como si crearan la mejor melodía para sus oídos, pero eso solo era el comienzo, siendo incapaces de articular palabra alguna. Tsuna al recuperar primero el aire y el control de la situación, atrapa los carnosos labios del peli azul, tomándolo por sorpresa, pero aceptando la provocativa y coqueta lengua de su Jefe.

 

Bien. El marcador iba:

 

 

Mukuro 1 – Tsuna 1

 

 

Las ansias de ellos subían por los cielos, tal vez Tsuna no era del todo inocente, podría saber –Por ser el Jefe de Vongola, tener a Reborn de tutor y a Mukuro como Guardián de la Niebla– controlar cualquier tipo de situación, desde los peores papeleos que su tutor le dejaba hasta los emocionantes combates entre el Hitman y el castaño, pero lo único que no sabía era el poder dejar de sentir algo hacia Mukuro, eso le era simplemente imposible. Aun así sabiendo que el ilusionista no sentía nada por él.

 

Era todo o nada.

 

Las manos de ilusionista comenzaron su labor; quitarle la ropa mojada al castaño para que él le mostrara su hombro ( ¬w¬ el que entendió, entendió) ahora que se ponía a pensar, no le vendría mal un baño para refrescarse y además, lo haría más excitante si su querido Jefe se bañaba con él. También quería recorrer con sus propias manos la tersa piel del joven con ojos acaramelados. Sentirla y marcarla como suya. No sonaba mal.

 

Porque… ¿Qué mejor que si querido Jefe lo acompañe en una simple aventura? Que tal vez terminaría en algo excitante.

 

Sin perder un solo segundo y con la idea en su mente, cargo a Tsuna entre sus brazos y con la mayor gracia que poseía, bajo las escaleras en dirección al baño del castaño, el cual ni siquiera se dio cuenta cundo su amado subordinado comenzó a quitarle su camisa mientras era acorralado en la pared de la ducha.

 

Mukuro vuelve a poseer los labios de Tsuna como si fueran de él. Solamente suyos, los labios carnosos del castaño con un adictivo sabor a sandia. Por su parte el Décimo le desabotonaba la camisa a su Guardián mientras se dejaba llevar por los labios del ilusionista los cuales se movían con experiencias sobre los suyos. No por nada fue su Maestro. La espalda del castaño comenzó a descender cargándose en la pared, Mukuro le siguió sin soltar sus labios ni por un milímetro de segundo, quedando Tsuna sentado, cargándose en la pared y el ilusionista enfrente de él. El agua de la regadera hacia esto más excitante, la ropa de ambos estaba húmeda, y no solo por el agua.

 

El ilusionista observo con gran deseo la pálida piel de su Jefe, Tsuna estaba rojo de la vergüenza, y sus manos se pusieron torpes, sacándole una pequeña risa a su compañero.

 

—Tienes prisa Tsunayoshi-kun —se burló de la buena forma, haciendo estremecer a Tsuna por la sonrisa de este.

 

—Ca-Cállate —se sonrojo.

 

Se separó unos cuantos centímetros de Tsuna y termino de sacarse su propia camisa, dejando a la vista su torso bien formado. Oh…hombre.

 

Su boca se dirigió al cuello del castaño, dándole leves besos, formando un camino de besos desde el cuello hasta la clavícula y terminar en su boca. Mordió la pálida piel del castaño ganándose un gemido, lo cual aumento el ego del ilusionista. Bajo lentamente hasta el torso del castaño, tomando entre sus dientes el pequeño botón rosado que delataba la palidez de su Jefe. Saboreándolo lentamente, Tsuna se estaba excitando demasiado y el amiguito de Mukuro estaba despierto en su totalidad con solo escuchar los gemidos de Tsuna.

 

En este momento, es castaño no quería recordar su antiguo sobre nombre Dame-Tsuna.

 

Asi que como todo Jefe responsable haría de todo por sus Guardianes considerando su propia Famiglia.

 

Intercambio la situación, dejando a Mukuro pegado a la pared y él a horcajadas sobre él. Se sobresaltó un poco por la acción de su Jefe, aunque hizo que se excitara más. Tsuna, con las mejillas sonrosas, comenzó a bajar, hasta llegar al inicio del pantalón del ilusionista, bajo lentamente el cierre mientras miraba a su ilusionista con ojos de ternura cegados por el deseo, el miembro de Mukuro se hizo presente al haberlo liberado de los pantalones que tanto estorbaban ahora, y eso era demasiado para su Guardián.

 

Tsuna al ver el tamaño de la hombría del ilusionista se impresiono, pero siguió dándole placer a él. Con su boca atrapo el miembro de Mukuro, engulléndolo entero, la coqueta lengua del castaño recorría cada parte del miembro, comenzando por saborear la punta y masajear lentamente con su mano la hombría, subiendo cada vez más rápido de nivel, masturbándolo con la mayor agilidad que poseía.

 

Las caricias del castaño lo volvían completamente loco, estaba a punto de venirse, aunque aún no era el momento por más que lo quisiese. Coloco al castaño bajo el, devolviéndole el beso con una pasión única, dejándolo algo atontado. Las traviesas manos del ilusionista le quitaron el pantalón y bóxer del castaño, dejándolo como Dios lo trajo al mundo. Tsuna se sonrojo a más no poder, viendo con cierto temor lo que Mukuro estaría a punto de hacer. Al ver sus ojos atemorizados no pudo resistirse a dedicarle una sonrisa tranquilizadora, de esas sonrisas puras, lo cual funciono a la perfección. El castaño asintió para dejar que el ilusionista siguiera con lo suyo. No se arrepentirá de su elección.

 

Se posiciono entre las piernas del castaño, su mirada estaba posada en la cara sonrojada del castaño. Puso su mano derecha frente a su Jefe, el entendió el mensaje y comenzó a devorar los dedos del ilusionista, dejándolos lo suficientemente lubricados con su propia saliva. Joder…demasiado sensual para su sistema.

 

Sin hacerse de esperar metió un dedo a la entrada de Tsuna, tratando de dilatar un poco más la entrada, por su parte el castaño se quejaba de dolor.

 

 

—Ahg… Muku… ro.

 

—Tranquilo, Tsunayoshi —le beso, no era como los anteriores que estaban llenos de pasión y lujuria, era cariñoso y reconfortante, justo en el momento cuando metió el segundo dedo.

 

—Ahh…

 

 

Con sus dedos comenzó a simular penetraciones consecutivas, los gemidos del castaño no se hicieron de rogar y la melodiosa voz salió de su boca sin consentimiento. El ilusionista no aguantaba más, de un momento a otro entro en su castaño sin preocupación alguna, su cuerpo deseaba marcarlo como único y verdaderamente suyo, al ver lagrimas salir por aquellos ojos color miel paro en seco, quedándose petrificado en su lugar.

 

Algo se rompió dentro del ilusionista, al ver lágrimas en los ojos del castaño que fueron por su culpa.

 

El dolor era insoportable, tener el miembro de Mukuro dentro de sí era provocador. Placer y dolor. Con solo el ilusionista podría sentir aquello, al tratar de acostumbrarse a la intromisión de su Guardián lo vio a los ojos, esos extraños ojos reflejaban miedo y terror. Se asustó al ver el estado de Mukuro, intento levantarse, atrapando el cuerpo de Mukuro entre sus brazos atrayéndolo así mismo, tratando de calmarlo dándole un cariñoso beso en los labios. Reacciono ante su castaño, este movió sus caderas dando a entender que podía proseguir.

 

Esta vez con más cuidado, las penetraciones eran lentas.

 

—Más… rápi… do —gimió el castaño.

 

Los deseos de Jefe son ordenes, el movimiento cambio, las estocadas de Mukuro eran cada vez más rápidas, la mano del ilusionista fue directo al miembro erecto de su castaño y comenzó a masturbarlo, dándole doble placer.

 

— ¡Ah! Mukuro… —gimió más fuerte de lo normal. Genial había encontrado su punto dulce.

 

Las penetraciones iban siempre al punto dulce de su amante haciéndolo gemir fuerte, le encantaba la voz de Tsuna en ese estado, gimoteando por él.

 

Las sensaciones bajaron por el vientre del Jefe, corriéndose entre ambos vientres aun con la respiración agitada por seguir recibiendo las estocadas de Mukuro. Al sentir como se estrechó aun mas Tsuna no aguanto más, se corrió dentro del castaño. Dando por terminado la sección de sexo. Tal vez a la próxima lo haría más interesante.

 

Esta era la mejor forma de entrar en calor en un día de lluvia para Mukuro, en especial si su ojimiel lo ayudaba en ello. Y vaya que lo ayudo…

 

 

 

—Tsunayoshi.kun —llamo la atención del castaño mientras lo miraba de manera lasciva.

— ¿Qué Mukuro? —se sonrojo.

— ¿Qué te parece una segunda ronda? —pregunto divertido.

 

Tal vez haría que lloviese más seguido.

Notas finales:

Los que ya lo hayan leído si quieren dejen reviews o no. Disfruten nuevamente de este intento fallido de 6927.

 

¡Nos leemos luego~!


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