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3 Deseos (SuChen - EXO) por LuceroHood

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Notas del capitulo:

Ultima vez que molesto por hoy, de acuerdo al apoyo que reciba el fic actualizare a diario, espero comenten.

A leer.

Capítulo 3


Pov. JoonMyun


El aula de dibujo está fría y tiene el suelo de piedra lleno de pedazos de papel y trocitos de bloques de parafina. Las paredes están bordeadas de quemadores y fregaderos porque hace mucho tiempo era el aula de hogar, antes de que el centro decidiera que era sexista enseñar a los alumnos a cocinar. Supongo que no importa. Sustituyeron aquella asignatura por dibujo y yo entre en ella, digamos que me ayudo aquello. Son las seis y media de la mañana del viernes, así que el instituto está casi en silencio absoluto, salvo por el suave zumbido de la enceradora del conserje mientras pule el suelo unos pasillos más allá. Un profesor grita a un compañero de trabajo detrás de mí. El hecho de estar preocupada porque un genio pueda aparecer en cualquier momento no va muy bien para los nervios. Tampoco había beneficiado en nada a mi sueño, puesto que ayer por la noche había dormido una hora como mucho.


«Para. Olvídate de él. Olvídate de los deseos y concéntrate en pintar.»


Saco varios caballetes y coloco en ellos los cuadros en los que estoy trabajando para la exposición de arte del colegio que tendrá lugar dentro de poco. El tema de este año son los paisajes y no puedo convencerme de que mis montañas no necesitan más árboles o... algo. Me echo hacia atrás y mis ojos se alejan hacia unos caballetes que están al otro lado de la clase, los cuadros de Wu YiFan.


Estoy asombrado, lo admito. He estado pintando pantanos, desiertos y montañas para la exposición. Están bien, pero no tienen nada especial. Los cuadros de Kris, en cambio, son muchísimo más creativos. Ha pintado dormitorios en las montañas, salones bajo el agua y televisores en las orillas nevadas de un lago. Me levanto y camino hacia ellos. Kris ha usado rojo, azul ultramar y naranja fosforescente. Yo he usado verde oliva y colores apagados porque pensaba que así mis pinturas tendrían un aspecto más natural. Cada vez que intento ser creativo y pintar con los colores de Kris, mis cuadros parecen baratos y horteras, como imitaciones de los originales de Kris.


No importa que Kris y yo siempre ganemos los mismos premios ni que estemos en las mismas clases de dibujo. Kris es un artista. Es como si él mismo fuera un cuadro, una obra importada de una sala de exposiciones.


Y pinta con naranja fosforescente, yo odio ese color.


Y sale con KyungSoo. Son como el rey y la reina de la Familia Real, suena gracioso pero es verdad, Kris siempre ha salido con chicos y chicas, eso lo hace mas popular, pues le interesa a chicos y chicas por igual, y Soo es otra de esas personas maravillosas que forma parte de todo, que flota con gracia entre los grupos de gente que lo adoran, luciendo tierno, estudioso y adorable.


—¿Otra vez? ¿En serio?


Casi muero del susto al oír la voz.


—No tengo un deseo —refunfuño y me vuelvo hacia el genio.


Se impulsa con los antebrazos, que se doblan como ámbar flexible, para subirse a la encimera y se encoge de hombros.


—En realidad tienes muchísimos, lo que pasa es que te niegas a cumplirlos.


—No voy a usar un deseo para una estupidez —digo entre dientes. La verdad es que no sé qué es peor, si tener el deseo de tener buen cuerpo, tener dinero y formar parte de algo o que un desconocido lo sepa—. ¿Vas a estar... bueno... vas a estar otra vez todo el día apareciendo y desapareciendo?


—Sólo vengo cuando tú quieres o cuando tienes un deseo.


—Entonces... ¿me lees la mente? —digo y subiendo una de mis cejas y sonriendo de lado.


El genio pone los ojos en blanco.


—No. Eres mi amo, así que estamos conectados hasta que pidas los deseos. Cada vez que quieras que esté contigo o que tengas un deseo, aquí estaré; ni siquiera tienes que llamarme en voz alta. Yo siento cuándo quieres que me presente. Es difícil de explicar, pero no leo la mente.


—Entendido —digo.


—Y si no quieres que esté aquí, sólo tienes que decirme que me marche. No puedo desobedecer ninguna orden directa tuya, amo.


Hay un toque de sarcasmo —¿o es arrepentimiento?— en su voz.


La palabra «amo» hace que me dé un escalofrío.


—No me llames así —digo en voz alta.


Es extraño oírle decir esa palabra, como si alguien dijera que soy «sexy» y viniendo de un chico es peor, me hace sentir un pervertido sádico.


El genio levanta una ceja.


—¿Y cómo se supone que debo llamarte?


—¿JoonMyun? ¿Suho?


—No tenemos que llamar a los amos por su nombre.


Le miro. -Yo no soy el amo de nadie.


El genio respira hondo y pone los ojos en blanco.


—Muy bien, te llamaré Suho —acepta—. Ya llevo aquí diecinueve horas, Suho. ¿Sabes? Lo del nombre infringe el primer protocolo y tendré problemas cuando vuelva.


—Gracias —digo sinceramente—. Y gracias por infringir... ¿el protocolo? —pregunto.


Pone una mueca, como si mi pregunta le hiciera daño.


—Existen tres protocolos principales para los genios que están en la Tierra: respetar al amo, ser visible sólo para el amo y volver a EXO Planet lo antes posible. Por lo que llamarte por tu nombre o apodo es una de las muchas maneras de romper la primera norma. Hay una lista exhaustiva para cada protocolo. Te daré una copia.


—Ah —digo sin estar segura de si está siendo sarcástico, pero lo que sí es cierto es que, haya protocolo o no, sigo sin dejarle que me llame «amo». Es espantoso, además me hace recordar a una ocasión en que Luhan y yo… no, deja de pensar en ello… —. ¿Qué pasa si te saltas el protocolo?


Suspira.


—Recibimos el castigo de los Ancianos. A veces nos encierran. ¿Conoces la historia del genio en la lámpara? No era más que un genio que encerraron en una lámpara en medio del desierto por saltarse el protocolo. Así que preferiría no infringir las reglas, gracias.


—Vaya. Entonces... ummm... es que... «amo»... —me esfuerzo por que me salgan las palabras y trato por encontrar un término medio para que el genio no quede atrapado en una lámpara ni que tenga que llamarme «amo».


Por fin el genio alza las manos.


—Da igual —dice, negando con la cabeza, irritado—. Ya me ocuparé de los Ancianos cuando vuelva. Si es que vuelvo.


Asiento, me aparto de los cuadros de Kris y voy hacia los míos, con la esperanza de que el genio desaparezca de nuevo si le ignoro.


Con delicadeza, paso un dedo por mi lienzo. Me encanta pintar, aunque sé que no soy precisamente un magnífico artista. Para el instituto puede que se me dé bien, pero no soy un profesional. Eso sí, cuando pinto, es como si mis emociones cayeran a través del pincel, brillaran, se atenuaran, las manipulara o se ocultaran. Todo lo de Luhan, lo de ser invisible, lo de querer formar parte de algo... Lo puedo decir en un lienzo de un modo que nunca podré expresar en voz alta. Cuando la gente me pregunta sobre mis cuadros, les contesto que tienen un significado abstracto, pero en realidad todos hablan sobre mí a gritos en acrílico.


El genio me está observando, noto sus ojos clavados en mí. Respiro hondo. Es como si estuviera viendo a través de mí. Cuando vuelvo a mirarle, tiene una curiosa expresión en su rostro.


—Perdona —dice en voz baja, tan rápido que parece que se ha olvidado de ser brusco conmigo. Nos sorprende a ambos y sus mejillas se han sonrosado ligeramente. El chico aparta la mirada por un momento y luego mira mi obra con una ceja levantada—. ¿Sabes? Podrías desear ser mejor pintor —dice firmemente, con los brazos cruzados.


Niego con la cabeza.


—No se trata de ser buen, se trata de... ponerle pasión.


Abre la boca como si fuera a decir algo, pero la vuelve a cerrar. Tengo la ligera sensación de que le he impresionado e intento no mostrar mi satisfacción.


Vuelvo a mi lienzo.


—Mira, cuando tenga un deseo, te...


—¿Con quién estás hablando? —me interrumpe una voz que no es la del genio.


Me doy la vuelta para ver a Luhan de pie en la puerta del aula de dibujo, con una expresión de confusión en su cara.


Momento Violento Número Uno del día.


—Yo...


Intento no mirar al genio, cuyos ojos están clavados en mí.


Me recuerdo a mí mismo que Luhan no puede verlo, nadie más puede verlo. No te pongas en ridículo y menos en el aula de dibujo.


—Con nadie. ¿Qué estás haciendo? —pregunto y señalo con la cabeza unos cables que lleva.


—Para la iluminación de la obra de teatro, ¿recuerdas?


—Ah, sí. ¿Qué tal va?


—Fatal. El consejo escolar dice que la protagonista no puede estar embarazada, todos se darían cuenta y no dejan que Sandy lleve pantalones de cuero. Además, en el nuevo y mejorado instituto donde estudiamos actualmente, no hay palabrotas, ni sexo, ni tampoco se fuma.


Se aparta de la puerta y deja los cables sobre una mesa.


—Parece un bodrio para todos los públicos.


Sonrío abiertamente. El genio se ríe de la broma detrás de mí, pero por supuesto Luhan no le oye.


—Más o menos. Qué puedo decir... El equipo de fútbol prácticamente está patrocinado por Budweiser, pero el grupo de teatro enseña a una adolescente embarazada y todo se va al traste. Seguro que en Nueva York no tienen estos problemas. Muchas gracias, Corea. —Luhan señala mis cuadros con la cabeza—. Parece que están terminados.


—Tal vez. Tengo una semana más para trabajar en ellos y aún no están... no sé... como a mí me gustaría. Creo que vendré este domingo y me pegaré toda la tarde con ellos.


Estoy a punto de continuar hablando, cuando se manifiesta el Momento Violento Número Dos al inundar una alegre risa el pasillo fuera del aula de dibujo. Luhan y el genio miran a ver de dónde procede, pero yo ya sé quién es.


Tenían que aparecer precisamente aquella mañana, cuando yo tenía un genio siguiéndome a todas partes.


Kris se acerca por el pasillo al aula de dibujo con unos pantalones justos negros y una chaqueta de cuero con unos lentes de sol. Delante de Kris, va KyungSoo bebiendo a sorbos un capuchino que ha comprado en la cafetería de la escuela. Kris lo detiene a mitad de pasillo y lo obliga a besarlo; no dura mucho, pero se aprietan el uno contra el otro y después se sonríen de un modo que me hace sentir extraño. Nunca me ha ido eso de besuquearme en público, mucho menos cuando estaba con Luhan, me apenaba que ambos fuéramos chicos pero ahora mismo daría lo que fuera por fundirme con alguien de esa forma, sobre todo teniendo a Luhan a menos de un metro de mí.


—Parece casi un genio —dice el genio con el entrecejo fruncido cuando Kris sonrie.


Se baja de un salto de la encimera y se queda de pie detrás de mí. Por supuesto que sí. Sólo Kris podría parecer criaturas sobrenatural.


KyungSoo me sonríe en cuanto entran en el aula de dibujo y yo hago un esfuerzo por devolverle la sonrisa a pesar del remolino de nervios que tengo en el estómago. Kris va hacia sus cuadros, mientras Soo se deja caer en una silla.


—Suho, si hubiera sabido que estabas aquí, te habría traído un café —dice con una sonrisa hermosa.


—¡Podrías haber deseado que te trajera un café! —añade el genio.


Intento sonreír a Soo y a la vez poner los ojos en blanco hacia el genio, aunque la cara resultante probablemente me haga parecer que he perdido la cabeza. Perfecto.


—¡Luhan! —Kris aparta la vista de mí. Son amigos, no como Luhan y yo, pero sí se llevan bien porque ambos son miembros de la realeza del instituto—. ¿Qué haces con esos cables? —pregunta Kris.


—Son para la iluminación de la obra de teatro. ¿KyungSoo no haces tú los decorados?


—Sí, eso intento, pero no he tenido mucho tiempo últimamente.


—¿Demasiadas fiestas? —pregunta Luhan con una sonrisa medio burlona.


Kris se ríe y Soo asiente con la cabeza. Trato de parecer muy ocupado ordenando los cuadros para no tener que hablar, ya que mi última fiesta fue una que tuve en mi cumpleaños con solo mi familia.


—Es encantador el pequeño, en serio. Deberías pedirlo como deseo, no te molesta ser novio de un hombre ¿o sí? —dice el genio con un tono de voz cansado.


Tengo dos opciones: ignorarlo o parecer un idiota delante de KyungSoo. Tengo que ignorar al genio.


—Tus cuadros son geniales, Suho —dice Kris y Do asiente desde el otro lado del aula—. Al final pensé en venir y retocar los míos.


—Gracias. A mí me encantan los tuyos —contesto mientras Kris se agacha para ordenar sus cuadros de color azul y rojo.


Los celos se apoderan de mí tanto por su talento, como por la vida que lleva.


—¿No te agrada? —El genio interrumpe mis pensamientos.


—Sí, me agrada. Es muy simpático —mascullo.


—Sí, pero esa es la razón por la que no te agrada. —Sonríe abiertamente y se acerca a mí—. ¿Sabes? Los dos chicos te conocen. No eres tan invisible como tú crees. Así que, ¿por qué no te deshaces de ese deseo en concreto y pides a cambio un buen capuchino por la mañana?


—Cállate —le ordeno entre dientes. Supongo que no puedo esperar que entienda que no se trata de que la gente me conozca, sino de que yo siento que no pertenezco a su grupo. Niego con la cabeza, lleno de frustración mientras me doy la vuelta—. Y te equivocas con Kris. Sí que me agrada —susurro por encima del hombro. No estoy seguro de si es o no mentira, al fin y al cabo Kris es agradable aunque a veces presumido. A todo el mundo le encanta Kris.


—¿Tal vez es por el chico bajito que le tienes odio?


«Respira. No dejes que atraiga tu atención.»


Espiro, me levanto y veo que Luhan me está observando.


Momento Violento Número Tres. Luhan alza una ceja y luego viene hacia mí.


—Estás en problemas —dice el genio con un ligero entusiasmo en su voz.


Me dan ganas de pegarle un puñetazo. Luhan me coge de la muñeca al pasar por mi lado y estira de mí para que le siga. Kris y Soo están demasiado ocupados, uno robando besos y el otro regañándolo como para saber lo que pasa. El genio se aparta de en medio cuando Luhan me arrastra hacia el armario del material.


—Me estás ocultando algo, JoonMyun —dice Luhan en voz baja. El olor a arcilla y pintura vieja llena mi garganta cuando inspiro.


—No te haces una idea —responde el genio mientras se apoya en el marco de la puerta.


Luhan por supuesto no le oye. Me encantaría decirle al genio que se pierda, pero si hablo con gente invisible, no creo que Luhan tenga menos sospechas.


—Sea lo que sea, Suho, puedes contármelo. No será peor que nada de lo que yo te he contado a ti. ¿Vas a tener secretos con tu mejor amigo?


Tengo que decírselo a Luhan, me está haciendo sentir culpable. Le lanzo al genio una mirada asesina bajo la tenue luz antes de hablar.


—Si tuvieras... digamos, hipotéticamente, tres deseos. ¿Qué pedirías? —le pregunto.


—¿Qué? —exclama Luhan.


Me desplomo en una escalera de tijera con un alto suspiro. Las palabras empiezan a salir de mi boca rápidamente. Comienzo por la clase de Shakespeare y sigo por ayer por la noche y esta mañana. Luhan escucha, inexpresivo, y el genio me lanza unas miradas dubitativas.


Cuando termino me siento idiota. Lo más seguro es que Luhan no piense que estoy tan loco como yo creo. Aunque no puedo culparle si lo hace.


Luhan se pega a mi.


—Como... un genio. ¿Has invocado a un genio por accidente?


—Exacto. Pero ahora Genio no me dejará en paz hasta que pida un deseo.


—Yo no me llamo Genio, ¿sabes? Eso es como si yo te llamara débil mortal humano —dice el genio.


En vez de contestar, le paso de largo y miro a KyungSoo a través de la puerta entreabierta para evitar mirar a Genio o a Luhan. Luhan lleva delicadamente sus dedos a mi mejilla y busca mi mirada. Se me tensa la mandíbula, como cada vez que Luhan me toca de esa forma. Me aparto de su mano.


—¿Y por qué no pides algunos deseos para que te deje en paz? —pregunta Luhan.


Sigue sin creerme, me habla como un adulto a un crío con imaginación.


—Vaya. Me agrada este chico —dice Genio, que se aparta de la puerta y se deja caer a mi izquierda, enfrente de Luhan —. Escúchalo, am...digo, Suho —se corrige a sí mismo. Suspiro y vuelvo a mirar a Luhan.


—¡No es tan fácil! —replico.


—Claro que sí. Desea que Kris te considere su mejor amigo o algo por el estilo o que KyungSoo se enamore de ti —dice Genio mientras observa a Kris con ojos escrutadores por la puerta del armario.


—Cállate —digo entre dientes.


—¡Yo no he dicho nada! —contesta Luhan.


Pongo los ojos en blanco.


—Ah, estabas hablando con Genio, ya veo —dice Luhan.


Me estoy desmoronando. Por su voz, diría que duda y me siento tan solo como cuando rompimos.


—¡Luhan! ¡Estoy hablando en serio! —grito.


Él me coge la mano, disculpándose.


—No, no, lo siento. Es que... bueno, ¿cómo puedes tener diecinueve años y no tener ni idea de qué desear? —dice Luhan y me pasa un pulgar por encima de mi mano.


—¡Exacto! —exclama Genio.


Le ignoro y estoy a punto de hablar cuando Luhan pega un brinco.


Retrocede varios pasos temblorosos y se queda mirando por encima de mi hombro, boquiabierto. Miro a Luhan durante un instante antes de darme cuenta de que tiene la vista clavada en Genio, que ahora se está poniendo de pie lentamente.


—Es... real —A Luhan se le traba la lengua.


Espiro y asiento. Por fin Luhan está igual de loco que yo. Luhan avanza medio paso y extiende una mano para darle un toquecito a Genio en el hombro. Cuando sus dedos entran en contacto con su piel, Luhan se sobresalta. Genio se encoge de hombros y vuelve a mirar con cara de enfado. He advertido que mira muchas veces así.


—Espera, ¿por qué puede verte ahora? —pregunto y me levanto de la escalera.


—Me puede ver todo el mundo si yo quiero, aunque se supone que no debo porque entonces rompería el segundo protocolo. Pero creo que si me muestro ante él, pedirás los deseos más rápido y así podré volver antes a EXO Planet, que es el tercer protocolo... aunque ahora no sé por qué, pero dudo que sirva de mucho.


Genio inclina la cabeza hacia Luhan, que vuelve a darle un toque en el hombro.


—Un genio. Tú... deseas... y... —murmura Luhan.


Asiento.


—No era esa mi intención. Por lo visto, si tienes un deseo muy fuerte, aparece.


—Bien. —Luhan traga saliva y le tiende la mano a Genio—. Pues encantado de conocerte, Genio. Genio le lanza una mirada de fracaso y le estrecha la mano.


—Vale. ¿Puedes hacer que pida un deseo? —pregunta Genio y me señala con la cabeza.


—Buena suerte —responde Luhan y sonríe con burla.


Pongo los ojos en blanco hacia ambos y salgo del armario del material. Me siguen justo cuando suena el timbre y Luhan continúa mirando a Genio, asombrado. Kris mete unos cuadros en un cajón, pero alza la vista cuando nos ve.


—Luhan, por cierto, mañana por la noche doy una fiesta —dice Kris desde el otro lado del aula.


—¿Qué se celebra? —pregunta Luhan con una voz forzada al intentar ignorar a Genio.


—Es... eeeh... sábado. —Sonríe Kris abiertamente—. Oye irás, ¿no?


—Sí, claro —contesta Luhan y KyungSoo se vuelve hacia mí.


—Suho, tú también —dice.


Yo también. Estoy invitado. Mi primer instinto es mascullar un «no», pues no formo parte de la Familia Real, y mis labios se separan para inventarme una excusa pobre como que tengo que visitar a mi abuela o algo parecido.


Pero entonces Genio se pone en mi línea de visión, con una ceja levantada y una expresión en el rostro de que algo le hace gracia y esa sonrisa felina que imagine en su rostro, esa sonrisa que me reta.


No soporto que ponga esa cara. Quiero demostrarle que no me hace falta pedir un deseo para formar parte de nada. Aquí estoy yo y me están invitando a una fiesta. Puedo tener amigos yo solo, sin el cuerpazo, el carro, sin un deseo. Sólo tengo que decir «sí».


Sólo debo tener agallas para ir.


—Sí —digo en voz baja y lo repito para mí mismo más alto—. Sí. Iré. Gracias por invitarme.


Toma eso, genio.

Notas finales:

Kris todo un artista XD increible, lo se jajajaja

si dejan sus comentarios nos leemos mañana, sino... pues ni hablar n.n

Cuidense

XOXO


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