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El fantasma de White City por Angeline Victoria Schmid

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Notas del capitulo:

Sé que he tardado mucho en subir el capítulo, pero espero que la espera haya valido la pena.

Al final, Kid había terminado por dormirse con el brazo sobre el cuerpo desnudo de Law. El moreno no podía dormir, pero no quería alejarse, le había dicho que no se iría. Miró hacia las cajas apiladas al fondo de la enfermería, esperando a que el menor decidiera usar su contenido. Acarició el brazo que tenía encima con suavidad, intentando despertarle para avisarle de que tenía que ausentarse un buen rato y que él podía distraerse con el metal que habían recogido.

Pero tan pronto como el pelirrojo se despertó, le besó los labios. El ojigrís sonrió contra ellos aceptando aquel beso gustosamente, sintiendo el miembro del menor endureciéndose contra su pierna. Tan necesitado de él como siempre. O incluso más, se habían echado mucho de menos, demasiado. Bueno, quizás podría dejar lo que tenía que hacer para más adelante... No, tenía que frenar a Kid y eso haría.

Colocó las manos sobre los hombros del pelirrojo y lo apartó un poco, haciendo que éste le mirara con expresión confusa, sin entender lo que estaba pasando por la mente del mayor en ese instante.

- Tengo que irme un rato - Aprovechó el momento para dejar un casto beso en sus labios -. Pero volveré enseguida, puedes distraerte con esas cajas del fondo, creo que te gustarán.

- No te vayas - Le cogió del brazo, intentando que no abandonara la camilla.

A los ojos de otra persona podría haber parecido una exigencia, porque el tono de voz era tan firme como siempre, pero sus ojos... ¿Desde cuándo era tan frágil? ¿Se lo había hecho él al amputarle el brazo? Seguramente sí, había sido un trauma demasiado fuerte.

- Volveré tan pronto como pueda, te lo prometo - Ese beso no tuvo nada de casto, demostrándole a Kid lo que realmente tenía ganas de hacerle en ese momento -. ¿Me esperarás?

El ambarino frunció los labios en una fina línea. La tenía como una piedra y no le gustaba esperar, y menos que lo dejaran a medias como era el caso. Aunque ni siquiera habían empezado. Pero el mayor se lo compensaría, seguro, por lo que terminó por asentir a regañadientes.

***

- Cora-san... - El moreno llamó a la puerta del camarote donde sabía de sobras que estaba el rubio. El gran silencio de la zona lo delataba.

Sin hacer ni un solo ruido, el enorme hombre se levantó de la silla y abrió la puerta. Esta chirrió, haciendo que arrugara la nariz. Debería haberla silenciado también.

- Buenos días... - Saludó con una sonrisa a aquel a quien quería como a un hijo -. ¿Cómo has estado?

Law se sonrojó. Sabía perfectamente por qué la habitación estaba tan silenciosa. La había aislado para evitar oírle con Kid la noche anterior, seguro.

- Bueno... - Se atrevió a sonreír un poco,  mirándole tímidamente a los ojos, avergonzado -. Kid y yo hemos vuelto.

- Pasa - Dijo separándose un poco de la puerta para que pudiera pasar -. ¿Crees que puede hacerte feliz?

El moreno asintió, aunque realmente no estaba seguro de ello. Le había dejado llamándole débil, ¿qué le hacía pensar que no volvería a hacerle daño?

- Ahora le entiendo un poco mejor - Respondió tomando asiento -. No... No creo que me hiciera daño expresamente, sólo...

- Ya eres un adulto, sabes que no es extraño que a veces nos hagan daño, ¿verdad? - El rubio puso una mano sobre su hombro, intentando confortarle de alguna forma.

- Sí - Asintió -. Es sólo que no entiende los sentimientos de todos. ¿Es eso normal?

El mayor se encogió de hombros, no tenía una respuesta correcta para esa pregunta.

- No todos somos iguales, Law - Dijo al final -. Somos iguales cuando nacemos y cuando morimos, sí, pero son nuestros actos, nuestro entorno y aquellos que nos rodean los que nos convierten en lo que somos durante nuestra vida y lo que nos diferencia de los demás.

- Cora-san, cuando... - Cerró los ojos con fuerza, no queriendo pensar en lo que le iba a preguntar -. Cuando Doflamingo falló ese tiro... Te dolió como si realmente te hubiera disparado al corazón, ¿verdad?

- Doffy... - Suspiró y sonrió con tristeza -. Nunca fue una persona demasiado afectiva. Quería y quiere a algunas personas, no es que no lo haga, pero... Bueno, ya sabes como es. Siempre hace lo que le conviene. Disparó a nuestro padre porque alguien se lo dijo y...

- ¿Porque alguien se lo dijo? - Lo cortó el moreno, incrédulo, incapaz de ver al mayor de los hermanos Donquixote como alguien manipulable.

- Sí, Doffy entonces era muy pequeño, y además se había criado en unas circunstancias distintas a las de la mayoría de personas. Mi hermano no es una buena persona, no lo estoy excusando, pero muchas veces actúa bajo presión. Cuando era niño quería impresionar a los demás, y ahora que es un adulto actúa para proteger a la Familia, y yo podría haberla destruido. Sí, me dolió en el alma, aunque es algo que ya esperaba.

- Pero te quedaste...

- Quería que fueras libre, y lo conseguí. Te quiero a ti, y quiero a mi hermano, y ahora estoy con vosotros.

- Tú no... - El ojigrís suspiró -. No eres capaz de guardarle rencor, ¿verdad?

El rubio negó con la cabeza, haciendo sin querer que Law diera la conversación por terminada, marchándose sin decir nada. Quizás él tampoco era capaz de guardarle rencor a su novio. Al menos eso era lo que había demostrando al volver con él. Le amaba demasiado como para que no estuvieran juntos, ambos se habían precipitado al dejarlo, aunque habían actuado siguiendo el dictamen de su corazón. Estúpido corazón... Cuántos problemas daba. Debería sacárselo y guardarlo en una caja, quizás así podría protegerlo.

Apoyó la frente en la puerta de la enfermería, incapaz de abrirla al principio, pero dándose cuenta al después de que estaba haciendo el ridículo. Miró en todas direcciones: nadie le había visto. Y entonces entró. Sin llamar, por supuesto.

***

La caricia metálica del brazo que se había hecho Kid le arañaba un poco la mejilla, pero no le disgustaba. Al contrario, era un dolor agradable. No era que le gustara el dolor, lo que le gustaba era ver esa sonrisa confiada de su pareja mientras le acariciaba, tomando lo que quería de él sin molestarse a pedirle permiso, pero respetando siempre lo que quería. Bastaba con que le dijera que no, el pelirrojo dejaría las manos quietas y se limitaría a abrazarlo con cariño. Quizás le besaría la nuca o el pelo, pero no buscaría ir más allá.

- Ven aquí... - Le pidió, pero en realidad ya se estaba aferrando a la ropa del pelirrojo para apretarle contra su cuerpo.

El ambarino besó sus labios con fiereza, cogiéndole una mano y apoyándolos a ambos contra la puerta y haciendo que una pierna le rodeara la cintura con el brazo metálico. Ninguno de los dos pudo evitar hacer que sus caderas se rozasen, terminando así de despertar sus miembros medio erectos.

- Vaya... - Dijo el pelirrojo entre beso y beso -. Creo que te alegras de verme...

- Pero tú... - Sonrió con sorna, acariciando su erección por encima de los pantalones -. También me has echado de menos...

- Vas demasiado vestido para mi gusto - Le susurró al oído mientras le bajaba la bragueta con impaciencia. Quería verle desnudo y lo quería ahora.

El mayor decidió mostrarse colaborativo y terminar de quitarse la ropa. Toda. Se agachó en el suelo y se tapó un poco, como si realmente le diera vergüenza que le mirara de esa forma. Mientrastanto, el ambarino también se desnudó. Sentía el brazo metálico algo torpe, pero ya se acostumbraría.

- Law - Le apartó el brazo con el que se tapaba -. No te hagas el tímido conmigo.

El moreno sonrió ladino. Ambos sabían de sobras lo mucho que le gustaba que Kid le mirara con esos ojos llenos de lujuria y hambriento de él.

- ¿Lo prefieres así? - Preguntó levantándose del suelo -. Sé de algo más que te gusta mirar.

Sin esperar la respuesta de su pareja, se acarició el pecho y empezó a tocarse a si mismo, arrancándose jadeos y algún que otro gemido. Mientras lo hacía, no dejaba de mirar a Kid, preguntándose cuanto tiempo sería capaz de aguantar sólo mirando. No mucho, esperaba, porque lo que le apetecía de verdad era estar entre sus brazos.

El menor no tardó en relamerse los labios y pellizcarle un pezón, y antes de que se diera cuenta lo tenía inmovilizado por las muñecas de cara a la pared. Era tan impaciente... Pero a Law le gustaba así, y no dudó en mover las caderas para intentar frotar sus nalgas contra la erección del ambarino. Y sonrió con una mueca burlona cuando con eso le arrancó un gemido.

- No te burles de mí - Se quejó dándole una palmada en el culo.

- Es culpa tuya... - Respondió el mayor riéndose ligeramente -. Métemela.

- Como desees... - Dijo besándole el cuello, acariciándole la entrada con un dedo.

- No me prepares - Le miró con lujuria -. Me apetece así...

Y lo penetró de una sola embestida. De vez en cuando le gustaba así, sintiendo su polla capaz de partirle en dos llenándolo por completo, haciéndoles gemir a ambos a la vez sin poder esperar más.

Aun estando de pie, se las apañaban para besarse mientras movían las caderas, rompiendo el silencio que inundaba la sala únicamente cuando sus bocas se separaban para liberar un gemido de puro placer. Al cabo de un rato, las manos de Kid soltaron las muñecas del ojigrís y se aferraron a sus caderas sin que el pelirrojo tuviera en cuenta que una de ellas ahora era de metal. Al moreno no pareció importarle, cada vez que abría los ojos entre beso y beso, se perdía en la preciosa y atrayente mirada ambarina que lo miraba con lujuria.

- Langh... - Le susurró al oído entre gemidos -. Voy a...

- Kid... - Consiguió responder sin gemir -. Los dos a la... Ngh... Por favor...

El ambarino apoyó la frente en el hombro tostado del moreno serrando los dientes para intentar aguantar un rato más, sólo el suficiente como para que el médico terminara por arrastrarle el orgasmo. Incluso se mordió las mejillas con fuerza para intentar retrasar el momento.

Pero el ritmo de las caderas del mayor no tardó en volverse errático y, en cuanto el pelirrojo sintió sus paredes estrechándolo, no pudo evitar correrse dentro de él.

Se dejaron caer de rodillas en el suelo, agotados, las manos del moreno aún apoyadas en la puerta y la frente apoyada en estas, ambos intentando recuperar el ritmo normal de su respiración.

El menor salió de su interior con cuidado, y después lo cogió en volandas para llevarlo hasta la camilla y abrazar su desnudez. Fue entonces cuando se dio cuenta de que una de sus muñecas estaba enrojecida y que había restos de sangre en uno de sus muslos. Allí donde su mano de metal le había tocado, y no era capaz de perdonarse por ello.

- No quería hacerte daño – Se disculpó enseguida.

- Mira lo que has hecho… - Respondió el moreno, sin darle importancia a lo que acababa de decirle el ambarino -. Tendrás que limpiar la puerta, Eustass-ya.

- Me da igual - ¿A quién le importaba la puta puerta? -. Te he hecho daño. Puedo quitármelo si lo prefieres…

- No pasa nada – Suspiró con tristeza -. Aprenderás a controlar el brazo, no te preocupes. Es mejor para ti que no te lo quites.

- ¡Pero…! – Replicó antes de darse cuenta de lo que acababa de responderle -. ¿Sabes? Dentro de un tiempo, uno de los dos habrá encontrado el One Piece y será el Rey de los Piratas… No me importaría morir así, como dos ancianitos abrazándose y amándose.

- No… No digas esas cosas… - No era muy dado a las palabras románticas, de modo que cada vez que Kid decía algo así, acababa sonrojado y sintiéndose avergonzado por no saber cómo responder. Trafalgar Law nunca había besado a ninguna pareja sexual que no fuera su pelirrojo, pero parecía que para él no era suficiente con esos actos de amor. No le bastante con que le abrazara y le besara con todo su cariño, que se entregara de esa forma en la que no se había entregado a nadie más. El ambarino necesitaba respuestas, y a él le era demasiado difícil dárselas. Pero al menos lo intentaba -. Yo también te amo… Y… Estaría muy bien morir así.

Cuando empezaron a tener frío, se vistieron y recogieron las pocas cosas que el pelirrojo tenía en la enfermería. No necesitaba pasar más tiempo allí, así que decidieron que podía dormir en el camarote del capitán.

***

La travesía había sido larga, pero al final, Buffalo y Baby 5 llegaron a Dressrosa. Al igual que en el viaje de ida, la chica había viajado sobre su amigo, pero esta vez, además, el chico tiraba de una cuerda atada a un bote con 10 niños a bordo, tal y como Doflamingo les había mandado que hicieran si no podían cumplir con lo que les pedía. El viaje, además, se les había hecho largo y costoso, pues llevarlos sanos y salvos no había sido fácil.

- No sé para que los quiere, son unos inútiles – Dijo Buffalo mientras avanzaban hacia la sala del trono.

- No lo sé, pero waka-sama necesitaba que los trajéramos y eso hemos hecho – Replicó la morena.

- Adelante – Respondió el Rey de Dressrosa desde el interior de la estancia, sin necesidad de que llamaran a la puerta. El lloriqueo de los niños había sido suficiente como para saber que estaban allí.

- Waka-sama, sentimos no haber podido cumplir la misión que nos encargó, pero hemos traído a los niños…

- No te preocupes – El rubio sonreía como siempre -. Ya esperaba algo así por parte de los Dragones Celestiales… Buffalo, lleva a los niños con Trébol, él sabrá que hacer. Baby 5, tú no te vayas todavía…

***

A la mañana siguiente, Doflamingo amaneció en la cama junto a Baby 5. Los despertaron los agudos gritos de Pica, pero el rey los ignoró para dedicarse a besar a la chica. Si mandaban a ese Oficial, significaba que no era importante.

- No sabes el tiempo que he estado esperando esto… - Dijo el mayor, pero la morena no le respondió, se limitó simplemente a sonreír -. Está bien, vamos a ver qué quería Pica.

- ¡Han vuelto! – Exclamó el hombre cuando los vio salir.

- Bien, espero que hayan encerrado a ese tío en las mazmorras. Cuando lo hayan hecho, que vengan a la sala de los tronos.

***

- ¡Cora-san! ¡Law! ¡Monet! – Les saludó el mayor de los rubios, encantado de volver a verles -. Muchos problemas, creo.

- Eustass-ya está en mi habitación, perdió un brazo – Prefería decirlo para ahorrarse preguntas cuando lo vieran -. Por lo demás, tenemos al prisionero. Vivo, tal y como pediste. Ahora me gustaría saber por qué.

- Un momento – Doflamingo se levantó y cerró la ventana. No era que no se fiera de la Familia, pero nunca estaba de más ser precavido -. Creo que ese hombre fue enviado por el Gobierno Mundial. Como todos sabéis, soy Shichibukai porque me conviene, por lo que voy a dejar de serlo cuando me harte de ellos o no les necesite – Empezó a moverse por la habitación -. Cora-san, espero que no me mires mal por lo que voy a decir… Envié a Buffalo y Baby 5 a Mariejois. Obviamente les fue muy difícil entrar, pero lo consiguieron. Por desgracia, no descubrieron mucho, por lo que nos hemos llevado a algunos niños como rehenes.

- ¿Dónde están? – Preguntó el menor de los hermanos inmediatamente -. Son niños, Doffy…

- Los tiene Trébol – Respondió con fingida inocencia, como si no supiera qué estaba pasando por la mente de esos niños -. Puede que les haga daño. O quizás se los de a Sugar.

- No sé si los Dragones Celestiales tienen algo que ver – Empezó a decir Law -. Pero ese tío se llama Ren y estamos emparentados.

Notas finales:

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