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MI MASCARA por kura

[Reviews - 146]   LISTA DE CAPITULOS
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Notas del capitulo:

Disclaimer: Todos los personajes de One Piece le pertenecen al mangaka Eichiro Oda.

 

Gracias a todos por sus review, sus comentarios son una inspiración para mí.

 

Para  leer el titulo recomendarles que las “x” no se pronuncian

Tú x Yo x Él

 

 

“Ofrecer amistad al que pide amor  es como dar pan al que muere de sed”

                                                                                                        Ovidio

 

 

Sobre las oscuras aguas del nuevo mundo,  se  podía apreciar un navío  muy particular,  este profanaba  y a la vez  dejaba su estela en ese mar infinito.  Se trataba de un barco con diseño llamativo, algo excéntrico para cualquier  persona que llegase a verlo, uno  diría, que era una imagen algo infantil, ridícula para muchos, una nave que no era motivo de preocupación;  pero  a lo alto del mástil principal se podía apreciar  el emblema de una de las bandas pirata más conocida en esos mares, tratándose nada menos que: “La tripulación de los Mugiwara

 

Habiendo partido de Punk Hazard, los Mugiwara viajaban con un nuevo destino en mente, “Dressrosa”. El clima ya no era invernal, cambiando violentamente a uno veraniego, siendo un cambio demasiado drástico  para ellos; pero estaban en el nuevo mundo y  sabían que cualquier fenómeno extraño  podía esperarse de este.

 

A pesar de todo,  se sentía la alegría en el ambiente y un aire de camaradería;  esto era debido al  ingreso temporal de nuevos miembros a la tripulación, aunque uno de ellos fuera un simple y perturbante rehén. Sin marinos alrededor y el clima estable, podían sentirse en paz  y relajarse, por el momento.

 

Cuando las manecillas del reloj iban a marcar la hora más  alta de la noche, en la cocina aún se podía apreciar la silueta de un hombre de cabellera amarilla, moviéndose de un lado a otro de forma exhaustiva para poder culminar con sus labores diarias.

 

Kuroashi no Sanji, el cocinero del navío, apretaba los dientes mientras recogía un montón de  platos sucios apilados unos sobre otros desde la mesa, trasladándolos  al lavado para el respectivo aseo. De reojo su iris azul inspeccionaba su alrededor, terminando por refunfuñar entre dientes varias groserías y palabras inentendibles, al percatarse que su trabajo no parecía tener fin.  Con más gente en el barco, su cocina había quedado por completo  destruida —por así decirlo—, Sanji esperaba que los modales de los invitados fueran diferentes a los de sus desorganizados amigos, daban esa impresión cuando los vio, pero,  al final terminaron por actuar como su hiperactivo capitán, la glotonería y el bullicio no hacen  buena combinación en la cocina; y  debido a aquello su  trabajo se hizo más exuberante y difícil.

 

Todas las noches un miembro de la tripulación tenía el deber de  ayudar al cocinero con la limpieza, así lo decreto la voz de mando de la bellísima navegante de la tripulación, y esa noche en particular, el que tenía que colaborar con él, era  nada menos que cierto espadachín de cabellera verde antinatural;  el cual hasta el momento  no se hacía presente para dicho trabajo y su ausencia fue tal, que  el cocinero rubio podía afirmar haber visto uno de esos arbustos rodantes que aparecían en esas proyecciones  cinematográficas de  “Den Den  Mushis” que trataban de regiones baldías del reino de Arabasta.

 

— ¡Maldito marimo! Esta si me la pagaras —protestaba el cocinero en voz alta, quien sin perder más tiempo se puso a recoger todo ese desorden tan rápido, que cualquiera que lo viera podría afirmar que el muchacho se había multiplicado por seis— ese espadachín de mierda, ni siquiera pronuncio palabra alguna durante toda la cena  y desapareció tan rápido que apenas me percate de su ausencia—Sanji  se detuvo un instante para meditar  sobre el actuar inexplicable  de su compañero—. Por otro lado, talvez  eso solo signifique una cosa —Sanji sonrió ampliamente, como su imaginación lo llevo a crear una situación extraña y perturbadora para la gente común. Presentando una repentina felicidad, comenzó a  frotar y secar con suma energía y a una velocidad impresionante, todos  aquellos platos, vasos y demás utensilios de cocina. Con movimientos sónicos, el tiempo no era nada para Kuroashi no Sanji.

 

  

 Después de haber finalizado su trabajo, se dirigió firme a la pileta y enjuago sus manos, tomando luego una  toalla  limpia para  secarlas con cuidado. El rubio continuaba con una sonrisa en el rostro —aunque esta fue mutando a medida que corría el tiempo— y su mirada era tan brillosa y lasciva que podría ser motivo de envidia  para el mayor pervertido de todos los mares.

 

—Con que esta noche quieres un poco del cocinero del amor, marimillo mío — decía Sanji el rey pervertido, que de un momento a otro, se puso a girar de puntilla  en una sola pierna, cambiando ese rostro envilecido a un rostro de chiquilla  enamorada que piensa  en su ser amado— Pues hoy me cobrare todo el trabajo extra que me causaste al no presentarte, maldito.  Hoy será el día,  si, el día que espere por  tantas noches en  estos últimos meses.

 

 Hoy me toca cogerte marimo y no  aceptare un “no” por respuesta.

 

 Se arregló un poco aquel chaleco a rallas que llevaba, reviso su pantalón negro observando que no presentara arruga alguna, sus zapatos estaban algo empolvados, pero los pulió en un instante. Cuando no noto imperfecciones en su porte de galán seductor, salió de  la cocina cargando una botella de su más fino vino y dos copas de cristal. Bajo por las escaleras y se dirigió a paso alegre hasta la bodega, lugar donde se reunió  con el espadachín durante los dos últimos meses de viaje.

 

Primero ingreso la cabeza lentamente, y al percatarse que Zoro se encontraba en el interior, sentado sobre algunos costales llevando  los brazos cruzados sobre su pecho, la cara  del cocinero se iluminó al instante.  Decidido, entro con calma y cerró la puerta detrás de él, colocando el seguro para guardar su privacidad.

 

—Bueno cabeza de alga, eres muy escurridizo,  pero ni creas que hoy  te la dejare fácil, tengo que castigarte por dejarme con todo el trabajo allá arriba, así  que esta noche  tendré que mostrarte lo “profundo e intenso”  que puedo llegar a ser —comento Sanji entre  risillas burlonas por el ingenioso chascarrillo repentino. Esperando como reaccionaria su compañero ante sus palabras, , este  dejaba el vino y las copas sobre la superficie plana de un barril vacío. Se sentía de buen humor, porque esperaba una sesión de sexo salvaje con su compañero, en compensación del poco interés que mostraba hacia él últimamente, recordando el  incidente cuando estuvo en el cuerpo de Nami su compañera y el mal rato que paso cuando encontró a la comandante Tashigi entre sus brazos.

 

Pero el silencio continuaba, y las palabras esperadas no llegaban.

 

Sanji  al percatarse de que  Zoro no hizo ningún comentario, ni siquiera uno ofensivo —y este no tendría la intención de hacerlo—,  dirigió su mirada para encontrarse con la mirada del espadachín, quedando congelado en el instante mismo en que la hayo. 

 

Borrando la sonrisa que tenía en su ahora pálido rostro, trago audiblemente;   ya,  que estando frente a frente con ese hombre, pudo ver con claridad, un rostro tieso e inexpresivo, y una mirada tan vacía que asustaría a la misma muerte si se encontrara con ella. Para Sanji esa mirada era aterradora, solo la había visto dos  veces en dos personas en toda su vida. Cuando su madre veía a su padre y cuando su padre lo vio a él, el día que murió. Aquellos ojos no mostraban sentimientos ni transmitían emociones, esa mirada no decía nada.

 

Nada.

 

 

Tras recibir la oleada de una brisa helada atravesándolo y recorriéndolo por completo,  de inmediato, un rincón de su psique comenzó a atar los cabos sueltos de la cadena de los sucesos recientes,  y analizo más minuciosamente la actitud  del espadachín, concluyendo que, esa noche el chico de cabello verde  le diría aquellos que  él ya sabía, solo que creyó y espero no oírla tan pronto.

 

Desvió  su cabeza a un extremo, al mismo tiempo saco un cigarrillo del bolsillo de su chaleco.  Al lograr  encenderlo le dio una profunda calada, esperando  que la nicotina penetre en su sistema y logre relajarlo y a la vez templar su cuerpo  de  la helada invisible que lo cubrió.

 

Expulsando el humo, Sanji hablo nuevamente.

 

— Bueno marimo, todo parece indicar que no estás de humor para esto y a decir verdad,  yo tampoco.   Me siento algo cansado, el día fue largo,  así que mejor  me retirare —mintió. La verdad es que no quería oír la mierda  que el espadachín llegara a decirle, ya que no sabría  cómo actuar si su presentimiento se hacía  realidad, así que a una rauda velocidad se dirigió a la puerta y cuando estuvo a punto de abrirla, La voz fuerte de su amigo lo detuvo.

 

—Esto se acabó —Zoro por fin había hablado— Cocinero, esto se acabó, ya no nos encontraremos más en este lugar ni en ningún otro, tengo que priorizar mi objetivo inicial y estar contigo solo  dificultara   mis planes —declaro el espadachín de cabello verde con solidez, sin esforzarse en lo mínimo para oírse un poco gentil.

 

Sanji se reprendió internamente por no haber sido mas veloz. Solo fueron unas cuantas palabras, pero las suficientes  como para pisar su orgullo y quebrar  su corazón.

 

— ¿Acabar? ¿Qué tratas de decir, marimo? —Sanji dio vuelta  con lentitud, mostrando su frente fruncida y su mirada filosa.

 

—Lo que oíste —respondió Zoro— y estoy más que seguro de que me entendiste. Desde el principio te dije que estos encuentros no debían significar nada para ti, ni para  mí.  Entre tú y yo no hay más que un… “desahogo” mutuo,  espero  no se te haya olvidado el trato que hicimos —el espadachín decía todo aquello sin perder de vista las expresiones que podría mostrar el cocinero ante sus palabras.

 

—Tsk — Sanji bufo a un lado e introdujo sus manos en los bolsillos holgados de su pantalón de casimir, como si lo que Zoro le decía le importara una mierda. Al fin y al cabo él lo sabía,  sabía que esto era un juego para Zoro, pero para él… para él era una oportunidad, la única tal vez  para tratar de conquistarlo y significar algo más en la vida del despistado espadachín.

  

— ¿Por qué decidiste eso de repente?  Acaso ¿cambio algo? —Sanji retiro el cigarrillo de sus labios, sosteniéndolo entre sus dedos—O me dirás que te acobardaste por  el comentario que  dije, eso de ser el activo por hoy,  pues siendo así,  no puedo creer que  al gran cazador de piratas le de miedo un poco de dolor en el culo —replico Sanji con tono engreído, ocultando  por completo  la ira que sentía en aquel momento— pero, si eso es lo que quieres, me quitas un peso de encima, yo también  estaba aburrido de esto, se estaba convirtiendo en  algo  tedioso,  además…

 

— Eso no te lo crees ni tú, cocinero — el espadachín  se levantó con brusquedad y se acercó a Sanji a pasos lentos. Estando frente a frente, inéditamente Zoro acaricio la mejilla del cocinero con suavidad, recorriendo la piel de su rostro bajando hasta llegar a su cuello, en donde lo sujeto de la camisa con fuerza, acercándolo hacia él para confrontarlo— Eso no te lo crees ni tú… —advirtió el espadachín con una intensidad terrorífica. Sanji por un segundo  sintió  indefenso, nervioso y acorralado.

 

— ¡Sera mejor que no me provoques, marimo de mierda! —Amenazo Sanji sujetando de igual manera al espadachín desde sus ropajes—  ¿Por qué  te crees tan importante?  Crees que esto  significo algo  para mí, ¡yo también iba a acabar con este estúpido juego! —exclamaba el rubio sin poder evitar que su cuerpo tiemble por la frustración. 

 

—Eso no es verdad — las manos de Zoro aplicaron más fuerza en el agarre—  logre  verlo en tus ojos, incluso ahora; noto como me miras, como actúas cuando estás conmigo, tu cuerpo y tus palabras dirán una cosa pero…  tus ojos no pueden mentir, esto se volvió más que un juego para ti, y esa es una de las razones  ¡para que quiera acabar con esto! —el rubio fue lanzado cual muñeco de trapo lejos del espadachín.

 

 

Zoro lo había descubierto, sus sentimientos, su corazón. ¡El espadachín se dio cuenta!  Y pese a ello ¿él quiere  acabar con su relación?

 

Mierda

 

Sanji quedo desconcertado, no sabía si caer en el abismo de la confusión o  aferrarse a las espinas del rencor. 

 

 

Maldito hijo de puta

 

Ahora ¿Qué se supone debía hacer? No podía admitir así de simple las palabras de Zoro, ya que el espadachín  no lo ama, admitir su amor hacia él, sería como  la peor humillación que podría sufrir y no le daría la satisfacción de saber que,  el corazón del mayor mujeriego de la historia haya caído a los pies de un neandertal como Roronoa Zoro; el que da amor siempre es el perdedor. Tenía que negarlo, si,  ¡negarlo!  Con firmeza y rotundidad.

 

— ¡Ya cállate maldito bastardo! No hables como si me conocieras, te tienes tanta estima ¡imbécil! ¿Yo enamorado de ti? Escúchate, suenas ridículo de seguro  te diste cuenta  de que  ya no me satisfacías y sabias que te lo iba a echar en cara uno de estos días ¡no es así! — Palabras llenas de odio, eso era lo que  debía expulsar  el cocinero para no sentirse tan miserable y  con eso evitar la completa humillación de tener un amor no correspondido — ¡Eso me paso por estar haciéndote favores! — eso último Sanji lo escupió cual veneno, llegando a alterar al chico de cabello verde.

 

— ¡¿Favores a mí?!   Tú solo fuiste alguien más del montón,  yo ya había hecho esto con varias personas antes que tú. El favor del que hablas te lo hice yo. Lanzándote a todas las faldas y que ninguna te tomé ni de broma, esa actitud tuya solo da vergüenza y lastima.

 

¿Lastima?

 

Sanji tenía los ojos abiertos de par en par y de igual manera la boca. Era una guerra verbal y él la estaba perdiendo.

 

— ¿Me escogiste para este juego, solo porque te di lastima? —más indignado no podía estar, y el silencio que guardo el espadachín ante su pregunta, solo avivaron su ira,  perdiendo su autocontrol. Con un brazo sujeto la botella de vino fino y añejo, lanzándola en contra del espadachín, mismo quien la esquivo sin esfuerzo — ¡Respóndeme estúpido  marimo! —Grito, pero solo silencio fue lo que encontró—  ¡Qué hables, maldito idiota!

 

— ¡¿Qué quieres que te diga?! Que sí, me diste lastima, que  no te amo, que ni siquiera te considero un gran amigo, que el  único que  llega a ocupar un lugar en mi corazón junto con mis sueños y metas es…

 

—No—  balbuceo el cocinero encontrando una respuesta que no  deseaba oír.

 

 

—  ¡Luffy! Solo el,  porque  hagas lo que hagas, digas lo que digas, nunca te parecerás a él, nunca podre sentir por ti, lo que Luffy crea en mí.

 

El silencio de un mundo destruido era triste, y la oscuridad a pesar de la luz, era abrumadora; desde ese momento la soledad tenia nombre, y  su nombre se convirtió en sinónimo de soledad.

 

 Después de las duras palabras del espadachín el mutismo reino en la habitación, Sanji se quedó sin habla, sintió como el universo se quebraba a su alrededor,  el frio y dolor se apoderaron de  él, atravesando cada célula de su cuerpo, como si hubiera caído  y se estuviera sumergiendo en las aguas  heladas del lugar más frígido de North Blue.

 

Sanji simplemente se quedó callado y las fuerzas de su cuerpo poco a poco se fueron esfumando. Él sabía que era a Luffy a quien en realidad amaba el espadachín, siempre lo supo; no creía que tener algo de esperanza sea malo, y como siempre al parecer estaba equivocado.  Sin embargo ¿era necesario compararlos?  Luffy es Luffy y él, ¿Quién es  él? 

 

Dicho todo eso, Zoro cayó en cuenta de  que  la ira lo poseyó, llegando a expresar palabras  crueles, nada propias de él. Sanji era su amigo,  pero ya no podía mantener por más tiempo esta farsa, ese juego.  podría perder el amor verdadero por actuar como un adolecente calenturiento y aunque posiblemente la relación de confianza que tenía con Sanji nunca regresaría a ser la que era; debía poner un límite, un alto, antes de que sea muy tarde para siquiera intentar ir atrás. Tomo aire para relajarse, y llevándose una mano en la nuca comenzó a frotarse la cabellera mientras hablaba.

 

—Escúchame cocinero, perdón, no quise decir eso, mira somos Nakamas, no dejemos que “esto” arruine la amistad que tenemos, por eso y por los demás, te pido que  dejemos este asunto zanjado, hasta aquí ¿de acuerdo?

 

 Sanji elevo la cabeza  cuando un pensamiento floto en su mente ahogada; realmente Zoro era tan ingenuo al pensar que con una disculpa bastaría  para borrar todo lo mencionado,  las palabras duelen, haberlas dicho significaba que eso es lo que pensaba de él en ese momento y eso era algo muy agobiante y desolador.

 

—Nakamas —susurro Sanji.

 

Zoro observando a su  compañero evidentemente afectado, se mordió la lengua por su impertinencia —Cocinero…  ¡mierda!, olvida todo lo que dije, realmente lo siento, discúlpame dejemos esto en el olvido —Zoro recogió las tres katanas que había dejado en el suelo el momento que se internó en la bodega— además, no tengo tiempo que perder aquí, “él” debe estar con Luffy en estos momentos —Sanji sentía un nudo en la garganta y sus ojos estaban al borde de la traición.  La sensación inequívoca de la perdición  y la extinción de la conciencia, golpeaba en todo su ser, pero  para su fortunio algo  de lo expuesto por su compañero le había llamado la atención y antes de que la desesperación se apoderase de él, decidió concentrarse en ese dato.

 

 — ¿Él?  ¿A quién te refieres? —Pregunto Sanji en tono casi inaudible, intentando seguir cada uno de los movimientos de Zoro por el rabillo de su ojo.

 

Zoro mostrando completa apatía, camino hacia la puerta de la bodega, lo suficiente para  cruzar al cocinero y estar a espaldas de él.

 

—El verdadero causante para que acabara con esto y me concentrara en demostrar mis sentimientos a Luffy —respondió Zoro con la ira plasmada  en el semblante,  la cual el rubio no pudo ver por su posición actual— Estoy casi seguro que quiere algo de él,  cada vez que lo veo, está muy cerca suyo y si me descuido siquiera un poco,  puedo llegar a perderlo —Sanji comprendiendo e imaginando de quien se trataba, hablo.

 

—Acaso te refieres a…

 

—Sí —interrumpió el espadachín —, ese maldito bastardo que no sé cómo se ganó la confianza de mi capitán,  ese shichibukai al cual despedazare si  pone una sola  de sus manos encima de él,  ese idiota de:

 

 

Trafalgar Law

 

 

 

 

Notas finales:

 

 

Esperando que haya sido de su agrado, nos vemos en el siguiente capitulo

 

XD

 

La actualización se realizara cada domingo, si tiene algún comentario o idea será bien recibida

 

“Esta historia  apenas comienza”


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