Relata Suho
Esa noche fui yo quien apagó las luces de la sala; esa noche escuche leves sollozos a escasos centímetros de mí. No era Tao, imposible, él tenía su mano en el interior de mi pantalón y su boca en el hueco de mi cuello. En aquel momento no importaba cuánto placer estaba sintiendo; mire de reojo el cuerpo encorvado de Yixing, que abrazaba fuertemente el peluche que Kris le había dejado. Que incomodo momento debía estar viviendo; cada uno de nosotros abrazado a su pareja sin vergüenza alguna, frente al pobre chico que había sido abandonado.
Éramos egoístas en sí. Así que aparte velozmente el cuerpo de Tao, gruño con cierto disgusto pero hice un gesto con mi cabeza para que observara a Yixing y no tardó mucho tiempo en levantarlo y llevarlo a su habitación. Apague las luces y desaparecí con ellos, supuse q los chicos estarían confusos por la situación imprevista pero no espere a darles explicaciones y ellos tampoco hicieron ningún comentario sobre el tema a la mañana siguiente.
Está demás decir que esa noche Yixing durmió en brazos de Tao y mío. Era desesperante toda esa situación; recuerdo tener que acudir a los miembros de Super Junior por consejos. Me sentía tan miserable, ¿lo estaba haciendo bien como líder? Los chicos lo afirmaban con gestos cariñosos y optimistas pero yo no me sentía de ese modo, era como un fracaso, algo que se escapó de mis manos y nos causó dolor a todos. Pero siempre estaban los mayores, aquellos que habían vivido una experiencia similar, para hablar conmigo y hacerme sentir mejor, también estaba Tao.
El reflejo de mi cuerpo desnudo es nada más que pequeños indicios de un arduo trabajo en el gimnasio y baile, nada por lo que sentirse orgulloso. Aún me falta demasiado para llegar a tener un cuerpo lo suficientemente trabajado como el de Siwon hyung. Sin embargo, es algo que no parece disgustarle a Tao, sus ojos felinos y deseosos están literalmente violándome a través del espejo.
Su cuerpo a gatas se desliza por las sedosas sábanas blancas de nuestra cama, el torso desnudo y su cabello alborotado, son nada más que una escena hermosa que hace reaccionar a mi cuerpo ferozmente. Giro frente al espejo y camino con sutileza hasta la frontera de la cama donde esas grandes y morenas manos sujetan mis nalgas y las estrujan provocando que un leve gemido se escape de mis labios sin premeditación.
La juguetona lengua de Tao sube por mi torso, deslizándose en forma de zigzag hasta llegar a mis pezones y detenerse, específicamente, en el izquierdo, lamiendo, mordiendo. Revuelvo sus cabellos y rasguño su espalda. ¿Cuándo fue la última vez que nos tocamos con locura? Taiwán no fue una de esas veces, sólo dormimos juntos susurrando repetidas veces te amo en el oído del uno y del otro. Consecutivamente, los horarios se hicieron, en cierta forma, mucho más apretados y una cosa llevó a la otra. No estábamos de ánimo para amarnos durante la noche; quizá placer matutino en la ducha, con su boca o la mía era suficiente; quizá, usábamos en distintas oportunidades el baño de la empresa o los camerinos. Pero nada que nos llevaba a sentirnos uno por completo.
Tao pellizca el pezón olvidado y sube su boca hasta mi cuello donde chupa desesperadamente hasta que mi piel duele y, un gemido placentero y doloroso sale instantáneamente de mis labios, mismos que son atrapados por su boca.
Tao se deja caer sobre la cama, conmigo, sobre su cuerpo y mis piernas a los costados de sus caderas. Sus manos viajan desde mis muslos hasta mis nalgas y luego espalda; sin embargo, opta por detenerse, definitivamente, en mis nalgas, apretando y separando. Beso su cuello y bajo por el mismo hasta su hombro donde mis dientes se clavan suave y seductoramente. Tao suspira y lleva su cabeza hacia atrás, un poco jadeante balbucea algo y me detengo en su pezón derecho.
Su mano toma mis cabellos con brusquedad y tira mi cabeza hacia atrás, recarga su peso sobre el codo de su brazo libre, su boca entre abierta se restriega por mi mejilla hasta el lóbulo de mi oreja y susurra, con voz gruesa y sensual "Hazme tuyo está noche"
– ¿Qué? –Impactado, con el corazón a mil y los ojos abiertos como platos, me distanció y lo miro– ¿Q-qué dices?
– Hazme tuyo Suho, sólo está noche y las que te lo permita. Tómame.
– Pero...
– Dijiste que siempre te imaginaste activo en una relación con Yixing y yo me imaginaba de otro modo con Kris. Experimentemos esto juntos. Ámame.
– ¿Estás seguro de esto? Yo no sé cómo hacerlo.
– Te explicaré cada paso.
Roba mis labios luego de esas palabras. Es extraña esta situación. Aun así, permito que me baje de su cuerpo y, busque el lubricante y preservativo. Mientras, mi cabeza martilla una y otra vez cuando dije aquellas cosas. Inesperadamente, el recuerdo llega demasiado pronto. Esa noche tomé demasiado. Festejamos la primera presentación en vivo de nuestro comeback, en el mismo bar de siempre, al que usualmente nos escapamos para relajarnos. Era más de media noche cuando regresamos y la conversación se puso turbia en nuestra habitación, ambos hicimos confesiones y esa fue una de ellas.
Tao toma mis manos entre las suyas y pregunta si estoy listo, regresándome a la realidad. Asiento, torpemente, quizá con un poco de duda; sin embargo, Tao está decidido y se ubica en medio de la cama, bocabajo. Levanta su dedo índice y dice:
– Primero, ponte el preservativo. –Un segundo dedo al aire y añade–: Segundo, debes untar muy bien tus dedos para no lastimarme. Recuerda que es mi primera vez. –Un tercer dedo se eleva–: Tercero, introduce el primer dedo lenta y cuidadosamente para no desgarra las paredes de mi entrada.
Una risilla pícara se escapa de sus labios y antes de que pueda seguir diciendo cada pasó, introduzco el primer dedo. Suave, lenta y tranquilamente; el cuerpo de Tao se tensa y hago lo que alguna vez hizo él conmigo. Besar su espalda repetidas veces y susurrar "Relájate" en su oído. Gruñe afirmativamente. Continuo moviendo mi dedo, una y otra vez; quizá lo invisto un par de veces.
Seguidamente, introduzco un segundo dedo, Tao me explica que debo abrirlos en forma de tijeras. Mi cuerpo está comenzando a desesperarse. El deseo de penetrarlo intenta controlarme, que se corra exclusivamente para mí es una imagen que me hace perder los estribos y sin pensarlo, dejándome llevar por la emoción, introduzco el tercer dedo y lo muevo escasos segundos. Tao Gruñe y me ordena sacar los dedos especificando "entra maldita sea".
La punta de mi pene en su entrada. ¡Joder! Sentir el calor de su cuerpo y deseo me está haciendo perder la poca cordura que aún me queda. Tao eleva sus caderas y se empuja poco a poco, mientras yo, lo penetro.
– Eres tan estrecho, tanto, tanto –Jadeo en su oído y Tao gira su cabeza para besarme.
Progresivamente, salgo y entro con cautela para evitar lastimarlo, pero el deseo aumenta y yo sólo quiero profundizar. Enceguecido y extasiado. Ahora sí, con nada de cordura en mi raciocinio salgo y entro con fuerza hasta el fondo apretando mis dedos en sus caderas. Tao grita y estruja las sabanas bajo sus puños, una maldición se escapa de su boca, en chino, y el temor me invade.
– Lo siento –digo deteniéndome.
– ¡No te detengas! Continua. ¡Hazlo de nuevo!
Obedientemente, con una sonrisa, el acto sexual continua con salvajismo y pasión; piel contra piel. Pequeños besos, gruñidos y gemidos. La habitación está caliente, nuestros cuerpos perlados de sudor, cabellos húmedos. Y el momento que tanto anhelaba llega, Tao se corre para mí sobre las sábanas blancas gritando mi nombre. Agrega algo en chino que no logro comprender, estoy por preguntarle qué significa, pero sus paredes se aprietan en mi hombría y me corro.
A pesar del cansancio, ambos continuamos moviendo nuestras caderas para alargar el orgasmo. Finalmente, agotados, uno al lado del otro, con respiraciones pesadas nos miramos con ojos brillosos.
– ¿Qué fue lo que dijiste? –Pregunto sin apartar la mirada de sus ojos.
– No me dejes nunca.
Fin del relato de Suho.
¿Quién era la persona que se peinaba el cabello esa mañana frente al espejo de la sala? Chanyeol tenía el ceño fruncido, mientras peina una y otra vez el flequillo de su frente perfectamente alisado. Le pregunte un par de veces por su estado y respondió “Estoy bien”. Mentira, lo conocía, Chanyeol no estaba bien. Pero hacer algún comentario probablemente lo sacaría de sus casillas y un Chanyeol enojado no es muy bonito que se diga. Sehun tomo mi mano y me arrastro consigo al interior de la cocina.
– Sopa de habas, sopa de habas, sopa de habas –repetía–, odio la sopa de habas de Chen hyung.
– Pues no comas –dijo Chen junto a la ventana de la cocina con los brazos cargados de ropa limpia–. Me he levantado temprano para prepararla con el corazón y es así como me tratan. No, no, no –fingió llorar–. Es demasiado para mí.
– No finjas, no finjas. Eso no funciona conmigo –Sehun se cruzó de brazos y le mostro su lengua.
– También hay arroz en la arrocera –agrego D.O repentinamente obligándonos a mirarle bajo el marco de la puerta–, ensalada de salmón y pulpo en salsa.
Sehun dejo a un lado sus reproches y ayudo a servir el desayuno. Reunidos en la mesa, con sonrisas y bromas, Baekhyun se levantó de improvisto y dio marcha al exterior del apartamento. Chanyeol lo siguió.
El desayuno acabo, recogí los platos y mientras caminaba con ellos al interior de la cocina. Mi mundo dio un vuelco, mi cabeza dolió, la vista se me nublo y lo último que recuerdo fue el sonido de platos quebrarse sobre el suelo.
Relata Baekhyun
Estar lleno de un sin fin de emociones y sentimientos, despertar en brazos de esa persona que amas, es sencillamente perfecto. Entonces, ¿por qué soñar con serpientes en las últimas noches se había vuelto una pesadilla habitual? Era difícil de comprender. Había un bosque oscuro lleno de hojas secas y arboles sombríos, un lago a la distancia y rocas con formas extrañas. Chanyeol estaba parado en la entrada del bosque con una sonrisa brillante; no era muy largo el trayecto pero por más que diera pasos para alcanzarlo estaba en el mismo lugar.
Chanyeol agitaba su mano, yo corría pero el camino comenzaba a angostarse y pequeñas serpientes salían de entre las hojas, luego medianas y más tarde había grandes. Serpientes, serpientes, serpientes. Era necesario dejar de pensar en ello. Pero cada pensamiento me llevaba a hacerlo, las noches eran una tortura. Despertar agitado, con la frente y manos sudadas, el corazón agitado y una angustia profunda; era sencillamente agobiante. Chanyeol me abrazaba y me traía consigo de regreso a la cama, envolviendo sus lánguidos brazos y grandes manos en mi cuerpo.
Pensar que eso sería suficiente era una mentira vil, al principio podía controlar las pesadillas pero consecutivamente, estas incluso se apoderaban de mí. Chanyeol opto por cantarme todas las noches, solo de ese modo logre conseguir un sueño más tranquilo; todas las cosas estaban volviendo a su lugar y había tranquilidad. Sin embargo, hubo una gran sacudida y los frascos se quebraron esa mañana.
Taeyeon no tenía motivos para volver a llamarme, yo había vuelto a mis sentidos, mi corazón estaba compuesto ahora. Es cierto que en distintas oportunidades me apoye en ella luego de la partida de Kris, Chanyeol no había puesto resistencia. Estaba confiando en mi nuevamente y lo agradecía; tampoco le di motivos para que llegara a pensar que existía algo, porque en realidad nada existía nada. Solo una amistad. Era extraña esa situación.
Había engañado al hombre de mi vida con ella y ahora éramos amigos después de habernos odiado; las personas maduran y muchas cosas se superan, supongo. Pensar en aquello también era una estupidez rotunda y me repetía “es mejor no pensar en el pasado Baekhyun. Es pasado”. Entonces, ¿por qué estoy aquí hoy?, recibir esa llamada no estaba en mis planes. “¿Qué demonios paso?”. Chanyeol fue quien observo el remitente y dejo el teléfono sonar, yo estaba a su lado.
– ¿Por qué está llamando de nuevo? –Pregunto sin apartar la vista de la pantalla–. Solo era una situación temporal, no esperaba que fuera permanente.
– Channie está bien, somos amigos.
– No es que desconfíe de ti. Desconfió de ella. Lo está haciendo de nuevo. Quizá no debimos dejarla ser parte de nuestra vida otra vez.
– Estas dramatizando todo, no es así.
Chanyeol dejo el teléfono sobre la cómoda y abrazo susurrando “no lo hagas de nuevo, no voy a soportarlo. No voy a perdonarte”. Mi corazón se detuvo en ese momento, un par de lágrimas se escaparon y mi abrazo hacia él se hizo más fuerte. El teléfono repico un par de veces más, pero eso no nos inmuto a ninguno de los dos. Finalmente se detuvo y sonó breve y secamente. El aviso de un mensaje estaba reflejado en la pantalla y una vez más, fue Chanyeol quien tomo el teléfono y leyó:
– Tenemos que vernos, ahora. Adjunto la dirección del café. Ven pronto.
Chanyeol me observo cuando termino de leer y me informo que debíamos ir juntos. No iba a oponerme a su decisión, solo hubo una condición.