Nunca se le había dicho a Haru para no preocuparlo, en parte porque le parecía un tanto paranoico sus pensamientos, y tenía la leve sospecha de que su mejor amigo también pensaría lo mismo. Aunque se repitiera que solo eran imaginaciones suyas mil veces, no podía dejar de sentir esa sensación de estar siendo observado, vigilado. Pero, no era como si lo observaran con odio, con malicia, con ganas de hacerle daño, menos como si fuera alguien obsesionado como un stolker, al contrario, era una mirada pacifica, incluso tímida, tal vez, como si estuviera pidiendo un poco de su atención, pero ¿Cómo podía cumplir con esa simple petición si es que no conocía al dueño de esas miradas?
Lo recuerda muy bien, el inicio del tiempo en el que su mente fue ocupada por la duda de saber quién sería aquella persona que lo espiaba. Todo comenzó el día en el que fue a buscar al entrenador Sasabe, lo encontró tan ocupado que ofreció a ayudarlo en lo que le pidiera, el tiempo se pasó rápido, le gusto ayudarlo y observar de lejos las clases de natación del energético grupo de niños sonrientes. Cuando ya estaba en los casilleros sacando su mochila, encontró al fondo una bolsa con una botella de agua y un paquete de galletas. Lo primero que sintió fue alivio, pues estaba realmente hambriento, pero luego, pensándolo bien, ¿Quién pudo haber abierto el casillero y dejado eso para él? Por seguridad reviso su mochila, pero todo estaba completo, lo suponía pues si hubieran tenido intenciones de robarle, probablemente ni siquiera hubiera encontrado su mochila. Agarro la bolsa y adentro encontró una nota doblada muy bien, cuando la abrió decía lo siguiente:
Para Makoto: Buen trabajo el de hoy.
Unas palabras muy sencillas e impersonales, ni siquiera la letra con la que estaba escrito le resultaba familiar, se le ocurrió que pudo haber sido el entrenador el que dejara el bocadillo y la nota pero ¿No hubiera sido más lógico que el mismo me lo agradeciera y le diera el bocadillo en persona?
-En verdad estoy muy agradecido por toda tu ayuda Tachibana, pero yo no fui el que dejo eso ehh..¡Tal vez fue una linda admiradora secreta! *se fue riendo y dándole unos golpecitos en la espalda. No le comento nada sobre la nota. Pensar en que alguien lo admirase lo hizo sonrojar un poco, pero no estaba seguro de eso, él no era la gran cosa como para que alguien lo admire.
Su primer domingo como “el entrenador Tachibana” que era como le decían sus pequeños alumnos, sucedió lo mismo: el bocadillo y una nota que esta vez decía:
Para Makoto: Buen trabajo como entrenador, los niños se ven muy felices de que los ayudes a nadar.
Esta vez la nota era más personal, y daba a entender que esa persona lo estaba observando, al principio eso le dio nervios y hasta un poco de miedo, pero lo dejo pasar.
Siguiente domingo, estuvo muy feliz de que Haru pasara por ahí, y de paso le trajo el almuerzo. El de ojos celestes nunca se lo diría, pero traerle el almuerzo solo fue una excusa para estar ahí después de haberle dicho que pasaría si es que tenía tiempo. Por otra parte, la presencia de su amigo lo tranquilizaba pues se había estado sintiendo observado, no dejo que eso lo desconcentrara de su clase, pero aun así lo sentía. Fue justo en ese punto en el que se dio cuenta de esa persona demasiado tímida para darle el bocadillo y la nota personalmente:
Para Makoto: Me gusta la forma en la que enseñas a los niños a nadar, no te preocupes, encontraras la forma de ayudar a Hayato.
Esa persona le estaba alentando a esforzarse, asi que consiguió un papelito y dejo una nota en el mismo casillero:
Gracias por tu apoyo, por preocuparte por mí, en verdad lo aprecio mucho. Me gustaría saber quien es la amable persona que va a leer esto
. Quiso esperar a ver si alguna persona se acercaba a su casillero, pero mejor decidió que no y se fue con Haru a casa, en el fondo, le estaba gustando esa clase de comunicación, a la vez que estaba tomando simpatía a esa persona que se tomaba un poco de su tiempo en el.
Domingo siente, una nueva satisfacción por haber ayudado al hermanito de Kisumi. Haru tenía razón, no porque el estilo de espalda, el estilo en el que Makoto nadaba, no fuera el usual con que uno empieza a nadar, significa que está mal empezar asi: en el pequeño Hayato funciono y Makoto recordaba la amplia y tierna sonrisa de su alumno agradeciéndole.
-Felicitaciones, lograste enseñarle. Hayato se veía muy feliz, es todo gracias a tu esfuerzo entrenador Tachibana.
Esta nota le alegro el domingo, más alegre de lo que ya estaba, salvo que ese día también recibió la noticia de que la próxima semana iba a ser su última clase, realmente le había gustado enseñar a los niños.
-¡Visítenos entrenador Tachibana! ¡Si, tiene que hacerlo!
Esas eran las palabras de los pequeños cuando le dijo que ya no los entrenaría más, por una parte se alegraba de que los niños le pidieran eso, pero por otra parte le entristecía ya no poder interactuar como su entrenador, para levantarle el ánimo, llego Haru con sus hermanitos, y solo faltaba cierta nota para hacerlo sentir aun mejor.
Pero esta no llego, solo estaba el bocadillo que siempre acompañaba a la hojita escrita, mas esta no estaba, la busco bien, fuera de la bolsa, incluso en el suelo, pero no estaba. Dejo salir un suspiro y se resignó a que aquella persona tan amable ya no le dejaría más comentarios.
-Sabes, aprecio que hayas hecho esto por mí, pero si tuviera que elegir entre la merienda y tus notas…prefiero mil veces tus notas. Por cierto, bonita letra, tengo todas tus notas guardadas- le dijo al viento, con la esperanza de que aquella persona lo escuchara.
El tiempo siguió de largo, marcando a cada uno de diferente forma. A mi me marco como una pluma puede marcar un trozo de papel. Solo le di a conocer un pequeña parte de mis sentimientos, no porque esa mínima fracción fuese todo lo que tenía para darle, sino porque fui, sigo siendo muy cobarde para declararle…mis sentimientos por completo. Este es uno de los secretos que no pienso confiarle a nadie más. Tal vez, si las circunstancias hubieran sido diferentes, si no se notara a leguas que tu corazón esta lleno de Haru, si el hubiera elegido finalmente no permanecer contigo en Tokyo, si una parte de mi no me odie por sacar tantas excusas…
Una noche, Sasuke y yo estábamos conversando por teléfono, sobre la decisión de aquellos dos de irse a Tokio, primero Makoto, luego Haru:
-Así que, decidió seguir a Tachibana
-Al menos ya sabe cual es su sueño, y puede cumplirlo ahí
-Supongo que se las arreglaron para no separarse después de que se graduaran
-Sí, viviendo juntos en Tokyo….¡Como una pareja de prometidos!- pensé: no sé por qué hago esta clase de bromas siendo que me hacen daño….
-`Por cierto, Rin, Makoto dijo que iba a viajar aca este sábado, por unas cuantas cosas que olvido, y de paso dijo que podía hablar contigo
-Sí, gracias Sosuke, tengo algo que decirle.
No soy de vivir acobardado o con arrepentimientos, no sé cómo podre volver a ver a Makoto después de lo que voy a hacer, pero, tengo que decirle que yo estaba dejando las notas, que actué como un maldito stolker esos domingos que el daba clases,...que sentí celos al verlo al lado de Haru tan relajado, aunque los celos no sean una novedad…
Voy a guardar el recuerdo de su bella sonrisa en mi mente, tal vez sea la última vez que él quiera volver a verme…