Sasuke por poco se ahoga con el trago de café que tenía en la boca.
Los golpes en la espalda que Itachi le dio, le ayudaron a recuperar el aire.
Arrugando el ceño observo a sus hermanos, todos tan parecidos a él
mismo y tan diferentes, pero si había algo que todos compartían, además
del cabello negro y los ojos del mismo color, era ese maldito sentido de humor negro.
—Váyanse-a-la-mierda—, cada palabra con el tono exacto para dar
a entender su punto— junto con el tipejo ese que pretende ser mi marido.
El golpe a la mesa que dio el Alfa con la mano abierta paró
cualquier intento de discusión.
— No sé si lo notaron pero estamos desayunando— regaño a los hermanos que se reía a carcajada suelta al ver rabiar a Sasuke, desviando la vista al chico que parecía estar a punto de reventar, agrego— y aprende a ser más respetuoso, que tu madre está aquí.
—Lo soy padre—, hablo apenas logrando calmar la tos— pero no entiendo este chistecito de querer buscarme pareja como si les estorbara—lo último lo dijo con un pucherito que le hubiera gustado disimular.
Antes de que las cosas pasaran a más, la madre hablo, por lo general Mikoto dejaba que los chicos sintieran la autoridad del alfa de la manada, pero en esta ocasión le daba la razón a Sasuke.
—Hijo—, trato Mikoto de explicar de modo diferente la situación— eres un regalo de los dioses. Los cachorros que nacen como tú es hasta su primera luna llena que marca el cambio entre niños a adultos que se nota ese olor que los caracteriza. Eres un macho, pero a la vez hueles como una hembra, tu aroma es dulce. Cada luna llena volverás locos a los machos queriendo aparearse contigo, esto mientras no estés emparejado. Hasta que un compañero lo suficientemente fuerte te reclame, siempre correrás peligro de que alguien quiera lastimarte mientras sigas sin un compañero.
Sasuke abrió la boca para decir algo, el silencio en la mesa lo hizo callar. El alfa aprovecho para agregar a la explicación de su compañera.
— Si alguien te toca me voy a ver obligado a partirlo en dos, y no quiero quedarme sin todos los machos solteros de la manada.
El joven felino quería gritar, decir que ya estaba emparejado, el apretón en la mano por parte de su hermano, evito que hablara. Itachi no
abandonaría a su hermanito, su mente maquiavélica estaba comenzando
a tejer un plan para tratar de que todo el asunto tomara el rumbo que le
conviniera a Sasuke, sonriendo tomo el control de la conversación en la
mesa.
—Mi hermanito está nervioso, no todos los días le dicen a uno que va
a conocer a su futura pareja de vida.
Sasuke volvió a ver a su hermano, el felino dentro de él se asomaba
amenazador a través de los cansados ojos negros. En respuesta Itachi le
clavo las garras en el muslo lo suficientemente fuerte como para traspasar
la tela del pantalón vaquero, pero no tan fuerte como para hacer sangre.
La señal tan sutil le dejo claro a Sasuke que era mejor callarse antes de que
su hermano quedara con la piel de su pierna bajo las uñas.
Si el desayuno había sido una lucha desesperada por no meter la
pata con toda su familia como testigo, ya que sería sospechoso que
gruñera con la sola mención de una pareja que no fuera el zorro. Sasuke
sabía a ciencia cierta que su gato jamás aceptaría a otro hombre que no
fuera el que el destino le tenía reservado. Gracias al apoyo de Itachi había
evitado hacer una estupidez.
—Dale una oportunidad— fue el consejo de Itachi al salir juntos del comedor.
—¿De qué hablas? — pregunto perplejo, agradeciendo que estaban solos en el pasillo.
Itachi tomo una de las manos del joven felino.
— Veamos… quién sabe, tal vez ese alfa sea tu pareja y todo el asunto con el zorro no sea más que un mal entendido—. Diciendo esto siguió su camino hacia la cocina, dejando a un confundido Sasuke.
El resto del día lo paso como en el aire, su madre le dio ropa nueva
para usar, Itachi le peino el cabello y los fastidiosos de sus hermanos se
dedicaron a hacer bromas estúpidas acerca de la cara de susto que
cargaba. Sin darse cuenta de lo rápido que pasaba el tiempo, llego la
hora de la verdad.
—Deja de echarme de esa cosa— trato de apartarse de Itachi que insistía en rosearle un perfume de olor algo fuerte— ¿Tratas de envenenarme?
—No, solo trato de disimular ese olor a zorro que tienes pegado al cuerpo— se dio por vencido el gato.
—¿Crees que alguien más lo haya notado? — se preocupo de pronto. Pero a el en realidad no le importaba”.
—Naa, tendría que conocer tu olor de antes— trato de explicarse— ni siquiera puedo decir que huelas a él, es solo un aroma diferente que está pegado al tuyo— Itachi tenía una teoría respecto a eso, tenía su fe en estar equivocado.
—¿Van a bajar? — la voz de Iatchi les recordó que las visitas
estaban por llegar en cualquier momento. Era la noche de luna llena, día
de fiesta para los cambia formas. La misma Itachi se veía intranquilo, su
aroma delataba que estaba en la cúspide del estado de celo que avisaba
a los machos que estaba soltero. Extrañamente, Sasuke no despedía ese
aroma seductor que llevaría a la locura a los otros miembros masculinos de
la manada. Esa era otra cosa que Itachi quería disimular con el perfume
que casi había vaciado sobre su pequeño hermano.
Una vez terminado su trabajo, Itachi dio un paso atrás para observar
el resultado final de sus esfuerzos. Su joven hermanito era todo un pastelito,
cabello negro peinado de manera que los mechones se vieran más sueltos,
con un poco de maquillaje le disimulo las ojeras, los pantalones ajustados a
la cadera, una camisa de seda azul que resaltaba el color de los grandes
ojos negros, y listo. El chico estaba vestido para matar, el felino sonrió
malicioso, había que subir las apuestas si quería que su hermanito ganara.
Una ventaja de ser un felino, era que su especie sabía muy bien cómo
arreglar las cosas a su favor, si para que su hermanito fuera feliz tenía que
usar algunos corazones rotos como alfombra de la entrada, el no veía
ningún problema en eso.
—Hermano, no sé si me entendiste—, se asusto Sasuke al ver su reflejo en el espejo que estaba en la pared de su habitación, era casi su antiguo yo— pero no quiero un marido. La idea es espantar a ese gato, no hacer que me viole.
— Tu tranquilo, hermanito— hablo Itachi mientras le daba un beso en la mejilla helada — deja todo en mis manos, sígueme la corriente y verás.
Si no fuera porque confiara tanto en el, Sasuke habría escapado por
la ventana para internase en lo más profundo del bosque y jamás salir de
allí.
— ¡Me asustas! — se quejo llevándose las manos a la cara— Explícame cuál es tu loca idea.
— Si te la digo no tendría el mismo resultado— con esas crípticas palabras el salió sin querer dar más explicaciones.
Dándose por vencido camino alicaído tras los pasos de su hermano,
el pasillo estaba vacío, las luces del techo estaban ajustadas de manera
que no molestaran los sensibles ojos de los gatitos que vivían en la casa, la
penumbra lo hacía sentir cómodo. Al llegar a las escaleras escucho las
voces que venían de la planta baja. Todos estaban listos para el paseo por
el bosque bajo la luz de la luna. Sasuke se sostenía de la baranda tan fuerte
que sus dedos se pusieron blancos, respirando profundo se recordó a sí
mismo que era un gato montés, caprichoso y malcriado, si su nuevo
marido no le atraía él sabría muy bien cómo deshacerse de la molestia.
Levantando la cara, bajo despacio por las escaleras.
La familia estaba reunida en la sala, todo era risas. Mikoto estaba
sentada junto a su marido, Itachi lo esperaba al pie de la escalera, los otros
dos hermanos mayores se veían intranquilos, Sai era el único indiferente al
influjo de la luna llena, por ser el menor de los cachorros, todavía no estaba
en celo.
—¡Hasta que por fin bajas! — se quejo el alfa poniéndose de pie, tomando de la mano a su esposa, le dedico una larga mirada a su hijo— tu prometido acaba de llamar, tuvieron un retraso.
Sasuke termino de bajar los escalones, mordiéndose los labios acalló
su protesta al escuchar eso de “prometido”. Poniéndose de pie junto a
Itachi, trato de darse valor.
— ¿Entonces, lo esperaremos? — pregunto el gatito sin saber muy bien que decir.
El sonido de vehículos que entraban al patio avisó que las visitas ya
habían llegado.
— Bien—, hablo la madre dándole un beso a su esposo en la mejilla— voy a ver cómo va la cena— luego dirigiéndose a su hijo, agrego— ayúdame a servir la mesa.
Itachi le dio una última mirada a su hermano, tratando de transmitirle
toda su confianza.
— Cuando quieres ganar mucho, arriesgas mucho— le susurro a Sasuke, antes de ir tras Mikoto.
Sasuke asintió en un movimiento casi imperceptible. Enderezando los
hombros, se quedo allí de pie mientras su padre el alfa, abría la puerta. Lo
que entraba era un enorme cambia-formas tigre, daba miedo solo con
verlo, debía medir por lo menos metro ochenta de alto. El cabello era de color rojo parado en puntas, la mirada de sus ojos verde agua eran fríos como
el hielo. A Sasuke le recordó a esos vikingos de las películas. Tras el hombre
venían otros cuatro muy parecidos al primero, solo que más jóvenes.
Como en un sueño Sasuke vio como su padre recibía a los
desconocidos. Apretones de manos y golpes en la espalda fueron la
tónica del intercambio de bienvenida. Después de los saludos los hombres
recordaron la presencia de Sasuke.
Los ojos verdes del hombre le dirigieron una mirada evaluativa al
joven gatito de grandes ojos negros, el cual se sintió como uno de esos
filetes en la carnicería. El felino más joven estuvo tentado a correr escaleras
arriba, pero no se permitió esa cobardía, el avergonzar a su familia estaba
fuera de discusión.
—Este es mi hijo, Sasuke— presento el alfa de los gatos monteses, poniendo la mano sobre el hombro del gatito más chico— Esta noche es su tercer celo. Así que debe tenerle paciencia, es aún muy joven.
La mirada del macho recorrió con la vista el cuerpo esbelto de Sasuke, después de un breve silencio, una sonrisa lenta se dibujo en su rostro severo.
— Es hermoso— hablo alfa de los tigres mientras se acercaba al chico—¿Ha tomado alguna pareja en estas lunas llenas?
Sasuke se sintió palidecer, un frio de muerte recorrió sus venas, antes de que pudiera responder, su padre se adelanto.
— No, durante la primera luna lo encerramos en una jaula para evitar que algún macho abusara de su inocencia.
—¿Y en la segunda luna? — Sasuke noto que a ese maldito tigre no se le iba una.
El padre de los gatos se encogió de hombros.
— El chico todavía no ha tomado pareja… Creo que a la larga es lo que importa.
Una sonrisa socarrona se dibujo en el fino rostro de Sasuke, el tigre lo
noto y arrugo el ceño. El joven gatito por poco y cae en la tentación de
enseñarle la lengua.
—La mesa está servida— anuncio Mikoto.
La llegada de la hembra alfa le dio fin al duelo de miradas entre el
gato y el tigre. Sasuke le enseñaría a ese maldito gato súper alimentado a
no inspeccionar su vida privada, a él que le importaba a quién le había
puesto el culo.
La cena era a una hora temprana, ya que cuando la luna estuviera
en lo alto del cielo todos estarían bajo su influencia. Sasuke removió su
comida de un lado para otro en el plato. Respondía con monosílabos
cuando alguien se acordaba de hablarle, aunque por lo general la
conversación entre los alfas era la que llevaba la batuta. Después del
postre y el café, el joven felino se sentía atrapado entre esas cuatro
paredes. El gato quería correr, correr y correr tan lejos como sus cuatro
patas se los permitieran.
Sasuke no era de los que bebían licor, pero la copa de vino junto a su
plato lo tentó, llevando la bebida a su boca, escucho a lo lejos los aullidos
de los lobos que ya habían comenzado su carrera. Esos pulgosos no
acostumbraban perder el tiempo con cenas ni protocolos, eran toda
pasión e instintos. Recordando a Naruto, ahogo un gemido en su pecho.
Desviando la vista a la ventana, trato de ver más allá del bosque iluminado
por la luna, trato de descubrir al zorro engreído que le había robado el
corazón y luego lo había abandonado olvidando su promesa. Apretando tan fuerte la copa, estuvo
a punto de romperla.
—¿Estás bien? — pregunto el alfa de los tigres. A propósito Mikoto lo había sentando justo al frente de Sasuke.
—¿Yo? — pregunto el joven felino, notando que él tigre cuyo nombre ni siquiera recordaba, le hablaba por segunda o tercera vez.
—Pareces a punto de arrancarle la garganta a alguien— se burlo su pretendiente— solo espero que no sea a mí.
En ese momento Sasuke recordó lo que su hermana le había dicho,
debía intentar ver si su gato aceptaba a un nuevo compañero, nada se
perdía con intentar. Así que le dedico una mirada coqueta al enorme
tigre.
— Solo si te lo llegas a merecer.
La luna brillaba en lo alto del cielo, los miembros de la manada de
gatos monteses ya habían cambiado a su forma animal, maullidos y
chillidos se escuchaban en el claro del bosque. Algunas hembras
caminaban por allí moviendo la cola de manera sensual, llamando la
atención de los chicos solteros. Los tigres que habían llegado de visita
estaban explorando las posibilidades con las felinas dispuestas.
Sasuke observaba todo desde lo alto de un árbol, donde se había
escondido en un momento en que su padre y el alfa de los tigres se
descuidaron. Desde su posición elevada el gatito podía observar los límites
que separaban el territorio de los zorros y el de los gatos monteses. De no ser
por el enorme tigre que rugía sobre el suelo, habría escapado de allí para
buscar a Naruto, solo unos cuantos kilómetros, tan cerca y tan lejos. Sin poder
evitarlo, comenzó a maullar de una manera tan triste que hizo que varios
gatos se reunieran en la raíz del árbol.
El enorme tigre llego espantando a los demás gatitos que
observaban desde abajo. Su cuerpo grande era tan imponente o más en
su forma animal que como lo era sobre sus dos piernas. El gato montés
envió al diablo a la parte humana que trataba de convencerlo de darle
una oportunidad a ese miserable saco de pulgas. Chillando le mostró los
dientes delgados, levantando el pelaje de su lomo trato de parecer más
grande. Si ese tigre se atrevía a subir a su árbol, él le iba a arrancar la piel
con sus garras.
El tigre tomo a mal el gesto del gatito, o quizás fue porque lo leyó
correctamente, que dé un salto clavo sus garras en el tronco del árbol y
comenzó a subir su pesado cuerpo por este. Sasuke no se iba a amilanar,
no por nada era conocido por ser toda una reina vengativa, así que
aprovechando que el felino estaba ocupado subiendo, salto sobre la
cabeza del enorme animal. Antes de que su adversario pudiera
reaccionar, Sasuke le clavo las uñas tratando de hacer el mayor daño
posible mientras lo usaba como escalera para bajar del árbol.
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