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cuando el zorro atrapo a su gato. por incubusangel

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Notas del capitulo:

Puro amor!!!! Gracias por sus comentarios que quedan pocos capítulos para el final y esto se complica, no todo puede ser felicidad.

Con tanta ternura como le fue posible, el zorro acaricio los costados de su gatito, el chico lo miraba con tanto amor, que lo hizo sentir capaz de bajar la luna sólo para que su pareja sonriera.

 Poniendo una almohada bajo las caderas de Sasuke, trato de que la penetración fuera todo lo cómoda posible para el papá y el bebé. Abriendo más los muslos del joven gato, acomodo su pene en la estrecha entrada. Sin perder de vista los ojos negros que lo miraban, se introdujo lentamente, arrancándo un gemido a ambos.

—Eres tan grande— reconoció Sasuke arqueando la espalda, la sensación de estar lleno era mejor de cómo la recordaba.

 —Tienes que decirme si les hago daño— advirtió Naruto mientras se empujaba con suaves movimientos tentativos, un buen guerrero sabía que siempre había que explorar la zona para saber qué estrategia usar.

 Al ver como Sasuke enrollaba las piernas alrededor de su cintura, supo que el gatito estaba para más, así que se lo dio. Los ruiditos de placer llenaban la atmósfera de la modesta habitación del zorro.

Y Naruto sabía que había llegado a casa, las manos pequeñas del gatito se sostenían de sus hombros mientras él lo penetraba cada vez con más fuerza, siempre vigilando la más mínima muestra de malestar en los ojos negros.

Los embistes era cada vez más rápidos,y Naruto se inclino para besar los labios de su pareja, quien no podía parar de gemir. Naruto llevo su mano, hacía el miembro de Sasuke y empezó a masturbarle ya que quería acabar junto a su pareja.

Sasuke grito el nombre de su pareja manchando su mano con el resultado del más hermoso orgasmo. El zorro le mordía el hombro mientras el felino imitaba el gesto, ahora ambos estaban unidos por un lazo que ni siquiera la misma muerte podía separar. Según las historias de los viejos, las almas se unían y al renacer volvían a encontrarse. Al apartarse de su pareja, Naruto encontró que su dulce gatito se había quedado dormido.

 Con cuidado de no despertarlo se puso de pie, fue al baño, allí tomo una toalla y la humedeció con agua tibia. Con más ternura de la que alguna vez pensó sería capaz, limpio al cachorro, luego lo arropó entre las sabanas de su cama. Con una sonrisa en el rostro, una que llevaba casi un mes de no mostrar, se acostó abrazando a su pareja.

Al amanecer tendrían que enfrentar muchas cosas, la mayoría no serían buenas, pero con el apoyo de su pequeño gatito sabía que podía hacerle frente a lo que viniera.

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Gaara quedó en medio del bosque observando con la boca abierta el lugar por donde el zorro se había marchado llevándose consigo a su supuesta pareja, que ahora sabía era un chico comprometido con otro.

Decidido a obtener algunas explicaciones, dio la vuelta para enfrentar al alfa de los gatos, había sido engañado y alguien tendría que pagar por ello. Dado que las parejas enlazadas eran algo sagrado, la responsabilidad recaería en el padre que fue quién formalizó el contrato. Invocando su naturaleza animal, Gaara salió de allí con un trote rápido. La luna en el cielo brillaba como una gran moneda de plata, el tigre sabía que esta noche de luna era asunto perdido para él. Lo mejor sería dejar para la mañana cualquier discusión con el otro alfa, para todo había un momento y un lugar.

Sin encontrarse con ningún otro zorro, cruzo la frontera. Llegado al territorio de los gatos monteses, aligeró el paso. Resoplando molesto siguió su camino, tenía planeado llegar a su camioneta y tomar algo de ropa, de nada servía seguir dando vueltas por allí. Estaba en esos profundos pensamientos cuando sintió que algo choco contra él.

 Tan fuerte fue el golpe que lo hizo dar uno o dos pasos atrás. Sacudiendo su cabeza alejo el zumbido que le quedo, al enfocar la vista se encontró con una cosita peluda que no había tenido tanta suerte como él. El pequeño felino trato de levantarse, lástima que sus patitas no le hicieron caso. Una vez que logro ponerse sobre sus cuatro extremidades, levanto la cabeza para ver la montaña con la que había chocado, no recordaba que hubiera ninguna roca tan inmensa por allí.

Al ver que se había dado de frente con el tigre, y no solo el tigre, sino que con el alfa de la manada más temida de toda la región. El alfa Gaara miraba con los ojos entrecerrados a la pequeña mierda imprudente que en su carrera no lo había notado.

Sai tembló de pies a cabeza, una suerte que en su forma felina no se le pudiera notar el rubor bajo tanto pelaje. Estaba seguro que el enorme animal se lo iba a comer de un bocado. Asustado como no lo había estado nunca, soltó carrera, una pena que la fornida pata de tigre lo prensara por la cola. Chillando hizo lo que nunca creyó que sería capaz de hacer, mordió la pata peluda del tigre, por desgracia el enorme animal ni se inmuto.

Gaara paso de enojado a divertido, ese pequeño gatito era toda una monada. A pesar de ser pequeño y apestar a miedo, no se daba por vencido enfrentándose a su predador, aun a sabiendas de que era una batalla perdida. Recordando como el zorro llevo entre sus fauces a Sasuke, decidió que ese método de transporte se amoldaría muy bien a la ocasión que ahora se le presentaba. Tomando por la piel del cuello al cachorro, decidió llevarlo a la casa del alfa, ya que reconoció en él, al más joven de sus hijos. Con el pensamiento de que quizás todo el asunto no había sido en vano, se dirigió renegociar el contrato matrimonial.

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Sasuke se sentía como en una nube, su tercera noche de luna había sido aún mejor que la segunda. Su cuerpo había aceptado gustoso al del otro hombre que le había penetrado sin contemplaciones, llevándolos a ambos un frenesí de placer que no creía posible ni aunque viviera mil años. Se sentía tan descansado como no lo había estado en días, negándose a abrir los ojos se acurrucó mimosamente en los brazos fuertes de su pareja.

 El sonido de la puerta al abrirse hizo que el Sasuke pensara seriamente en abrir los ojos, a la larga se inclino a pensar que todavía estaba soñando. Así que no se molesto en moverse, la piel de Naruto era tibia y las mantas que los cubrían lo hacían sentir mejor que en la cama de su propia habitación.

—¡Qué demonios! — El grito de un hombre hizo que la pareja se sentara de golpe, dejando caer las mantas que los cubrían hasta su regazo. Sasuke abrió los ojos negros como platos, en el marco de la puerta estaba un desconocido que era una copia unos años mayor que su pareja.

 Aceptando el abrazo de su Naruto, dejó que este le protegiera de la furia que claramente sentía el invasor en la puerta.

 —¡Padre! — Hablo Naruto arrugando el ceño— ¿No crees que sería un signo de buena educación tocar la puerta antes de casi tirarla a bajo?.

 En ese momento Sasuke tuvo claro lo que ya se estaba imaginando, ese hombre era el temido alfa de los zorros.

Los ojos celestes, la altura de más de dos metros, el cabello rubio largo hasta los hombros, la piel dorada, todas características que ese gigante compartía con el hombre que lo abrazaba en una actitud claramente protectora.

 —¿Usted es el padre de Naruto? — Pregunto Sasuke con la intensión de confirmar lo evidente.

 —Sí, niño—se cruzo de brazos el alfa, sin apartar la vista del par de sinvergüenzas que estaban tan cómodos uno en brazos del otro— ¿Ahora dime tú qué haces en mi casa en la cama de mi hijo? El felino no era del tipo muy racional cuando se enfadaba.   —. De verdad quiere que se lo explique— se ofusco Sasuke, de seguro la altura le había enfriado el cerebro a su, ahora, suegro.

 —¡Gato malcriado! — Grito el Alfa, conteniéndose a mil costos de patearle el trasero a ese proyecto de hombre. Por mucho que Naruto se estuviera divirtiendo con el desconcierto de su padre y el enfado de su pareja, más valía detener las cosas antes de que pasaran a arañazos y mordidas.

 —Padre—, llamo la atención sobre sí mismo el zorro. Dándole un beso en la frente al felino para tranquilizarlo, decidió aclararle las cosas a su padre— pensaba presentártelo en otras circunstancias, ya sabes, con algo más de ropa encima, pero ya que irrumpiste en nuestra habitación, te lo diré sin tanta ceremonia:

Aquí estás viendo a mi pareja, tu yerno y padre gestante de tus nietos.

La palidez del gran y malvado zorro fue casi cómica, sino fuera por que Sasuke estuviera tan asustado de cómo iban las cosas. El hombre tomo aire unas dos veces, cuadro los hombros, después de un breve silencio, propuso— tomen un baño y vístanse, voy a preparar el desayuno. Tenemos que hablar.

 La puerta se cerró tras el alfa que salía, dejando a la pareja sola en la habitación. —Tranquilo, amor—. Le dio un tierno beso en la boquita entre abierta de su gatito— él te amará tanto como yo… Puede que gruña un poco y ladre otro tanto, pero él no le negará acogida a un nieto suyo.

 —Y si quiere separarnos— gimió Sasuke. Él podría enfrentarse a cualquier cosa, pero no quería negarle a su pareja el estar con los suyos. Leyendo los pensamientos que se escondían tras los grandes ojos negros de su amor, el zorro le sonrió   — Tu eres mi familia ahora. Si papá y la manada me dan la espalda, me dolería, aunque no quedaría solo. Tú, el bebé y yo formaríamos una pequeña manada.

 —¿Estás seguro? — tomo las manos de su zorro, apretándole fuerte entre las suyas más pequeñas— Sé que los zorros necesitan de otros. Ustedes no pueden sobrevivir solos.

 —Estoy seguro, amor. Papá lo sabe y tendrá que tomar una decisión, yo ya tomé la mía… Además, estoy apostando sobre seguro, el hecho de que ya estés preñado de mis crías quiere decir que nuestro emparejamiento es reconocido por los dioses.

 Sasuke estaba tan preocupado con todo el asunto con el alfa que se olvido del pequeño malestar mañanero. Sin tomar medidas de prevención se puso de pie de un salto cuando la mano pesada de Naruto golpeo su trasero.

 —¡Sasuke! — Grito el zorro, logrando rodear con sus brazos el cuerpo más pequeño, evitando que se diera contra el suelo   —¿Estás bien?...¿Te lastime?... ¡Demonios!... Tenía que haber sabido que hacerte el amor así solo te causaría daño…

 Apenas el mundo dejó de girar, Sasuke le sonrió condescendiente— Tranquilo, esto es cosa de todas las mañanas desde hace unas semanas—, diciendo esto corrió al baño. Lo que le servía de consuelo era saber que después de que vomitara el malestar desaparecía casi por completo.

 Le llevo bastante rato convencer al zorro que se encontraba bien, que llevaba días de no sentirse tan animado como se sentía esa mañana, cuando por fin sabía cuál era la causa de sus malestares. El baño fue un cumulo de actos traviesos y tiernos.

Sasuke se decía a cada momento que tenía que enojarse con el zorro por haberlo abandonado durante tantas semanas, la decisión de hacerlo nunca llego. Ya había probado lo que era vivir sin su pareja, eso era algo por lo que no quería pasar nuevamente.

Naruto se vistió con un viejo pantalón vaquero de azul desteñido en los muslos, una camiseta sin mangas que marcaba los músculos del pecho y los abdominales de tableta. Sasuke se entretuvo mirando el culo de su pareja cuando este se agacho para calzarse sus zapatos. El color tiño sus mejillas, se estaba convirtiendo en un adicto al hombre.

 —Si ya te cansaste de andar de mirón— le dedico un guiño travieso Naruto, a su avergonzada pareja— quizás sea bueno que te pongas algo de ropa encima, o voy a pensar que me estas insinuando algo.

 En reacción Sasuke corrió hasta el otro lado de la pequeña habitación, se puso unos pantalones de piyama que le quedaban nadando y una vieja camiseta gris que casi le quedaba como vestido— Creo que esto no es buena idea—, se quejo el gatito haciendo un puchero—tu ropa me queda demasiado grande.

—Vamos, amor— tomo de la mano a su pequeña pareja— tú te verías lindo con cualquier trapo encima, aunque hay que admitir que te ves mejor sin nada. El sonrojo del gatito le saco una carcajada a Naruto, habían pasado dos acaloradas noches de luna y para confirmar el hecho, estaba esperando un hijo suyo, al zorro le pareció tierno que al chico todavía se le tiñeran las mejillas de rojo carmín.

 —¡Te amo! — Confesó una vez más el zorro—. Promete que pase lo que pase nunca me abandonaras— pidió con una expresión grave en el rostro—. Dime que siempre estarás conmigo.

 —Siempre—, parándose en puntillas le dio un beso al hombre más alto—.Ahora somos una pequeña familia, algo extraña, pero familia.

El olor de huevos recién hechos, tocino friéndose en el sartén y el seductor aroma del café, acabaron sacando a los chicos de la habitación.

—Ya era hora— gruñó el alfa mientras terminaba de acomodar los huevos en un plato y los ponía sobre la mesa.

Notas finales:

Nos leemos mañana.


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