Capitulo 4: noche 3 Sesshomaru
La tercera noche había dado comienzo se podía apreciar un hermoso cielo nocturno cubierto de la más bellas estrellas, mas esto le traía sin importancia a cierto demonio de largos cabellos plateados.
Se podía observar en medio del bosque un gran número de demonios muertos y en medio de estos un ser de ojos color ámbar, cabellos plateados, poseedor de dos marcas magentas en cada una de sus mejillas, las cuales parecen rasguñones, y una media luna azul en su frente, se podía ver en su rostro una gran frustración y las garras de su mano derecha estaban llenas de sangre; estaba comenzando a cansarse de que todos los años pasara lo mismo, unos cuantos demonios tratando de matarlo con la típica excusa de “es para evitar que te metas en mi camino”.
Caminaba por el espeso bosque cuando un ruido en unos arbustos llamó su atención, en ese instante sale una pequeña niña de cortos cabellos negros y ojos color chocolate la cual al ver a la razón de su búsqueda se abrazo fuertemente a sus piernas.
-...señor Sesshomaru al fin lo encontré...estaba preocupada...-dijo tiernamente la niña sin dejar de abrazarlo.
Sesshomaru estaba realmente sorprendido, como rayos llego ella allí, se suponía que la había dejado en la cabaña; el día que la conoció el estaba malherido a causa de una batalla que tuvo con Inuyasha y la pequeña no dudo en curarlo a pesar de las veces que intento atacarla, un día después de eso la encontró en una aldea que había sido atacada por lobos y ella estaba por morir entonces, sin saber porque, le salvo la vida.
Desde se día la pequeña no se separo de su lado, sin darse cuenta poco a poco le fue tomando cariño a esa humana, hasta el mismo se sorprendió cuando se dio cuenta de que la apreciaba tanto hasta tal punto de cuidarla como a una hija.
Al fijar su vista en el arbusto por el cual ella había aparecido vio que salía un pequeño demonio, el cual se parecía mucho a una rana, con ropa marrón, un sombrerito negro y llevaba un báculo que en su punta tenía dos cabezas; este iba a decir algo pero al ver la mirada fría que le dirigía aquel que consideraba su amo las palabras se atoraban en su garganta.
-...Jaken...espero que tengas una buena explicación del porque tú y Rin están aquí...-dijo de forma seria y fría el peli plata.
-...bueno....vera...la cosa es que...-tartamudeaba lleno de miedo.
-...yo me escape de la cabaña y el solo trataba de hacerme volver....es que usted siempre se va por todo el día pero regresa al anochecer....y como ya llevaba tres noches sin regresar comencé a preocuparme y decidí salir a buscarlo....lo lamento solo quería verlo....-respondió de forma triste mientras se aferraba mas fuerte a sus piernas.
-...regresen a la cabaña ahora mismo...tengo demasiadas cosas en las que pensar como para estar cuidando de ustedes....-dijo Sesshomaru seriamente mientras separaba a Rin de él y comenzaba a caminar-...y no me sigan...-agrego al notar las claras intenciones de la pequeña.
Al ver como su amo se marchaba Jaken tomo una de las manos de la niña y comenzaron a caminar para volver a la cabaña, en todo el camino este pudo notar la tristeza reflejada en los ojos de su acompañante, no le gustaba verla así pero sabía que si ella se quedaba al lado de su amo en esas fechas podría llegar a morir.
Mientras tanto Sesshomaru seguía caminando hasta que llego a una pequeña aldea, decidiendo ignorarla continuo su recorrido, al llegar a la entrada del bosque que estaba al otro lado de ese lugar percibió un aroma muy peculiar, en todos los años que llevaba soportando ese dichoso ciclo nunca había sentido un aroma que le llamara la atención pero ahora era distinto, ese aroma tan dulce y suave a la vez le fascinaba era una deliciosa mezcla de miel y peras, sentía que sus instintos demoniacos se desataban mas y mas con tan solo olerlo.
Se interno en el bosque hasta que se topó con un pequeño grupo de demonios que estaban peleando entre si y que al percibir su presencia no dudaron en atacarlo, en un rápido movimiento Sesshomaru desenvaina una de sus espadas pero en ese instante percibe el mismo aroma de antes causando que se distraiga y que uno de los demonios le hiciera una pequeña herida en la mejilla; el leve ardor que sentía logro que volviera a concentrar su atención en aquellos que tenía en frente y, sin darles tiempo a que atacaran, mató a ese pequeño grupo con un solo movimiento de su arma.
En ese instante tomo una decisión, no importaba de quien se tratara ni cuanto le costara, encontraría al demonio dueño de ese exquisito aroma, no le importaba si fuese hembra o doncel, lo encontraría y lo marcaria como suyo; con esa idea en su mente continuo su camino.
Llego a un rio en donde decidió descansar un rato, ese aroma no abandonaba sus fosas nasales haciendo que sus deseos por encontrar y marcar a su dueño creciera cada vez más, sentía que su cuerpo empezaba a arder, el solo pensar en poseer a aquel que desprendía tan irresistible aroma lo volvía loco y lograba que cierta parte de su anatomía despertara, sentía la garganta seca y sus manos comenzaban a sudar, definitivamente estaba sucediendo algo que no le sucedió nunca en la vida, sus instintos demoniacos comenzaban a dominarlo.
En ese instante se le vino a la mente la imagen de Inuyasha, y sin poder evitarlo un casi inaudible gemido escapo de sus labios; se tapo la boca totalmente sorprendido, no entendía nada de lo que pasaba, trató de pensar en otra cosa más le fue inútil, en ese momento pensó que tal vez Inuyasha fuera el dueño de ese aroma que tanto seguía.
Sin darse cuenta comenzó a imaginárselo recostado en el pasto totalmente desnudo con los ojos cerrados la respiración agitada, sus labios un poco hinchados y con un gran sonrojo adornando sus mejillas mientras no paraba de llamarlo; sacudió la cabeza tratando de borrar esa imagen de su mente, estaba completamente atónito, no podía ser posible que fuera él, y la peor parte es que la idea de que Inuyasha fuese a quien estaba buscando no le desagradaba en lo más mínimo; se mojó un poco la cara tratando de calmarse, cuando lo consiguió se puso en marcha nuevamente esperando que sus sospechas estuvieran erradas.