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Acaricia mi alma por Doki Amare Peccavi

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Cap. 15: Dimanche

 

(*) Mi corazón está gastado, tu cuerpo es de alquiler

Mi cuerpo está roto, el tuyo está vendado

 

Antes de dejarle entrar, el portero verificó si podía ser recibido. La visita fue confirmada y Dohko pudo ingresar al edificio. Subió las escaleras con maleta en mano y sonrió al observar a su pareja en el marco de la puerta.  

 

— ¿Olvidaste tus llaves? — Preguntó Shion, su voz era profunda y su sonrisa coqueta. — Acabas de arruinar mi sorpresa.   

 

— ¿Qué sorpresa? — Respondió completamente hipnotizado.

 

— Que encontré la camisa que olvidaste. ¿Ves? — Dejó de esconderse y abrió la puerta para que entrara el moreno. A Dohko le había tomado unos segundos reponerse de aquella imagen: La camisa blanca cubría apenas los muslos del Shion, los primeros botones estaban desabrochados. ¡Que bienvenida era esa! — ¿La quieres?

 

“Apenas presté atención, sobre aquello… no tengo nada que decir”

 

— Te quiero a ti. —

 

Dohko atrapó a Shion antes de que pudiera alejarse, le tomó por la cintura y cerró la puerta del departamento. Extrañaba tanto estar ahí y apenas le tuvo cerca se encargó de respirar el aroma de la piel de su novio.

 

Era adictivo, sugestivo, Shion tenía todo para enloquecerlo y sin embargo lo que le llegaba de golpe estando a su lado, era la cordura en su vida.

 

De camino a la habitación que habían compartido, ambos quedaron completamente desnudos, las luces estaban apagadas, pero incluso con los ojos cerrados, ambos sabían en donde tocar.  

 

Era incomprensible como es que, amándose tanto, habían decidido vivir alejados.

 

— Dohko… ya hazlo... — Los dedos de Shion se enterraron en la espalda del moreno, sus uñas iban a desfigurar el tatuaje de tigre en la espalda y Dohko lo sabía, sonrió con ternura cuando su pareja cerró los ojos y se preparó para recibirlo. — Te amo…

 

— Te amo… — Respondió inmediatamente el moreno. Lo amaba tanto y aquella noche no iba a parar hasta quedar exhausto.

 

.*.

Domingo sin nada.  

 

Su padre regresaba hasta tarde y el personal de servicio tenía el día libre, los domingos Camus no se disfrazaba para nadie, aun así, la rutina le hacía despertar antes del amanecer, con el estómago vacío se sumergía en el agua fría de la piscina, aquella suntuosa rutina le hacía terminar boca arriba flotando en el agua, no se movía y no pensaba. Sólo así lograba tener la mente en blanco, y aquello anulaba las posibilidades de profundizar en sus sentimientos.

 

Otro amor del que abusaré

No hay circunstancias para disculparme

 

Y es que a ideas suyas “el sentimentalismo ya no le ayudaría en nada”, tenía un objetivo fijo y todo lo que no ayudara a cumplirlo era pérdida de tiempo. Milo era una completa pérdida de tiempo, era egoísta, tan impulsivo que le aterrorizaba.

 

Ya una vez Camus había tenido que renunciar a tres personas que amaba por una imprudencia, así que separase de Milo le parecía lo más inteligente que podía hacer en ese momento.

 

Si Camus hubiese podido, hubiese llorado en el instante que diseñó aquel destino, pero su incapacidad para mostrar algún gesto en el rostro no era más que el reflejo de sus heridas…

 

.*.

Domingo terrorífico.  

 

Shaka, Mu y Dita permanecían sentados y completamente despeinados. Recargaban su espalda en la cabecera de la cama con la resignación de no dormir más porque las campanadas de una iglesia cercana siempre les hacía despertar temprano en domingo.

 

Ríndete, por el amor de dios

Nunca ha habido mucho que perder.

 

— Me voy a volver loco si todos los domingos de mi vida va a ser lo mismo. — Dita soltó un suspiro y se hundió de nuevo entre las sabanas, no podría dormir, pero por lo menos descansaría la vista, habían dormido apenas dos horas y los ojos le escocían horriblemente. — ¿Qué vamos a desayunar?

 

— ¿Qué quieres? — Ojeroso y adormilado, a Mu le salía la voz en automático. Shaka estaba completamente ido, aun mirando hacia la pared de la habitación. — ¿Cereal?

 

— No.., que asco. —

 

— Pues entonces no sé Dita, piensa en algo de aquí hasta que te levantes.

 

— ¿Tú que vas a desayunar?

 

— Cereal… — Dita bufó por lo bajo y se abrazó al cuerpo de Mu para dejar su cabeza recostada en los muslos del borreguito. — Con té porque ya no hay leche.

 

— Eso es más asqueroso todavía.

 

— Ya sé, pero me gusta. — Apenas tuvo la cabeza de Afrodita en sus piernas, empezó a acariciar para que pasara el dolor de cabeza que seguro tenía, él por su parte recargó su mejilla en el hombro de Shaka y en respuesta el rubio recargó también la suya.

 

— Yo voy a desayunar té — A diferencia de sus amigos, el rubio espabiló después de su pequeña meditación, con un beso en la frente a Mu, se disculpó por quitarse de su lado y salió de la cama que compartían para caminar hasta el baño. Los domingos tocaba baño con agua fría sin embargo no se escuchó en ningún momento a Shaka quejarse por el frío.

 

— ¿No crees que Shaka está diferente? — Preguntó Dita aprovechando que el rubio se había ido y Mu meditó unos segundos y se encogió de hombros.

 

— Todo esto ha sido difícil para él.  

 

— Sí, abre la boca apenas si para hablar y qué te digo de comer…

 

— Shaka es así, se está adaptando a todo esto y le toma su tiempo, es de meditar mucho hasta sanar su corazón. — La cabeza inclinada de Mu había hecho una cortina con sus cabellos y el rostro de Dita había quedado atrapado entre ellos, se miraron cómplices y tras un pequeño pico en la nariz de Afrodita, Mu lo abrazó con fuerza para quitarle el aliento. — Hagamos algo divertido con él… hace mucho que no nos divertimos.

 

— ¡Es eso! Nos hace falta diversión. — Y aún con todo el sueño que tenía y el cansancio de la noche anterior, Dita se levantó de la cama. No hubo pena alguna cuando dejó su pijama tirado en el suelo y a la vista de Mu, se alejó completamente desnudo al baño. Eran obvias sus intenciones. — Shaka, voy a tallar tu espalda y tú tallaras la mía.

 

Lo siguiente que Mu escuchó fueron las quejas del rubio y los intentos fallidos porque Dita saliera de la regadera. Se levantó e intentó ayudar a sacar a Dita, también Mu había ingresado al baño y ahora estaba con la ropa completamente mojada.  

 

— ¡Esta me la vas a pagar Dita! — Se quejó Shaka, saliendo del baño y enredando su cuero en una toalla. —

 

.*.

 

Domingo sombrío

 

El despertar llegó con una enorme punzada en su cabeza. Milo abrió los ojos notando enseguida que estaba en la sala de su casa. Había podido permanecer poco tiempo en silencio antes de que sus padres, en el comedor, notaran que estaba despierto.

 

Te sirvo mi cabeza en un plato

Que conveniente en llamar tarde

 

— Son las dos de la tarde. — Dijo su madre, pero lejos de enojarse, le miró con pena. — Ven a comer.

 

— Sí. — Su papá tenía lista una aspirina y un vaso de agua e incluso le ayudó para llegar al comedor. Estuvo más de media hora en silencio mientras terminaba su comida y cuando notaron que estaba un poco más calmado, el “discurso” inició.

 

Milo escuchó a sus padres retarle, no lo reconocían desde hacía meses pero no estaba en la disposición de explicar nada. Le hicieron prometer que tendría más cuidado al salir de noche, prometió que no habría más escapadas y sólo así le dejaron subir a dormir a su habitación y cayó rendido otra vez.

 

Por la tarde fue su móvil lo que terminó de despertarlo, era Kanon y DM; reclamaban el que se hubiese ido del club sin decir nada… ¿Qué por qué lo había hecho? ¿No había sido Kanon quién le había llevado al taxi?

 

— Hermanos, mañana platicamos, estoy que me muero. — No recordaba muy bien lo ocurrido la noche anterior pero la voz de Kanon retumbaba en su cabeza. Después de colgar la llama se enterró en su cama y se enterró bajo el edredón.

 

¿Lo había imaginado? ¿Qué era un secreto?

 

¿Realmente no había sido Kanon? ¿Y si...

 

— No puede ser. — Milo abrió los ojos se destapó de golpe. Hacía tanto que no pensaba en Saga y de pronto sentía que le necesitaba, empezaba a echarlo de menos porque había perdido la complicidad con Kanon y DM no tenía ni una pizca de compañerismo. Tal vez se estaba volviendo loco, ¡Sí, eso era!

 

Su cabeza se partí por la resaca y estaba a nada de echarse a llorar como un niño perdido pero el “poquito” orgullo que le quedaba no se lo permitía, en cambio cerró los ojos y de costado se hizo un ovillo, mordió su labio inferior para no suspirar, pero lo único que había logrado era tener la sensación de algo atorado en la garganta; tenía atorado un nombre en su garganta, en su pecho, en la cabeza y no podía decirle a nadie lo que sentía. No sabía cómo ocurría aquello, al final, como un bumerang, todos sus pensamientos volvían al mismo punto de partida: Camus.

 

.*.

 

Domingos apacibles.

 

Había una mirada fija en una hoja de papel “la promoción del espectáculo de la noche anterior”, hubiese pasado de largo aquello, de no ser porque en la parte trasera del volante, con letras pequeñas uno de los hombres de las bandas llamó su atención.

 

Se trataba de “ellos” y no había podido resistirse a verlos, a la distancia…

 

— Saga…

 

— ¿Qué quieres?

 

— ¿A dónde dijiste que ibas? — El mayor de los gemelos sonrió a su compañero y guardó la hoja de papel que había estado contemplando.

 

— A comprar algo de comer, te dije que estoy jodido después del trabajo de anoche.

 

.*.

Domingos de antaño

 

— ¿Y le dejaste tus llaves con todo el antecedente de irresponsabilidad que se carga Kanon? — Shion con desayuno en la cama picaba de la fruta que su novio le había preparado pero contrario a lo que Dohko esperaba, ahora era mirado con completa desaprobación.

 

Como el desnudo guía al ciego

Sé que soy egoísta,

Soy cruel.

 

Poner al día a Shion sobre su actividad como tutor no era nada complicado, la mayoría de las veces se sacaba algunos regaños y golpes en la cabeza como castigo por ser tan permisivo con el gemelo.

 

— Pues ya no es tan irresponsable. Creo que es justo que confíe en él.

 

— Bueno, es que una cosa es confiar en él y otra muy diferente es dejarle las llaves de tu auto cuando sabes que seguramente terminará ahogado en alcohol y en un lugar lejano de casa. ¿En serio lo ves normal? —     Shion volvió a llenar sus mejillas de fruta y tras acabar con todo volvió a hablar. — Te he dicho que cuando pasen esas cosas me marques, yo soy muy bueno aconsejando…

 

— Te marqué. — Reclamó.

 

— Me marcaste para decirme que vendrías en Bus. 

 

— Y esa era mi indirecta forma de decirte que había dejado el auto a Kanon. — Ante la mirada molesta de Shion, el moreno terminó su broma y como pocas veces se le veía, cambió su gesto pacifico, por uno un tanto más intranquilo. — No quiero saturarlo de reglas y que al final termine alejándose como Saga…, no quiero fallarles a sus padres de esa manera. Incluso sí es sólo de esta forma que pueda cuidarlo, voy a hacerlo durante el tiempo que me lo permita… tampoco es un bebé.

 

— No lo es, y estoy de acuerdo, aprisionarlo no servirá de nada, pero vamos Dohko, tú también tuviste su edad y sabes que, aunque grite libertad, lo que se necesita es estabilidad, no que un día le digas que sí se puede y al siguiente no. Ni que estés a medias, si realmente quieres cuidarlo tienes que abrir mucho más tu corazón, no puedes pedir que Kanon confíe en ti si tú no lo haces en él… y eso no es un intento por presionarte para que sepa lo nuestro — Recalcó apresurado. — Lo-lo que intento decir es que…

 

— Sí, lo entendí. Ya lo entendí. — Los suspiros de Dohko eran profundos e inesperados y siempre lograban que Shion brincara. — Tú eres muy bueno con esto.

 

— Y tú, todo un caso perdido.

 

.*.

Completamente solo en espacio y tiempo

No hay nada aquí, pero lo que hay aquí es mío

Algo prestado, algo azul

 

 Odiaba que el lugar empezara a llenarse porque la gente era escandalosa.

 

La piel del rostro de Saga empezaba a enrojecerse, el sol era demasiado y ni la gorra y los lentes que llevaban lograban protegerlo así que sentado en la banca del parque se decidió a terminar de devorar su emparedado para marcharse.

 

.*.

 

— ¡Dita, alcánzame! —

 

Mu llevaba la delantera en su bicicleta, Shaka apenas si había podido mantener el equilibrio al subir y ahora sus amigos le llevaban algunas vueltas por delante. No se le borraba la sonrisa del rostro era ver a Mu y a Dita pasarla bien lo que le curaba el alma.

 

— Afrodita… pensé que eras bueno en deportes. — Logró decir cuando pasó su amigo a un lado y por intentar hacer una seña con el dedo corazón, afrodita ladeó un poco su bici haciendo que la velocidad que llevara bajara considerable mente. —

 

— Eso ha sido trampa. — Bromeó también, no recordaba que Mu fuese tan bueno andando en bicicleta así, se estaban divirtiendo y no cortó el rollo de la carrera que hacían por la pista del parque.

 

Apenas se recuperó, avanzó el camino dejando a Shaka muy por detrás pero antes de poder alcanzarlo. Llamó su atención la lejana figura de una persona vestida de negro… con semejante calor era imposible que no llamaba la atención.

 

¿Le conocía de algo?

 

Tal vez… era alguno de sus clientes, pensó por unos segundos y no prestó más atención a aquello.

 

— Vaya… Dita regresa al ataque. — Mu viró su rostro para observar a su amigo. Llevaba las manos al volante y la coleta en su cabeza no servía de nada porque el cabello se le removía con el viento. — ¿Qué?

 

— No.… nada..., me pareció conocer a alguien.

 

— Aquí no conocemos a nadie, Dita.

 

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«.·°·~*~' continuará ‘~*~·°·. »
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(*) Placebo - Every you, every me

 

 

 


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