Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Acaricia mi alma por Doki Amare Peccavi

[Reviews - 19]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Cap. 9: Déjà vu

 

(*) No es verdad

Dime que me mentiste

Llorar no es algo que haces

 

 — ¿Cómo pudieron dudar de mí? De mi amor, de mi cariño…

 

Mu, Dita y Shaka miraron a Camus al borde del llanto, él tenía razón, ¿Cómo habían podido suponer que no estaría de su lado, después de todo lo que habían pasado?

 

.*.

 

Cariño, ¿no te retractarás?

Di que solo tratabas de hacerme reír

Y nada tiene que cambiar hoy

 

— ¿Y qué haces? —

 

— Termino mi tarea. — Murmuró de reojo miró a su “hermanito” tomar a escondidas la caja de colores y la escondía en una de las mangas de su pijama. — ¡Ey, deja ahí! Voy a ocuparlas.

 

— Es que yo he perdido las mías. — Refunfuñó el niño al ser descubierto y salió corriendo de la habitación, Mu se levantó y corrió atrás del Kiki antes de que terminara encerrándose en su habitación, sin embargo, apenas había dado algunos pasos en el pasillo, el niño resbaló y cayó al suelo de panza, ocasionando que todo el aire saliera de su estómago…

 

— ¡Kiki! — Mu corrió a auxiliar al pequeño pelirrojo y mientras le ayudaba a reponerse pasos de una persona se escucharon por las escaleras, el corderito había intentado levantarse y levantar al niño antes de que su madrastra los notara, pero con los quejidos del pequeño había sido imposible.

 

— ¿Qué le estás haciendo a mi hijo? — Reclamó la mujer, con una exagerada reacción empujó a Mu lejos de su hijo y se abalanzó con bofetadas y arañazos para poder alejarlo. — ¡Lárgate de aquí y no regreses…!

 

Era la misma escena de siempre y Mu sabía que esconderse en su habitación sólo ayudaría a empeorar las cosas así que como puso se separó de aquella mujer y echó a correr fuera de casa, sentía el rostro arder por los arañazos, no tenía ningún lugar a donde ir así que simplemente esperó en el jardín a que su padre llegara, le diera el discurso de siempre por “molestar a su mamá y hermano” y al final le mandaría a dormir sin cenar con la amenaza de ser castigado severamente por lo ocurrido.

 

Esa pasividad a “Ella” le molestaba, su papá nunca tomaba postura y se volvía un terrible mediador entre ambos, por eso ella se tomaba derechos que no debía y de igual forma se atribuía rencores que no existían.

 

— ¿Mu? ¿Otra vez peleaste con tu madre? — Mu levantó su rostro lastimado y observo la figura fuerte de su padre, aún le sacaba una considerable cantidad de centímetros de altura, era un hombre fuerte y su rostro amable nada tenía que ver con la figura que aparentaba.

 

— Lo siento. — Mu no quería encender una discusión en la que no sería respaldado, sólo esperaba que la figura de su padre fuera suficiente para que cubriera de su madrastra mientras entraba a casa y ya echándose a correr escaleras arriba, podría ir a su habitación para acabar con sus deberes.

 

— Anda, vamos adentro, hace frío. — Mu cerró los ojos cuando su cabello fue revuelto y asintió, y como lo había planeado siguió los pasos de su padre. — Amor, llegué. —  Ella corrió a saludarlo, sabía que Mu estaba detrás de él.

 

— Amor, que bueno que llegaste…, Mu de nuevo peleó con Kiki, ya no puedo soportar esta situación…, a este paso si no tenemos mano dura con él, hará lo mismo que su hermano mayor. —

 

Era cruel, sabía tocar el talón de Aquiles de su padre.

Su único fracaso en la vida echado en cara sin ningún tipo de reserva.

 

— Hablaré con él más tarde. — Y dejó de proteger a Mu. — Anda Mu, ve a tu habitación y ya sabes que estás castigado.

 

El corderito asintió, corrió. Atravesó el comedor, la sala y subió escaleras arriba hasta su habitación, y cuando pensó que lo peor había pasado, observó sus tareas completamente rayadas, había papel regado en el suelo hojas suelta de su libro de deberes regados en la cama.

 

“Igual, debía tantas tareas que era imposible que salvara el año escolar, iba a la escuela para no estar tanto tiempo en casa.”

 

Rescató lo más que pudo su cuaderno y libros, los metió indistintamente a su mochila y se arrojó a la cama a dormir, con el seguro de la puerta puesto podría descansar tranquilo.

 

Hasta que su reloj marcó las cinco de la mañana, siempre prefería levantarse, tomar un baño y salir tan rápido como podía de casa, para no tomarse a nadie más de la familia. De esta forma se aseguraba no ir con marcas recién hechas, al colegio.

Mu tenía que salir aún a oscuras para correr hacia la estación del metro, regresaba dos estaciones para poder ver a Dita y a Shaka y así podían tomar los tres un tren directo y ahorrarse casi veinte minutos de paradas entre estaciones.

 

Camus era llevado por su padre en auto, era de admirarse que un médico tan reconocido se tomase el tiempo de ir a dejar a su hijo al colegio, pero Camus siempre decía que lo hacía por los horribles pensamientos compulsivos que tenía sobre su hijo, se aseguraba, al dejarle en el colegio, que Camus llegara siempre temprano, siempre presentable y que guardara la imagen que esperaba dar de la familia.

 

Por eso se habían prohibido hablarle frente a él.

 

— ¿Ya es más frecuente que la loca esa te joda, ¿no? — Mu sólo se encogió de hombros, Dita con el mechón en el rostro, no era el mejor ocultando el hematoma verde de su mejilla, aun así, era al último que se le vería quejándose de sus propios problemas.

 

— Tenemos muy mala pinta, en nada vamos a ser los marginados del colegio. — Murmuró Shaka mientras miraba su labio partido en el espejo del baño.

 

— Yo pensé que ya lo éramos. — Bromeó Camus ingresando al baño, su mochila al hombro pesaba más de lo normal, porque desde que sus amigos eran sus amigos, llevaba un pequeño botiquín para ayudarles a curar sus heridas.

 

— No digas eso Camus. — Se quejó Dita. — No nos hablan porque miras de forma gélida a todos.

 

— O porque eres muy escandaloso. — Secundó Shaka dejando un espacio en el lavabo para que Camus pusiera el botiquín y después esperó su turno para desinfectar tu herida. — Primero a Mu, creo que es quién peor noche ha tenido.

 

Camus miró de reojo a Dita, él pensaba que no, la postura de Dita le delataba, pero respetó el silencio de su amigo y empezó con las heridas de Mu, segundando a Shaka y después, cuando estuvieron a punto de salir hacia el salón Dita mencionó que necesitaba ir al baño.

 

— Te toca cargar el botiquín. — Murmuró Camus llevando a sus amigos afuera y Dita asintió, tomó el botiquín, se encerró en un baño y curó una a una sus heridas de la noche anterior.

 

Si decides ser bueno, relativamente bueno, lo tienes todo:

 

¿Y Si decides ser malo? Relativamente malo

 

.*.

 

Milo tocó nuevamente a al timbre en casa de Kanon, llevaba más de veinte minutos perdidos, pero había sido claro con su amigo cuando le había dicho que tenía que disculparse por lo ocurrido el día anterior, consideraba a Camus un amigo como para que una situación como la ocurrida con Mu lo jodiese todo, así que iba a llevar a Kanon a disculparse con él, costase lo que costase.

 

— No te he dicho que me hagas un favor, actúa como un hombre por una vez Kanon, ¿o es que crees que estuvo bien que le golpearas por una estupidez?

 

— Que mi hermano no aparezca, no es una estupidez. — Gritó desde el otro lado de la puerta y a pesar de estar sólo separados por esa madera, Milo se colgaba del timbre intentando que joder a Kanon fuese la forma de asegurarse que Kanon lo acompañase.

 

— No es una estupidez, pero no es culpa de Mu, no sólo le agrediste, sino que todo fue por un mal entendido y además él tenía el brazo enyesado..., le diré a todos en el salón que te metes con gente más pequeña que tú. — Retó sin resultado. — Y si no me acompañas, traeré a Mu a tu casa para que aquí le pidas disculpas.

 

Milo era ingenuo pensando que el corderito se prestaría para semejante niñería, pero Kanon abriendo la puerta, dejó ver por, a pesar de su carácter rudo, eran considerados los más ingenuos del grupo de amigos.

 

— No te atrevas, no me agrada y no quiero volver a verlo.

 

— Entonces acompáñame, no te dejaré en paz con esto hasta que me acompañes y te disculpes.

 

— Eres un estúpido, parece que no entiendes que mi hermano me tiene preocupado... 

 

— Vamos… — Repitió Milo sin oportunidad a tregua y Kanon molesto terminó por cerrarle la puerta en la cara, se escucharon ruidos rápidos dentro de casa y para cuando volvió a abrir la puerta ya llevaba dos cascos y las llaves de su moto encima.

 

— Vamos, me disculpo y me pierdo ¿De acuerdo?

 

— Claro hermano! —

 

Mucho más animado que el gemelo, Milo arrebató el casco de manos de Kanon, se subió en la moto y esperó a que su amigo hiciera lo mismo para emprender camino al hospital, ya llevaba más de media hora de retraso, pero sabía que Camus le iba a esperar, porque en el poco tiempo que llevaban de conocerse, había dejado claro que la puntualidad no era su punto más fuerte, aun así, gracias a Kanon habían podido evitar el tráfico de la ciudad, su llegada había sido más rápida de lo esperado.

 

— Mira, estás de suerte, ese es Mu. — Apenas llegaban al hospital, Kanon aparcó en uno de los espacios de bicicleta y Milo corrió a encontrarse con el amigo de Camus, era extraño sentirse animado de verle cuando un día antes aquel chico le había generado desconfianza sin explicación… ¿Sería que a Kanon le ocurría lo mismo? — Mu, que suerte verte, pensé que ya estarías adentro.

 

— Te estaba esperando. — Dijo Mu, la tarde anterior juraría que era otro, ahora con su rostro inmutable parecía más un muñeco de porcelana, cubierto por algunas marcas en el rostro, producto seguro de la paliza que le había dado su amigo. — No pensé que tardaras tanto, Camus me está esperando adentro, pero quería pedirte que no menciones nada de lo ocurrido ayer. — Y apuntó con la cabeza hacia Kanon, que se dirigía hacia ellos. — Camus necesita estar tranquilo y lo menos que quiero es que se inquiete si me ve así y sabe que fue por causa de un amigo tuyo.

 

—  Ok, sí, por mi está bien, no es como su fuese algo de presumir… justo por eso, Kanon ha venido a disculparse contigo..., ayer estaba muy nervioso, no sabes lo que es tener a un hermano perdido así que él apenas escuchó su nombre reaccionó como un bruto, pero no es una mala persona.

 

Pero sí conocía ese sentimiento…

 

Justo hasta ese momento, cuando Kanon fue capaz de observar a Mu, notó todo lo que su amigo decía, había estado dispuesto a minimizar el daño hecho, pero al verle lastimado por su culpa, sintió una pizca de lastima por ese chico, y mucha vergüenza por sus acciones.

 

— Entraré por Camus. — Mu ignoró olímpicamente todo aquel show de pedir disculpas, no tenía cabeza para nada más que sacar a su amigo con una identificación falsa, y una vez que le aseguraron que no mencionarían nada respecto a lo ocurrido el día anterior, sintió una pizca de tranquilidad. — ¿Estarás aquí?

 

— ¿Eh? Sí…

 

— ¿Puedes ayudarme a pedir un taxi en veinte minutos? Camus no puede estar mucho tiempo en la luz del sol, así que tal vez sea otro día cuando puedas hablar con él, ahora necesita reposo.

 

— ¿Qué dices? — Milo frunció el ceño por semejante abuso por parte de Mu, y Kanon mordió su labio inferior a nada de soltar una carcajada.

 

Si Milo había pensado que algo diferente ocurriría, estaba muy equivocado, no es como si fuese una persona relevante para Mu y por el contrario apenas le había visto llegar con Kanon, tuvo que hacerse el duro para no hacer una tontería, aunque miedo esta vez no sería, sabiendo que Saga estaba en casa sin posibilidades de escapar, su situación con el otro gemelo era completamente diferente, así que sin más, prestar atención a esos dos, se adentró al hospital, con el retraso que llevaba era seguro que Camus estaría desesperado, porque como se lo habían inculcado, la puntualidad siempre era un aspecto importante.

 

El corderito ingresó al hospital y apenas entró a la recepción vio a su amigo ya sentado con una bolsa de medicamento y una gorra, lentes oscuros y una pequeña manta en sus hombros.

 

— ¿Qué te paso? — Preguntó Camus al observar las heridas de Mu. — ¿Ya te has desinfectado?

 

— Sí, sí, Camus. — Mostró la lengua sin acercarse y caminó hacia la recepción, leyó el alta, recibió las indicaciones y una vez pasada la prueba de fuego, mucho más tranquilo, se acercó a su amigo.  — Podemos irnos a casa. —

 

Mu estiró su mano para que Camus pudiera ponerse de pie, acomodó su gorra, y colocó la pequeña manta a modo de capa para que, al salir, el sol no le impactara directo en el rostro.

 

— Por fin todo esto se acabó, Mu. — El corderito observó a Camus, algunos kilos perdidos y seguro perdería más en cuando supiera el lío en el que estaban metidos. Temía mucho en la reacción de su amigo, cuando se enterará de todo lo que habían hecho y por eso seguía el plan de Shaka al pie de la letra. — y ahora… ¿Me dirás que te pasó en el rostro?

 

— Lo de siempre, Camus. — Dijo Mu, la resignación en su rostro era nueva así que Camus no supo cómo interpretarla… — Por cierto…, vino tu amigo, pero ¿Podría ser que después platiquen? Dita y Shaka nos están esperando. 

 

— ¿Sí llegó Milo? —

 

Despiertos toda la noche

En otro vuelo nocturno

Ojalá nunca hubiéramos aprendido a volar tan alto

 

— Sí, pero… es mejor si sólo lo saludas y nos vamos. — Camus mordió su labio, detuvo su paso y estiró su mano para que Mu parara también… y cuando aquel acto hizo al corderito parar y virar su rostro, Camus jaló la manta para cubrir su cabeza y casi parte de su rostro…

 

Tal vez deberíamos solo tratar

De decirnos una buena mentira

No quise hacerte llorar, yo

 

— Creo que me gusta... — Confesó… — Quiero seguir en contacto con él… ¿Puedo?

 

 

.*.

 

La fuerza de ellos cuatro difícilmente podría verse en otros chicos de su edad, a diferencia de la percepción que ellos tenían de sí mismos, ellos eran casi idolatrados por sus compañeros, especialmente por las chicas.

 

No era común aquel tipo de belleza y ellos cuatro la irradiaban en cada poro de su piel.

 

Había habido una temporada en la que las cosas parecían mejorar, sin embargo, cuando estaban casi acostumbrándose a la rutina, “algunos rumores” empezaron a correr en torno a ellos.

 

Les llamaron mariquitas y aseguraron que incluso uno de ellos acosaba a otros chicos.

 

Pensaron que aquello había sido una mala broma hacia Dita, pero cuando el consejero escolar pidió a Camus llamar a su padre, las cosas empezaron a complicarse, los permisos fueron pocos y un día… sin aviso previo, Camus dejó de presentarse por las mañanas, en el baño del colegio, a curar sus heridas.

 

Dejó de mirarles

 

Soltó sus manos y entonces Dita, Mu y Shaka cayeron en un abismo profundo.

 

Camus era el único que había tendido su mano para rescatarlos, para arrastrarlos de las pesadillas en las que vivían hacia el mundo escolar, pero sin él ¿Qué podían hacer?

 

Incluso cuando dejó de presentarse en el colegio, actuaron lento, hasta que una tarde, una llamada a casa de Mu fue suficiente para entenderlo todo.

 

— Buena tarde? — Preguntó el corderito jugando con el resorte de teléfono mientras miraba a lo lejos, la televisión encendida y a su hermanito recostado en el sofá.

 

— Mu… — Era la voz de Camus… — Mu, mon père a essayé de me tuer.

 

Aquella verdad lejos de congelar a Mu, le dio las fuerzas que no tenía ni para rescatarse a sí mismo. Tomó la cartera de su madrastra de la mesa y salió corriendo de casa, pidió un taxi y llegó con Dita y Dita a su vez avisó a Shaka que tenía que ir a casa de Camus por él, sacarle de ahí, había sido casi un logro.

 

— Casi te mata, y en algún momento terminarán matando a uno por uno de nosotros. — Mu de pie y sus tres amigos sostenidos cada uno a un columpio para evitar el cansancio. — Ya es tan normal entre nosotros curarnos las heridas que hemos olvidado que podemos evitar tenerlas…, no debemos volver con nuestros padres. 

 

— ¿Y qué haremos? ¿No tenemos dinero ni idea de como sobrevivir? — Camus estaba tan muerto de miedo que cualquier opción que dijese Mu le parecía imposible. Dita, por el contrario, estaba tan harto de todo que no dudó ni un minuto en la propuesta del corderito.

 

—  Podemos buscar a mi hermano, tengo la dirección de la última carta que me escribió, él nos va a ayudar y… nos dejará quedarnos en su casa. Estoy seguro. — Dita y Camus no sabían nada de aquel hermano de Mu, Shaka le recordaba apenas, porque hacía mucho que no sabían nada de él, no sabía que Mu tuviese una carta suya… — Shion también escapó de casa así que nos entenderá… no va a dejar que nadie nos haga daño.

 

.*.

 

Desde que salieron de casa, Camus les había asegurado que jamás creería en el amor, ni en las atracciones sexuales, estaba casi eliminado su libido adolescente por la experiencia vivida con su padre, así que el hecho de que justo en ese momento, le confesara que alguien tan complicado le gustaba… resultaba tan irónico como increíble de querer.

 

— No lo sé, Camus… no es como nosotros…, no entendería nuestra forma de vida.

 

Y su amigo soltó un suspiro, le era tan complicado hablar de sentimientos y mostrar sus necesidades que sólo había atinado a decir aquellas cosas a Mu, gracias al medicamento gracias a la leve temperatura con la que salía del hospital, pero si el corderito decía que no se podía, él lo aceptaba, no les metería nuevamente en problemas.

 

— Tienes razón. — Camus continuó su paso, pero al salir del hospital, fue sorprendido por un cuerpo que evitó que continuara su paso, unos brazos le rodearon y después el aroma de Milo inundó su nariz. — Pero ¿qué…? — No levantó la mirada por las indicaciones médicas… y no hacía falta queja.

 

— ¡Te he sorprendido eh! ¿No te ha dicho Mu que vine a verte? — Sonrió después de aquel fraternal saludo, tomó la mano de Camus para guiarlo hacia el taxi que había pedido hace ya más de diez minutos. — Anda, te acompañaré a tu casa para saber a dónde puedo ir a visitarte.

 

— No, nos vamos solos. — Mu empujó suavemente el cuerpo de Milo para dejar que fuese Camus quien entrara en la parte trasera del taxi, pero… todo había ocurrido justo en un auto como ese, las manos de Camus temblaron apenas pensó en meterse al taxi y rozó su mano con la de Mu para llamar su atención. — Por favor Milo, necesito irme con Camus. — Y en ese momento el empujón fue más fuerte, Mu besó en los labios a Camus y después su mejilla, acarició su mano para ayudarle a entrar y le pidió cerrar los ojos. — Piensa en que pronto veremos a Shaka, a Dita y estaremos de nuevo los cuatro juntos.

 

Camus tan ansioso como nunca, intentaba controlar su miedo para no ocasionar más problemas, el bonito momento junto a Milo había pasado a un segundo plano y ese hecho lo aprovechó el corderito para cerrar la puerta del auto y pedirle al conductor que avanzara.

 

La sonrisa que me diste

Incluso cuando tenías ganas de morir

 

Kanon y Milo quedaron anonadados, no se habían esperado aquellas muestras de cariño entre ambos chicos y, sin embargo, aunque Kanon pensó que se alejarían, el llamado escorpión tuvo muy claro el sentimiento que aquel beso de Mu había ocasionado en él.

 

Celos.

 

Casi como un reto, sintió que, si dejaba que se llevara a Camus lejos, lo perdería para siempre y sin entender muy bien por qué eso le generó tanta angustia, ordenó a Kanon seguir el taxi en su moto.

 

— Anda Kanon, que te estoy diciendo que les sigas. —

 

— Son dos maricones…

 

— ¿Y a quién mierda le importa eso? Te digo que tenemos que seguirlos…, si los perdemos de vista, te juro que no te lo voy a perdonar.

 

 

 

|¤°.¸¸. ·´¯`» D’amare Peccavi «´¯`·.¸¸. °¤|

 

 

(º·.¸(¨*·.¸ ¸.·*¨)¸.·º)
«.·°·~*~' continuará ‘~*~·°·. »
(¸.·º(¸.·¨* *¨·.¸)º·.¸)

 

(*) Billie Eilish – I love you


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).