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Los trágicos amantes del Distrito 8 por Bubble Tea

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Notas del capitulo:

He vuelto... Y no me iré otra vez ;)



Parte IV

 


Kibum no se equivocaba al pensar que toda su semana sería tan diferente a todas las demás desde que poseía uso de razón.

Por una parte en el instituto socializaba mucho más con sus compañeros de salón y pasaba buenos momentos, pero al entrar a la fábrica sentía una gran presión sobre sus hombros  que se tensionaba con mayor intensidad ante la presencia de Jinki.

Poco a poco, notó como reflejaba su antiguo ser con los demás únicamente con el mayor, al contrario de lo que jamás se habría imaginado. 

Creía que el chico de largo cabello no lo había notado, hasta que el viernes; mientras el chico capitolio pensaba en que el otro estaría ya con aquella vocalista en una cita, se encontró con la reconocida silueta de espaldas sentado en las escaleras de la gran entrada de su lugar de trabajo.  No llegó a cuestionar nada, que el otro sonrió al encontrar su mirada y le tomó del brazo sin dirigirle siquiera una palabra y le arrastró consigo hacia algún lugar.

 

El rubio por un momento pensó en negarse, suponiendo que verían a Fénix pero en su lugar reconoció como lentamente el asfalto era menos presente a su alrededor, hasta llegar a las afueras del Distrito; aquél lugar que tanto adoraba para sentir la brisa fresca cerca de la reja que limitaba su hogar. Un agente de la paz se encontraba allí, pero al reconocerlo les dejó pasar; suponiendo que como tantas veces Kibum iría simplemente a dibujar mientras disfrutaba del atardecer… Aunque esta vez no estuviese solo.

 

-Bien mi chico capitolio… Escúpelo…- Cuando el pelilargo se dejó caer en la fresca hierba decidió hacer lo mismo, aunque simplemente se sentó a su lado.-Key, anda… ¿Qué sucede? Has estado extraño toda la semana… Incluso desde que has ido al concierto ¿te han hecho algo allí que no me has dicho? –

 

-N…No sucede nada, de veras…- Como siempre el rubio decidió medir sus palabras, no deseaba confesar cómo se sentía, en realidad siquiera él sabía lo que sentía en aquél momento.

 

-Vamos Key, no me hagas insistir ¿realmente quieres que me siente a tu lado en la fábrica el lunes y repita constantemente “¿Qué sucede?” hasta que hables? – El mayor giró apenas por el césped hasta quedar a su lado, boca abajo, y comenzó a jugar con un pequeño trozo de alguna flor mientras balanceaba un poco sus piernas.

 

-Admito que te verías adorable, Jinki… Pero no es necesario, no sucede nada… Yo soy así.-

 

-No. Este es el Key que todos conocen, pero no el que trataba conmigo ¿por qué has hecho un cambio tan brusco? ¿He hecho algo mal yo acaso? Si debo disculparme deseo saber por qué para que sea sincero…-

 

-No has hecho nada… J…Jinki ¿tú no tenías una cita hoy?- Al decir aquello, Kibum se atrevió a apartar unos cuantos mechones rosados de su rostro para observar al mayor, pero encontrar sorpresa en las rasgadas orbes ajenas le tomó desprevenido.

 

-¿Cita?-

 

-Sí… Con ¿Fénix?-

 

-Yo no tenía una cita con ella…-

 

-Creí que… ¿No lo habrás olvidado? Pobrecilla…-

 

-¡Oye! Yo no olv…. ¡¡OH POR DIOS!! La llevaría antes del concierto…– Jinki se reincorporó de un salto, robándole una corta risa por su accionar.-Lo he olvidado… Bueno, de igual forma un amigo es mucho más importante… Ya estoy aquí…-Cuando el pelilargo se acomodó nuevamente a su lado, lo hizo sentándose y le abrazó con fuerza.-¿Me dirá el pequeño Key porqué está enfadado con Jinki?-

 

-N…No estoy enfadado, soy así…-


El mayor, sin que Kibum supiese la razón, decidió no insistir más y se quedaron en un cómodo silencio por largo rato, sólo las copas de las árboles al danzar con el ritmo del viento acompañaban sus relajadas respiraciones, hasta que el atardecer acabó, y con poco disimulo el agente de la paz anunció que su turno terminaría y que debían regresar.
Aunque Key se negase, el castaño lo acompañó hasta su hogar por si acaso y le aseguró que aunque le daría tiempo para que explicase qué sucedía, continuaría presionando.

 

 

Esa noche, los sueños del rubio que se negó a ir al concierto, giraron en torno al mayor, lo feliz que le hacía y las energías que ponía en su cuerpo con simplemente sonreírle. Key al despertar sintiéndose en el mejor lugar del mundo, notó de aquella forma que igual que en tantas novelas que había leído lo que sentía era amor… Uno no correspondido, pero sí muy profundo. Y por ello su meta sería ser el mejor amigo que podría tener Jinki.

Recordaba como el mayor siempre se quejaba de lo apagado que era su hogar, y siempre le insistía en que le dibujase algún cuadro para agregar algo de color a su habitación.

Con esa idea en mente, luego de desayunar junto a sus padres preparó su morral tejido favorito y lo llenó de pinceles, pequeñas pinturas de diferentes tonos pasteles, su libro de bocetos y algunos lápices. Luego buscó bajo su cama unos baldes medianos de pintura y los tomó con ambas manos para dirigirse a la casa del mayor. El pelilargo jamás le había permitido ir, pero gracias a su padre no fue difícil encontrar el camino correcto hacia el hogar de la señorita Lee. Mientras notaba a su alrededor las cada vez más precarias casas un ligero dolor en su interior le invadió; odiaba la diferencia que podía haber allí en su Distrito, y le costaba imaginar en los otros en los cuales sabía eran aún más pobres que allí, lugares en los cuales las personas podían llegar a morir de hambre.

Al menos allí todos tenían para lo básico, pero gracias a inhumanas  cantidad de horas laborales, además de no poder permitirse ningún lujo… Exceptuando en casos como los de él. Cuando reconoció la pequeña casa hecha entre concreto y chapa, notó la silueta de una delgada figura acomodándose un poco el cabello, y frente a esa muchacha a Jinki recostado en la puerta de su casa, conversando amenamente con quien supuso era Fénix.

La sonrisa que le dedicaba a la muchacha no era la misma que a él, Kibum lo pudo notar prácticamente al instante y un fuerte dolor en su interior le invadió, haciéndole dejar caer las latas de pintura que por suerte no se abrieron.

Unos niños que se encontraban jugando con unas piedras a un lado del camino asfaltado, se acercaron a él preguntándole si estaba bien… Y allí Key notó algo en los redondos ojos café del niño que jalaba de sus ropas para llamar su atención: esperanza por algo nuevo pasase en sus rutinarias vidas. El rubio sintió como algunas lágrimas comenzaban a caer por su pálido rostro, pero se contuvo limpiándose como pudo las mismas y se arrodilló frente a los pequeños que le observaban realmente curiosos.

 

-¿Quieren divertirse un poco? – Cuando los niños asintieron sin dudarlo de manera efusiva, dejó escapar una corta risa .- ¿Les gusta dibujar? …

 

 

 

 

 

 

 

Cuando el pleno sol de aquella tarde de sábado iluminaba la plaza central, unos cuantos habitantes del Distrito 8 que tenían un poco de descanso de sus exigentes trabajos se encontraban en el recinto, compartiendo rizas mientras dibujaban diferentes trazos de colores por todos los paredones de los principales (y únicos) negocios del centro. Incluso los vendedores de dichos lugares colaboraban, de la panadería habían repartido algunos pasteles entre todos,  en la tienda de ropa les habían conseguido algunos trapos viejos para poder mantener el lugar… Y entre todos comenzaron a iluminar aquél apagado y oscuro lugar que tanto detestaban… Kibum les había alentado a todos los padres que veían horrorizados a sus hijos correr con pinceles dejando alegres marcas por todos lados con una sencilla frase “Después de todo, es nuestro hogar ¿no? Si queremos un cambio en nuestra vida debemos comenzar por nosotros mismos y exigirnos en lo poco que aún podemos…”

 

Pero mientras contemplaban la obra de arte ya terminada en las diferentes paredes, el himno de Panem comenzó a sonar, tomándole a todos de manera desprevenida. Key no tuvo tiempo siquiera de observar una última vez sus delicadas flores en tonos azules y verdes, que fue arrastrado por unos agentes nuevamente a su casa.
Realmente enfadado por el trato, se rehusó a tener que regresar, pero no pudo hacer nada cuando fue lanzado dentro de la sala, siendo bienvenido por su madre que parecía un tanto desesperada.

 

-¡¿Pero qué les pasa hoy?!-Chilló molesto cuando su madre le ayudó a reincorporarse y se quitó los zapatos.

 

-Hoy es un día complicado hijo… Están por terminar los Juegos…-

 

-¿Y por qué no puedo verlos en la plaza con los demás?...-

 

-Porque comenzarán los disturbios… Hijo no sé qué te ha inspirado a hacer aquello, pero créeme, cuando todos vean cómo han acabado los juegos sin un ganador de nuestro distrito, tu momento de arte será una chispa que encenderá una llama de odio hacia el Capitolio.-Cuando su padre vestido en simplemente pijamas apareció frente a él, Kibum frunció apenas sus labios.-Estoy seguro que no has pensado en ello…-

 

-No padre, yo solo… Quería ayudar a que todos se sintiesen mejor en un mundo tan gris como es nuestro Distrito repleto de Concreto…-

 

-Ya bebé, te prepararé un baño de agua tibia para que te relajes antes de cenar…- Su madre mientras se acomodaba el cabello decidió de aquella conversación.

 

-Te creo Kibum, por eso no mandé a detenerlo cuando comenzaron a pintar los niños, pero por seguridad prefiero que estés aquí… Ahora ve a bañarte y luego nos ayudas a hacer la cena, tampoco quiero ver como se asesinan esos niños en el último día…-

 


Mientras la familia Kim entre risas preparaba la comida entre todos, Key les narró a sus padres sobre las magníficas obras que había hecho con los niños y adultos, realmente contento por cómo los comerciantes también habían ayudado aquella tarde, su momento especial fue interrumpido por fuertes golpes en la puerta. Kibum quiso encargarse de abrir pero su padre se negó, pero de igual forma el rubio le siguió curioso para saber qué había pasado. Al abrir, un par de agentes de la paz hablaron a toda velocidad con su padre y él explicó que debía salir, pero que por nada del mundo ellos lo hiciesen y  se colocó su uniforme en segundos y desapareció de su hogar, dejándoles a Key y su madre con la duda de qué sucedía. No pasó mucho tiempo que de una manera un poco más calmada (aunque no tanto) la puerta volvió a sonar y el rubio se hizo cargo de atender, encontrándose con un sudado y agitado joven de castaño y largo cabello frente a él con unas cuantas heridas en el rostro, y sin tener que observar mucho notó sangre escurriéndose entre sus ropas.

 

-¡J…Jinki!-

Notas finales:

Les extrañé muuucho <3


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