Capítulo 34. Mí emblema…
No acabaran conmigo porque soy su soberano, cuando junte mis manos crearé una prisión cruel y despiadada. Encerraré a todo aquel que me ha puesto un dedo encima… es una promesa…
Todo se había vuelto borroso para mí, la bella y perfecta oscuridad acompañaba mi alma, mi inconciencia no me dejaba viajar al pasado para recordar algún momento en donde desmembraba a algún idiota que se atrevía a más de lo que podía, cuando rebanaba sus delicados cuellos, cuando le sacaba los ojos a aquellos que me miraban con superioridad, cuando le cortaba la lengua a aquellos que hablaban mal de mí, cuando les disparaba por escuchar cosas que no debían, mi tolerancia tenía un límite, ya que mi abundante generosidad perdonaba las faltas de respeto a mi gran persona, para mí, la muerte era lo más digno y no hay nadie mejor que yo, el gran Ben Tennyson, el soberano y dueño del Omnitrix, pues yo soy más que los demás y si pretenden pasar por encima de mí se darán cuenta de mi poder y mi capacidad de destruir sus vidas.
Eso era yo…
Ahora me daba cuenta que desde un principio lo había hecho todo mal, debí aprovechar la más mínima oportunidad para clavarle un cuchillo en el pecho a Dante o pegarle un tiro, ahora me daba cuenta que debí matarlo al igual que a esa tipa hace tantos años, ahora ha venido a aniquilarme, cobra su venganza cuando yo no tuve la culpa, eta claro que esa tipa lo tenía, Dante era mío, mi propiedad no se tocaba y lo mínimo que merecía esa miserable pordiosera era la muerte bajo mis manos. Al hijo de puta no le basta con solo degollarme, él quiere doblegar mi alma y someterme a su voluntad, pero no se ha dado cuenta que yo…
Soy un hueso duro de roer…
Me daba cuenta también, que sus vagos recuerdos, su vaga sonrisa encantadora, estaban tratando de tocar las puertas de mi corazón perfecto, uno lleno del amor más incondicional, uno del que nunca me abandonaría ni me traicionaría, uno por el que estaba dispuesto a luchar…
El amor propio…
Dante estaba jugando con mi pasado, se burlaba de mis sentimientos, estaba tratando de revivir a ese estúpido niño de 14 años que tanto odio y detesto, aquel que se rindió a sus pies, a su pobreza, a su sencillez a su humildad…
A su traición…
No dejaré que esos vagos sentimientos profanen mi alma y traten de recuperar al viejo Ben, ahora soy perfecto, ahora soy fuerte, soy imparable, soy el destructor, soy el soberano y sobre todo…
Soy dios…
Nada ni nadie devolverán al viejo Ben, él se ha marchado para siempre y no permitiré que manche con luz mi hermoso corazón entregado a la eterna y perfecta oscuridad, una que no tiene piedad, una que sin el más mínimo remordimiento arranca de este mundo la vida de tontos y miserables…
Debo ser ese Ben…
Debo seguir siendo quien soy, a pesar de que este recobrando el sentido común y saliendo de mis pensamientos…
Muevo mis dedos un poco, siento como el aire entra a mis pulmones, siento que estoy en una cómoda camilla, siento que estoy en un jodido hospital, pues al abrir lentamente los ojos, puedo observar a dos estúpidas enfermeras hablarse una a la otra…
— Exijo que me digan donde diablos estoy— les ordeno a las cretinas que se sorprenden por mi despertar…
— Avísale a Lord Sparda que su invitado ya despertó— ¿Lord Sparda?, ¿acaso estas tipas trabajan para ese infeliz?, ¿desde cuándo es Lord ese infeliz?...
— ¿Dónde carajos estoy?— le digo a la puta enfermera, una maldita vieja que de seguro tiene esa cara de amargada porque nadie se acerca ni para cogérsela…
Qué triste es ser feo, siento lastima por esa gente, supongo que no todos pueden ser perfectos como yo…
Veo que saca una botellita cuyo contenido es incoloro, toma una jeringuilla, le clava una aguja y extrae el líquido…
— Tranquilícese señor Tennyson, está en el mejor hospital de Egipto, Lord Sparda no se mide en gastos con la gente aprecia, pues solo trae a este sitio a la gente más importante, Lord Sparda ha sido muy generoso con este Hospital por varios años, por lo tanto los invitados de Lord Sparda serán bien atendidos— me dijo la vieja mientras observe como inyecto aquel liquido por la bolsa de suero intravenoso que estaba conectado a mi brazo derecho…
— ¿Qué me ha inyectado? ¡Perra de mierda!— le cuestioné algo frustrado, la maldita parece disfrutarlo…
— No se preocupe señor Tennyson, solo acato ordenes de Lord Sparda, su excelencia me indico que lo sedara si recobraba el conocimiento mientras él llegaba, pues está ocupado en unos negocios, también nos indicó que no le dejáramos escaparse y que no le quitáramos el ojo de encima— me comento con toda tranquilidad, no sé qué tanto sepa esta desgraciada, pero lo que sí sé es que pretende dejarme noqueado y servirme en bandeja de plata a ese desgraciado…
Sin piedad, me quite el catéter que estaba conectado a mi vena, me puse de pie con mucha dificultad pero con sigilo, la tipa parece haberse distraído con sus anotaciones, pobre tonta…
No le des la espalda a un ser tan benevolente como yo…
— ¡Oye!— me dijo alarmada cuando me vio delante suyo con la misma jeringa que por error suyo había dejado en la mesita al lado de la camilla donde “descansaba cómodamente”…
Rápidamente clave la aguja en su ojo, la jeringuilla estaba llena con el mismo líquido con el que me había tratado, presione un poco y delante de mí con aquellos gritos de pánico, su ojo estallo soltando sangre y agua, le di una patada en su vientre para que se apartara, sus llantos mediocres no me subían el ánimo, yo los necesitaba con más angustia, pero no podía darme el lujo de sacárselos, estaba mareado…
Debía escapar de aquí…
Tome una botella de cristal con un líquido transparente, fue lo único que encontré a la mano que me fuera de utilidad por si se me presentaba algún inconveniente. Abrí la puerta y dejando a la zorra con sus grandes lamentos de agonía que disfrutaba como la melodía más dulce, camine sin orientación alguna, la próxima puerta estaba distante, me dolían las piernas y tenía mucha sed, no estaba del todo bien, Dante me dejo muy herido con “nuestro encuentro matrimonial” si es que se no se le puede llamar de mejor modo a aquella salvajada, mi parte trasera y mi espalda baja me estaban matando…
Escuche que una alarma comenzó a sonar a mi alrededor, supongo que debí haber terminado mi trabajo y asesinar a esa perra, lo más seguro es que dio el parte a los de seguridad para que estén atentos y eviten mi fuga…
Que desgracia…
El sedante estaba comenzado a tener efecto, cada vez se me dificultaba ver las cosas con claridad, crucé la puerta y había un pasillo más largo lleno de múltiples accesos a posibles habitaciones e residencia, en lo profundo, había una puerta con la palabra “EXIT” sobre ella, sonreí de lado, al menos la suerte me gratifico un poco…
Me apresuré mientras me apoyaba en las paredes, necesitaba ayuda, pero como nadie podía dármela, me las tenía que arreglar yo solo…
Que novedad…
Nunca tuve a nadie a mi lado, los que me prometieron salvarme estaban quien sabe dónde, mi familia no se atrevió a nada más que mandar a tres inútiles agentes para mi rescate, huía de mi marido, si es que a ese infeliz se le puede llamar así, estaba más solo y la idea me abrumaba un poco, a veces me gustaría tener a alguien que ofrezca su vida por mí con sinceridad, quizás y solo quizás de ese modo podrían ganarse mi cariño…
Nadie lo hará…
Y no estaré esperando a esa persona, una vez más me valdré por mí mismo, he llegado hasta aquí siendo nada más que yo y no daría el brazo a torcer, cuando estuviera en mi trono dorado siendo admirado por los más grandes es cuando todo esto haya valido la pena…
Ya casi…
Ya casi alcanzo la salida, lo primero es escapar, lo segundo recuperar fuerzas y lo tercero no menos importante y por lo tanto más valioso…
Vengarme…
— ¡Ben!— escucho una voz detrás de mí, es algo chillona y molesta, por el sonido de sus botas impactar contra el suelo sé que dirige con prisa, — ¡Soy yo amigo!— cada vez está más cerca, — ¡tu amiga Ashley!— me dice tomándome por la espalda reteniendo mi huida, me brinda un abrazo, — ¡Que alegría que te encuentres mejor!— me dice con confianza y llena de bondad…
— No estorbes— le digo sutilmente…
Rápidamente estampillo la botella de cristal contra su rubia cabeza, debo reconocer que es de hueso duro, pero no más fuerte que el vidrio que se rompió, se aturdió por el golpe y cayó desmayada, la mire desde lo alto, le brinde una fuerte patada…
— A ver si así te mueres de una buena vez— le dije mientras me apoye de nuevo a la pared, estaba muy mareado, tenía ganas de vomitar, me apreté el abdomen, sentía dolor y estaba aturdido…
Sin esperarlo, derrame la poca comida que tenía sobre Ashley, no me dio tiempo a girarme oportunamente, la tipa quedo asquerosa, bueno más de lo normal. Me limpié con el codo…
— ¡Qué asco!— le dije a la tipa, lucia horrible, la sangre escurría de su cabeza y comenzaba a mezclarse con mi vomito…
No pude más y termine por expulsarlo todo, la tipa se empapó aún más, que degenerado soy, pero que más dará, es una cerda miserable que me las pagara al igual que el resto de los miembros del alto mando…
Abrí la puerta y un frio proveniente de la noche se caló hasta mi huesos, solo vestía una bata muy delgada de hospital, estaba descalzo, pero no me importaba, debía huir de este maldito lugar…
La salida daba a un callejón algo oscuro, tal parece que no era la puerta oficial del sitio, más bien parecía la salida de los empleados, camine unos cuantos metros y noté como una silueta oscura estaba de pie con los brazos cruzados, parecía esperar a alguien…
— Maldita sea— me dije a mi mismo, me detuve, no tenía sentido seguir si él estaba a pocos metros ocultándose de la oscuridad…
— Te tardaste 17 minutos con 15 segundos en llegar hasta aquí— me comento sin disimulo, — En tus condiciones me hubiera demorado menos, pero también debo entender que eres una princesita caprichosa de un reino muy peculiar— me comento con sátira…
— Imbécil…— susurré mientras los calmantes estaban atacando mi sistema nervioso central, se me estaba dificultando la razonabilidad…
— Veras niño…— me dijo acercándose a mí, — me has causado demasiados problemas, ¡Pero demasiados!—, dio énfasis en esas dos palabras, —estoy harto de soportarte, de tener que aguantar tus caprichos y tus pijadas, de que mates sin piedad, eres un dolor de cabeza, por eso nadie te quiere, por eso estas solo y veo la razón, eres despreciable— me decía como reclamándome todos mis presentes que tanto le brinde con cariño, como por ejemplo degollar a los viejos y al patético niño en el lago…
Yo solo le escuchaba mientras el frio y la droga se apoderaban de mí, no tenía remedio…
— Ya no sé qué hacer contigo muchacho, me has costado más dolores de cabeza que alegrías, pensé que serias un buen rehén, pero me equivoque, contigo no se puede llegar a ninguna parte, pensé que eras el mismo de antes—…
— Yo jamás seré el mismo de antes— le interrumpí su discurso de desprecio, no sé porque me estaba afectando un poco esas palabras…
— ¡Se nota!— me comentó con molestia, — ni te reconozco, pareces otro, estas desquiciado, tienes problemas de grandeza y superioridad, me das asco niño, solo sé que fuiste el que mato al amor de mi vida—
— Ella no era el amor de tu vida— le recrimine, porque el pasado dolía tanto ahora…
— ¿Ah no?, ¿entonces quién era?...
— Era yo idiota— le dije mientras lo note a un metro de mí, ¿Cuándo se había acercado?…
Escuche grandes carcajadas de su parte, yo no le veía la gracia ¿Dónde estaba el chiste?, no estaba de humor para aguantar esto, que patético lucia en esos momentos delante de ese infeliz…
— ¡Vaya!, pero que buen sentido del humor, ¿tú el amor de mi vida? ¡Pero si yo no soy maricon como tú!— me comentó a lo que apreté mis puños, me enfurecía esa palabra, si pretendía ser superior a mi estaba equivocado…
— Pues fue con un hombre con el que te casaste, eso no solo te hace un maricon… te hace un marica— le comente contraatacando…
Por lógicas razones se enfureció, me tomó me mis cachetes y los apretó con su mano derecha mientras me acorraló contra la pared, estaba fría por la noche, pero un poco de brillo lunar ilumino nuestros rostros, pude verlo…
Pude contemplar la cara de la persona que odio…
— ¡Nunca vuelvas a pronunciar esas palabras en tu vida maldito Tennyson!— me dijo con bastante irritabilidad…
— No tienes derecho a exigirme nada hijo de puta— le comente mientras su furia aumentaba…
Su rostro lo demostraba…
— ¿Crees que no la tengo princesita?— me dijo, — Soy el sultán de Arabia, tu esposo, me debes sumisión o puedo ordenar que te degollén en cuello o mejor para mí, a que te lo degollé yo— me explico la situación, su aliento golpeaba mi rostro, no podía ir más lejos, la droga estaba a punto de consumirme vivo…
— Si tanto deseas matarme, ¡hazlo de una puta vez!— le grite a su cara, — ¡No te tengo miedo hijo de la gran puta!—…
— ¡Pues deberías cretino!, no sabes la fuerza que tengo— me recrimino, sus ojos plata ahora parecían de frio acero…
— Me importa una mierda tu fuerza sobrenatural— le dije, — yo soy Ben Tennyson, el dueño del arma más poderosa del universo— justifique mi poder igualmente…
— Ese Reloj Gay que tienes no sirve para nada— me comento con cierta burla…
— Cuando lo repare, tendré listo a mi mejor alíen para acabar contigo—
— Ya lo veremos princesita— Me reto…
— Me repugnas Dante Sparda— le comente, — Ya no eres el de antes— le dije a sabiendas que sí lo era, su humildad a pesar de su poder no había cambiado, seguía siendo el mismo chico del que me había enamorado, solo le decía eso para dañarle un poco…
— Me importa un carajo lo que opines de mí— me dijo como si mi veneno no hubiera tenido algún efecto…
— Entonces te hare entender a las malas— le advertí…
Puse mis manos sobre sus hombros, abrace su cuello y le bese, estaba sin razón, en cualquier momento me desmayaría, note como me abrazó por mi espalda baja con salvajismo, yo le abracé a un más, si me preguntaban porque lo había hecho, lo más seguro es que los sedantes sacaron la parte más sensible de mí, no podía seguir discutiendo, las luces se me estaban escapando de la vista…
Que idiota soy…
Le di acceso a su lengua para que pasara a mi cavidad, note como entrecruzó sus piernas con las mías, ¿Qué estábamos haciendo?, ambos nos odiábamos a muerte, ambos nos habíamos jurado acabar con la vida del otro, note como un bulto apretado de su Jean se frotaba con el mío, comenzaba a embestirme para sentir la presión en nuestros miembros, estaba excitado, su lengua no dejaba de jugar con la mía, acaricie su cabello con mi mano izquierda de modo muy juguetona, poco a poco nos faltaba el aire y aun así no queríamos escapar…
Como para variar…
Cuando nos separamos, vi su cara de horror, se estaba juzgando, parece que se cuestionaba lo mismo que yo, ¿Qué habíamos hecho? ¿Por qué sucedía?, nos miramos fijamente y convencido de que él se había arrepentido, le pegue un fuerte puñetazo en su pómulo izquierdo como castigo…
— ¡No te burles de mi imbécil!— le grite mientras él trataba de reincorporarse, se sobaba la parte afectada y me brindaba una mirada asesina, iba a darle otro golpe cuando escuche latir mi corazón…
Abrí mis ojos fuertemente…
— ¿¡Benjamín!?— recriminó con preocupación mientras todo se volvió borroso, que ironía que ahora me llamara por mi verdadero nombre, de nuevo caía derrumbado por todo aquello que me hacía daño, escuche de su voz pronunciar mi nombre legitimo para entregarme a la tierna oscuridad que es la única que me ha escuchado por varios años…
Estaba en completa oscuridad, una voz profunda me recriminaba por qué le había besado, otra me cuestionaba por qué él había accedido, no quise responder a nada de eso…
Cuando abrí mis ojos, la gran luna iluminaba una habitación de hotel, las cortinas estaban abiertas y se podía contemplar todo el Cairo bajo el manto nocturno, estaba sobre una cómoda cama, una delgada sabana cubría mi cuerpo, el colchón era de mi agrado y la almohada era como las que tenía en mi mansión…
— Veo que ya recobraste el conocimiento— me dijo aquel tipo, no me extrañaba que él personalmente me cuidara…
— Y eso que más dará— le respondí de mala gana, Dante no era imbécil, note una fría cadena que agarraba mi pie…
— Espero que estés mejor— me comento…
— Después de la salvajada que hiciste en la pirámide no creo estar mejor— le dije dándole an entender que todo era culpa suya…
— ¿Qué paso con nosotros Benjamín?— me interrogo…
— ¿A qué diablos te refieres?— le devolví la pregunta mientras me acomodaba mejor en mi cama…
— Solíamos ser los mejores amigos, nos llevábamos demasiado bien y ahora no nos soportamos— me comento, ya entendí a donde iba todo esto…
— Me enamore de ti, desististe escapar con la puta esa que embarazaste, la degollé viva, tiempo después regresaste por mí, me secuestraste, me humillaste, yo mate a tus amigos, me usaste para casarme en contra de mi voluntad, te obligue a tener sexo en nuestra noche de bodas, explote un avión por venganza y por ultimo me violaste hasta sangrar y perder el conocimiento, cosas normales… cosas que hacen los mejores amigos— le comente nuestra pequeña travesía en esta pútrida vida que llevamos…
Note como ese tipo se acercó, se arrodillo al lado de mi cama y me observo mientras yo estaba cubierto hasta el cuello por aquella blanca sabana…
— Perdóname— fue lo que me dijo…
— No…— fue mi respuesta, — no te perdono— le comente mientras nos veíamos a los ojos…
— Te lo pido, no sabes lo duro que es decirlo—
— Lo se…— le conteste, — de nosotros ya no queda nada bueno, mi emblema es el odio y la venganza, estoy manchado con la oscuridad, vivo feliz así—…
— Cambia, puedes hacerlo— me dijo entre susurros…
— ¿A qué viene esa disculpa de porquería?— le cuestione…
— No he podido dejar de pensar en ti, no lo comprendo— me respondió…
— ¿Qué quieres decir idiota?— le cuestione mientras se acercaba poco a poco…
— Necesito comprobar de que no me estoy enamorando de una princesa caprichosa— exclamo a medida que me tomo de mis mejillas y me beso…
Yo estaba aún sedado, por eso no reaccionaba como debía hacerlo, por eso accedía a escucharlo sin reprocharlo, por eso dejaba que me besara y que se acomodara mejor en mi cama, por eso dejaba que se quitara los zapatos y se fundiera sin prisa en aquella cama desconocida, por eso le abrazaba y disfrutaba de su gran espalda, por eso dejaba que sus piernas se cruzaran con las mías, por eso dejaba hacer lo que él quisiera, por ese sedante de mierda es que lo permitía, ¿o estaré equivocado?, ¡No!, ¡yo jamás me equivoco!...
ya que…
No acabaran conmigo porque soy su soberano, cuando junte mis manos crearé una prisión cruel y despiadada. Encerraré a todo aquel que me ha puesto un dedo encima… es una promesa…
Continuará…