Las vacaciones de invierno habían comenzado y empezaba a notar las ventajas de salir con un viejo amigo. Oliver y yo podíamos vivir pegados sin que a nadie le importara. Podía pasar días en mi casa sin que mi familia lo encontrara extraño. Podía yo quedarme en la suya de la misma manera, aunque a su tío Seth no le gustaran las visitas, yo era una excepción.
Conocía la historia de Oliver y él la mía, teníamos historia juntos. Sabíamos lo que le gustaba al otro y lo que no, teníamos intereses y pasatiempos en común. Conocíamos a la familia del otro. Era considerado Familia por algunos parientes de Oli, y Oli siempre pasaba festividades con nosotros. Mi familia lo amaba.
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-¿Dónde estoy? ¿Cómo llegue aquí?-se quejó Oli.
Mire su mitad de la pantalla. No sabía cómo le hacia Oli para perderse en el castillo de Bowser, siempre que jugábamos Mario Kart se perdía o chocaba con todo, TODO. Sin embargo es su juego favorito.
Cruce la meta al tiempo que Oliver regresaba al camino. Observe a Oli continuar la carrera, hacia movimientos exagerados con el control y su expresión era de concentración pura.
Era tan lindo.
El carro de Oliver cayo en la lava por quinta vez y Oliver arrojo el control a un lado, se cruzó de brazos e hizo un puchero.
-¿q-que ha-haces?-preguntó nervioso cuando lo rodee con mis brazos.
-te veías tan lindo que solo podía abrazarte-respondí antes de darme cuenta, era tan natural.
Oliver se sonrojó pero se acomodó en mis brazos. Se sentía tan bien tenerlo entre mis brazos, sentía que podía protegerlo de todo. Recordé cuando era niño y esa era mi misión.
Gire la cabeza al tiempo que Oli lo hizo y nuestros labios se encontraron, Oliver giro quedando frente a mí y me rodeó con sus brazos sin romper el beso. Lo estreche más cerca. Separe los labios y pasee mi lengua por su labio inferior, pidiendo entrar, Oli separo los labios y explore su boca, él me imitó y luego nuestras lenguas se batieron en duelo. El beso se volvió demandante, apasionado, hambriento. Mis manos se paseaban por su espalda, sus costados, sintiendo la suave tela de su suéter, quería jalarlo y tocar su piel, comprobar su era tan suave como presumía.
Sentí mi miembro despertar a la vida, no le había mentido cuando le dije que le quería, que lo deseaba. El aire empezó a hacer falta, no me importaba, no quería separarme de él, de los suaves y adictivos labios que apenas podía probar.
Unos ligeros golpes en la puerta separaron a Oliver de mí, Oliver alterado. Ambos volteamos a ver la puerta, estaba completamente abierta y mi hermano estaba allí, viéndonos.
-lamento interrumpir- dijo con una sonrisa amenazante –papá dice que no volverán esta noche, el tío empeoró un poco y la fiesta de navidad será en casa de la tía Ana, para que Oliver avise o algo. Mamá dice que estas a cargo, así que tú eres el que me tiene que dar permiso de comerme la paleta de hielo que queda, ¿puedo? –preguntó con ese tono inocente que solo los niños de nueve o menos logran.
Me quedé horrorizado con la presencia del Enano ahí y casi no preste atención a lo que dijo. ¿Qué importaba eso? Nos había visto ¿Cuánto había visto? ¿Cuánto diría?... si mis padres se enteran seguro me matan, o peor, nos separan. No podía perder esto, apeas lo tenía. Mire a Oliver y él miraba a mi hermano, estaba en shock.
Por un largo momento nadie dijo nada. Alguna parte de mi mente trabajaba como loca buscando alguna salida a esta situación, pero estoy seguro que por fuera solo veía a mi hermano con cara de idiota, tal vez la boca abierta.
-vamos, ¿por quién me toman? Llevan saliendo como tres meses. Claro que ya lo sabía.
¿Éramos tan obvios? ¿Mis padres ya lo sabían y estaban planeando algo terrible? Recordé vagamente a mi primo Ricardo, ya no asistia a las reuniones familiares ni hablaban de él. En una ocasión que lo mencioné, mis padres me castigaron.
-no lo saben – contestó el Enano a mis pensamientos.- no creo que se den cuenta a menos que se besen así frente a ellos y con un letrero con letras de neón -dijo un poco sarcástico antes de enseriarse de nuevo- y no seré yo quien se los diga cuando no están listos, Oli me agrada.
A veces me olvidaba que no es un niño normal, siempre observaba todo, veía cosas que nadie más. Sabia cosas antes de que pasaran. Y Oliver le gustaba. A veces se le notaba que lo prefería como hermano mayor que a mí.
-y ahora, ¿puedo comer esa paleta?- ¿tenía alguna importancia para él lo que hablábamos? Sin importar lo listo y observador que fuera, un niño es un niño.
-¿no le preguntaste a mamá cuando llamó?- me miro con cara de culpabilidad y sabía que lo había hecho, sonreí –está bien, cómela. Pero después de la cena.
El Enano sonrió feliz y se fue saltando, nunca entendería a ese niño.
Oliver y yo nos miramos, aun en shock y, como sincronizados, sonreímos aliviados. Parece que teníamos un aliado.
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Navidad en casa de la tía Ana era siempre un desastre divertido. En una ocasión cayo un rayo en el poste de luz de la esquina, ese poste estaba justo en la casa. Se fue la luz y se incendió parte del jardín, antes de darme cuenta teníamos una fogata. La tía Ana vivía a dos ciudades, lo bueno es que tenía una casa grande donde cabíamos todos, claro que tenía que compartir cuarto con mis primos y cama con Oli y el Enano, igual en casa de mis abuelos.
El tío Seth no tuvo problema en dejar ir a Oliver, como cada año. Este año tenía algún tipo de fiesta de la compañía. Me sentía aliviado por eso, a veces me preocupaba que estuviera solo.
Lo que paso en la familia de Oliver hace 13 años fue algo que los dejo marcados a todos, pero Oli y el tío Seth terminaron siendo los más afectados. Al menos Oliver me tenía a mí, no sabía de su tío. Sabía que en él teníamos otro aliado.
Recuerdó nuestra primera navidad juntos. Oliver aun no confiaba en las personas y no quería separarse de mí, yo no acepte irme sin él y, con una charla de mis padres con el tío de Oli que en ese entonces cuidaba de él, terminamos yendo juntos a casa de mis abuelos. Todos decían lo adorable que era Oliver, todos querían estar con él y Oli se escondía detrás de mí. Nos intentaron separar en varias ocasiones, haciendo que Oli jugara con mis primos y que yo fuera a la tienda, no funciono. Apenas me alejé Oli vino corriendo a mi lado.
¿Cómo pude siquiera ver un problema en salir con este chico cuando se me declaró? Era obvio que debíamos estar juntos. ¿Qué habría pasado si Oli no se hubiera declarado, si siguiera ciego por la vida buscando a otra persona?
No quería pensar en nada de eso. Agradecí que las cosas fueran como eran y ya.aunque una voz me dijo que no importaba, Oliver era mio y tarde otemprano ibamos a ser más que amigos.
Cuando llegamos a casa de la tía Ana no fue muy diferente a la primera vez que lleve a Oli, como cada año se hacía revuelo en torno a él. Mis tías decían lo adorable que seguia siendo, mis primos más pequeños se amontonaban con él esperando que les cuente una historia, otros primos querían jugar ajedrez o damas con él, era muy popular con mi familia.
-ella es Christina, mi prometida- presentó mi primo Gerardo a la joven a su lado. Era bonita y se veía un par de años mayor que Oli y yo, un poco menor que mi primo.
-él es mi tío, mi tía, mi primo T, mi primo Dav y su novio Oli.- se rio, como si fuera un mal chiste- su amigo Oliver- corrigió.
El enano también se rio, mi padre lo vio con desaprobación y mi madre rodó los ojos, mi primo hacia malas bromas de vez en cuando, ya nadie le hacía mucho caso a sus sandeces. Su novia lo vio sin comprender, luego de Oli a mí.
-no le hagas caso al loco de mi hijo- llego la tía Ana- soy Ana, su madre- se presentó.-Oli es parte de esta familia, son inseparables desde pequeños –nos sonrió con cariño.
Tenía que decir algo, no quería negarlo pero no quería que lo supieran así y mandaran a Oli de regreso solo. Abrí la boca para hablar, pero…
-¡Oliver!- grito con alegría mi prima Clara. Corrió hasta Oli y se colgó de su brazo- vamos a ver el jardín, mi tía planto nuevas flores.
Celos que nunca había sentido se apoderaron de mí al ver a Clara tocar a Oliver de esa manera, quería que fuera solo mío. No había ninguna duda de que a Clara le gustaba Oliver, ella es un año menor que nosotros y nunca le di mucha importancia. Todos lo sabían, Oli era adorable después de todo. Quería separarlos, quería gritar que no lo tocara, que era mío y solo mío.
-Clara- mi primo llamo su atención- ella es Christina, mi prometida.
Clara miro a la mujer en cuestión y algo se rompió dentro de ella. La sonrisa que esbozó no llego a sus ojos.
-hola- dijo y de inmediato regreso su atención a Oli, jalándolo de nuevo- vamos Oli, quiero que me digas qué son. Nos vemos- sacudió la mano libre y se despidió de nosotros llevándose a Oliver.
-un gusto, Christina- dije amablemente antes de seguir a Oli.
-ya, ya, sé que duele- escuché a Oli susurrar antes de alcanzarlos, Oli acariciaba la cabeza de Clara que estaba apoyada en su hombro.
Estaban frente a las flores que Clara había mencionado pero no le prestaba atención. Clara abrazó a Oli y escondió su rostro en el hombro de Oliver. Oliver la rodeo con sus brazos y acaricio su espalda de arriba abajo, calmándola. Me sentí un intruso por un momento, mi prima se veía tan triste y nadie más veía. Oliver levanto la vista y me vio, me sonrió serio, preocupado. Asentí y los deje solos.
-¿y Oliver?- preguntó Gerardo.
-ocupado- respondí sin ánimos. Estaba confundido, si se suponía que a Clara le gustaba Oli, ¿Qué la tenía tan triste de repente?
Gerardo me miro con comprensión, sabiendo a lo que me refería y una soledad y decepción se asomó a sus ojos. desaparecio tan rapido que me pregunte si lo habia imaginado.
Ya no comprendía nada.