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solo otra historia de amor por MisakiTachibana

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*****Xavi*****

Entré en la cafetería y la registré a detalle. Volvería a verlo. No lo encontré así que me dirigí a la barra.

-¿Qué te sirvo?- preguntó el hombre, no pude evitar notar que era guapo.

El lugar era cálido, acogedor, las personas conversaban animadamente y una ligera música sonaba al fondo. Nada que ver con la ajetreada y caótica ciudad allá afuera. De inmediato me gusto el pequeño escape.

Terminé por cambiarme a una de las mesas del fondo para tener una vista completa del lugar. Empecé a ojear el menú, no tenía idea de qué pedir. Había ido allí en busca de respuestas, en busca de aquel chico y ahora que estaba aquí quería disfrutar una comida ya que olía tan bien. Claro, también sería un poco raro que me sentara en una mesa sin pedir nada todo el día.

Volví a recorrer el lugar con la vista, no encontré a Ariel.

Ariel.

Gracias a Toby ahora sabia su nombre, también dijo que trabajaba aquí. No lo veía. El hombre tras la barra cocinaba y servía, parecía el único que trabajaba aquí. ¿Sería su día libre? Mire de nuevo al hombre, tendría alrededor de veintitantos, cocinaba tan bien que parecía un show, se movía con soltura y tenía la sonrisa más cálida y alegre que había visto nunca. El hombre me atrapo viéndolo y se dirigió a mí.

-¿ya decidiste que ordenar?

-la verdad no tengo ni idea- respondí honestamente- ¿Qué me recomiendas?

-veré qué te preparo- me guiñó el ojo.

-Andrés, ¿podrías traerme otro café? –pidió el hombre de la mesa de al lado.

-enseguida –respondió –soy Andrés, el dueño del lugar –se presentó –en un momento te mando tu comida.- se fue.

¿”Mando”? entonces Ariel debe estar aquí. El lugar empezó a llenarse de un momento a otro, Andrés trabajaba frenéticamente tras la barra, me quedé idiotizado viéndolo ¿Cuántos brazos tenia?

No noté la puerta detrás de la barra hasta que se abrió. Me quede sin habla. Ahí estaba él. Inconfundible. Salió con una pila de platos que dejo en el mostrador para Andrés y tomo otros con las órdenes ya listas y empezó a repartir ¿Cómo sabía qué era de quién?

Tenía una sonrisa amable y hablaba con los clientes, vaciló un poco al tomar un plato, Andrés le dijo algo que no alcance a escuchar. Ariel asintió y se llenó los brazos de platos para seguir repartiendo ¿Cómo podía cargar más de dos platos? Ni que decir de cinco. Me quede embobado viéndolo.

Llego en momento en el que camino directamente hacia mí con el último plato en sus manos. Mire a sus ojos buscando ese anhelo, ese brillo que tanto soñaba. Pero no estaba. Sonreía amablemente pero sus ojos estaban vacíos y oscuros, su sonrisa y amabilidad me pareció forzada, falsa.

Me miro al dejar el plato frente a mí con un “buen provecho”, vi que me reconoció, sus ojos se entrecerraron con resentimiento antes de irse. Dejándome más confundido que al principio.

La primera vez que nos encontramos sus ojos me veían con anhelo y tortuosa tristeza, ahora con resentimiento apenas me vio. Sus ojos mostraban un vacío y caos ¿Qué pasó?

Tendría que preguntarle a Toby todo lo que sabe.

¿Por qué había salido corriendo apenas supe su nombre y donde trabajaba?

*****Ariel*****

¿Por qué tenía que volver a encontrármelo? No conocía a ese sujeto pero ya lo odiaba.

Después de aquello, y tomando toda mi voluntad, decidí que no dejaría que nada cambiará. No me haría bolita en alguna esquina, no me quedaría en cama. Iría a trabajar, sonreiría ¿Qué importaba si me moría por dentro, si la soledad me consumía? No me volvería un amargado, amaba el lugar donde trabajaba.

Claro, eso no aplicaba en la calle o en la universidad, no podía importarme menos.

Seguí mi día de trabajo, evitando lo más que pude a aquel sujeto. No se quedó mucho tiempo, parecía que tenía algo que hacer cuando salió corriendo con expresión de “tengo una misión” justo después de pagar. No me importaba.

-¿lo conoces?- preguntó Andrés, lo mire confundido sin saber a qué se refería- el chico que se acaba de ir… no te quitaba la mirada de encima, aunque parece que no te agrada.

-no lo conozco- respondí indiferente, sin embargo eso no me evitaba odiarlo.

-si quieres ya lo atiendo yo si vuelve- ofreció –incluso si está lleno- me guiño un ojo.

-¿lo harías?- pregunté esperanzado, no quería acercarme a ese sujeto, me recordaba mucho a… sacudí la cabeza, no quería pensar en Él. Andrés asintió –Gracias.

Al terminar el día Andrés apagaba las luces mientras yo recogía los artículos de limpieza.

-oh, cierto!- dijo Andrés cuando cerraba el lugar- esta mañana alguien llamó, un chico… -Andrés se detuvo, pensando –no recuerdo su nombre, lo siento- me miro con disculpa- dijo que era amigo tuyo… lo siento, realmente lo olvidé.

-no te preocupes, sé quién es- pues claro, no es como si tuviera muchos amigos… no había sido muy sociable- tal vez deba llamarlo- murmuré.

Llegamos a casa poco después, Pablo no estaba allí. Era raro, pero no era la primera vez que pasaba. Me disculpe con Andrés diciendo que tenía una tarea que hacer y me fui a mi habitación. Saque los cuadernos de la mochila y los acomode en el escritorio, me senté en la silla dispuesto a empezar pero no me moví, me quede allí viendo al vacío sin pensar nada en particular.

No sé cuánto tiempo estuve así, sin recordar cómo moverme, ni cuanto más hubiera estado así de no ser por el celular que empezó a sonar.

-¿hola?

-Ariel, ¿Dónde estás?-había urgencia en la Voz del Tío Oscar.

-en casa, ¿paso algo?-pregunte preocupado.

-¿esta Andrés cerca, lo ves?- alterado, hablaba muy rápido.

-no, estoy en mi cuarto. ¿Quieres que lo busque? Debe seguir en la casa, puedo asegurarme de que está bien- ofrecí- ¿Qué pasa?

-no, no, quédate donde estas y escúchame con atención.

La preocupación y los nervios aumentaron, la voz de Oscar era seria, apremiante. ¿Qué haría si algo le paso a Pablo? Cuando no conteste Oscar siguió hablando.

-¿estas sentado? Si no lo estás, siéntate y pase lo que pase no grites ni hagas borlote, no quiero que el pobre Andrés se entere antes de tiempo por un descuido- trague el nudo que se formaba en mi garganta y asentí- bien- dijo como si supiera lo que hice- mira, Pablo esta… - el miedo me inundo en su pausa que se me hizo eterna, respiro hondo y siguió hablando- Pablo está preparando una sorpresa para Andrés, mañana es su aniversario y su día libre, que suerte ¿no? Y necesito que cooperes.

Me quede en blanco ¿Qué había dicho? Entonces ¿Pablo estaba bien? Me regañe a mí mismo por caer de esa forma, quería gritarle y regañarlo por asustarme pero me callé, <pase lo que pase no grites ni hagas borlote> repitió en mi cabeza, suspiré.

-¿tenías que asustarme así?-acusé en un susurro.

-¿de qué hablas?- preguntó inocente –entonces, mañana pasarás el día conmigo- informo orgulloso, cambiando de tema- Pablo hará algo romántico para Andrés y tú y yo les daremos tiempo a solas.

-¿y porque yo tendría que ir contigo?- pregunté fingiendo enfado.

-porque soy tu tío favorito.-presumió-  Vamos, vayamos al cine, a Lyla no le gustan las películas de acción y no quiero ir solo a verla…

-bien, tu invitas, no he olvidado lo del susto- dije, la verdad me gustaba pasar tiempo con mi tío Oscar y justo ahora necesitaba distraerme.

-pasaré temprano, Pablo quiere despertar a Andrés con un no-sé-que de no-sé-donde –se rio- puras cursilerías. Es un buen hombre- agrego un poco más serio- nos vemos mañana, pequeño y recuerda, ni una palabra.

-seguro. Adiós- guarde el teléfono en mi bolsillo ¿Cómo sería ir al cine con mi tío Oscar? ¿Se callaría lo suficiente para ver la película?

Lo esperaba con ansias.

*****Xavi*****

-Toby- lloriqueé aferrándome a él- necesito saberlo todo, ayer solo me confundí más.

Toby acariciaba mi cabeza, como siempre, calmándome –es tu culpa, ¿Quién sale corriendo de frente con tan poca información? ¿Qué pensabas hacer?

La verdad no lo sabía, solo quería volver a verlo, que me volviera a ver con esos ojos llenos de anhelo… no parecía el caso.

-el dueño del lugar es su cuñado y para mala suerte para ti, mañana está cerrado. Domingo y miércoles cierran –explicó- pero asiste a la misma universidad, me sorprende que no lo hayas visto aun… la carrera de Gestación y Administración de empresas, creo que quería tener su propio negocio con un amigo repostero o algo así…

Toby me dijo la fecha de su cumpleaños, tipo de sangre, dirección… me dijo que era gay pero casi nadie lo sabía.

-¿Cómo sabes eso?

-tengo mis fuentes- respondió simplemente. No le creí. Toby era de investigar las cosas por sí mismo, observar a todos. No le pregunte más sobre sus fuentes, no me respondería.

Le pregunte si conocía a Ariel, era la única forma, evadió mi mirada y dijo que lo vio un par de veces aquí y allá pero que nunca hablo directamente con él, le pregunte más pero me calló diciendo que era una larga línea de personas.

Me confundí más y deje el tema.

Tenía algunos conocidos en la carrera de Ariel así que fui a preguntarles.

-¿Ariel?... ah, de cabello negro y piel blanca, ¿no? –Asentí- lo siento, viejo. No sé nada. No habla con nadie –se acercó como para decirme algo confidencial- el chico parece solo tener una expresión –susurro- cara seria y fría, en mi opinión. Que yo sepa nadie lo ha visto con otra expresión.

-¿Ariel? ¿Por qué quieres saberlo? Muchos dudan que tenga emociones… sus ojos son como un oscuro abismo, no habla más delo necesario… algunos dicen que puede ser un asesino y nadie lo sabría.

Entonces pregunte a algunas chicas, los hombres parecían idiotas diciendo lo mismo “una sola expresión” “frio, serio” “sin emociones”…

Ese domingo era hermoso, seguro las encontraba en el centro comercial.  Caminaba viendo los alrededores en busca de las chicas que conocía y sabia compartían alguna clase con Ariel… lo vi, a unos metros, inconfundible como si desprendiera algún tipo de aura de luz, me tomó algo de tiempo ver que no iba solo, un hombre algo mayor que yo lo acompañaba y, por primera vez, lo vi sonriendo. Su sonrisa era hermosa y me quede allí parado como idiota viendo en su dirección, casi sentía el rubor apoderarse de mis mejillas. Cuando reaccione se había ido. No lo encontré por ninguna parte… en su lugar encontré al grupo de chicas.

-ah –gritó una chica luego de que le pregunté- es tan lindo. Tan serio.

-sus ojos dan miedo –intervino la más pequeña- como si no hubiera nada.

-pues yo creo que sufre –la tercera chica llamó mi atención- sobre todo si se la pasan diciendo cosas así e él sin hablar con él.

-yo lo intenté –repuso la primera- dijo que no estaba interesado en hablar con nadie y que no le importaba lo que dijeran de él. Se me hizo raro pero insistió diciendo que no nos conocía y no le importaba la opinión de aquellos que creen en rumores sin fundamento.

-entonces debe ser peor de lo que pensé –dijo la chica que había llamado mi atención- algo debió haberle pasado… o puede ser un psicópata.

-¿un psicópata?¿cómo un asesino? –pregunto con miedo la más pequeña.

-no –le contesto- un psicópata es alguien que no siente empatía, será que no siente las emociones y sentimientos como la mayoría de las personas, y en general, no las comprenden, haciendo de la curiosidad su prioridad.

-yo sigo pensando que es lindo.

-si- las tres chicas se pusieron de acuerdo en algo.

Por más que preguntaba obtenía lo mismo “solo una expresión, serio, callado… lindo” al parecer nadie había tenido una conversación real con él. Me guarde lo de su sonrisa para mí mismo.

*****Ariel*****

Lo odio. Lo odio. Lo odio.

¿Por qué tenía que volver?

Sentía su mirada clavada en mí desde que Salí de la cocina. Aquel sujeto estaba diariamente sentado en la mesa del fondo. Hasta en la universidad me sequía.

Desde hace una semana tenía un acosador.

Odiaba a ese tipo. Aun si no se parecen siempre me lo recuerda, me recuerda que fui rechazado, aviva la soledad en mi interior. Por suerte Andrés iba en serio en lo de atenderlo por mí, solo tenía que ignorarlo.

 No sabía porque pero siempre me sentía abatido, nada me importaba… el hoyo en mi pecho estaba en carne viva.

Podía notar a Pablo y Andrés preocupados, incluso mi Tío Oscar se la pasaba intentando animarme, casi no recordaba como sonreír… y se ponía peor cada vez que veía a este sujeto.

Me acosté en mi cama a ver el techo, algo que hacía mucho últimamente. Siempre llegaba a mi mente algún recuerdo que me dejaba más triste y solo que antes. Espere resignado y curioso.

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Era la fiesta de cumpleaños de alguien, ese día conocí muchas personas. Fui con mi mejor amigo, él hizo el pastel.

No sabía que Él iba a estar allí. Cuando nos encontramos nos saludamos, hablamos y pasamos un buen rato. Luego nos separamos, me quede con mi mejor amigo, él sabía que me gustaba, se lo dije unos días antes.

-¿y por qué no te confiesas? –me preguntó.

Le conteste que no estaba listo. Mi cara se puso tan roja que se rio de mí. Escuche Su risa profunda no muy lejos de donde estaba y lo busque con la mirada. Lagrimas se asomaron a mis ojos al verlo con una desconocida, puede que solo tuviera diez años pero sabía lo que era coquetear. Él lo hacía. Ella lo hacía.

Mi amigo me tomo de la muñeca y salimos del lugar, apenas era consciente de las personas que pasábamos y lo que mi amigo les decía. No me importaban.

-puedes llorar ahora- dijo cuando llegamos a un lugar solitario- sé que duele, pero no lo dejare así.-me abrazo y ya no pude contener las lágrimas- Eres mi mejor amigo y siempre estaré para ti –dijo mientras me confortaba.

Llorar ese día en los brazos de mi amigo no mucho mayor que yo me ayudó mucho. No podía hablar con los otros niños, siempre fue difícil. Pero no con él. Él me acepto como su amigo.

Con ese recuerdo era seguro lo que debía hacer. Lo único que podía alegrarme y sacarme de la soledad. Tome el teléfono y marque.

-¿hola? ¿Ariel?

-Danny, te necesito.


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