17 proyecto 2
***********David***********
-me alegra que nosotros no tengamos proyectos- dije mientras picaba algo de manzana y lo ponía en un tazón con otra fruta –puedo ver a Oli- dije para mí mismo. Podía sentir la tonta sonrisa de enamorado en mi rostro pero no me molestaba.
Aquello se estaba volviendo una costumbre. Hugo, Josh y Oliver trabajaban en su proyecto mientras Raúl y yo nos encargábamos de su comida. A la casa que fueran, los seguíamos. Raúl decía que me ayudaba con la comida y vigilaba que no los distrajera; yo sabía que quería ver a Hugo. Habían pasado dos semanas con ese proyecto y estábamos de vuelta en la casa de Josh.
- tenemos buenos profesores que no creen en los proyectos- dijo Raúl. Él hacia los sándwiches y los cortaba en triángulos- tenemos suerte- se encogió de hombros.
-¿entonces es mutuo?- pregunté.
No podía aguantar, no después de escuchar lo que decían los chicos antes. Había esperado pacientemente por más información desde que escuchamos la conversación. Nadie había hecho nada más, ninguno había dado señales de hacer algo por comenzar a salir.
Raúl se hizo el desentendido, mostrándose fascinado con la tarea de preparar sándwiches. Lo ignoré. Talvez necesitaba pensar. Casi esperaba que se dieran una oportunidad, no sé qué sería de mí si no estuviera con Oliver. Puede sonar cursi, pero no puedo imaginar un futuro sin él. Nunca lo hice. Nunca lo haré.
Recordé las palabras de Chris, también les había gritado a Raúl y Hugo cuando llegaron. ¿Sería cierto eso de estar destinado a alguien? Más aún, ¿alguien capaz de ver esos lazos? Al igual que cuando lo escuché, quería creerlo. Y si no, no importaba. Estaría con Oli igual… ¿pero si es cierto, lo de Hugo y Raúl? Entonces es inevitable y comenzaran a salir tarde o temprano y serán tan felices como nosotros.
Nunca había creído en las cursilerías del destino pero, ¿no sería genial pensar que mi segundo mejor amigo (Oliver siempre será el primero) tendrá su propio final feliz?
-si no pones atención a lo que haces, te cortarás un dedo – me amonestó Raúl, sacándome de mis pensamientos –y tienes cara de que no te importaría mucho- se rió.
Terminamos con lo nuestro y les llevamos a los chicos su comida.
Nos acomodamos en la cama de Joshua, Oliver entre mis piernas y pegado a mí, su espalda en mi pecho. Los demás nos dejaron estar, ya se acostumbraban a la cercanía de nosotros. Me reí internamente cuando Hugo se aseguró de poner a Josh en medio de él y Raúl.
Hablamos de cosas sin importancia, nos reímos y devoramos toda la comida. Antes de levantarnos estreché a Oli mas en mis brazos, me encantaba tenerlo ahí, junto a mi pecho. Y me encantaba aun ver sus orejas rojas cuando lo abrazaba.
Oli volvió von Josh y Hugo a su proyecto mientras Raúl y yo limpiamos y lavamos los platos. Cuando todo estuvo limpio regresamos a la Habitación de Josh y nos sentamos en silencio en la cama, observando al grupo avanzar con su trabajo.
***********Hugo***********
Me está mirando.
Sentía la mirada de Raúl a mi espalda, casi podía decir que no parpadeaba. Actué torpemente el resto del día y sabía que mis orejas estaban por lo menos rosas en un estado permanente.
Cuando se estaba haciendo tarde decidimos dejar el trabajo donde estaba y continuar mañana, ya podía ver el final de esta cosa.
Al darnos la vuelta Raúl me sonrió, su acostumbrada sonrisa burlona de autosuficiencia, tan tranquilo y engreído mientras yo era un manojo de nervios.
Quería golpearlo.
David estaba dormido recostado en el respaldo de la cama de Josh. Oliver lo zarandeó un poco y le dijo que se levantara, pero en lugar de levantarse o siquiera abrir los ojos, David jaló a Oliver a su lado y continuó durmiendo abrazando a Oliver. Nos reímos, Oliver estaba tan rojo. Ayudamos a Oliver a salir de su prisión y David se despertó al fin. Confundido y preguntando por “Oli”, Oliver lo tomó de la muñeca y lo jaló fuera de la habitación farfullando algunas despedidas mientras nosotros reíamos.
Me despedí de Josh y me dirigí a la salida, escuche a Raúl detrás de mí despedirse de Josh.
Caminaba por la calle y escuchaba unos pasos detrás de mí intentando alcanzarme. Las últimas semanas, cuando regresaba a casa Raúl me seguía no muy de lejos, pero era la primera vez que intentaba alcanzarme.
Camine más rápido.
Raúl me alcanzó.
Me rendí.
Regrese a mi ritmo normal y caminé a su lado sin mirarlo. Al principio no dijo nada y creí que no lo haría, hasta que llegamos al parque y abrió su boca.
-¿recuerdas cuando íbamos al parque de pequeños? –no respondí. Señaló hacia los columpios- te daba miedo saltar de los columpios –rio- una vez te reté a hacerlo y lo hiciste –dijo orgulloso.
-caí de cara –le recordé.
-sí, eso también –se rió- en el lodo –su risa era abierta y burlona, me empecé a molestar. Realmente quería golpearlo- creí que tu madre nos mataría cuando nos vio.
-me castigaron un mes –volví a recordarle, sin una pizca de diversión o nostalgia en mi voz.
-casi lloras –seguía riendo, sin inmutarse con mi hostilidad.
Apreté el paso, no quería escucharlo. Estaba molesto. Molesto con él por burlarse. Molesto conmigo por actuar como una niña enamorada hasta hace una hora.
-te veías tan lindo, tan decidido- dijo en un susurro que apenas alcancé a escuchar –no lo volviste a intentar.
-¿Por qué no me dejas? –pregunté furioso. Se encogió de hombros, sin afectarle.
-porque me quieres –respondió simplemente. Exploté.
-Te Odio –le grité dejando de caminar y encarándolo- ¿Por qué tengo que quererte? ¿Por qué no sales de mi cabeza? ¡Incluso en mis sueños estas! –Seguía gritando y Raúl, frente a mí, escuchaba tranquilo- pero es un mejor tú –espeté- uno que no está molestándome todo el tiempo, uno que se preocupa por mí. Entonces, ¿Por qué tengo que despertar y que vuelvas a ser tú? ¿Por qué sigo alegrándome de que vuelvas a ser tú? ¿Por qué me decepciono cuando te tienes que ir? ¿Por qué tenías que ser tú, el único que sabía que si me enamoraba no había vuelta atrás, el que entre en mi de esta forma?
Cualquier otra cosa que quisiera decir se esfumó cuando se acercó y sus labios rozaron los míos, iniciando un beso. Fue diferente al de año nuevo. Fue mejor de lo que había imaginado o soñado. De pronto, nada más importaba, solo éramos nosotros dos… y ese beso.
-también te quiero –dijo cuándo nuestros labios se separaron al final del beso, mirándome directamente.
-entonces, ¿tú y yo? –pregunté aún medio atontado por el maravilloso beso.
-tú y yo –respondió Raúl con seguridad. Tomó mi mano y reanudó el camino de regreso.