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Red moon. por La-banana-del-yaoi

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Mientras esto ocurría con Akashi, Reo la estaba pasando de lo más agradable.


—¿Acaso estas nervioso? —preguntó Reo; su mano acarició el rostro de Himuro, con dulzura.


—Podría ser… pero, no por las razones que piensas —aseguró Himuro con calma, su sonrisa era fresca y relajada. Y sí, no estaba nervioso…al menos no por lo que podría aparentar, más bien la inseguridad y los nervios venían acompañados por la idea de ser descubierto. Mibuchi estaba pasando demasiado tiempo cerca de él… ¿y si percibía el olor a humano? Eso sería un gran problema.


—Parece, que estás acostumbrado a ser el centro de atención —la sonrisa de Reo se ensanchó, su mano se deslizó un poco más debajo de la cadera de Himuro, y se apegó más a él. Mibuchi tenía cierto gusto particular…por los hombres de muy buen ver, y había pasado tiempo desde que veía a alguien con tan buen rostro como Himuro, era totalmente “su tipo” y no le dejaría ir en toda la noche, al menos no hasta obtener lo que quisiese de él. Tatsuya por otra parte entendía las dificultades que le asechaban…y no estaban precisamente relacionadas con la muerte.


—Solo un poco —admitió indiferente.


—Dime Himuro… ¿no deseas algo diferente? Yo puedo mostrarte… un veneno muy dulce —Himuro quedó paralizado, realmente la voz de Reo era muy extraña, pero dulce y suave, provocando un ligero éxtasis que turbaba el cuerpo de Himuro por completo, sus pies se entumecían y sentía la rara necesidad de aferrarse de Reo. ¿Por qué? ¿Por qué tenía que sentirse así a causa de un vampiro que había conocido hace unas horas? ¿Acaso eso era lo que llamaban atracción al primer vistazo? Himuro esperaba que no fuera así, pues sería un problema, no solo porque él era humano, sino porque se suponía que estaba acompañando a Murasakibara para apoyarlo… si seguía distrayéndose, quien sabe cuáles serían los resultados.


—La hora de la cena ha llegado, por favor, todos pasen al gran comedor —anunció una de las sirvientas de la mansión.


—Yo no tengo apetito en realidad —comentó Reo— ¿Qué te parece si salimos… al jardín?


—¿Al jardín? —preguntó Himuro, su rostro mostraba la incertidumbre que experimentó con tan extraña invitación. ¿Qué cosa podría estar tramando un vampiro que extiende una invitación ante ti, para irse a solas a un jardín? Sin duda en un poco desconcertante.


—Sí, pero… a un jardín más privado…  —los ojos de Reo brillaron con ambición, daba perfectamente a entender que no irían al jardín que hace algunas horas Himuro había estado admirando en la terraza.  Tatsuya tuvo que aceptar al final, inclusive consideró ese comentario como oportuno aunque pudiera ser otra peligrosa trampa más.  Después de todo ¿Qué se supone que haría, si acompaña a todos a cenar, y el no probaba bocado? Podría ser que alguien le descubriría y eso sería otro problema mayor.


—De acuerdo, será mejor irnos ahora, o alguien lo notará —murmuró Himuro apaciblemente.


—Buena observación… —respondió Mibuchi, y de la nada abrazó a Himuro, le sostuvo con fuerza, y murmuró sonriente: —No te sueltes… será rápido —dicho esto, Tatsuya comprendió porque no debía soltarse, su cuerpo comenzó a…evaporarse, como si él fuera papel todo estaba desgarrándose junto con una extraña oscuridad, dejó de ver su cuerpo, pero podía sentirlo, estaba aferrado a Reo a pesar de no verlo. Jamás podría describir lo que sintió en esos momentos.


—Abre los ojos… —pidió Reo—. Hemos llegado… ¿es muy hermoso cierto?


Himuro al escuchar la voz de Reo, se apartó para echar un buen vistazo, lo que veía era algo complicado de explicar… pues jamás había visto nada como eso en toda su vida. Usualmente Himuro estaba rodeado —o por lo menos le rodeaba la vista— por horrible maleza, pasto amarillo, y una vista deprimente, el pueblo en el que vivía junto con Atsushi, no era el pueblo más vistoso del mundo, claro que Tatsuya nunca había aspirado a nada mejor, pero… ahora que sus ojos admiraban una belleza tan exorbitante, no pudo evitar caer en la cuenta de cuan miserable era su pueblo a la vista.


El lugar en donde ahora se encontraban, era un escondite privado de Reo, que usualmente usaba cuando deseaba algo de privacidad para descansar o pensar, nadie más conocía ese lugar, ni siquiera Akashi que era el amo de Reo estaba al tanto de ese lugar, aunque poco le importaba de todas maneras. Aquel extraño jardín tenía un largo, y en el centro de ese lago había algo similar a un pequeño quiosco, donde había un largo sillón y cojines de todos los tamaños y colores. Ese pequeño espacio estaba cubierto por árboles y enredaderas, además de una bella cortina con flores que cubría los espacios descubiertos. También tenía un techo de cristal, el cual permitía una mejor vista de la luna.


—Esto… es increíble…—murmuró Reo.


—Veo que en verdad te gusta, y eso me alegra, este jardín es mi propia creación… me ha tomado tiempo, pero es agradable…para cuando se desea tener privacidad —dijo Reo—. Así que… ¿Por qué no me acompañas un rato?


Reo extendió su mano hacía Himuro, aquella invitación era tan tentadora como peligrosa, pero era inútil negarse o dar marcha atrás. Himuro suspiró, y aceptó, tomó la mano de Reo y caminó junto a él. Por alguna razón la sensación de peligro se había ido, ya no estaba nervioso y su guardia estaba mucho más baja que antes, lo único que molestaba a Tatsuya, era su mente misma, que le recordaba…la cruda realidad: él era un humano y Reo un vampiro. Nada bueno podía salir de ello…o por lo menos eso se obligaba a pesar cuando su conciencia se distraía lo suficiente.


—Despierta, Atsushi… no hagas que me impaciente


Atsushi abrió los ojos, se había quedado dormido. Mientras su conciencia volvía, notó que no podía mover sus brazos, algo los amarraba con fuerza. Murasakibara abrió los ojos de golpe, pero sintió una fuerte punzada de dolor en su cabeza. Lentamente fue reincorporando los sucesos anteriores.


Cuando Atsushi y Akashi habían entrado en la habitación del vampiro, este cerró la puerta con llave, caminó hacia Atsushi con paso firme, y empujándole con fuerza le robó un simple beso. Atsushi recordaba como los dos orbes de Akashi le habían mareado a tal grado, que su conciencia comenzó a desvanecerse. “—Duerme—“ había ordenado Akashi, y en ese momento… Atsushi cayó dormido.


Atsushi ya se había recuperado del desasosiego, estaba reaccionando mejor y cuando sus sentidos estuvieron en total funcionamiento comenzó a forcejear. Las cadenas que sostenían sus muñecas estaban tan apretadas que con solo moverse daba la impresión de que se iba a romper. Atsushi no dijo nada, si le gritaba sería descubierto… posiblemente esto solo era algún jueguito sádico del vampiro pelirrojo.


—Ahora dime Atsushi… ¿Por qué viniste aquí? —preguntó Akashi, con tono autoritario. Su sonrisa tranquila no se había desvanecido de sus labios, pero su mirada lo decía todo, estaba amenazándole a muerte.


—¿No has sido tú quien sugirió venir a tu habitación? —cuestionó Atsushi un poco incrédulo.


—Me refiero Atsushi —dijo Akashi—. ¿Qué haces aquí? ¿Qué haces en mi fiesta? No recuerdo haber invitado a un humano para que viniera a bailar… solo para ser la cena —comentó con una risa algo desagradable.


—Pero… ¿Cómo?


—¿Qué cómo descubrí tu ridículo disfraz? Bueno, la razón es que yo soy algo especial, supongo que ese disfraz de cuarta hubiera engañado a cualquier tonto, pero… ya sabes, tener un olfato agudo es de mucha ayuda, hasta que no te acercaste a mí no había sentido tu aroma. Aunque supongo que debería alagarte… a pesar de ser un humano te mantuviste firme. ¿Cuál es tu plan? Cuéntamelo…


—¿Qué te hace pensar, que yo te contaré mi plan?


—No lo sé —admitió Akashi sarcástico—. Tal vez… decidas ser cooperativo al entender que tu situación no es la más ventajosa. Pero si no quieres decirme entonces no hay problema, salar la charla e ir directo a la cena no me es desagradable.


—Desátame… —gruñó Atsushi—. Te mostraré algo que nunca has experimentado.


—¿No te duelen tus cicatrices? —preguntó Seijuuro, desviándose del tema. Atsushi abrió los ojos de par en par. ¿Cómo podría saber él de sus cicatrices? Lo más natural era pensar que al quitarle la ropa este le había visto desnudo, pero… la ropa de Atsushi estaba toda en su sitio. ¿le había leído la mente? ¿Qué clase de cosas le había hecho mientras dormía? La respuesta era: ninguna.


—¿Cómo sabes tú de eso?


—¿no se te hace familiar este lugar, Murasakibara? ¿No recuerdas la música? —los ocelos de Akashi comenzaron a brillar, brillaban de forma tan intensa y codiciosa, estaba expectante a los movimientos y reacciones de Atsushi, como si estuviese leyendo un libro interesante, no apartaba su mirada heterocroma-tica de él.


Murasakibara por su parte no tenía tiempo para fijarse en los brillantes ojos de su enemigo, en cambio su mente estaba dando vueltas, pues aunque lo dicho por Akashi sonaba como una horrenda patraña, no lo era del todo, al contrario, su mente parecía reaccionar a todo lo que le rodeaba, y era verdad, la música le daba una sensación nostálgica. Aquella habitación en particular… le traía una sensación aun peor, y realmente no era una sensación mala, pero asustaba mucho a Atsushi. Su cabeza comenzó a doler, algo estaba ejerciendo demasiada presión, la sensación podría compararse de la siguiente manera: cuando tratas de abrir un candado sellado, y tus manos duelen al tratar de abrirlo a pesar de estar cerrado. En este caso Murasakibara trataba de entender, de romper ese candado en sus recuerdos… ¿Por qué todo estaba tan borroso?  Todo estaba inconcluso… todo estaba mal. ¿Qué sucedía?


Akashi al observar a Atsushi, pareció comprender lo que aquejaba al peli morado, así que se acercó a él, se recostó en la cama y le abrazó.


—Te diré algo… —dijo— estaba muy ansioso por mi cumpleaños…y te diré porque…


Atsushi tembló, todo su cuerpo se estremeció, quedó atrapado en una especie de estupor que no había sentido desde hace tiempo. Su cuerpo se turbó de manera extraña, de alguna forma estar tan cerca de Seijuuro, ahora era mucho más problemático que cuando ambos estaban compartiendo la pista de baile. Justo ahora su cuerpo temblaba en miedo… era un terror curioso, pues no solo estaba asustado por la extraña sensación provocada de la cercanía… también estaba asustado de sí mismo, y de lo que no conocía.


—Solo aléjate de mí… eres una criatura asquerosa, es todo lo que necesito saber —gruñó Atsushi— no me interesa tu ansiedad… no me interesas —gritó— ¡¿Cómo podría importarme el hijo, de una familia de asesinos?!


—Vaya —dijo Akashi— Entonces vienes con motivos… ¿Por qué no me los dices? Quizá así yo perdone tu asquerosa existencia ¿crees que tu plan iba a funcionar? ¿Pensaste acaso, que lograrías engañarme y matarme? —Akashi hizo una ligera pausa, y sonrió—. Los humanos… pueden ser más estúpidos de lo que pensaba.


La forma en la que Akashi había dicho todo era burlesca, sarcástica y desinteresadamente, pues… aquellas preguntas parecían tener una respuesta obvia, que Seijuuro ya conocía de ante mano, pero… de alguna forma se estaba divirtiendo, cuando observaba a Murasakibara, le divertía… como ver a un niño idiota que se aferra a sus errores.


—Cállate, no quiero escucharte… me enfermas —gritó Atsushi, colérico—. ¡Suéltame!


—¿Y qué harás? Si te suelto ¿te harás el valiente? Te diré lo que pasará: trataras de matarme, me harás algunas heridas ya que eres fuerte y se nota tu rencor, pero al final lograré matarte, morirás con frustración y yo tendré una silenciosa cena ¿es lo que quieres?


—¿Cómo estas tan seguro…? Todos los de tu clase me repugnan…creen que lo saben todo.


—Yo lo sé todo, no lo creo, lo sé, mi palabra es absoluta… quien se atreva a contradecirme conocerá el verdadero terror. Claro, que cuando se habla de humanos es mucho más fácil, son criaturas tan frágiles, si las maltratas un poco se romperán en mil pedazos —comentó con un suspiro— supongo que eso es lo entretenido…


—Me repugnas… ¡ahg!


La mano de Akashi se había extendido, mientras Murasakibara estaba distraído, la mano de aquel vampiro se reconozco un poco en su cuerpo, sus finos dedos resultaron tener una fuerza horrible, con solo ejercer un poco de presión, Atsushi sentía que le estaba rompiendo el cuello, además el aire dejó de llegar… la sensación asfixiante era tan dolorosa como frustrante. Seijuuro sonrió. Murasakibara pudo observar… cuan aterradores eran esos brillantes ojos en la oscuridad. Ninguna luz estaba encendida en aquella habitación, solo un gran ventanal dejaba que la luz roja de la luna ofreciera un brillo tenue…y aterrador.


Monstruo. Esa era la palabra que describía a la perfección como se veía Akashi en esos momentos. Aquel joven encantador y de buen ver que acaba de bailar con él hace poco… ahora en realidad parecía un monstruo, y Murasakibara no pudo evitar sentirse asustado, pues la sensación de temor que enfundaba Akashi en él… era muy distinta al miedo que alguna vez había sentido cuando peleaba a muerte o huía por su vida.


—Que boca más insolente… pero, creo que podría volverse adorable —la sonrisa del joven vampiro se ensanchó a tal grado, que Murasakibara pudo observar los enormes colmillos de Akashi. “Hace un momento no eran así, eran… más pequeños, ¡esto es malo” pensó Atsushi, sus ojos no podían dejar de ver…aquellos colmillos que crecían y comenzaban a sobresalir.


—¿Vas… a … morderme? —preguntó Atsushi ya casi sin aliento. Su conciencia comenzaba a nublarse nuevamente por el dolor, estaba dejando de respirar, y justo en aquel momento Akashi aflojó el agarre. Atsushi tosió frenético, cada vez que tosía era doloroso, pero al sentir el oxígeno logró calmarse.


—Ah, es verdad… la razón por la que estaba tan ansioso Atsushi, era porque tú, mi regalo de cumpleaños… viniste directo hacía mi… —Akashi se posicionó sobre Atsushi, las manos del menor comenzaron a destrozar la ropa de Murasakibara, como si tuviera prisa se apresuró y dejó sus hombros desnudos. Akashi sonrió, la piel de su “regalo” se veía perfecta… con unas pocas cicatrices, pero no importaba.


—Si te portas bien —agregó Akashi—. Te contaré de donde sacaste esas cicatrices… y te diré la verdad que tanto has buscado y que has confundido, asociándola neciamente con el nombre de mi familia —Seijuuro se acercó al cuello de Atsushi, y aspiró suavemente, el aroma de la piel húmeda por el calor era atractivo. Akashi se acercó al oído de este y le susurró suavemente: —He esperado esto… —anunció— y voy a disfrutarlo…


—¿d-de que estas...? ¡Ahhhhhh! —Atsushi gritó con todas sus fuerzas cuando los colmillos de Akashi se encajaron en su hombro. El dolor fue terrible, nunca había sido mordido por ningún vampiro antes… la sensación era tan terrible y dolorosa, que el aire comenzó a faltarle, soltó otro grito desgarrador, jamás pensó que una mordida pudiera ser tan terrible… pero aquel extraño ardor se volvía cada vez más terrible. La sangre comenzó a fluir, los colmillos se hundían con mayor fuerza… entre más gritaba Murasakibara, Akashi parecía morder con mayor fuerza. Pequeñas lagrimas brotaron de los ojos de Atsushi… el dolor era insoportable, quizá por el terrible tamaño de los colmillos del vampiro pelirrojo… o quizá por la frustración al no poder hacer nada.


Atsushi forcejeó, desesperado trató de quitarse, intentaba alejar su cuello de manera frenética, pero Akashi solo incrementó la fuerza del agarre. Las muñecas de Atsushi comenzaron a sangrar, pues al moverse la cadena generaba fricción contra su piel, lastimándole. Claro que el dolor en su hombro era mucho más preocupante que el de sus manos.


El ardor creció, pero el dolor disminuyó ligeramente cuando Akashi retiró sus colmillos y utilizó su lengua para limpiar el hilo de sangre que había resbalado por el hombro de Atsushi. Los labios de Akashi estaban llenos de sangre, incluso varios hilos se deslizaban por la comisura de sus labios, había tomado demasiadas bocanadas de sangre; los ojos de Akashi mostraban cuan exaltado y excitado estaba él.


—Quien lo diría… dulce, sumamente dulce… jamás había probado nada como esto… Atsushi…


_por otra parte_


—¿Eres feliz… Himuro? —preguntó Reo— ¿Te gusta este lugar?


—No lo sé… —respondió Himuro, estaba un poco adormilado—. ¿Por qué me lo preguntas?


—Curiosidad supongo, cuando veo tu rostro… tan pacifico, comienzo a pensar cosas interesantes…


Reo y Himuro estaban en aquel pequeño quiosco, en medio de toda la calma, el silencio y la belleza… la luna brillaba con magnificencia. Himuro estaba algo somnoliento. Él y Reo se habían recostado entre un montón de cojines, Himuro estaba apoyado en el pecho de Reo, la sensación cálida y la dulzura del momento, era agradable. Reo rodeó el cuerpo ajeno, acunándole en sus brazos, repartiendo caricias en el precioso rostro de su invitado, Mibuchi estaba gozando bastante de la compañía de Himuro, había pasado tiempo desde que se sentía tan a gusto… aparte de su amo, nadie había logrado otorgarle tal sentimiento, de estar completo.


—¿Es así? Dime… Reo… ¿Por qué no me has mordido? —Himuro volteó para encarar a Reo, este estaba algo impresionado por la repentina pregunta, no era nada normal ni mucho menos usual que alguien le formulara ese cuestionamiento a alguien de su especie. Aunque quizá eso no era lo sorpréndete, para Mibuchi lo increíble del asunto, es que él mismo no tenía una respuesta.


—¿Por qué quieres saberlo? —preguntó curioso. Aplicó un poco más de fuerza en el abrazo, consiguiendo apegarse aún más a Tetsuya, quien no parecía nada incomodo, al contrario, se acomodó a la perfección, como si sus cuerpos embonaran, ambos sentían que habían sido creados el uno para el otro. ¿Era normal encontrar tantos sentimientos en una sola noche? Quizá no, pero para ambos era irrelevante.


—Sé, que sabes que yo soy humano…—respondió Himuro—. Así que… quisiera saber, estoy algo confundido. Es extraño, ser abrazado por una criatura que yo solía odiar, no tengo que mentir ni tú a mí, yo he matado a muchos de tu especie…y tú a muchos de la mía. Pero justo ahora… es como si la palabra “vampiro” y la palabra “humano” hubiera desaparecido de nuestras pieles… dime Reo ¿Qué planeas? ¿Matarme? ¿Morderme después? Mi guardia esta tan baja…y aun así, solo hemos estado abrazados en silencio… durante algunas horas.


—Me sorprendes mucho —dijo Reo—. Sinceramente ya no lo sé. Cuando te vi entrar en la mansión… solo pensé que me divertiría contigo y sí, siendo tú un humano te mataría después de la cena… pero, algo, algo me detiene… y no sé lo que es. Quizá podría parecer que yo te he atrapado… pero siento que es todo lo contrario, yo estoy a tus pies, y me siento contento con ello. Y, a pesar de tu dulce aroma… no te he mordido, yo también me pregunto el por qué.


—Es extraño —añadió Himuro— pero… ¿es realmente importante?


—Supongo que no, al menos no si para ambos, no lo es —confirmó Reo.


—La noche es hermosa… —comentó Tatsuya, sonriendo, aferrándose aún más a Reo—. No deseo que termine… porque después de eso…


—Deberás irte… —murmuró Reo—. Pero…


“Yo no deseo eso”. Eso era lo que Reo deseaba decir, pero… había muchos contras. ¿Qué sucedía si Himuro se quedaba? ¿Qué pasaría si perdiese el control y terminara matando a Himuro? ¿Qué opinaría Akashi? ¿Qué podría pasar? Había muchos problemas, y muchas cosas complicadas que era mejor evitar; pero por otro lado, tanto Mibuchi como Tatsuya deseaban quedarse juntos, ya que… después de encontrar a alguien que te hace sentir completo ¿cómo podrías dejarlo ir? Por primera vez Himuro sintió tristeza de su propia especie…


—Por lo menos… ¿podrías…? —Himuro hizo una petición, una que Reo captó al ver su expresión, y sonrió, afirmando de la misma manera. Las dulces manos de Reo se deslizaron hacia el rostro de Himuro, sus dedos acariciaron sus mejillas con suavidad; ambos se miraron un buen rato, estaban tan cerca el uno del otro en tantas maneras. Reo se aproximó lentamente, Himuro con ansiedad se estiró un poco, acercando sus labios a los contrarios. Reo cerró los ojos con deleite, estaba ansioso por hacerlo, por cumplir esa petición… si eso sería un romance de una noche, por lo menos le robaría un beso, un dulce beso.


Rozaron con cariño sus labios.


¿Cariño? Sí, era cariño, o por lo menos la suficiente dulzura como para mantener ese ligero contacto, como un pequeño beso, en donde sus labios a duras penas se tocaban, donde se besaba con lentitud. La noche no era eterna, pero… en aquel momento el tiempo pareció detenerse solo para ellos dos.


Locura, describiría de maravilla aquella inusual situación. Enamorarte a primera vista es tan posible… como que un vampiro no deseé morderte. Parece imposible, pero hay pocos casos.


Reo se separó ligeramente, abrió los ojos, ambos se miraron de nuevo en silencio, Reo sonrió con dulzura, sus manos aun acariciaban las mejillas de Himuro. Mibuchi sonrió un poco más y preguntó: —¿Qué eres tú?


—¿A qué te refieres? —preguntó Himuro, sonriendo con cariñosa ironía.


—Pregunto… sobre lo que eres. Y me cuesta entenderlo… eres un humano… un humano… y…—“he matado a cientos de ellos…”. Reo no podía continuar hablando, simplemente… un extraño sentimiento se apoderó de él: culpa. Al observar a Himuro, al ver nuevamente que las almas humanas eran hermosas… sintió culpa, al recordar a todos esos humanos que había matado, sacrificado o torturado… ¡cuán miserable se sentía! Hacerle eso a la raza humana, de repente pareció ser lo más despreciable e imperdonable en el mundo. “Después de todo… Himuro es un humano, uno con alma… con emociones, sentimientos…y mortalidad”. ¡Ah! La mortalidad era algo tan hermoso, y Reo sentía algo de pena por los humanos, pues mientras desperdiciaban su única y valiosa vida teniendo miedo a la muerte, no se dan cuenta de que al contrario de ser terrible… es una bendición, es un descanso eterno… es poder liberar su alma de su cuerpo. En cambio, los vampiros estaban malditos, malditos y condenados, al ver todo lo que aman morir, al tener terrible eternidad… al no tener espíritu… y solo conservar una negra e incompleta alma.


—Yo podría ser como tú… —dijo Himuro. Reo de sobresalto, se apartó de Himuro, le observaba aterrado.


—¡No! Tú debes quedarte como lo que eres… debes quedarte como un humano.


—¿Por qué? Yo… voy a morir algún día, no podré estar contigo nunca más…


—Y así debe ser —Reo se cubrió el rostro—. Soy un asesino, un monstruo…Himuro, yo… he vuelto a sentir algo que pensé muerto en mi interior, pero tú lo has revivido…y ahora que vuelvo a entenderlo, tengo que decírtelo…Tú nunca debes perdonar a un monstruo como yo, el perdón a tu alma es más importante… no cometas el error.


—Cómo puedes decir eso… yo, yo prefiero ser como tú, y estar a tu lado… ¡no quiero volver a estar solo!


—No estás solo —los ojos de Reo se inundaron de lágrimas—. Los humanos jamás están solos… nunca. Tienen amigos, familias… tienen el amor de Dios…y eso, es algo que yo he perdido, lo he perdido todo, por miedo, por locura… por necedad.


—¿Cómo puedes decir eso? No morirás nunca, jamás conocerás el terror de la muerte… podrás ver todo en un futuro… en cambio yo estoy limitado. Es verdad… que no quiero beber sangre, no quiero asesinar… pero, pero quiero estar a tu lado.


Himuro y Reo se abrazaron nuevamente, Reo comenzó a llorar… hacía siglos que no derramaba una lagrima y eso le hacía feliz, pues pensaba que todo en su interior estaba podrido y que jamás volvería a sentir. Estaba tan agradecido con Himuro, pues ese humano, en una sola noche… había revivido en él, lo que… creyó nunca volver a sentir. ¡Jamás haría algo tan terrible como condenarle a una maldición eterna!


—No pondré tu alma en riesgo —murmuró titubeante—. Yo… estoy tan agradecido… y es verdad, quiero estar contigo, quiero pasar días dulces a tu lado, y volver a sentir calor en mi pecho, volver a ser… algo más que un monstruo...


_volviendo con Akashi y Murasakibara_


—He tomado tanta… ya no puedes gritar ¿verdad? Ya no puedes gritar más… tu voz se ha apagado… te vez tan agotado… —Akashi aun sonreía, pero… se veía tan adolorido, tan afligido… como si cada sorbo que tomaba de la sangre de Atsushi le afectara.


—Mátame… —pidió Atsushi—. Yo… ya no puedo más… —Atsushi se sentía tan cansado, que ni el odio ni la frustración lograrían darle fuerza. Su fe seguía en pie, pero… estaba tan agotado, tan adolorido y cansado… que le resultaba imposible pensar en algo más que la muerte. “Soy un malagradecido… mis padres sufrieron mucho más que yo, y lo hicieron para que yo pudiera vivir…y aun sí suplico mi muerte… que patético puedo ser”. Pensó Atsushi, mientras sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas, habían pasado algunas horas… y a pesar de eso aun podía llorar.


Akashi le observó con detenimiento, secó sus lágrimas y se sentó a su lado. Su mirada estaba fija en la luna llena.


—Pero antes… quiero contarte una historia…—Atsushi guardó silencio. Akashi prosiguió—. Hace mucho tiempo, un niño nació, ese niño era el único descendiente de la familia más poderosa…y por lo educaron para que cuando creciera pudiera tomar el control de todo. Pero ese niño se sentía solo… todos le trataban bien por miedo y no por gusto. Un día el niño se escapó… y se perdió en el pueblo. Nadie se dio cuenta de que el niño era un monstruo. Cuando ese pequeño perdió la esperanza…un niño le ayudó, era un niño amable, no dejaba de comer dulces, y sin importarle nada ofreció ayuda al pequeño extraviado.


Atsushi estaba aterrado, pues todo eso le resultaba familiar. Entonces fue cuando se mente se aclaró, y borrosos recuerdos comenzaban a surgir. Podría recordar… que un niño pequeño lloraba y que había sentido pena por él… pero ¿Qué significaba todo eso? Atsushi trataba de encontrar la relación…mientras tanto, Akashi prosiguió.


—El pequeño se enteró, que el niño que le había ayudado… era huérfano, por lo tanto, cuando ambos volvieron a la casa del pequeño, ambos vivieron juntos un tiempo. Pero, pronto, los padres del pequeño se dieron cuenta, que la amistad que tenía con aquel niño humano… le estaba volviendo suave, amable y… lo peor con sentimientos. Un día, mientras ambos dormían, los padres del pequeño trataron de llevarse al niño, el pequeño se dio cuenta y trató de evitarlo. Fue castigado por ello, pero después de rogar con todas sus fuerzas… perdonaron la vida del niño.


Mientras Akashi hablaba, se había volteado para observar el rostro de Murasakibara, luego le desató y le dejó descansar en la cama, Atsushi estaba agotado, así que… continuó escuchando.


—Pero el pequeño, no pudo soportar estar lejos de ese niño, pues lo quería con todo su corazón, con su pequeño corazón, que aunque todos trataron de quitárselo… él lo conservó. El pequeño comenzó a encontrarse a escondidas con el niño, todos los días se fugaba al pueblo a jugar con él. El pequeño nunca hubiera podido predecir lo que iba a suceder por consecuencia de esa amistad —Akashi se detuvo un momento, parecía difícil hablar—. Un día, alguien del pueblo descubrió esa amistad, y se dio cuenta de lo que ese pequeño era… así que, a expensas del niño, lo engañaron y lo convencieron para que les mostrara donde vivía el pequeño “ya verás que le encantará la sorpresa…” le dijeron sonrientes. Pero era una trampa, trataron de matar al pequeño, y la familia en respuesta aniquiló a todo el pueblo. Aquel niño había visto cosas tan terribles…y lo peor, es que en medio del caos había resultado herido, fue apuñalado en el corazón; el pequeño habló con su padre y pidió “Prometo… que jamás volveré a sentir, pero… a cambio has que él lo olvide todo…yo le daré a él… mi corazón, no quiero que crezca sufriendo, quiero que viva” y así fue… aquel niño lo olvidó todo. Pocos hombres del pueblo –que lograron vivir- se dieron cuenta de que ese niño había olvidado todo…y se aprovecharon de ello, le dijeron que una vez tuvo padres…y que la culpa la tenían los vampiros. El pequeño y el niño no volvieron a verse nunca.


—No puede ser… —Atsushi rompió en llanto. Todo había vuelto a su mente, los recuerdos borrosos ahora eran lucidos. Recordaba todo, recordaba cuanto quería a ese niño, y no era ese niño, era Akashi, recordaba cuanto adoraba verle sonreír, adoraba su sonrisa inocente, su risa. También recordó todo el dolor… todo el sufrimiento. Y ahora que se había enterado de la verdad no podía hacer nada más que llorar. Toda su vida había sido una mentira producto del odio, todas sus metas, propósitos y determinaciones cayeron, se derrumbaron. ¿Qué sentido tenía vivir? Por lo menos ya no viviría para vengarse. El corazón de Murasakibara palpitó con fuerza, cada latido era mucho más doloroso que el anterior. Lloraba desesperado, lloraba desconsolado… una mescla de cariño, tristeza y culpa azotaron su mente.


—Estoy cansado… he vivido sin corazón mucho tiempo —admitió Akashi—. Y siempre he sido lo que todos han querido de mí, jamás he fallado y me he mantenido firme…pero, ya no tiene sentido, ahora que tengo la edad… ahora es la oportunidad.


—¡Aka-chin! —gritó Atsushi, llorando desesperado, aun si estaba cansado, logró levantarse, y abrazó a Seijuuro por la espalda. No dejaba de llorar, pero abrazarle era maravilloso… lo que alguna vez creyó perdido, siempre había estado ahí—. Perdóname… perdóname… —rogaba entre llanto—. Yo te olvidé… yo te olvidé a ti…


Akashi sonrió, cerró los ojos, estaba conteniendo las lágrimas. “Ridículo, yo no tengo corazón… no puedo llorar” eso fue lo que se dijo a sí mismo, pero… la realidad es que deseaba llorar.


—Yo me debo disculpar… —murmuró Akashi— Debía haber huido contigo, debí haber vuelto… debí devolverte la memoria… yo hubiese preferido que tuvieras una vida tranquila, encontraras a una mujer y tuvieras una familia, pero… supongo que todo se me volteó… creciste con odio, y hoy… bueno… ya sabía que vendrías, siempre lo supe. Nunca dejé de cuidar de ti… pero ¿Cómo admitirlo? Después de todo soy una bestia… y no dejo de hacerte daño —la mirada de Akashi estaba tan pérdida y triste. Sus dedos temblorosos tocaron la herida recién hecha en su hombro—. No pude contenerme —agregó.


—No importa… ahora recuerdo todo, y no tengo porque odiarte… si mi odio es una mentira. Sé que no puedes evitarlo, he estudiado a tu especie durante mucho tiempo… es doloroso, pero, me es mucho peor pensar que todo este tiempo… estuve ciego ante la verdad y solo viví por el odio —dijo Atsushi, con suavidad y amabilidad; a pesar de estar muy cansado aun podía hablar con fluidez. Akashi le observó con detenimiento mientras hablaba, pero, no parecía sentirse mejor por las palabras de Atsushi, de hecho era todo lo contrario. Cuando escuchó a Murasakibara con tanta amabilidad… no pudo soportarlo. ¿Cómo era posible que le perdonase tan rápido, con todo lo que le había hecho? No tenía sentido, y Akashi no se perdonaría a si mismo jamás.


—Pero, yo me odiaré a mí mismo… Atsushi, yo… voy a tomar tu vida


—¿Por qué? ¿no estas feliz de verme? … ¿Por qué cuando por fin logramos encontrarnos…?


—Te lo dije —Akashi extendió su mano y la posó en el pecho de Atsushi—. Tú tienes… la mitad de mi corazón… justo aquí. Y, estar por eclosionar…si sigues viviendo con él, te volverás un vampiro…


—¿Qué hay de malo en eso? ¡Podré estar con Aka-chin! ¡Tal como lo prometí!


—¿No lo entiendes? ¡Perderás tu alma! —Akashi se abalanzó contra él, tomó una daga que tenía oculta bajo la cama y la alzó. Atsushi estaba inmóvil, la fuerza con la que Akashi le mantenía sujeto contra la cama era bastante dolorosa. Y mientras una de sus manos blandía el cuchillo la otra estrangulaba a su querido… primer amor.


—A-Aka-chin… no tienes por qué hacerlo… —Atsushi comenzó a llorar una vez más, y no era por su propio dolor, al contrario, podía sentir el dolor de Akashi, entendía cuanto había sufrido; siempre había estado solo, soportando todo en total silencio mientras mostraba esa perfección y era condenado a pasar sus días como un monstruo. Murasakibara podía sentir el dolor en su pecho, era tan terrible que en verdad tenía ganas de arrancarse el corazón. Pero…al contrario de querer morir, quería vivir—. Ya no tienes… porque soportar la carga, tú solo… —dijo sonriente, alzó su mano y tocó la mejilla de este.


—Atsushi…. Pero… ¿Cómo podría yo… pedirte algo como eso? ¿Por qué? —preguntó Akashi, titubeante. Y, retiró la mano de la garganta de Atsushi,


—Quizá… simplemente es porque acabo de decidirlo… ¿sabes que decidí Aka-chin? Decidí que tu… ya no tienes por qué compartir la carga tu solo… simplemente, déjame estar a tu lado —Atsushi extendió sus brazos, rodeó a Seijuuro y lo atrajo hacía el. Lo abrazó con dulzura, al igual que cuando estaban bailando, cuando sentía el cuerpo ajeno tan cerca, no podía evitar sentirse en las nubes, como si todo lo demás se desvaneciera y… ya nada faltara en el mundo.


—No puedo, prometí que te protegería…


—Es mi turno de protegerte… Aka-chin


Akashi soltó una amarga lagrima, todo aquello estaba mal, pero se sentía tan bien, tan hermoso. No pudo decir nada, mordió su labio y se aferró a Murasakibara, no pensó que las cosas resultarían de esa manera, simplemente pensaba que si Atsushi sabía la verdad, lo odiaría más y sería entonces sencillo para Akashi matarlo… pero, que Murasakibara le perdonara y en sima quisiera permanecer a su lado…era algo mucho peor que soportar.


—Atsushi…


_Por última vez_


—Te amo… Reo —dijo Himuro seguro.


—Y yo a ti, me he enamorado nuevamente…que peligroso —murmuró Reo, sonriente.


—No creo que lo sea —afirmó Tatsuya.


—El amor nunca es sencillo —Reo acarició el rostro de su amor.


—Duele —suspiró cansado, pero aliviado.


—Ah, es verdad… como una punzada —agregó Reo, sonriente—. Una tan hermosa…que te hace sentir vivo…


—¿Puedes sentirlo? Mi corazón late tan fuerte… —Himuro colocó las manos de Reo sobre su pecho. Reo sonrió con dulzura, cerró sus ojos y suspiró.


—Sí, es tan cálido… y en cambio yo estoy tan frio.


—Nunca más lo volverás a estar —ambos de pie, se tomaron las manos. Himuro sonrió y se acercó a Reo, y con extrema suavidad depositó un beso en sus labios. Ambos comenzaron a besarse, tranquilamente y sin ninguna prisa. La luna roja continuaba brillando. Reo soltó las manos de Himuro, y le sujetó de las caderas para poder apegarle más a su cuerpo. Sus labios rehusaban a separarse.


—Esto… puede que duela… —Reo tomó el rostro de Himuro y lo movió para que su cuello quedara totalmente expuesto; sus dedos delinearon la blanca y dulce piel, no podía negar que moría por hacerlo. Con toda la dulzura del mundo —o por lo menos la que podía ofrecer—. Se acercó a él, posó su boca en el blanquecino cuello, y dejó que sus colmillos rozaran un poco.


—Hazlo ya… —pidió Himuro, dulcemente.


Sin decir nada más, Reo encajó sus colmillos con cuidado, aunque no por ello dolió menos. Himuro ahogó un grito de dolor, realmente era difícil de aguantar, y sin importar cuanta disposición o voluntad tuviera este, de todas formas sentía la agonía fluir por su cuerpo. Siendo su cuello sensible, fue sencillo que se abriera la herida, claro que Reo no tocó ningún punto importante, por ello no había peligro.  Himuro cerró los ojos, las lágrimas fluyeron y aguardó en silencio.


Reo comenzó a succionar con un poco de fuerza, la sangre fluía así que debía deberla toda. Él no pudo evitar desear cada vez más, pues jamás había probado algo tan fresco y exquisito, además… la simple ilusión de que Himuro le estuviera entregando su cuerpo de esa forma, era suficiente para sumir su mente en éxtasis. Su lengua acariciaba la piel de vez en cuando, sus manos aprisionaban el tembloroso cuerpo del contrario.


—Reo, seamos felices juntos…—exclamó Himuro, sonriendo.


_at last_


Ha muerto, no hay duda, le ha liberado, lo ha prometido.


En su corazón vivirá, y a cambio tomará su lugar.


—Mi amado… serás el único para mí, y no te preocupes, tu recuerdo será mi única felicidad… ahora, descansa en paz.


Y después de ello, nadie volvió a ver a los cazadores.


La historia, murió con el tiempo…en aquella simple noche…de luna roja.


Red moon.


Red love.


Red blood.


TILL THE END.

Notas finales:

Espero les haya gustado c:

Gané por cierto *nobodycares*

Ah, me ecantó hacer HimuMibu, quizá haga más despues. <3

Nos leemos a la proxima


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