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¿Happy Hallowen? por anon_kagamine

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Notas del fanfic:

Éste es el segundo One-shot que subo de Hallowen (El primero fue de Sekaiichi) ,hoy subiré tres y mañana tres xD

Este sí tiene mis personajes originales de una historia que aún no subo c: Si quieren estén atentos (?)

Notas del capitulo:

Espero que critiquen y me digan cosas que debo mejorar xD Y que disfruten leyendo <3

Aquel día era 31 de Octubre y, cierto pequeño y tierno niño estaba muy emocionado por lo que pasaría a la noche. Saltaba de un lado a otro con todo ya arreglado, su disfraz sin arruga alguna yacía sobre su cama, su calabaza para los dulces al lado y lo único que importaba ahora era esperar a que pasaran rápido las horas; y claro, convencer a Henry de que lo acompañase.

–Vaaamos~ ¡Henry! ¡Por favor! –Pedía el pequeño castaño a la vez que seguía al nombrado, quien realmente estaba cabreado, pues tenía una fiesta aquella noche y quería ir sí o sí, y eso, se lo explicó una y mil veces a su pequeño novio.

–Ya te lo expliqué Gabriel, a la noche iré a una fiesta junto a tu hermano, ¡Tengo compromisos! –Dijo una vez más el cansado Henry. Sentía que Gabriel había estado insistiéndole por HORAS, cuando en realidad eran sólo cerca de veinte minutos.

–Así que esa dichosa fiesta es más importante que tu novio ¿Eh? Así que por una fiesta me dejarás sólo en la oscuridad de la noche pidiendo dulces ¿Eh? ¡Claro, Claro, todo por la dichosa fiesta! –Reclamó Gabriel inflando sus mejillas sonrosadas mientras se cruzaba de brazos, en un pose muy tierna a los ojos del mayor.

–Ow~… E-Es decir, creo que estás exagerando, ¿Hace falta que YO vaya a acompañarte a algo…Tan…Infantil? –Preguntó Henry casi cayendo a causa de la ternura del menor.

–… Ah, claro. Cierto, cierto, no hace falta que vayas tú. ¡No te preocupes iré con Adrien! ¡Y no tendrás ‘dulces’ después! –Gritó entonces ofendido Gabriel, ¿Qué acaso su novio no entendía que quería ir con ÉL?

– ¿Eh? –Henry se alarmó – ¿Quién es ese tal Adrien, eh? –Preguntó sin disimular nada y sin rodeos, no quería que su pequeño fuese con cualquier otra persona, menos con un hombre.

– ¿Acaso te importa? –Preguntó orgulloso Gabriel aún de brazos cruzados – ¿Te preocupa quién sea tu sustituto? –Preguntó con burla el castaño.

– ¿Importarme? ¡Jajaja! Claro que me importa, es de mi pequeño novio de quien hablamos –Reconoció sin pudor  el pelinegro, cosa que hizo sonrojar al menor –Ahora dime quién es ese Adrien –Demandó completamente serio.

–Es… Es un amigo… –Respondió Gabriel y entonces relajó su expresión y postura, yendo a abrazar a su novio con ternura – Ven conmigo, por favor… ¿Sí? –Recurrió al sentimentalismo el menor –Si no vas tú me sentiré mal… –Susurraba Gabriel, únicamente en busca de una respuesta positiva, que encontraría.

–… –Henry vio con detenimiento al chico entre sus brazos, a aquel tan tierno y pequeño niño no podría decirle más que no, ya lo tenía capturado –Vale, vale, cancelaré mi plan de la fiesta e iré contigo ¿Ok? –Respondió Henry en un suspiro, un niño de 11 años le había ganado.

– ¡Wah! ¿En serio? ¡Gracias, gracias, gracias! –Agradeció Gabriel mientras se aferraba con más fuerza al torso del mayor y movía de un lado a otro su rostro, ya se había animado nuevamente.

–Pero, de todas formas, ahora mismo tendré que irme –Avisó Henry y entonces Gabriel se quedó de piedra, para volver a su estado normal con una rapidez enorme.

– ¿¡Qué!? ¿¡Por qué!? –Preguntó alterado Gabriel subiendo su mirada en busca de la de su novio, más no se topó con ella pues estaba desviada.

–Pues… Necesito… Eh… –Mientras el pelinegro balbuceaba aquello se iba deshaciendo del agarre de su novio –Necesito… ¡Arreglarme, sí eso! –Respondió ya completamente separado del pequeño y entonces corrió a la puerta principal de la casa – ¡Te vengo a buscar a las nueve! –Avisó antes de realizar una improvisada salida de aquella casa, dejando atónito a Gabriel.

–Ni siquiera me dio mi beso de despedida… –Susurró Gabriel en blanco, pero luego reaccionó y frunció el entrecejo – ¡Wah! ¡Se me escapó! ¡Estúpido Henry! –Gritó cruzándose de brazos y haciendo un puchero, que pronto desapareció gracias a un llamado.

– ¡Gabriel! ¡Ven a comer helado! –Esmeralda, la madre de Gabriel habló y entonces éste corrió a la cocina.

– ¡Claro! –Respondió ya sentado en un puesto de la cocina esperando a por su helado el castaño.

Aquella tarde pasó rápido, eran las cinco, las seis, las siete y en menos de un parpadeo las ocho. Era hora de que Gabriel se arreglase para salir, entonces corrió a la ducha, en la cual se lavó completamente desde la punta de sus pelos al final de sus pies. Una vez limpio se secó tanto el cuerpo con una toalla como el pelo con el secador. Y ahora, lo único que faltaba, era el disfraz, su muy animado disfraz.

– ¿Estás seguro de que quieres ocupar éste? –Preguntó preocupada Esmeralda, examinando con detenimiento el disfraz que yacía en la cama de su hijo más pequeño.

¡Claro que sí, es perfecto! –Respondió con una sonrisa de oreja a oreja el castaño a la vez que tomaba una camisa de color rosa pálido y se la comenzaba a colocar.

–Es que este disfraz… Es más como para persona mayor –Aclaró la mujer de largos cabellos castaños mientras fruncía el ceño ante la elección de su hijo.

– ¿Y entonces por qué estaba en mi talla? –Pilló a su mamá Gabriel. La mujer calló, no tenía respuesta para eso, su hijo había ganado el primer round. Ante el silencio de su madre, el castaño sonrió con orgullo y prosiguió a colocarse la chaqueta blanca –No te preocupes mamá, Henry me cuidará –Avisó ahora con un tono seguro para relajar a Esmeralda, pero en realidad, en su interior, no estaba nada seguro, de hecho, estaba realmente nervioso a raíz de la ida tan rara y repentina de su novio.

– ¿Te acompañará Henry? –Saltó su madre tapándose su boca con emoción. Fue ahí cuando Gabriel recordó que su madre era fujoshi, y se arrepintió de haber dicho que iría con Henry – ¿Y te va a cuidar? Ow~ ¡Qué lindo! –Dijo Esmeralda fantaseando con cómo se verían su hijo y Henry juntos. Pero luego le saltó una duda – ¿Él se va a disfrazar? –Preguntó irradiando emoción, pero a Gabriel eso lo dejó de piedra.

–Eh… Bueno… No… No lo sé –Aceptó el chico un tanto deprimido, pero eso no lo detuvo, siguió colocándose su ‘disfraz’. Ahora tenía puesta tan la camisa como la chaqueta y el pantalón, todos en juego.

–Gabriel… –Lo llamó su madre –Te faltó la faja y la corbata –Rió la mujer ante la despistes de su hijo, y éste, sólo enrojeció.

–Eh… Vale, gracias por decirme –Agradeció Gabriel con notoria vergüenza, entonces su madre la alcanzó lo dicho y, sacándose la chaqueta, el castaño se colocó tanto la faja blanca como la cortaba del mismo tono. Sólo después de eso, se colocó la chaqueta y se proclamó ‘listo’, faltaban 15 minutos para que Henry llegase a por él.

– ¿Cómo que listo? ¡Te faltan los adornos! ¿Crees que irás con una calabaza para pedir dulces con ESE traje? ¡No señor, irás con una canasta con cintas de color rosa pálido! –Bombardeó la madre ante tan poco ‘consecuente’ (?) acto del menor y de manera casi inmediata le tiró encima la canasta café clara que tenía cintas de color rosa, además de orejas felpudas de conejo, una cola de conejo falsa y, obviamente, los zapatos, que eran blancos.

–No crees que… todo es… ¿Es muy blanco? –Preguntó Gabriel con las cosas encima y examinándose. Y en efecto tenía razón, lo único que no era blanco era la camisa de color rosa pálido que llevaba y las cintas también rosas de la canastilla, todo lo demás, era blanco.

– ¿Pero de qué hablas? ¿Cómo son los conejos, eh? ¡Tú eres un conejo blanco, por tu inocencia! –Respondió Esmeralda completamente segura, aunque no estaba del todo ‘claro’ aquello.

–Si tu lo dices… –Respondió Gabriel y entonces terminó de colocarse los accesorios. Una vez listo de verdad se fue a un espejo, donde se vio con detenimiento mientras su madre sonreía orgullosa. Entonces el castaño sonrió, posó sus manos en su cintura y sosteniendo la canasta gay con orgullo dijo – ¡Jajaja, soy el mejor conejo! –Con una carcajada exagerada y, a los instantes después tocaron el timbre de la casa de los Molins.

– ¡Está aquí! –Saltó Esmeralda dirigiéndose con rapidez hacia la entrada para darle la bienvenida el novio de su hijo. Sinceramente parecía ella más animada que Gabriel o Henry – ¡Buenas noches Henry, pase, pase! –Dijo una vez que abrió la puerta y vio que realmente el pelinegro era el que estaba allí, pero no estaba ‘normal’.

–Eh… Gracias –Agradeció un tanto nervioso y avergonzado Henry a la vez que se arreglaba un poco su cabello haciéndoselo para atrás – ¿Está listo Gabriel? –Preguntó una vez estuvo conforme con la apariencia de su peinado.

–Sí, sí, vendrá de inmediato –Respondió con una sonrisa amigable Esmeralda, era una cuñada muy buena onda – Oh, a todo esto, ¡Te ves estupendo! –Soltó con una sonrisa observando al pelinegro.

–Muchas… Gracias –Agradeció ahora casi muerto de la vergüenza el pelinegro, quien iba disfrazado. Se había hecho el pelo para atrás con gel, llevaba una camisa negra con dos botones sueltos, pantalones ajustados negros, una capa negra que por el interior era roja, también llevaba maquillaje en la cara que la hacía ver pálido y arriba de esto, sombra para ojeras. Lo último eran dos colmillos en su boca. Se había disfrazado de vampiro.

–Oh, viene –Avisó Esmeralda dirigiendo su mirada a las escaleras, pues había escuchado pasos. Cuando el menor apareció en la escalera tanto él como Henry se quedaron boquiabiertos, pero el menor no se pudo permitir quedar en shock, pues debía terminar de bajar la escalera.

–Oh… Hola… Henry… –Saludó a su novio con un sonrojo en sus mejillas apenas estuvo frente a él, pero éste no respondió – ¿Henry? –Le llamó extrañado Gabriel a la vez que inclinaba un poco su cabeza, algo dorprendido.

–Oh… Eh… Hola, Gabriel –Respondió reaccionando el pelinegro a la vez que sonreía, y el menor entonces le devolvió la sonrisa con una más dulce –Te ves tan tierno… –Susurró llevando su mano a la mejilla del pequeño y acercándose más a éste.

–Y tu tan apuesto~ –Respondió Gabriel sonriéndole con inocencia y poniéndose de puntitas, logrando así alcanzar los labios de su novio dándole un suave beso.

–Coffcoff –Fingió estornudar Esmeralda – ¿Ya se van? –Preguntó con una sonrisa maliciosa, aunque le gustaría ver más de ‘eso’.

– ¡Oh, sí! –Respondió Gabriel yéndose al lado de Henry para colgarse de su brazo – ¡Ya nos vamos mamá! –Agregó ya con una sonrisa de oreja a oreja, le gustaba que su novio hubiese cedido.

–No se preocupe, cuidaré a su hijo –Dijo Henry, dirigiendo la palabra a Esmeralda. Únicamente cuando ésta afirmó con la cabeza fue cuando la pareja feliz se dispuso a salir.

–Que les vaya bien… –Soltó Esmeralda, casi en un inaudible suspiro a la vez que veía como su hijo se iba en manos de otro hombre… Que le llevaba por cinco años. Ciertamente, Gabriel tenía tan sólo once años, mientras Henry tenía 16.

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La pareja iban a un paso muy lento, mientras se veían y no decían nada, no necesitaban las palabras, con sus miradas se decían todos. Pero entonces, a los pocos minutos de haber empezado su recorrido apareció Adrien.

El chico, algo más alto que Gabriel, iba vestido de lo mismo que el menor, exceptuando que sus pantalones, zapatos, corbata, chaqueta, orejas, cola, faja y canasta eran de color negro mientras su camisa y las cintas de la canasta eran de un rojo intenso. Y obviamente no eran iguales en color de cabello, Adrien era rubio y tenía los ojos rojos, mientras Gabriel sólo tenía el pelo castaño oscuro y los ojos cafés.

– ¡Woow! ¡Adrien! ¡Te vestiste como pedí! –Hizo su observación Gabriel a la vez que corría para abrazar al chico con familiaridad. A Henry eso le había molestado, SU novio, se había separado de ÉL, sólo por abrazar a ESE tipo.

–Eh, ¡Gabriel! –Río el chico que parecía serio –Cuidado, cuidado. Y, si me habías pedido que me vistiese así, obviamente lo iba a ser –Respondió abrazando con delicadez al pequeño entre sus brazos. Henry estaba enrojeciendo del enojo.

– ¿En serio no fue un problema? –Preguntó Gabriel mirando preocupado a su amigo, eso le hizo sonrojar, cosa que no pasó por alto a Henry.

–Sí, sí, no hubo problema –Respondió desviando tanto su mirada como su rostro el rubio –Aunque te pase por dos años… –Pensó luego entrecerrando los ojos, entonces, cuando Gabriel iba a decir algo, los separaron – ¿Eh? –Adrien se sorprendió.

–Perdonen, pero ya debemos pedir dulces, ¿No? –Preguntó con una vena sobresaliente Henry a la vez que acercaba más a Gabriel asimismo. Eso molestó a Adrien.

– ¿Y quién es ese vejete?  –Preguntó Adrien cruzándose de brazos, cosa que hizo reír a Gabriel mientras molestó más a Henry.

–Sí será un… –Susurró Henry cerrando su mano en puño a la vez que veía con una especia de odio al rubio.

–E-Eh… Adrien, es mi novio. Ahora bien, ¡Vamos a buscar dulces! –Gritó Henry soltándose del agarre del vampiro y alzando su canasta con alegría. En eso, Adrien se aprovechó y lo tomó de la mano.

–Sí, ¡Vamos a buscar dulces! –Respondió Adrien y comenzó a correr con Gabriel a una casa, aunque, volteó un poco su vista al pelinegro y le sonrió con malicia. Henry ya estaba rojo.

Así se llevaron entre el conejo negro y el vampiro, peleando por ganarse la atención del conejillo blanco. Adrien tomaba ventaja por los dulces, acompañaba más a Gabriel. Pero Henry no se quedaba atrás, cada un tanto de rato se robaba y seducía a Gabriel con su encanto. Y en eso estaba, cuando Adrien volvió a aparecer.

– ¡Mira Gabriel! ¡Una casa en la que dan chocolates! –Gritó Adrien desesperado cuando vio que Henry acorralaba al pequeño Gabriel entre él y una pared.

– ¿¡En serio!? –Gritó Gabriel, olvidando por completo a Henry, evitándolo y saliendo corriendo en dirección a la casa señalada.

– ¡Por acá! –Dijo Adrien adelantándose mientras corría a la casa donde daban chocolates. Entonces Henry aprovechó y tomó de la mano a Gabriel, a quien paró desconcertado.

– ¿Eh? ¿Henry? –Gabriel volteó sorprendido hacia su pareja, quien le vio con unos ojos más expresivos de lo normal.

–Sígueme –Ordenó y entonces comenzó a correr, mientras era seguido por su novio que aún no comprendía absolutamente nada.

–Henry, ¿Qué pasa? –Preguntaba aún corriendo el chico, entonces su novio paró y chocó con él.

– ¡Aquí, sí, aquí! –Sonrió Henry y entonces se dio vuelta para abrazar fuertemente a su novio. Pareciera que el alrededor era rosa.

–Acá… ¿Qué? –Preguntó Gabriel, comenzando a abrazar también a su pareja.

–Acá te tengo sólo para mi… –Soltó Henry besando a su pequeño conejito.

Y entonces, la tierna pareja dejó atrás al entrometido conejo negro, mientras caminaban juntos de la mano hacia un lugar indefinido. Lo único que importaba era estar juntos y sin ese estúpido conejo, para que pudiesen estar tan acaramelados como quisieran.

Notas finales:

¿Qué les pareció? ¿Les gustó? ¿Quieren leer la raíz de ésta pareja? xD Pronto publicaré un Five-shot (?) Con su historia, por si les interesa.

¡Feliz Hallowen, comenten!

Anon, fuera~


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