Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Canto susurrado por HashiraZac

[Reviews - 8]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Prometo recompensar vuestro odio en el próximo capítulo (?)

El panorama que encontraron Eli y Umi en la alcoba de la primera tras su furtivo encuentro sentimental en el pasillo las dejó con la garganta seca, las palabras trabadas en esta y la respiración a punto de desfallecer.

Kotori, recogiendo su pequeño bolso a toda prisa, luchaba por reprimir el llanto que la acuciaba desde lo más profundo de su corazón bajo la atenta mirada de Honoka, quien la interpelaba inútilmente una y otra vez, pidiéndole una explicación al respecto.

Umi rozó inconscientemente la mano de su senpai, aún sin ser capaz de entender todo lo que estaba ocurriendo a su alrededor. ¿Acaso ella las…?

-Kotori –la llamó mientras avanzaba hasta su posición para detener el torbellino de emociones que sufría.

Si alguien podía consolarla y demostrarle cierta comprensión era Umi, siempre lo había sido; y eso nunca cambiaría, o al menos eso esperaba. Colocó una mano en el hombro de la castaña, quien hacía ademán de abandonar la habitación en ese preciso instante.

-Kotori –repitió-, espera.

La muchacha se giró, lanzándole una mirada tan sumamente cargada de dolor que le partió el corazón en dos. Jamás la había visto así. Con las mejillas sonrojadas, los ojos bañados en lágrimas y los labios temblándole de pura rabia.

-Eres una idiota… -murmuró entre gimoteos y, apartando de un golpe la mano de la muchacha de su hombro, salió de la alcoba de Eli sin una palabra más, como una tromba, totalmente desbordada.

Umi se quedó mirando la puerta, atónita, destrozada, confundida y sobre todo congelada en su fuero interno. Se llevó una mano al pecho tratando de contener aquella sensación de angustia que poco a poco se apoderaba de todo su ser, sumiéndola en un estado de inexorable vacío mental. Por un momento se sintió perdida, miró alternativamente a sus compañeras sin saber qué decir ni qué hacer. Inmediatamente después Eli habló:

-Ve a buscarla.

 

 

 

La tarde se le hizo interminable. Después de todo, lo que comenzó como una idea para lograr la diversión de todas y reunir a “Muse” en sus últimos momentos había desembocado en un drama más propio de una telenovela de tarde que de un grupo de muchachas en plena adolescencia.

Eli soltó un profundo suspiro y se dejó caer en el sofá del salón con resignación. La casa, así, tan silenciosa y abandonada, se le antojaba un templo monumental dedicado exclusivamente a ella y su soledad sentimental.

“-Ericchi…” resonó en su mente de nuevo aquella voz, cargada de alegría y entusiasmo por el día a día. Sonrío para sí, dejando caer la cabeza hacia atrás para apoyarla en el respaldo del sofá. Allí, mirando al techo, sin ningún otro tema en el que pensar, el recuerdo de Nozomi iba y venía a lo largo y ancho de su mente. Frunció el ceño al caer en la cuenta de lo sucedido la última vez que la vio. No la llamó como siempre, utilizó simplemente un seco y arrollador “Eli” que destilaba vergüenza ajena.

Se llevó una mano al rostro para frotarse las sienes con desgana, paladeando el regusto de la angustia y la desazón una vez más, como tantas veces había ocurrido desde que Nozomi había decidido acabar con la relación que compartían. Apretó el puño que le quedaba libre, clavándose las uñas en la palma de la mano. Notó el dolor, el escozor y las ganas de hundirlas irremediablemente hasta el fondo de su carne, socavarse a sí misma y encerrarse en un agujero lejano, donde nadie encontrase jamás sus olvidados despojos irradiantes de congoja y desconsuelo.

No estaba segura de si debía asistir a la fiesta que Honoka pretendía celebrar esa noche, al parecer, sin motivo alguno. Se llevó la mano a su colgante con forma de cruz, acariciándolo inconscientemente.

-Bueno… supongo que no me vendrá mal evadirme un rato.

Sacó el móvil del bolsillo del pantalón corto que llevaba puesto con un rápido movimiento a la vez que pulsaba el botón para iluminar la pantalla principal; en ella, Nozomi aún le sonreía desde la foto que le había sacado una de las últimas noches que hicieron el amor.

-¿Volveré a verte de nuevo?

 

 

 

-Umi-chan, ¿cómo has podido? –preguntó Kotori, volviéndose hacia ella en medio de la calle justo cuando sus piernas, cansadas de tanto huir, no daban más de sí para seguir corriendo.

La interpelada, aún jadeante debido a la persecución de su amiga, alzó la cabeza, con las manos temblando y las palabras acobardadas en el fondo de su garganta.

-Kotori, yo…

-¿No ves lo que te está haciendo? –habló con lágrimas en los ojos-. ¿Lo que OS estáis haciendo la una a la otra? –cargó de énfasis sus retóricas preguntas, con tono de indignación.

-Todo tiene una explicación.

-Mentira –sentenció medio gimoteando- Lo único que vais a lograr es haceros daño.

La castaña hizo ademán de echar a andar, volviéndose para darle la espalda a Umi, pero esta la sujetó por el brazo, plantándose frente a ella y mirándola a los ojos seriamente.

-Algún día podré explicártelo.

-¿Y por qué no ahora? –le preguntó, casi suplicante- ¿Qué soy para ti, Umi-chan? ¿No confías lo suficiente en mí como para hablar las cosas conmigo? –bajó la cabeza, dolida, huyendo de sus ojos-. ¿Dónde quedaron nuestras tardes hablando sin pensar? ¿Nuestra puesta en común de problemas? ¿Dónde? –rompió a llorar-. ¿Dónde está ahora mi Umi-chan de siempre? –forcejeó soltándose de sus manos y se cubrió la cara, profundamente avergonzada-. Te echo de menos y cada vez te distancias más de mí y de Honoka-chan.

-K-Kotori…

No era capaz de hablar, aquellas palabras la estaban atravesando como cuchillas con cada sílaba pronunciada. Apretó los puños mordiéndose el labio, observándola de arriba abajo, escuchando su llanto sin poder hacer nada para consolarla, nunca se le había dado bien. Lo único que se le ocurrió fue abrazarla, y eso fue lo que hizo; rodearla con sus brazos, estrecharla contra su pecho y acariciar su espalda buscando reconfortarla como mejor pudiese.

-¡UMI-CHAAAAAAAAAAN, KOTORI-CHAAAAAAAN; OEEEEE!

La voz de una Honoka que llegaba corriendo y sofocada, siguiéndolas en su carrera a base de traspiés, irrumpió en los oídos de ambas. Se separaron inmediatamente, de forma inconsciente, como si con ello fueran a conseguir borrar el rastro de aquel gesto de cariño.

-¿Honoka? ¿Qué haces? -le preguntó Umi a pesar de que no lograba dejar de mirar a Kotori por el rabillo del ojo, preocupada por su bienestar emocional.

-Chicas… os… -hablaba entrecortadamente, ligeramente inclinada y apoyando las manos en sus rodillas mientras trataba de recobrar la respiración- he estado… siguiendo… desde que… salimos de casa de Eli-senpai –se irguió a duras penas, con un resoplido de cansancio-. ¿Podéis explicarme qué ha pasado? –las miró alternativamente, interrogándolas con la mirada.

Kotori se llevó un puño a los labios, apretando los nudillos contra su boca en busca de la poca fuerza interior que le quedaba después de aquel choque de sensaciones descontroladas. ¿Qué le había molestado tanto? Estaba tan preocupada porque Umi saliese escaldada de la relación con Eli que la situación la hacía hervir por dentro de pura congoja y rabia pero ese no era motivo suficiente para tal rebelión sentimental.

Ninguna habló.

-¿Me estáis escuchando? –insistió Honoka, colocando las manos en las caderas. Tras esperar unos segundos sin obtener respuesta alguna, suspiró resignada y volvió a hablar sacudiendo la cabeza-. Qué se le va a hacer… -alzó las manos, colocándose en medio de las dos muchachas y abrazándolas por el cuello con una sonrisa-. Anda, vamos a casa; ¿no pensaréis cancelar la fiesta de pijamas de esta noche? –les guiñó un ojo, tratando de solapar la hostilidad reinante en el ambiente.

Umi le correspondió el gesto con una sonrisa, agradeciendo en su fuero interno que Honoka hubiese acabado con aquella horrible situación de tensión.

 

 

 

-¡Kayo-chin, Kayo-chin! –exclamó Rin al tiempo en que se echaba encima de su amiga de camino a casa de Honoka.

Hanayo no pudo evitar dar un respingo, remediando a duras penas el tropezar.

-¡¿Rin?! ¿Q-qué haces?

-¿Crees que esta noche volveremos a ver a Nozomi-chan?

-No lo sé… la verdad… -habló, distraídamente mientras revisaba el buzón de mensajes de su teléfono. Hacía apenas una hora que Honoka las había avisado para celebrar aquella repentina fiesta de pijamas en su casa-. Dime, Rin ¿no te parece demasiado precipitado este plan?

-¿Por qué lo dices? –preguntó la pelinaranja separándose de ella y echándose los brazos tras la nuca con gesto resuelto.

-¿Querrá decirnos algo relacionado con el viaje que propuso?

-Sobre eso ya está todo hablado –dijo Rin mientras pateaba una piedra del camino y tarareaba parte de una canción del grupo.

Hanayo alzó una ceja ajustándose las gafas al divisar de lejos la casa de la aludida.

-Supongo… que lo sabremos pronto.

-Kayo-chin –Rin la rodeó, plantándose frente a ella cual gatito a punto de abalanzarse sobre su ovillo de lana preferido- sea lo que sea, nos lo pasaremos bien –le sonrió- como siempre que “Muse” se reúne.

 

 

 

-¿Podrías dejar el piano un rato? Su sonido resulta impertinente cuando no escucho otra cosa durante dos-horas-seguidas –Nico silabeó la última  expresión con retintín, cruzada de brazos ante Maki con gesto de indignación.

La pelirroja detuvo su actividad musical unos segundos para hacer un pequeño apunte con el lápiz en el cuaderno de notas donde tenía escrita la nueva canción. Aquella pequeña pero novedosa remodelación que se le acababa de ocurrir quedaría perfecta para la última intervención de “Muse” en el panorama de las idols.

-¿Me estás escuchando? –volvió a preguntar la pequeña, dando golpes en el suelo con el zapato. Llevaba casi media hora esperando a que Maki acabase de poner a punto aquel borroso conjunto de tachones musicales-. Vamos a llegar tarde.

La otra muchacha soltó un suspiro resignado a la vez que cerraba el cuaderno y bajaba la tapa que se encargaba de cubrir teclado de su piano de cola.

-¿Podrías TÚ –hizo una pausa, marcando el pronombre- callarte un momento?

Nico se dio la vuelta indignada y apretando los dientes, girándose para darle la espalda mientras se dirigía a la puerta de salida en un intento por instarla a apurarse.

-¿Tienes prisa acaso? –le preguntó Maki mientras recogía las llaves de su casa y la alcanzaba en su caminar.

-Pues sí –exclamó la morena sin girarse siquiera para mirarla al tiempo en que se situaba a un lado de la puerta con un molesto ademán de superioridad.

La pelirroja miró a su compañera de arriba abajo, comprobando que cargaba con todo su equipaje para pasar la noche en casa de Honoka: tres mochila (dos bandoleras y una normal) más una pequeña maleta de viaje que contenía todos sus chismes relacionados con sistemas para “preservar la belleza” y maquillaje. Alzó las cejas mirándola con un deje despectivo.

-¿Piensas cargar con todo eso hasta allí?

-Por supuesto que sí –sentenció, cargando de cierto desprecio sus palabras- ¿Te importa acaso? –repitió la estructura de la última pregunta que la pelirroja había usado.

Maki se encogió de hombros con un suspiró y le acarició la cabeza mientras hundía la llave en la cerradura y abría la puerta.

-Lo que tú digas…

Nico giró la cabeza, evitando tomar contacto con sus ojos. No podía dejar que la pelirroja advirtiera el sonrojo que acababa de teñir sus mejillas al notar su cercanía.

 

 

 

La noche comenzaba a teñir el cielo con su azulada oscuridad al tiempo que las nubes se retiraban para dejar paso al brillo de las estrellas y la luna llena.

Nozomi sonrió ante aquella bella estampa que la soledad del templo le brindaba cada noche. Llevaba durmiendo allí desde la graduación. Después de todo lo ocurrido había decidido que permanecer allí sería la única manera de mantener su alma en un estado de paz emocional lo suficientemente calmado como para no echarse atrás en su decisiones. Además, estaba segura de que Eli visitaría su apartamento una y otra vez, buscándola; el templo era el lugar perfecto para esconderse de su presencia. Aunque la joven ex-presidenta había acudido allí varias veces con la esperanza de encontrarla, la vegetación y los numerosos lugares de retiro ocultos en las inmediaciones del recinto religioso le habrían brindado perfectos refugios.

Negó con la cabeza. ¿Qué hacía huyendo de ella? Se sentía mal por evitar a Eli como si fuera algún tipo de alimaña o ser maligno que pudiese dañarla espiritualmente, pero en cierto modo era así.

Alzó la cabeza hacia el cielo deseando por un momento, en su fuero interno, volver a verla.

Hacía unas horas que había recibido el mensaje de Honoka avisándola de una fiesta nocturna en su casa para pasar la noche todas juntas. Sus palabras cargadas de entusiasmo lograron conmoverla lo suficiente como para plantearse el asistir; sin embargo, el caer en la cuenta de que Eli también estaría al tanto de ello le había hecho retractarse en sus intenciones. No podía permitirse flaquear ahora. Las cosas irían mejor así, estaba convencida de ello.

Suspiró con resignación mientras terminaba de barrer los últimos peldaños que entroncaban directamente con la base de la entrada al templo. En ese preciso instante, la baraja de cartas se deslizó desde su bolsillo para acabar desperdigándose escaleras abajo en agitado revuelo debido a la brisa nocturna. Se apresuró a recogerlas antes de que el viento las arrastrara mucho más lejos, fue entonces cuando se percató de la sombra que se cernía sobre ella tras su espalda, ascendiendo los mismos escalones que había estado barriendo minuciosamente momentos antes.

-Sabía que terminaría encontrándote aquí.

Notas finales:

Espero vuestras reviews~~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).