Se bajó de auto con su maleta en mano, ignorando el “¿Himmi, quieres comer?” de su madre. Entró directo a la que sería su habitación nuevamente y cerró la puerta asegurándola muy bien. No quería nada, no quería comer, no quería hablar, no quería salir, nada, y no abriría la puerta a menos de que le dijeran que podía irse de ahí.
¿En qué falló? Sabía que su padre jamás aceptaría su relación con Yong Guk, por eso decidió mantenerlo en secreto.
Mientras más lo pensaba la rabia se apoderaba más de él, y retener el llanto se hacía cada vez más difícil.
Y mientras Him Chan se negaba a salir de su habitación, Bang no encontraba la forma de decirle a los menores lo que había sucedido.
Los cuatro miembros restantes se encontraban en la sala mirando preocupados a su hyung, quien tenía una expresión más seria de lo normal, se le veía triste y preocupado.
Todos sabían que el comandante y Yong Guk eran pareja, algunas veces se besaban tiernamente frente a ellos, pero ¿cómo podría decirles que ahora el conejo rosa ya no viviría con ellos porque los padres del mismo los encontraron haciendo el amor? Esa no era tarea fácil.
— Hyung ¿qué sucede? ¿Por qué nos dijiste que viniéramos y por qué Him Chan hyung no está aquí? – Cuestionó Dae preocupado - ¿acaso ambos discutieron?
— Him Chan no vivirá más con nosotros.- Soltó el líder luego de un largo e incómodo silencio. Los otros cuatro lo miraban atónitos, su madre sustituta, como lo llamaban de broma, ya no estaría más en esa casa. Todos le exigían con la mirada una respuesta. – Sus padres nos encontraron en una situación que no tenía excusas…
— Por eso estás golpeado, ¿cierto? – la pregunta de Young Jae fue más una afirmación. Yong Guk asintió.
— Su padre nos golpeó, después llamó al CEO y al manager Kang – dijo evitando las miradas de los demás, quienes querían conocer más detalles sobre esa “situación”, aunque los dos medianos lo suponían. – El señor Kim amenazó con denunciarme por pedofilia al maknae si HimChan no se iba con él.
El resto del día fue largo para ambos mayores, el conejo rojo se había encerrado en su habitación sin salir de ahí, mientras que HimChan no había salido de la propia desde que llegó. Ni quiera abrió la puerta para recibir la comida que su madre le llevó, tenía baño en su habitación, así que no tenía ningún problema.
Ambos estaban acostados en el sofá rojo, completamente desnudos, el menor con la espalda pegada al pecho del rapero, quien le acariciaba suavemente la cadera.
— ¿Por qué eres tan perfecto, HimChan? –susurró en el oído del susodicho.
— Porque me hicieron con mucho amor.- Respondió con una pequeña risa. Su novio siempre solía decirle aquello y él siempre respondía lo mismo.
Ambos miraban televisión, o eso se suponía, ya que estaban más entretenidos en darse mimos. Sus manos estaban entrelazadas, estaban descansando luego de haber explorado la piel ajena.
Unos golpes en su puerta lo hicieron despertar de ese bello sueño, en el cual recordaba la primera vez que hizo el amor con Bang.
— HimChan, cariño, baja a cenar algo, no has probado alimento desde que llegaste. ¿Quieres que te suba la cena?
— ¡No quiero nada! – se escuchó del otro lado de la puerta, no iba a salir, no hasta que le dijeran que ya podía irse.
— Ya déjalo, si quiere comer que salga. Ya es mayor y es consciente de lo que sucede si no se alimenta. – dijo el padre del ulzzang. ¿Ahora sí respetaba su decisión?
En el fondo Kim HimChan era igual a su padre, ambos obstinados, aferrados a una sola idea. Y eso, eso era una guerra que ninguno de los dos quería perder.
El señor Kim no dejaría que la homosexualidad de su hijo fuera pública, aunque eso implicara tenerlo en su casa el resto de su vida. Por su parte, la idea de HimChan era no salir de esas cuatro paredes por nada, como una huelga hacia lo que su padre hizo.