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Black Vow por Chris Yagami

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Notas del capitulo:

Bien, ya he agregado a Seiya a la lista de personajes, gracias a su aceptación se ha ganado un papel más largo en este fic xDDD!! de hecho, en el 11 iba a serla última vez que apareciera pero nah!! mejor que aparezca mas veces uwu... para su mala suerte xD

La etiqueta del personaje-demonio-villano no la agregaré para que sea sorpresa >D~

También agregué la etiqueta de violación ;3

Cuando me desaparezco por tantos días sin actualizar es porque me estoy documentando para escribir algo mas o menos descente xD así que no me maten, todo lo hago por ustedes que son mis lectores, así que ámenme <3

Espero les guste este cap.

Ambos, humanos y ángel estaban descansando sobre la fresca hierba en ese día frío. Shun se encontraba recostado de lado, hecho casi un ovillo muy cerca de Shaka, buscaba su calor pues realmente era un día frío. Acababan de disfrutar algunos caramelos que el menor había conseguido en su última visita al pueblo cercano solo para dárselo al ángel que visitaba a diario. No era la primera vez que le llevaba algún tipo de dulce o alimento, quería que Shaka conociera de los sabores humanos aunque sabía que nada se comparaba con lo que él pudiera probar en el paraíso.

Shaka, por el contrario, solo se encontraba sentado de manera despreocupada con una de sus piernas flexionadas mientras usaba sus manos como apoyo para no caer de espaldas. Aún tenía en su boca uno de los caramelos que Shun le había dado, sabían dulces, debía admitir que golpeaba sus papilas mejor que una magdalena sobre todo esos de color rojo, eran sus favoritos.

La fresca brisa movía con gracia la hierba y flores del claro y Shun experimento un escalofrío por el golpe helado. El sonido que se escuchaba era el del viento juguetear con las hojas de los árboles, el canto de algunos pájaros y a algunas ardillas correr entre las ramas en busca de bellotas.

Shaka se daba cuenta que el menor estaba agotado todo el tiempo y por más que preguntaba, Shun decía que se debía solo al trabajo y tareas en el seminario.

Shun pasaba malas noches, el remordimiento y la culpa por las palabras de su hermano mayor  aun le quitaban el sueño y más aún el no poder hacer nada para ayudar a Seiya que cada vez estaba más apático y misterioso. Había hablado con el padre Saga al respecto y él prometió hablar con el castaño al respecto pero no parecía haber funcionado, estaba más decaído cada día, cerrado, iracundo. Tal vez era molestado por alguno de los seminaristas pero no entendía quién de sus compañeros podía ser tan cruel para hacerle eso a alguien tan bueno y alegre como Seiya. Simplemente no lo comprendía.

Se suponía que si estaban en el seminario era porque deseaban hacer el bien a la humanidad, todas eran personas buenas o deberían serlo, entonces ¿Por qué Shaka no dijo que ellos tenían alas? Cuando perdían las alas significaba que estaban corrompido… ¿Todos en el seminario lo estaban? Los sacerdotes, sus amigos, Seiya… Los demonios se habían alimentado con su luz. ¿Eran gente malvada y sólo fingían?

El ángel Shaka contemplaba al menor que no abría los ojos, en su rostro no estaba esa expresión alegre y serena que siempre había mantenido mientras se encontraban, pero aun así le parecía un rostro muy bello, cercano a aquello de los superiores sirvientes de Dios. Sus labios rosados lo estaban tentando demasiado y tenía semanas pensando en tomar todo de ese joven devoto que siempre le recibía con una cálida mirada y una radiante sonrisa.

Nunca había sentido tal curiosidad por alguno de los actos carnales de los humanos, esos bajos instintos solo le fueron concedidos a ellos mientras que los moradores del paraíso vivían siempre de la iluminación espiritual, sin necesidad de demostrar nada más que esa grandeza de espíritu. Pero al ver a Shun y saber de su supuesto pecado, sintió la curiosidad de saber cuál era la necesidad de los hijos de Adán para experimentar tales placeres. ¿Y si había algo más detrás de ese acto?

El cabello de Shun se movía al compás de las flores a su alrededor y movía su nariz de vez en cuando unos mechones de cabello llegaba a su rostro y le hacía cosquillas. Parecía decaído pero su rostro aún brillaba con esa inocencia que lo había cautivado en primer lugar. Cada vez estaba más perdido por él y muchas veces pensó que si fuera un humano ya hubiera cedido al instinto. ¿Los humanos sentían eso también?

Finalmente Shun abrió los ojos y observó a un callado Shaka que no lo perdió de vista. Al principio; durante los primeros días cuando aún atendía la herida en su ala; esa mirada penetrante era algo que incomodaba bastante al menor, pero con el paso de las semanas se acostumbró a ella repitiéndose que se debía sólo a lo agradecido que debía estar el ángel con él por haberle curado.

—¿Sucede algo, ángel Shaka? —Se incorporó un poco para observarlo mejor sin darse cuenta que algunas hiervas y un par de flores se quedaron incrustadas en su verde cabello.

—No es nada —Dijo sin apartar su mirada de cada movimiento de Shun, sonriendo por la salvaje decoración de su cabello.

—Está muy callado hoy —Y es que el ángel dedicaba el poco tiempo que pasaban juntos para hacer todo tipo de preguntas sobre sus quehaceres al igual que Shun hacía una que otra pregunta sobre algo referente al paraíso, Dios, los ángeles o cualquier otro tema que surgiera.

—Tú lo estás también en los últimos días, ¿No? —La mano de Shaka se extendió hasta acariciar la mejilla de Shun, éste no hizo algún movimiento para evitar el contacto, se quedó quieto y atento—. Te queda bien estar rodeado de flores.

El menor parpadeó confundido por lo dicho y miró instintivamente a las flores de colores que los rodeaban. Shaka pasó su mano por su cabello y atrapó una de las rebeldes flores que se negaron a quedarse en el suelo por más tiempo, flor que después mostró a Shun que comprendió lo sucedido.

Finalmente el joven sonrió. Shaka siempre le decía ese tipo de comentarios que lo avergonzaban, halagando su apariencia, su risa, ojos… lo que fuera y se daba cuenta que le gustaba que le dijera todo eso. Después de todo, si un ángel era el que decía esas cosas era un completo halago siendo que los humanos eran versiones imperfectas de los ángeles, él se lo había dicho una vez.

Shun tomó la flor de manos del mayor y la observó un tiempo, finalmente miró a Shaka y se encogió de hombros.

—Apuesto a que usted se ve mejor.

Sin decir más se dedicó a recolectar algunas flores del campo ante la atenta mirada de Shaka que no comprendía su comentario. ¿Iba a llenar su cabello de flores?

Cuando terminó de recolectar flores suficientes, Shun se sentó a unos pasos alejados del mayor para tejer algo con los tallos de las flores. Shaka esperaba atentó pero el joven le daba la espalda por lo que no podía ver lo que hacía. Después de unos minutos se acercó finalmente con las manos en la espalda y una sonrisa divertida, Shaka agradecía tanto que esa sonrisa regresara a ese fino rostro. Se arrodilló frente al ángel y mostró entre sus manos una corona de flores.

—¿Lo ve? Se lo dije, lucen mejor en usted —halagó colocando la corona sobre la cabeza del mayor.

Shaka tocó con sus dedos la decoración improvisada. Sonrió al instante y acarició de nuevo el cabello del seminarista.

—No tanto como a ti —aseguró dejando una de las flores en el costado derecho de Shun que de nuevo no se negó.

Había una guerra en tierra celestial contra los demonios, pero ese ángel no se iría de ese sitio. Había descubierto que ese joven se había convertido casi en una necesidad, no podría irse aunque quisiera hacerlo. Iba a quedarse a su lado así fuera solo como un amigo, pues leía los sentimientos de Shun y podía saber que no le correspondía.

—Ángel Shaka —llamó el menor, con esa expresión casi de disculpa que siempre tenía cuando estaba por hacerle una serie de preguntas de las que no estaba seguro de obtener respuestas—, usted dijo que los demonios se encargan de corromper a nosotros los humanos. ¿Ese siempre será nuestro destino?

—No puedo decirte cuál es ese destino, te lo dije casi desde el principio, Dios tiene esa tarea escrita para ustedes pero no debe revelarse.

—¿Por qué? —preguntó con un nudo en la garganta, tenía esa duda desde hace mucho y le pesaba tanto—, Si Dios tiene tanto poder que incluso puede purificar nuestras almas corrompidas al morir, ¿Por qué deja que los demonios nos hagan esto? Yo no lo entiendo.

Shaka observó con impotencia como los ojos de Shun se llenaban de lágrimas, pero por más que lo amara no podía decirlo, aún le era fiel a Dios y solo un demonio sería capaz de decir tal cosa.

—¿Todos nacemos bondadosos? ¿La gente nace malvada o los demonios lo hacen? Necesito saber.

—La luz de Dios es bondadosa —fue lo único que dijo—, cuando esa luz se acaba solo deja paso a la maldad. Al igual que el frio solo existe cuando no hay calor o la eterna oscuridad que desaparece con los rayos del sol.

—¿Somos malvados? Somos gente malvada pero Dios nos hace buenos con su luz—preguntó horrorizado pero Shaka no le respondió—. Por favor, ¿Somos malvados por naturaleza? ¿Yo lo soy?... Los sacerdotes… todos nosotros.

—Basta Shun, ustedes no están preparados para saber nada de esto, pero no te confundas, Dios les dio el libre albedrio por algo. No te tortures así. Pueden elegir.

—Pero nuestro destino es…

 —Necesitas volver —interrumpió Shaka al ponerse en pie— estás muy agotado ahora, me doy cuenta de ello, debes descansar.

Shun se quedó callado, todavía arrodillado sobre la hierba. No podía asimilar nada de lo escuchado, siempre había pensado que todos eran buenos, los niños eran tan inocentes que ellos debían ser buenos. Él intentaba mantenerse siempre por el camino del bien y se alejaba de todo lo que pudiera corromper su alma pero si su destino era caer en las trampas de los demonios y caer de nuevo en esa naturaleza malvada entonces ¿Qué caso tenía? ¿O podía luchar contra ese destino?

—Claro.

Se puso en pie. No podía pensar más en ello, le daba miedo pensar y poder llegar a una conclusión, pero al mismo tiempo deseaba saber la verdad, lo deseaba de verdad. Por su parte Shaka se lamentaba por haber revelado ciertos temas a Shun, Dios lo prohibía porque justo pasaba algo como lo que Shun estaba experimentando, algunos incluso perdían la razón, por eso solo debían decirlo a ciertos elegidos.

—¿Te veré mañana? —preguntó Shaka caminando a su lado rumbo al seminario.

—Si… claro.

Ya no dijeron nada en el resto del camino, Shaka no lo perdía de vista pues sentía esa aura oscura que cubría a Shun. No sabía si se debía a esas dudas que ahora lo embargaban o había alguien incitando esos pensamientos. Ese demonio que sentía desde varias semanas atrás.

—Espera —llamó a Shun cuando ya salían de la arboleda.

—Dime, ángel Shaka.

El ángel no dijo una palabra, pero se acercó al joven y extendió sus alas para deleite de Shun que observó atento. Shaka se acercó a Shun y lo rodeó creando una especia de cúpula con sus plumas. Tan pronto como se formó, el domo de plumas se deshizo dejando a Shun en libertad.

—¿Qué pasó?

—Estarás mejor ahora —contestó Shaka llevando con sus manos uno de los mechones de Shun detrás de su oreja derecha—. Debes descansar, no te sobre esfuerces, ¿De acuerdo?

El menor asintió con una sonrisa se retiró definitivamente. La  verdad era que si se sentía algo mejor, no entendía qué era lo que Shaka había hecho pero lo agradecía, se sentía más libre y aquella tristeza y preocupación se había marchado. Shaka había cumplido con su propósito de sanar al humano tentado por algún demonio.

Mientras caminaba por los pasillos del seminario, al pasar frente a las puertas del despacho del sacerdote Mu, escuchó la voz de su amigo Seiya hablar en voz baja. Había un completo silencio en los pasillos por lo que pudo escuchar ese casi murmullo. Estaba preocupado por Seiya, así que se acercó a la puerta para poder escuchar algo más.

—Pensé que eras de los chicos amables y gentiles. ¿Con quién has buscado problemas, Seiya? —El menor no contestó nada a la pregunta y Shun no podía ver qué era lo que hacía mientras tanto—. Seiya, aquellos que callan la maldad solo van a cosechar más maldad.

—¿La maldad, padre Mu? —murmuró Seiya, se escuchaba un leve tono sarcástico en su tono de voz—, la maldad está en todos nosotros, incluso en quienes dicen ser bondadosos.

—¿A qué te refieres?

—Aun así no les guardo rencor a esas personas que me han hecho esto. Ellos son los que sufren por su debilidad.

Shun contuvo su respiración unos instantes ante sus palabras, de alguna extraña manera eso lo provocó un escalofrío.

—Este mundo es tan retorcido, lleno de pecado, corrupción y muchas depravaciones… ellos son débiles… infelices…

—¿De quiénes hablas, Seiya?

—Padre Mu, ¿Usted puede guiar a esta humanidad a la salvación? ¿Alguno de nosotros lo conseguirá alguna vez?

—Seiya…

—Estoy cansado, quisiera ir a descansar.

Se escuchó como se ponía de pie, pero Shun no se movió de su lugar estaba paralizado por lo que había escuchado de boca de Seiya. Tenía tanta razón, todos ellos eran tan débiles, él lo era al haber caído tan bajo aquella vez. ¿Cómo podían personas tan débiles guiar a todo un rebaño hacia la luz de la salvación en manos de Dios? No lo entendía.

La puerta del despacho se abrió y Seiya apareció, sorprendido por ver a Shun ahí. El joven de cabello verde mantenía en su rostro una expresión de sorpresa por las heridas en su mejor amigo. Tenía una herida en su ceja derecha, en su mejilla derecha había un gran hematoma púrpura, en su mejilla izquierda había una gasa médica cubriendo otra herida, su ojo derecho, inyectado en sangre, estaba enmarcado por una tonalidad verdosa.

Seiya sonrió a Shun con una mueca extraña justo antes de retomar su camino rumbo a los dormitorios y Shun se quedó quieto sin saber qué hacer al respecto. Seiya no estaba bien, esa sonrisa tan amarga se lo dejó más claro que nunca.

Notas finales:

Este dibujo lo hice hace tiempo -un año de hecho, desde que comencé a planear este fic. Espero les guste.

Saludos, agradecería un rev, me encanta leer sus comentarios y opiniones, y por supuesto que los tomo en cuenta.

 


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