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Black Vow por Chris Yagami

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Notas del capitulo:

Aun no pasan dos semanas D':

De verdad lo siento, han pasado muchas cosas que para algunos serán insignificantes pero me han afectado el ánimo.


Pero aqui está el nuevo capítulo, de nuevo las cosas son algo "calmadas" o eso aparentan ser...

Cuando Shun despertó esa mañana en el seminario se sentía un poco mejor después de la fiebre que lo atacara el día anterior, al menos físicamente hablando no tenía excusa alguna para seguir en enfermería pero anímicamente se sentía derrotado. Había descansado dos días en una de las camillas después del ataque de Seiya del que no conseguía reponerse. No había secuelas de ello solo el estrés que sufrió y el pánico cada vez que miraba a Seiya.

Shaka no dejó de vigilarlo esos dos días, en ocasiones entraba a la habitación y se sentaba a su lado, por más que aplicara su habilidad de sanación en él no conseguía curarlo pues el padecimiento de Shun no era meramente físico sino mental. Él se estaba haciendo eso al recriminarse por cosas que no tenían sentido más que para Shun.

El joven repetía en su mente las palabras de Seiya, le llamó impuro y sonaba tan seguro que por un momento pensó en que había averiguado su pasado, pero no había manera, nadie más que su hermano y Hyoga sabían de ello y no había manera de que cualquiera de ellos hubiera hecho saber a su castaño amigo de tal cosa. Tal vez era su imaginación, era imposible que lo supiera, Seiya solo estaba mal emocionalmente, era solo eso.

Tampoco podía dejar de pensar en las palabras que Shaka le dijo esa noche. “Hay una mala influencia en el seminario”. Shun sabía a qué se refería analizando las muchas conversaciones que había tenido con él. Era un demonio el que los atormentaba, todos sus compañeros estaban expuestos a ello y… ¿Fue un demonio el que asesino a sus compañeros? O incitó a uno de sus compañeros a que lo hiciera, entonces era uno de los seminaristas el que lo había hecho.

Estaba asustado y quería huir, desertar del seminario y volver con sus padres, disculparse con ellos y explicarles la situación pero dudaba que le creyeran. ¿De qué manera podía decirles que temía a un demonio de cuya existencia se la había hecho saber un ángel? Seguramente terminaría en un manicomio. Si huía del seminario los desilusionaría sin contar con que su hermano pensaría que regresaba porque no pudo contener más esos deseos y le recriminaría que fuera tan débil. Simplemente no podía huir.

Cuando abrió los ojos la segunda mañana en enfermería, Shaka estaba ahí, de pie junto a la ventana y con las manos cruzadas frente a su pecho, lo observaba detenidamente por lo que el menor sonrió algo nervioso. Últimamente no dejaba de hacerlo y Shun sentía que en cualquier momento descubriría lo que había pasado con su amigo tiempo atrás.

—Buenos días —Saludó Shun sentándose en la camilla.

—Buenos días —dijo una voz ajena a la de Shaka que sobresaltó al menor—, espero que hoy ya te sientas mejor, Shun.

Alguien salió detrás del biombo blanco dispuesto para apartar las camillas unas de otras. Él era el médico del seminario, pocas veces necesitaban de uno pero él siempre estaba dispuesto a ayudar cuando fuera. Su empleo de base estaba en la clínica pública del pueblo pero cuando había alguien enfermo en las instalaciones no dudaba en subir para ayudar cuanto podía aunque la paga que recibía ahí era poca, lo hacía porque le gustaba su trabajo y creía en los chicos. El medico en jefe del pueblo era alguien devoto así que lo permitía.

—Si —dijo algo aturdido, no esperó que estuviera ahí tan temprano, siempre regresaba cerca del mediodía y mientras tanto eran las enfermeras las que cuidaban de los enfermos—, me siento un poco mejor, gracias.

—Bien, tal vez hoy puedas regresar a tu dormitorio, ¿Eso te gustaría?

Shun miró directo a donde estaba Shaka, él observaba la escena sin mover un músculo, su rostro era inexpresivo mientras no perdía de vista al médico, parecía tenso y preocupado. Shaka ya antes había estado frente a los demás seminaristas y sacerdotes y con ninguno se había mostrado de esa manera, era como si no quisiera que lo escuchara hablar siquiera.

—¿Shun?

—Lo siento, si… si me gustaría volver —contestó el menor con una sonrisa aunque la verdad era que detestaba la idea de quedarse en la misma habitación de su amigo, aunque había más de sus compañeros en el dormitorio pero no dejaba de preocuparle.

—Esta tarde te daré el alta después de que acaben las clases de hoy, no es conveniente que regreses a clases apenas salir de enfermería después de tener temperaturas tan altas, descansa un poco más.

—Gracias, doctor Dohko—Shun suspiró aliviado, podría quedarse un poco más para pensar en qué hacer cuando volviera a ver a Seiya. No lo había visto desde aquella noche —Disculpe, ¿Alguien más enfermó?

—¿Cómo dices?

—Sí, normalmente está aquí hasta las tardes y…

—No te preocupes, Shun.

El médico no dijo nada más, sonrió antes de revisar una tablilla y salió de enfermería. Shun entonces miró en dirección del ángel que no dejaba de observar la puerta por donde el médico salió.

—¿Ángel Shaka? ¿Sucede algo con el doctor?

—Es un buen hijo de Adán, parecido a ti.

Shun parpadeó confundido sin entender del todo las palabras del alado ser, pero fueron segundos cortos en los que finalmente sonrió y miró también directamente hacia la puerta. Era una sonrisa de alivio, por un momento pensó que Shaka sentía algo malo con el médico como lo que sintió con Seiya.

—¿Parecido a mí? ¿Tiene un ala como yo?

—No exactamente —Shaka se acercó finalmente a él y se sentó en el borde de la cama como siempre hacía cuando estaban solos— posee un ala, sí, pero la tuya es blanca, sus plumas brillan con una luz tenue y hermosa.

—Oh… —Shun sintió un escalofrío pues la mirada del ángel se tornó intensa y le miraba directamente a los ojos—, ¿Las alas del doctor no son blancas?

—Lo eran —murmuró el ángel con un susurró mientras acariciaba el rostro del joven—, pero sus plumas caen poco a poco, no queda mucho tiempo para que la pierda por completo.

Shun no supo que más decir, apesadumbrado miró directo a la puerta de nuevo. El doctor Dohko era un hombre muy bueno, no le sorprendía que poseyera un ala blanca como él si incluso había pecado también. ¿Qué había hecho el padre Dohko para perder sus alas? Aunque era ya un hombre adulto y aun poseía restos de su ala, mientras que sus compañeros, humanos mucho más jóvenes que él, ya las habían perdido por completo.

—¿Por qué perdemos las alas?

—Te lo he explicado ya, porque los demonios los hacen caer en pequeña tentaciones, lentamente les hacen perder las plumas —Shaka llevó sus manos al pecho del menor y comenzó a desabotonar su pijama—, pero tu caso es algo particular.

—¿C-cómo? —Shun pasó saliva mientras el ángel lo desvestía, se sentía extraño pero no estaba asustado sino nervioso.

—Si —Shaka deslizó la camisa por los brazos de Shun y se colocó a su espalda, sus finos dedos delinearon su espalda por columna, su columna y omoplatos, siempre con delicadeza como si con ese simple roce fuera capaz de romperlo—, antes no pude verlo, pero llevas una cicatriz en tu espalda, es reciente.

—¿Eso es malo? —murmuró olvidando por completo el tacto de Shaka, ahora estaba concentrado en la explicación.

—Podría decirse que si —Shaka delineo la cicatriz que solo él podía ver, marcando el omoplato izquierdo del muchacho—, no has perdido tu ala blanca, un demonio te la ha arrancado.

—¿Un demonio? —preguntó asustado, se dio la vuelta y miró a Shaka que le devolvió el gesto con expresión serena—, ¿Un demonio me ha quitado mi ala?... ¿Por qué? ¿Cuándo?

—No sabría decirte cuándo pasó, y el por qué es sencillo —con cuidado comenzó a vestirlo de nuevo, concentrado siempre en sus ojos—, ellos desean nuestras alas para acercarse a Dios de nuevo, por eso consumen la luz que ustedes poseen pero nunca había visto que alguien fuera capaz de arrancar un ala así.

Shun se dejó hacer tranquilo intentando analizar esas palabras que le dijera. No recordaba haber sido atacado por un demonio pero en cierta parte eso lo dejaba tranquilo. ¿No estaba corrompido entonces? No había pecado, aún era digno de ser un sirviente fiel de Dios.

Pero… ¿Y el beso que le había dado a su amigo de infancia? ¿Eso no había sido la causa de la pérdida de su ala? Pero él había correspondido, había cometido un pecado. O tal vez no estaba tan equivocado, el demonio lo había seducido cuando puso a Hyoga junto a él en aquella situación y como tonto él cayó. ¿Así le había arrancado su ala?

—Shun.

La voz sobresaltó al joven seminarista y su atención fue directo a la puerta de entrada a enfermería pero apenas supo la identidad del visitante palideció sin poderlo evitar. Era Seiya, parado en la puerta con una caja en sus manos, se veía tranquilo pero aun así no confiaba en él y sus repentinas reacciones.

—Tranquilo —susurró Shaka a su oído para recordarle que estaba ahí con él— No me descuidaré esta vez.

Shun asintió levemente, confiaba en el ángel, no le mentiría además los dos habían visto ya el alcance de las acciones de Seiya, era alguien peligroso. Shaka hablaba muy en serio, ni siquiera se puso en pie, permaneció sentado en la cama junto a Shun, quería permanecer lo más cerca posible de él para poder salvarlo, no sabía si en el próximo ataque lo perdería para siempre.

—Seiya —dijo Shun intentado sonreír, no sabía si aún lo podía considerar como su amigo. ¿Qué pensaría Seiya después de verlo con vida tras lo que había hecho?—, ¿Sucede algo?

—Estoy entregando la correspondencia  —contestó con una leve sonrisa mientras se acercaba con un par de cartas para él—, tus padres te han escrito.

—Gracias.

Shun tomó la carta de manos del castaño y la colocó en su regazo con los labios fruncidos, no sabía que más hacer. Le gustaría poder hablar de lo ocurrido esa noche, la curiosidad lo mataba pero a la vez quería que se quedara en el olvido, así podría volver a ser amigo de Seiya.

—Me alegra verte bien —dijo Seiya al sentarse en la camilla también, justo frente a Shun.

—¿Por qué lo dices? Solo tenía fiebre.

Seiya se quedó callado y Shun no se atrevía a mirarlo a la cara. ¿Podía adivinar que no quería hablar al respecto? Sería incómodo para ambos y deseaba ahorrarse el mal rato, además no quería escuchar que Seiya lo pensaba un impuro, no lo era, había limpiado su alma con el arrepentimiento.

—Es que… hace unas noches tuve un sueño muy raro y tan real que temí que fuera verdad.

—¿Un sueño?

—Si… soñé que te veía besándote con… otro hombre, uno mayor y rubio, de cabello muy largo y me enfadé mucho porque… —Seiya sollozó frunció el ceño, se veía tan afectado que Shun no pudo evitar acariciar su hombro para consolarlo—, eres la mejor persona que he conocido, Shun, y me enojé al pensar que incluso alguien como tu fuera capaz de pecar en la casa de Dios y… en mi sueño te… yo te… asesinaba.

—¿Eh?

—Era solo un sueño pero siento vergüenza solo de recordarlo.

Shun se quedó mudo un momento. Un sueño, Seiya estaba diciendo que fue un sueño lo que pasó aquella noche, pero no lo era, tenía sus palabras más que claras en su mente aun, incluso podía recordar claramente la sensación de la navaja cortando el paso del aire a sus pulmones y eso le causaba un escalofrío evidente. No había sido un sueño.

—No te preocupes, Seiya, estoy bien.

—Lo sé.

Seiya no se contuvo y le dio un fuerte abrazo a su amigo que correspondió aunque algo nervioso. Aunque Seiya lo recordara como un sueño, había sido algo que ocurrió realmente, había intentado asesinarlo y por más que quería, Shun no podía olvidarlo.

—Traía la correspondencia a Shiryu —dijo Seiya al apartarse —pero aun no despierta… la regresaré al despacho del padre Mu.

—¿Shiryu? —preguntó Shun sorprendido.

—Si —de nuevo Seiya se mostraba sombrío, su rostro volvía a ser inexpresivo y sus ojos vacíos—, anoche cayó del segundo piso desde las gradas en el salón principal.

—¿Qué? ¿Está bien? —Shun intentó ponerse en pie pero la mirada de Seiya le dio tanto pavor que no se movió más que levantar las sábanas sobre sus piernas.

—El doctor dice que se recuperará, no te preocupes.

—¿Cómo pasó?

—Nadie sabe —murmuró Seiya con el ceño fruncido— debo irme. Descansa, Shun, nos vemos pronto en clase.

Seiya se fue y Shun se quedó congelado mirando a la puerta hasta que se sintió seguro, era como si temiera que Seiya lo descubriera desobedeciendo la orden que le había dado silenciosamente cuando quiso ponerse de pie unos segundos atrás, pero ahora se sentía seguro.

—Por eso el doctor Dohko estaba aquí tan temprano —susurró Shun mientras se acercaba a la otra camilla.

Había un biombo médico entre ambas camillas y por ello no se había dado cuenta de la presencia del otro paciente y Shaka no le había dicho nada al respecto, pero siempre era así, normalmente no le decía nada si no hacía las preguntas correctas.

—¿A qué hora lo han traído? —preguntó al ángel que lo siguió de cerca.

—Poco después de su horario para sus alimentos.

Shiryu tenía un collarín y la cabeza vendada, tenía un vendaje en su pierna derecha también y profundas ojeras púrpuras bajo sus ojos, se veía realmente mal. Shun frunció el ceño apenado por la suerte de su amigo. Volvió a sentir miedo pues ya sabía quién era el culpable pero no podía decir nada, sobre todo porque no tenía pruebas de ello y… no quería perjudicar a Seiya.

—Dijiste que cuidarías de Seiya —murmuró a Shaka.

—Lo he hecho, el demonio no se ha acercado a él otra vez.

—¿Entonces…?

—El humano Seiya…

—¿Es malvado? —preguntó adelantándose a sus palabras—, la luz de bondad que Dios nos da ha sido consumida por completo, ¿Verdad?

Shaka no respondió y fue suficiente para Shun. Seiya ya no era el mismo chico bondadoso que había conocido y no tenía idea de qué hacer por él, también era un humano común y corriente, no había nada que pudiera hacer si un ángel tampoco podía. ¿Debería huir antes de volver a ser atacado?

Shun regresó a la camilla y se recostó, debía intentar descansar, después pensaría en lo que haría, consultaría a sus padres y a los sacerdotes, no estaba seguro de qué decisión tomar.

—Shaka… —llamó recostado en la camilla mientras sentía la presencia de Shaka muy cerca de él—, si dejara el seminario, ¿Ya no te veré?

Shaka se sentó en la cama de nuevo, con cuidado pasó sus dedos por el cabello de Shun y se inclinó para quedar muy cerca de su oído.

—Iría contigo a donde fuera, Shun —susurró para lograr un nuevo escalofrió en el menor.

Shun cerró los ojos y se dedicó a disfrutar de sus suaves dedos acariciando delicadamente su cabeza y el suspiro que profirió hizo al ángel pasar saliva con dificultad. Shun no pudo observar la sonrisa del ángel en ese momento, una muy diferente, con un poco de pena por pensar que tal vez nunca sería correspondido.

Daría lo que fuera, incluso su posición en la corte de Dios, sus alas e inmortalidad, cualquier cosa para que sus sentimientos por Shun fueran correspondidos.

Notas finales:

En el próximo episodio de mujeres deses... digo, de su fanfic *3*

Shaka finalmente da el paso :D!!

Se revela una leve pista del actuar de Seiya ;D

Y... esos sacerdotes sucios... no, no, no...


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