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Black Vow por Chris Yagami

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Notas del capitulo:

Aqui me tienen de nuevo, he compensado mi anterior retraso? ;__;

Me esforzaré en publicar mas seguido... no prometo cumplirlo pero si prometo esforzarme.

Espero lo disfruten!

Ya se había hecho costumbre entre el ángel y el muchacho, quedarse recostados sobre el césped del jardín sin decir una palabra. No era un silencio incómodo, Shun se perdía constantemente en sus pensamientos y Shaka lo entendía, tampoco hacía nada para interrumpirlo, sabía que lo necesitaba y también conocía la naturaleza de sus pensamientos.

El día anterior apenas había salido de enfermería pero seguía pareciendo enfermo, parecía pálido y triste, justo como se comportaba antes de que la fiebre lo atacara y el humano sanador lo revisara y determinara que tenía una simple fiebre alta. Eso cualquier se lo hubiera dicho.

Cuando Seiya entregó la correspondencia a Shun, éste se sintió feliz de recibir una carta de sus padres después de varias semanas. Tenía mucho tiempo desde que les escribió por última vez y seguramente ahora lo retarían por no hacerlo, pero estaba tan distraído y preocupado que simplemente olvidó hacerlo. Tenía un agujero negro en su cabeza desde que el seminario dejó de ser un lugar tranquilo.

Pero eso no era lo que tenía a Shun tan callado y nervioso, la razón era que la carta no era de sus padres, Hyoga la había enviado a  nombre de ellos, seguramente porque pensó que si Shun veía su nombre en el sobre iba a desecharla antes abrirla siquiera.

En la carta Hyoga le decía a Shun que lo sentía y que lamentaba mucho que hubiera huido antes de hablar de lo que pasó aquella tarde y que aunque al principio estaba dolido por irse sin despedirse, ahora estaba tranquilo y quería verlo pronto para aclarar el hecho. Shun sintió un escalofrío apenas leyó el nombre de Hyoga al final, escrito con su puño y letra, el recuerdo del beso regresó claro a su mente y volvió a provocarle aquella corriente eléctrica.

Hyoga y él habían sido amigos desde que entraron a la escuela secundaria, el rubio era mayor a él por algunos meses pero estuvieron juntos desde el primer día. Hyoga era hijo de una buena familia, su padre era un hacendado que criaba caballos y todos esperaban que Hyoga se hiciera cargo de ello cuando tuviera la edad.

Hyoga era un muchacho atractivo, desde que entró a la misma escuela secundaria que él, las chicas se desvivían por recibir un poco de su atención pero él no parecía hacerles caso. Shun no conocía a su familia pues habían dejado a Hyoga a cargo de varias nanas para que se educara en la ciudad mientras ellos permanecían en la hacienda, pero eso no parecía molestar al rubio, siempre estaba tranquilo pero también era la causa de que pasara casi todo el día en casa de Shun.

Aquella tarde los dos estaban paseando por las afueras de la ciudad, vivían casi a las orillas por lo que solo debían caminar por diez minutos y llegarían a un pequeño bosque muy verde. Les gustaba ir ahí casi todas las tardes pero en esa ocasión, Hyoga lo estaba llevando muy adentro de la espesura y Shun comenzaba a ponerse nervioso, cuando se lo hizo saber Hyoga le dijo que estaban caminando a un riachuelo que se encontraba cercano y no mentía.

Shun se divirtió mucho con su amigo jugueteando en el agua por demasiado tiempo. Ambos nadaron por horas usando solo su ropa interior, era lo bueno de estar lejos de la ciudad donde no los verían las niñas así que estaban tranquilos.

Las cosas fueron extrañas cuando, en un juego de atrapadas, ambos cayeron al suelo, Hyoga sobre Shun. El más joven rio con inocencia por el juego, pero el rubio no era tan inocente y Shun se dio cuenta de ello muy pronto. De la nada acarició sus mejillas y el menor lo observó extrañado, pensando que era parte de algún juego, pero Hyoga lentamente se acercó a su rostro y no supo qué hacer, solo esperó quieto y nervioso hasta que el beso se dio.

Al principio intentó apartarlo pero el rubio fue tan insistente y se sentía tan bien que cedió. Las manos del menor dejaron de empujarlo para quedar apoyadas suavemente en los hombros de Hyoga, sus labios se relajaron y se dejó llevar por el dulce movimiento del otro, incluso Hyoga se recostó sobre su cuerpo semidesnudo y podía sentir el calor que despedía. Todo era agradable.

Pero todo se acabó cuando Shun sintió algo que empujaba en sus muslos e instantes después Hyoga intentaba abrirse paso entre sus labios con su lengua. Shun se asustó y con todas sus fuerzas lo empujó, logró apartarlo y no lo pensó dos veces, corrió directo a sus ropas y las llevó entre sus manos a través del camino de tierra, no se detuvo a pesar de escuchar la voz de su amigo llamándolo.

Durante la semana siguiente lo evitó a toda costa, no hablaba con él y tampoco lo recibía en casa. Estaba asustado de lo que Hyoga había hecho y no solo eso, sino que él casi cede a algo inmoral. Eran hombres, no podían besarse porque solo los sodomitas eran capaces de actos tan atroces y ellos fueron condenados por Dios en su momento.

Él no quería ser condenado así que decidió entrar al seminario para purificar su alma. Y ahí conoció a Shaka así que no se arrepentía de su decisión. Pero ahora comenzaba a dudar sobre la pureza del recinto, pasaban muchas cosas ahí, cosas de las que no quería enterarse.

Pero si desertaba y esa decisión le hacía caer en el juego de Hyoga entonces perdería su ala y ya no podría ver a Shaka. No quería dejar de verlo pues lo quería, le agradaba que permaneciera siempre a su lado, su timbre de voz y las sonrisas que le dedicaba, sus ojos tan azules y limpios como el cielo, su cabello tan brillante como los rayos del sol. Era tan amable y bondadoso. Quería a Shaka más que a cualquier persona que antes hubiera conocido, se sentía tan extraño a su lado, nervioso y ansioso a la vez, seguro e inquieto, no podía definirlo.

Mientras en la mente de Shun se repetían una y otra vez esos eventos y dudas, Shaka lo observaba dormitar. Como siempre hipnotizado por su dulce perfil y esa expresión tan serena que poseía. Podía sentir en su energía que estaba turbado pero aun así, con el ceño levemente fruncido y sus labios curvados un poco hacia abajo, podía ver que era hermoso. Casi desde que lo había visto aquella tarde en que un demonio lo hirió y que ese humano lo encontró, se sintió atrapado por esa sonrisa y su profunda mirada, tan inocente como pocas veces había en un hijo de Adán. Él era especial y cargaba con una pena que no debía llevar pues no era su culpa que su corazón se enamorara de su mejor amigo. Los humanos eran extraños al castigarse por pecados que no cometían.

Shun mantenía sus pensamientos ocupados con esos recuerdos, ya no era como al principio que se recostaba con Shaka solo para disfrutar de la suave brisa de la tarde antes de tener que regresar y preparar lo necesario para la cena del día. Esa sonrisa que había perdido al ángel desde el principio ya no estaba, hacía mucho que no sonreía de la misma manera.

Shaka llevó sus largos dedos a la mejilla de Shun y la acarició con delicadeza. Era suave al tacto y había descubierto que le gustaba cuando sus caricias provocaban un rubor en su pálida piel. Se veía incluso más atractivo y cuando le sonreía avergonzado terminaba por perder la cordura.

Y lo hizo, sus caricias hicieron sonreír a Shun y un leve rubor apareció pues sus caricias le gustaban pues siempre eran amables y delicadas, suspiró por la sensación que recorría su cuerpo cada vez que el ángel lo tocaba. En esa ocasión no pudo resistirlo más, Shaka estaba tan inmerso pensando en la posibilidad de besarlo que terminó por hacerlo.

Esta vez no fue tan lento aunque si precavido, observó el rostro de Shun por un par de segundos hasta que finalmente se atrevió y acarició sus labios con los de Shun. No podría describir la sensación que recorrió su pecho y después cada fibra de su ser hasta que se alojó en su estómago. Sentía escalofríos y su corazón desbocado.

Shun se removió sorprendido pero no lo apartó, al principio se mostró renuente pero la sensación de su vientre centrifugar por el beso que recibía provocó que se rindiera. Sus labios también se movieron lentamente correspondiendo su beso y el ángel pensó que todo estaba bien, Shun había aceptado el contacto. Así que lo acarició, sus dedos delinearon su mandíbula y los músculos de su cuello con infinita devoción. Era tan suave, con una apariencia tan frágil como el cristal.

El ángel se apartó un breve momento para observar la expresión del más joven y éste le devolvió la mirada. Sus ojos brillaban con intensidad, sus mejillas ruborizadas destacaban aún más sus labios rosados. Shaka le sonrió para hacerle saber que todo estaba bien pero Shun no le devolvió el gesto, entonces el mayor tomó la mano del joven y la colocó sobre su pecho, quería que sintiera el latir de su corazón y Shun se sorprendió al sentir que latía con fuerza al igual que el suyo, tal vez más ansioso. Fue cuando el menor también sonrió e incluso cerró sus ojos cuando el mayor volvió a acercarse para besarlo.

Estaba bien, Shun pensaba en ello porque el ángel era amable, dulce y lo quería… le gustaba. Quería besarlo.

Pero un leve destello de cordura hizo a Shun salir de ese trance. La magia se rompió antes de que ese segundo contacto pudiera darse.

Shun abrió los ojos y se encontró con el rostro de Shaka, muy cerca del suyo. Un escalofrío lo recorrió de pies a cabeza al darse cuenta de lo que estaba pasando y el menor se hizo de suficientes fuerzas para apartarlo, tan rápido como le fue posible se puso en pie, cubriendo sus labios con ambas manos.

El joven temblaba de miedo y de incredulidad, nunca pensó que un ángel se atreviera a hacer eso, era un insulto a su puesto, era un ángel y los dos eran hombres. No era un pecador y no quería merecer un castigo eterno en las llamas del infierno. ¡Era increíble! ¿Por qué un ángel le haría algo cómo eso? Se suponía que ellos eran los hijos más cercanos a Dios, seguían sus leyes sin dudar, no se atreverían a romperlas, ¿Verdad?

Shaka vio la decepción en el rostro del más joven y supo de inmediato que había cometido un error. Le sonrió e intentó acercarse para disculparse pero Shun no lo permitió pues se alejó varios pasos, casi a punto de correr por la cercanía de alguien con quien antes se sentía seguro y protegido. Pero había sido traicionado, Shaka sabía que estaba en el seminario para cumplir las leyes de Dios y guiar a sus hermanos para que las cumplieran también. ¿Por qué lo insultaba de esa manera? ¿Por qué Shaka le hacía esto?

Shaka volvió a sonreír al ver esa mirada dirigida a él. Nunca se había sentido tan decepcionado.

Shun se dio la vuelta y caminó con paso rápido al seminario. Sin darse cuenta comenzó a llorar por varias razones. Él no debería seguir en el seminario si tenía esos sentimientos tan extraños por un hombre, no fue solo Hyoga, Shaka también. Debía irse y el ángel le dejó marchar, no lo llamó como hizo Hyoga para que volviera. ¿Por qué no lo llamaba?... ¡No! Mejor que no lo llamara, no debía regresar. Al igual que hizo con Hyoga, debía apartarse de Shaka porque…

¿Por qué? No podía pensar en esa posibilidad pero lo sentía, la sensación de ser besado por Shaka fue incluso mejor que haber correspondido a Hyoga, su corazón latió ansioso pero su mente pudo reaccionar a tiempo para evitar ese error. Debía ganar a las tentaciones, ya no podía seguir viendo a Shaka.

Las blancas alas se extendieron en todo su esplendor y en un segundo el ángel desapareció del seminario, pero Shun se lo había dicho con la mirada, no quería que se acercara. Volaba sobre el bosque repitiéndose que había cometido una equivocación, nunca debió demostrar sus sentimientos a un humano tan temeroso de Dios, que pensaba que sería castigado por cualquier tontería que los humanos habían catalogado como pecado.

Shun observó su partida desde la entrada al edificio con sus ojos húmedos. Shaka se había marchado.

Entró finalmente al edificio principal. Se sentía ahogado y necesitaba llorar. Tal vez hablarlo con el padre Saga le ayudaría, podía preguntar si aún podía permanecer en el seminario. ¿O es que debía marcharse por tener esa clase de sentimientos? Saga le dijo una vez que si consideraban que no era idóneo debía regresa a casa. Pero había frenado el impulso antes de que nada pasara, era idóneo. Debía preguntar.

Se acercaba a la habitación del padre Saga, a esas horas él se preparaba para la cena y verlo en privado era una buena opción, no solo se podía confesar en el confesionario, bastaba con decir sus pecados y mostrar que estaba arrepentido.

Llegó a la puerta y estaba a punto de llamar cuando escuchó sonidos extraños que provenían desde adentro. Sintió de nuevo ese nudo en el estómago al reconocer la voz del sacerdote y la de alguien más en especies de jadeos y gemidos.

La curiosidad le hizo abrir la puerta con cuidado y se arrepintió de hacerlo apenas se dio cuenta de lo que había dentro. El padre estaba recostado en su cama sin pantalones y una de las monjas se encontraba desnuda sobre él, sentada en su regazo mientras se movía con un rápido ritmo, ambos mantenían sus ojos cerrados, pero Saga la acariciaba por todas partes.

Shun cerró la puerta con cuidado aun en shock. No sabía qué pensar de lo que acababa de ver. Debía haber… una buena razón para que los dos… ¿Pero cuál era? Ellos habían hecho la promesa ante Dios de llevar una vida de celibato, los dos habían hecho los votos ya…

Un sonido cerca de él lo sorprendió, se asustó al pensar que algún sacerdote o seminarista lo había descubierto y lo hubiera preferido. Seiya estaba ahí, su expresión era serena pero podía ver en sus ojos que estaba furioso. Shun temió que lo atacara y ya no estaba el ángel para que lo salvara así que se dio la vuelta y corrió tanto como pudo hasta que llegó a los dormitorios, se metió a la cama y se cubrió con las mantas.

¿Qué estaba pasando?

Notas finales:

Uy, las cosas no salieron tan bien para Shaka... y el padre Saga fue descubierto aunque no con el mayor de sus pecados. Que mal.

Espero les guste lo que viene... ¿Qué pasará con la relación de Shaka y Shun?

¡Agradeceria que me dejaran un rev! Esos me ayudan a continuar ;D

Saludos!


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