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Black Vow por Chris Yagami

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Notas del capitulo:

¡Hola de nuevo! ¡No me tarde de nuevo así que todo está bien! Aquí el nuevo capitulo.

Varios días habían pasado ya desde ese beso y no habían conversado. Shun había dejado de ver al ángel poco después de ese suceso y eso le entristecía aunque la vez se sentía aliviado. Detestaba la situación incluso más que haber evitado a Hyoga por largos días pero no debía ser débil, por su hermano y sus padres iba a ser fuerte y se convertiría en un hombre de bien, pero no por ello quería perder su amistad con Shaka. Se cuestionaba muchas veces si había hecho bien en huir de esa manera, aun no entendía porque lo había besado pero tal vez era… tal vez no lo había hecho con la intención de ofenderlo.

Shaka por su parte había dejado de intentar acercarse al joven otra vez, lo hizo durante los primeros días después del beso pero tras ver que Shun lo evitaba se limitó a vigilarlo desde la lejanía. Se quedaba de pie en lo alto del templo o a varios metros de Shun pero nunca dejaba de observarlo aunque tampoco se dejaba ver por él, a pesar de saber que eso probablemente lo incomodaría pero quería darle tiempo, tal vez después volverían a ser los mismos de siempre.

Además aún estaba la amenaza del demonio que rodaba ese pueblo y al seminario, Shun estaba en verdadero peligro y daría incluso sus alas por salvarlo de ello.

Shun estaba distraído, no se concentraba en clases y en el comedor no hizo mucho pues se quedaba perdido mucho tiempo pensando en el ángel y la sensación de ese beso. Seguía sintiendo el corazón desbocado, la cara arder y ese escalofrío que no sabía identificar si era agradable o no. No podía seguir así.

—Shun.

—¿Si?  —Shun levantó el rostro y se encontró con una de las monjas, de cabello y ojos verdes aunque más claros que los propios.

—Deja de estar tan distraído —sonrió ella amable, acercándose lentamente—, ve a sacar la basura, casi es hora de cenar.

—Si, hermana Shaina.

Ella se apartó pero Shun la observó largo rato. Ella era la mujer que vio en el regazo del padre Saga aquella tarde. Era una monja, vestía de negro y blanco, vestía su túnica, tocado y hábito negro y aun así retozaba con el sacerdote. Ella parecía tan dulce y ahora…

—Es una víbora.

Shun se sobresaltó al escuchar esa voz, la reconocía incluso en medio de una multitud gritando. Le causaba verdaderas pesadillas.

—¡Seiya!

—¿No lo crees así, Shun?

El aludido negó un par de veces y prácticamente huyó de la vista de quien antes era su mejor amigo. Ahora siempre estaba alerta, nervioso y en ningún lugar del seminario se sentía seguro. Era como si esa pulcritud que antes emanaba de cada tabique se hubiera acabado y ahora sentía temor, frecuentemente como si alguien lo observara.  Todo el tiempo.

El menor caminaba por los pasillos a paso rápido para dejar la basura en el deposito exterior y regresar a prisa, ya no quería permanecer solo mucho tiempo si podía evitarlo. Pero al regresar y pasar por el salón de estudio escuchó un par de voces, había escuchado y visto tantas cosas en ese seminario que la curiosidad le hizo acercarse, la puerta estaba abierta así que no necesitó hacer más.

Al asomarse vio al padre Mu conversando con Shiryu, ambos estaban sentados en uno de los sofás dispuestos, uno al lado del otro. Quizás le estaba confesando lo que había pasado en su supuesto accidente, si le decía que había sido Seiya o no liberaría todas sus dudas y fue por ello que siguió escuchando.

—Entonces no viste quién lo hizo —susurró el padre Mu, Shiryu de verdad se veía incómodo.

—No, padre, solo iba bajando la escalera después de… y alguien me empujó.

—Shiryu —susurró el mayor con un tono de voz extraño que jamás Shun le había escuchado, acto seguido acaricio las mejillas del menor a lo que reaccionó con un leve temblor—, ¿Te has confesado con el padre Saga?

Shiryu no contestó por largo rato mientras el padre Mu seguía acariciando sus mejillas, pronto sus manos pasaron a sus hombros y espalda con suaves movimientos que se repetían, como si le diera un masaje. El chico solo cerró sus ojos y por sus mejillas corrieron un par de lágrimas.

El padre Mu se puso en pie entonces y se dirigió a la puerta del estudio, Shun se escondió antes de que pudiera verlo, corrió hasta la esquina y salió de la vista antes de que pudiera verlo. Mu miró a ambos lados por el pasillo y cerró la puerta segundos después dejando a Shun un poco confundido.

Esa tarde después de cenar Shun no caminó a los dormitorios como debía hacerse, sino que en silencio se dirigió hacia el jardín trasero de seminario donde habían pasado las últimas semanas con Shaka. Llevaba una magdalena en sus manos como obsequio para el ángel. No estaba seguro de si aparecería o no después de evitarlo tanto tiempo pero quería hablar con él, de tantas cosas.

Pasaron varios minutos pero Shaka no se presentó. ¿Es que se había marchado de verdad? ¿Ya no lo vería? Sin remedio sus ojos se humedecieron, Shun bajó la mirada y sollozó quedito. De verdad se había ido.

—Lo siento —murmuró apesadumbrado, se sentía tan turbado y confundido en esos momentos.

—¡Shun! —llamaron a su espalda, el joven de giró y pudo ver a los sacerdotes Saga y Mu caminar por los pasillos exteriores haciendo su ronda nocturna—, sabes que hay toque de queda, entra al seminario.

—Sí, padre.

Antes de que los sacerdotes pudieran notar nada, Shun se inclinó y dejó el plato con la magdalena sobre una pequeña maceta, aun guardaba la esperanza de que la probara, porque eso significaba que seguía cerca aunque no se dejara ver por él. Podía mantener es pequeña esperanza.

Shaka había estado sentado sobre uno de los árboles observándolo, pudo escuchar claramente su disculpa pero antes de poder bajar y hacerse presente los mayores hicieron regresar a Shun. Bajó del árbol en cuánto el muchacho se fue y observó el plato con el postre,  justo después viró la mirada hacia el camino por el que el menor se había marchado. No dijo nada, tomó el plato con sus manos, extendió sus blancas alas y alzó el vuelo hasta quedar de pie sobre el edificio principal, como siempre.

El menor llegó al dormitorio donde todos los demás ya se encontraban listos para dormir, algunos recostados y otros aun jugueteando y bromeando. Shun observó a Seiya y Shiryu, los dos estaban en el catre dormidos, o fingían hacerlo.

Una de las monjas llegó en ese momento y ordenó a todos que se acostaran pues era momento de apagar las luces, todos obedecieron en el acto, Shun incluido. Pronto la habitación estaba en penumbras y había un completo silencio, pero Shun podía escuchar detrás de él los callados sollozos de su vecino, pero no hizo nada, cerró los ojos asustado y con un nudo en el estómago. Todo era extraño, todo estaba mal en ese lugar, quería huir de esa sensación extraña. Todos eran tan misteriosos y él sentía que se le escapaba algo tan evidente.

Pasada la media noche el ángel se materializó en la habitación y observó a Shun dormido, sonrió al verlo tan tranquilo por el dulce sueño que sus blancas alas le estaba provocando, solo eso podía hacer por él, cuidarlo desde la distancia, incluso en sus sueños.

Pero ahora debían hablar así que tenía que despertarlo, se acercó a la cama y se  sentó a su lado.

—Shun —murmuró acariciando su rostro hasta que el menor comenzó a despertar—, vamos, despierta.

Shun abrió los ojos de inmediato en cuanto reconoció ese timbre de voz, sereno y tranquilizador como siempre. Se incorporó en la cama y le dio un fuerte abrazo que Shaka correspondió con una sonrisa en el rostro.

—Te extrañé tanto.

Shun se puso en pie y por recomendación de ángel salieron del lugar, podían escuchar a Shun hablando así que no debían arriesgarse. Subieron al techo del instituto, a veces los estudiantes subían ahí por la escalera de emergencia pero ahora estaba completamente solo.

—Ángel Shaka, lamento tanto haberlo evitado pero es que…

—Yo lo entiendo, Shun, mis sentimientos te asustaron, no te disculpes.

—¿Sentimientos? —preguntó Shun con un nudo en el estómago, él pensó que el ángel había actuado por impulso o curiosidad solamente. ¿Un ángel podía albergar sentimientos por un humano?

—Si… ¿Eso te molesta?

—Dios dice que dos hombres no pueden estar juntos —sollozó Shun asustado, ¿Cómo un ángel podía pecar de esa manera?

—¿Quién te ha dicho que Dios condena tal cosa? Ustedes, los hijos de Adán son extraños, se condenan por pecados absurdos y justifican otros con palabras vacías.

—La biblia lo dice…

—Tu biblia tiene muchas verdades —interrumpió Shaka intentando acercarse, pero Shun se alejó de nuevo—, pero no es la palabra exacta de Dios, lo que dice del amor es verdadero.

—"¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones." —Repitió Shun ese versículo que había leído tantas veces.

—Shun… ustedes no son mujeres o varones para Dios —aclaró Sahaka con una dulce sonrisa para hacerle entender—, te lo dije una vez, son blanca luz, sin distinciones, lo único que Dios quiere es que no caigan en la tentación de los pecados capitales.

—La lujuria es un pecado capital —renegó Shun sin querer ceder, no sabía si confiar en Shaka, tal vez él se había convertido en un ángel corrompido y ahora quería hacerlo caer en la tentación.

—¿Lujuria? La lujuria es ese amor desmedido, aquel que va incluso sobre Dios, ese es un pecado capital grave.

—¡No!, la lujuria es el deseo sexual desmedido hacia cualquiera, fornicar sin el sacramento del matrimonio y si es con un hombre no…

—¿Quién ha llenado tu cabeza de tantas mentiras, Shun?

El menor miró a Shaka un poco confundido. ¿Era verdad? Él era un ángel, sus alas seguían tan blancas como siempre, ¿Le estaba diciendo la verdad? Él estaba muy cerca de Dios, conocía la verdadera palabra de su señor… ¿Podía creerle?

—El amor no hace mal al prójimo; por tanto, el amor es el cumplimiento de la ley —Recitó Shaka para hacerlo entrar en razón—. Tu biblia lo dice y eso si es verdad, Dios quiere que los hijos de Adán se respeten y se amen.

—¿Amor? —preguntó nervioso, sus ojos comenzaban a humedecerse.

—¿Mi amor te hace daño? —Una dulce sonrisa apareció en el rostro del mayor— Shun, yo te amo, no intento lastimarte.

—¿Dos hombres que están juntos no son condenados por Dios? ¿Cómo puede ser así? La biblia…

—La biblia está escrita sobre suposiciones, ¿No? Dios no condena a dos almas que se aman, nunca lo ha hecho.

—¿Y un ángel y un humano?

La sonrisa de Shaka se esfumó. Era la principal ley en los ángeles y él buscaba incumplirla.

—Shaka, ¿un ángel y un humano pueden estar juntos? ¿Dios permite eso?

—No… no lo permite —murmuró Shaka algo decaído.

—Shaka… ¿Estás pecando? Vas en contra de Dios… ¿Por mí? —Shun sollozó nervioso, eran tantas cosas juntas— ¿No es eso la lujuria?

—Lo lamento —fue lo que dijo Shaka tras largos segundos de silencio—, pero deja de condenarte por pecados que no has cometido, Shun, tu ala es tan limpia como al momento de llegar a la tierra, no has pecado nunca, te la han arrancado por algún encaño, pero no eres un pecador.

Shaka alzó el vuelo dejando a Shun solo aun llorando. Planeó sobre las copas de los árboles a toda velocidad. Estaba furioso cuando no debería. Desde siempre supo que sus imperdonables sentimientos no podían escapar, pero había descubierto el fruto prohibido, ahora no iba a renunciar.

Estaba dispuesto a quebrantar la ley de Dios e involucrarse con un humano.

Ese muchacho había logrado manchar su alma blanca sin siquiera proponérselo. Ahora Shaka quería tenerlo a su lado y era capaz de dar incluso lo más sagrado que poseía: las alas que su Dios le otorgara al nombrarlo ángel.

No importaba con quién cerrar el trato, incluso con el mismo Lucifer, pero estaba dispuesto a empeñar su divinidad a cambio de ser correspondido. Tenía una ventaja, por todos era sabido que los demonios son expertos en corromper a cualquier humano, sin importar su inocencia y pureza. Esos seres infernales tenían bastante experiencia, la que a los ángeles les hacía falta.

Por amor cambiaría el blanco de sus alas por el negro profundo del pecado.

Shun observó la partida del ángel de nuevo, tenía un nudo en la garganta que no podía deshacer por más que llorara. Sus mejillas estaban empapadas pero no podía llamar a gritos al ángel. Era un pecado lo que sentía, no debía corresponderle.

Después de llorar por largo rato caminaba de regreso a su habitación, iba a dar vuelta al pasillo cuando escuchó unas voces por lo que se detuvo, era el padre Mu, nunca lo había escuchado hablar tan agitado, parecía discutir con el padre Saga a la vuelta del corredor.

—¿Quién se lo ha contado? —Era lo voz del padre Saga.

—Shiryu…—dijo Mu con un tono algo alto, aunque no alcanzaba a ser un grito.

—Vamos, padre Mu, el niño se presta para ello.

—No, padre, usted está actuando de forma indebida, nosotros debemos amar a esos niños no actuar como lo hace usted.

—Yo los amo —contestó Saga con una sonrisa en el rostro, parecía hablar tan en serio—, tanto a Shiryu como a Seiya, a los dos los amo y a todos los niños de este seminario, todos ellos tienen tanto potencial y sus almas son tan hermosas.

—Padre Saga, lo que hace está mal…

—¿Le molesta que sea Shiryu? —El padre Mu no dijo nada después de eso—, padre, usted puede amarlos a todos como lo hago yo, demuestre su amor.

—Está tan ocupado amando lo que no debería que no se ha dado cuenta que Seiya  actúa extraño.

—Lo he notado, no se preocupe, pero no dirá nada, además hay muchos que pueden hacer lo que él ya no.

La sonrisa en los labios de Saga se extendió tanto que molestó al padre Mu, resopló y frunció el ceño. No estaba de acuerdo con lo que Saga decía, ni siquiera Mu sabía de los alcances del mayor.

—Deje de darle vuelta al asunto, padre, si lo que le molesta es ser excluido siempre podemos estar los tres…

—No lo sugiera —Interrumpió Mu con un bufido quedo—, yo le sugiero a usted que lo deje descansar, lo necesita, acaba de salir de enfermería.

Shun no entendía de qué estaban hablando… Shaka acababa de hablarle sobre el amor y ahora los sacerdotes decían cosas tan extrañas. Pero se había aliviado al escuchar que ya sabían del comportamiento de Seiya pero ¿Dejarlo descansar? No era eso lo que Seiya necesitaba, era ayuda urgente, tal vez debía ir a una institución psiquiátrica, no solo descansar, con él ahí todos corrían peligro.

Si tan solo Shaka estuviera ahí sabría que iba a ayudarlo intentando alejar la presencia del demonio. Si Shaka siguiera siendo un ángel recto podría ayudarlos a todos.

Notas finales:

Demasiadas cosas en tan pocas palabras @w@ lamento marearlos... pero chan, chan, chan, chaaaaan!!Nuevas cosas se revelan y en el siguiente capítulo el demonio hace acto de presencia.

¡¡Espero lo hayan disfrutado!! Saludos ;3


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