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Black Vow por Chris Yagami

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Notas del capitulo:

Hola!!

Tengo una racha rápida! no lo creen?

Aquí tienen un nuevo cap donde pasan cosas... uy! De aquí en adelante las cosas cambiarán un poco ;3

Shaka no había vuelto en una semana y Shun comenzaba a preocuparse. Ya ni siquiera sentía su presencia, el miedo en él iba creciendo cada vez más pues ahora se sentía desprotegido. Antes, saber que ese miedo era reconfortado con dulces sueños le hacía saber que Shaka estaba cerca, pero ahora las pesadillas eran frecuentes y cada vez más aterradoras, en ellas se encontraba en peligro, acosado por demonios que no podía ver y nadie parecía querer ayudarlo, todos sonreían maliciosos. En otros se veía a si mismo sangrando por varias heridas en el cuerpo y todos lo ignoraban, era como si no existiera, incluso su hermano le daba la espalda.

No tenía descanso, cada vez se mostraba más cansado, malhumorado y temeroso. Detestaba ese sentimiento de ansiedad, era lo mismo que sintió cuando evitaba a Hyoga aunque deseaba verlo pero multiplicado por las cosas extrañas que pasaban en el seminario y que antes no podía ver. Todo en lo que creía ahí era falso… incluso la palabra de Dios lo era.

Dormía durante los descansos, cometía muchos errores durante sus tareas y deberes, ninguno de gravedad pero comenzaba a afectar todo su desempeño pero no le importaba, su deseo de asistir al sacerdote en una de las ceremonias como monaguillo se había esfumado, no le importaba si quien debía juzgarlo como alguien idóneo para el sacerdocio era un pervertido que había fallado a su voto de castidad.

Pero no quería renunciar aún, no hasta ver a Shaka de nuevo, si es que volvía, pero no perdía las esperanzas.

Durante una de las tardes en la que dormitaba en el jardín, recostado en el árbol donde antes se reunía con Shaka, una caricia ajena lo despertó de golpe encontrando frente a él al padre Saga. Estaba sentado a su lado, muy cerca acariciaba sus mejillas con una sonrisa, pero no se sentía igual que cuando era Shaka quien le regalaba ese tipo de caricias, ni su sonrisa se parecía en nada. El ángel le sonreía con tanta dulzura y serenidad, sus manos era tan delicadas y siempre temerosas, mientras que el padre Saga era atrevido y tal vez algo rudo, su sonrisa, lejos de darle consuelo lo ponía algo nervioso.

—¿Ha pasado algo?  —preguntó Shun sin moverse, no sabía cómo iba a tomar el padre que lo apartara así sin  más, tal vez solo estaba malinterpretando las verdaderas razones de esa caricia.

—Simplemente quería hablar contigo, Shun, te he notado distraído.

—Si… no he podido descansar bien esta semana.

—No deberías preocuparte por cosas sin importancia, eres apenas un niño —susurró Saga con un tono que lo asustó—, un dulce niño, Shun.

El menor no le contestó nada, su estómago comenzaba a revolverse por las caricias recibidas. El mayor ya no solo acariciaba sus mejillas sino también sus hombros, solo se detuvo un segundo para sentarse a un más cerca de Shun, casi sobre él. Pasó un brazo detrás de su cuello y lo acercó a su pecho mientras mantenía una sonrisa  en los labios.

—¿Estás bien? —preguntó Saga de nuevo en ese extraño tono.

Shun no contestó, estaba demasiado nervioso como para saber si estaba bien o no, no sabía a dónde mirar así que su vista estaba clavada en sus zapatos. Saga sonrió por eso, sabía que Shun no replicaría nada, era un niño bueno y complaciente. Su mano izquierda llegó a los muslos del menor donde comenzó a acariciar con un movimiento suave y lento con la palma mientras que la mano derecha seguía acariciando sus hombros a la vez que lo acercaba más a él. Shun se mantenía muy quieto, no sabía si era por el nudo en su estómago o por el temblor en sus piernas, pero no se podía mover.

Pronto las caricias en su muslo fueron más extrañas, los dedos de Saga casi tocaban su entrepierna y comenzaba a darle miedo, el temblor en su cuerpo fue más evidente y ya no podía contener a su estómago, sentía que vomitaría en cualquier momento.

—No te asustes —susurró el mayor a su oído, había observado cada una de sus reacciones esperando por el momento oportuno—, los niños siempre deben ser puros, Shun, jamás deben ser mancillados por pecadores que buscan dañarlos.

La mano que acariciaba sus muslos ahora se posaron sobre su cinturón. Shun estaba tan asustado que sus ojos comenzaban a humedecerse, pero no podía mover un milímetro de su cuerpo. Sabía que ese tipo de caricias estaban mal y no podía creer que estuviera pasando, seguramente esa era otra de sus pesadillas.

—¡Padre Saga! —llamaron detrás de ellos y fue el interruptor que hizo que Saga alejara sus manos de Shun—, ¡Venga rápido, hay fuego en el salón!

El padre Saga no tardó en colocarse de pie alarmado pero Shun aún no se movió, ni un centímetro mientras escuchaba los pasos de ambos alejarse. Fue después de varios minutos que pudo mover las piernas pero fue solo para encogerlas y abrazarlas con sus brazos, estaba temblando mientras repasaba en su cabeza cada una de esas caricias. Su respiración se volvió errática mientras intentaba contener los sollozos que nacían producto de su miedo y vergüenza. Sabía que ese tipo de “caricias” no debían darse pero no le dijo nada, no lo detuvo mientras que a Shaka…

Sus sollozos se detuvieron y alzó la mirada murmurando su nombre. Lo extrañaba tanto. ¿Volvería o había aceptado dejarlo por ser quien provocaba que pecara?

Mientras tanto el ángel se encontraba caminando por un lugar desolado, uno al que solo los demonios tenían acceso y resultaba contraparte del terreno divino donde los ángeles se encontraban, aquel al que los humanos llamaban infierno. Batía sus alas para alejar el mal olor, todo el lugar despedía esa peste que solo la fruta podrida tenía. Sus ropas blancas seguían intactas pues a pesar de la decisión que había tomado no iba a permitir que lo insano e impuro lo manchara.

Llevaba poco tiempo recorriendo esos caminos oscuros cuando por fin sintió la presencia de quien tanto había buscado, sabía que él estaba cerca del seminario pero no supo identificar al demonio hasta ahora, no era una amenaza grave y aun así le las había ingeniado para superar en cierta manera la luz que despedían sus alas en el terreno del pueblo para purificar a los aldeanos y seminaristas.

Shaka se detuvo en medio del camino cuando escuchó la risa dulce y burlona del demonio, sabía que se presentaría en cuanto olfateara sus blancas plumas en ese lugar de putrefacción.

—¡Vaya, vaya! —Rio la voz femenina mientras una sombra siniestra se desplazaba por el oscuro lugar—, no pensé que te atrevieras a bajar solo a este lugar.

—¿Debería temer a un demonio menor? —dijo Shaka sin atisbo de querer bromear con ese ser, no era entretenido entablar conversaciones con ellos.

—Tal vez, has bajado solo y ni tus alas tan blancas te servirían de mucho para…

—No vengo aquí con el propósito de librar una batalla con alguno de ustedes, demonio.

La sombra que hasta ese entonces se estuvo desplazando de un lado a otro, asechando al ángel como si fuera su presa, se materializó detrás de este. En ese rostro tan dulce podía verse una sonrisa siniestra mientras sus ojos destellaban con una eternidad de oscuras tentaciones.

—¿No? —preguntó mientras se acercaba.

Shaka se giró con esa expresión altiva que todos los ángeles poseían, esos seres eran inferiores en todos los sentidos, en poder, en perfección… todo de los demonios era desagradable a los ojos de los ángeles, sobre todo su aroma.

El demonio se presentó como una mujer dulce de cabellera rubia y ojos azules, pero sabía que no era esa su verdadera apariencia, ellos podían cambiar a voluntad y rara vez se mostraban tal cual eran. La reconoció de inmediato como la jovencita que se acercó a Shun en el pueblo, sabía que ella estaba muy involucrada pero no pudo identificarla como un demonio, algo la protegía, aún seguía haciéndolo.

—¿En qué puedo ayudarte? —susurró ella con un tono seductor, sus ropas eran muy escasas destacando su perfecto cuerpo femenino.

Los demonios eran muy parecidos a los ángeles en apariencia y belleza, aunque había un solo detalle que los destacaba de inmediato: los demonios no poseían alas, éstas les habían sido arrancadas cuando fueron desterrados de terreno divino con el propósito de que no pudieran volver jamás.

Shaka dudó un segundo en contestar a esa pregunta, para un ángel enamorarse de un humano era un pecado que no sería perdonado, Dios lo dejó claro cuando lo creó: eran guardianes del destino de los hijos de Adán, su tarea se limitaba a evitar que los demonios se apoderaran del mundo que con tanto amor había creado, salvar a los humanos pero no tentarlos porque ellos era débiles.

Esa ley había sido implementada después de que los ángeles bajaran a la tierra cautivados por la belleza de algunas nobles almas, procrearon hijos con ellos y pronto éstos demostraron ser peligrosos. Para destruir a estos seres que tenían un gran poder pero el poco juicio de los humanos, Dios envió el gran diluvio. Desde entonces ningún ángel podía copular con los humanos. El riesgo: ser desterrado.

—Quiero… hacer un contrato contigo.

Sin duda el demonio esperaba miles de respuestas a la pregunta que formuló, pero nunca imaginó escuchar esas palabras de un ángel. No conocía de ninguno que hubiera hecho algo semejante en el pasado. Pero los ángeles rara vez bromeaban, carecían de sentido del humor y por supuesto, ninguno se atrevería a bromear con algo así.

—¿A cambio de qué quieres cumplir tu deseo?

El demonio de nuevo se desplazó, viajó entre las sombras del lugar y se materializó frente a Shaka, esta vez con la apariencia de un hombre joven, rubio y de ojos azules.

Shaka batió sus alas, las expandió tanto como pudo para que el fresco aroma de sus plumas llegara a los sentidos de ese demonio, y funcionó, pronto se vio cautivado por la luz que despedía, una de las más blancas entre los de su jerarquía.

Shaka explicó su deseo con la menor cantidad de detalles posibles, observaba en el rostro de esa repugnante criatura como se deleitaba al presenciar a un hijo amado por Dios caer en un pecado imperdonable.

—Un amor prohibido —Se burló el demonio de cabello rubio—. Es uno de los contratos más fáciles de hacer.

—¿Entonces por qué no procedes? —El ángel tragó saliva, su petición estaba cada vez más cerca de ser cumplida—. Has consumido muchas almas a cambio de esto. ¿Qué mejor que la mitad de un alma divina?

—Humano y ángel —El tono de voz de ese ser deforme sin alas lo exasperaba, pero no lo retaría —.  Incluso los demonios sabemos que ese es uno de los peores pecados en contra de su Dios. Me sorprende que alguien con alas tan blancas me pida esto.

Shaka se mantenía quieto mientras él se paseaba de un lado a otro, retándolo a conocer más de sus pensamientos y de ese sentimiento que lo estaba llevando a pisar el borde del infierno para estar al lado del humano a quien había elegido.

—Quieres arriesgarte a la eternidad en el exilio por vivir una corta vida humana al lado de ese joven… no lo entiendo.

—Eso es lo que quiero —Ignoró sus comentarios colocándose en pie, pues hasta el momento se había mantenido arrodillado—, no necesitas entender nada.

—Bien —Rió y se acercó al ángel, acariciando sus hombros hasta llegar a sus alas—. ¿Cuál es el nombre del humano? ¿Shun?... Si… debo decir que su alma parece exquisita.

Shaka lo retó con la mirada, se lo había dicho desde el principio y no caería en su juego. Reconocía que su deseo era algo muy bajo, pero no permitiría que se burlara de él.

—¿Te asustan tus deseos? —Sonrió mofándose de sus pensamientos —. Esta no es la primera vez que un ángel peca... ni será la última… Te lo dice quien pecó tanto que ya no es considerado un ángel.

Repentinamente un dolor agudo atravesó todo su cuerpo, iniciando desde su espalda y arrancando un grito desgarrador de su garganta. El demonio reía mientras sus manos despedazaban el alma del ángel. Bien hubiera podido hacerlo con cuidado, rápido para evitarle ese dolor, pero hacer sufrir a uno de los emisarios del Dios que los desterró desde eras atrás, era un lujo que no desaprovecharía.

Cuando el dolor se acabó Shaka cayó al suelo casi inconsciente. Nunca pensó experimentar ese dolor, pero ya estaba hecho.

—Ahora tienes la apariencia de un humano —Sonrió el demonio cuando la extremidad de plumas blancas había sido arrancada—, como me lo pediste, tu cuerpo humano es algo que él no podrá resistir, tu nombre no significa nada para él ahora, ha olvidado que conoció a Shaka alguna vez, pero no olvidó los recuerdos del ángel que lo amó. Ve, ángel caído, y llénate de un placer prohibido.

Shaka se puso en pie y se miró en el reflejo de los ojos malignos, su cabello era más corto, sus facciones diferentes en menor medida si eran observados por ojos divinos, pero significativas para cualquier mortal. Su deseo estaba cumplido, Shun no lo reconocería.

Era un ángel caído; su vida no dependía de las leyes de Dios; podía ser un humano y estar al lado de quien lo había cautivado sin causarle dolor y remordimientos. No mancharía esa alma pura haciéndolo pecar, aunque fuera un engaño, Shun podía amar al humano que era ahora.

Notas finales:

¿Qué tal con la decicsón de Shaka? Veremos como le va ;3 el demonio estará actuado realmente de forma honesta con su deseo... no lo sé e3e


Y aquí vemos al hermoso ángel sin su blanca ala =w= pobrecito.

Dibujo

Espero hayan disfrutado del fic ;3


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