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Black Vow por Chris Yagami

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Notas del capitulo:

Lamento tardar aunque no fue lo mas que he tardado, pero he estado ocupada, en las notas finales les explico.

Por lo pronto disfruten del cap nuevo!! Shaka hace su jugada ;D

Esa mañana, después del desayuno y antes de que comenzaran las clases en el seminario, Shun subió al techo del edificio como hacían otros de sus compañeros en otras ocasiones, quería estar solo y no podía pensar en otro lugar que fuera mejor que ese. Al llegar se sentó a la orilla en la cornisa del edificio para observar hacia el jardín donde varios de sus compañeros conversaban y otros jugaban con un balón.

Shun nunca fue un estudiante social, hablaba con todos y ninguno le desagradaba, no buscaba problemas pero el único que podía decirse su amigo era Seiya y ahora que ese amigo se comportaba tan extraño e incluso intentó asesinarlo, se sentía más solo, en especial desde que el ángel lo abandonara, pero se lo había buscado. Aunque el motivo de que se aislara y se escondiera en el techo no era sentirse solo, sino que deseaba pensar.

Desde lo alto observó a sus compañeros hasta que llegó el padre Saga junto a ellos y de inmediato se acercaron a él para escuchar lo que fuera que saliera de su boca. Shun no sabía si creer en todas esas frases del amor a Dios y su digno comportamiento como seminaristas si él… se comportaba de esa manera, con la hermana Shaina y más recientemente por las caricias que sintió y que afortunadamente no había repetido.

¿Podía decirle al padre Mu de lo que había hecho? O… él había acariciado a Shiryu también… ¿Era lo mismo?... No, se recriminó por pensar en algo tan malo de un sacerdote. Era una tontería pensar eso de alguien tan dulce y amable como el padre Mu, él no lo haría, se estaba volviendo paranoico por lo que había visto del padre Saga, solo eso. A pesar de todo lo visto tenía que pensar en que no todos eran malvados, Saga solo era una manzana podrida entre muchas otras, solo él era un pecador… los demás eran…

—¿Qué haces aquí?

—¡Seiya! —exclamó Shun al reconocer la voz de su amigo a su espalda.

Su cara se volvió blanca y se alejó unos pasos de la orilla, rodeando a Seiya que no lo perdía de vista. Se quedaron observándose unos segundos hasta que Seiya le mostró una sonrisa que le causó escalofríos y le dio la espalda para acercarse a la cornisa.

—La ley no fue dada para los justos —murmuró Seiya al ponerse de pie sobre la cornisa.

—Seiya… ¿Qué haces? —preguntó Shun nervioso al verlo tan cerca del vacío, sabía que no estaba bien emocionalmente.

—La ley es para los transgresores y los desobedientes —continuó recitando ese versículo que ya antes habían leído en misa—, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos… para los homicidas…

Seiya hizo una pausa y Shun se acercó un poco, temía que saltara y se convirtiera en un cadáver más en ese sitio tan mancillado. Que el sacerdote a cargo fuera un pecador no significaba que dejaba de creer en lo que decía la biblia, en la mayor parte de sus palabras, no quería que algo tan sagrado como el templo fuera más manchado por la sangre y la muerte.

—¡Para los fornicarios! —casi gritó Seiya al darse la vuelta y enfrentar a Shun—, para los sodomitas, mentirosos, perjuros… ¡Para todos los que se opongan a la sana doctrina!

—¿De qué estás hablando? —Shun volvió a alejarse, temía de Seiya aunque se preocupara por igual.

—Pensé que era un sueño pero no fue así —Comenzó a acercarse a Shun con pasos pausados y cortos—, te vi con ese hombre rubio aquella tarde en el claro…

—No… eso no es cierto —Shun se alejaba tanto como Seiya intentaba acercarse.

—Y mentiroso, perjuro… leí la carta que Hyoga te envió, te atreviste a entrar a este lugar sagrado aunque cargabas con ese pecado sobre tu hombro.

Shun palideció en ese momento y detuvo su andar.

—Ni los fornicarios, ni los sodomitas, ni los pervertidos sexuales heredarán el reino de Dios.

—¿Te atreves a decir eso cuando tu…? —Shun calló, no tenía prueba de que Seiya fuera el que provocó esos incidentes, no podía acusarlo así.

—Si…—Seiya se detuvo, bajó la mirada y se abrazó a sí mismo —, si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad.

Seiya comenzó a llorar sin control, repitiendo una y otra vez esa frase, pidiendo ser perdonado. Shun sintió pena por él y se acercó, Seiya no movió un músculo cuando Shun decidió darle un abrazo con fuerza, incluso se aferró a él necesitando ese consuelo. Nadie le creyó, nadie creía que un sacerdote era capaz de hacerle eso y le llamaron mentiroso, perjuro… no lo era, no era un pecador en ese instante y ahora no había marcha atrás.

—Dios los limpiará de toda maldad —murmuró cuando su llanto se acabó—, si confiesan sus pecados Dios los perdonará.

Shun se apartó y miró los ojos de su amigo, Seiya de nuevo tenía esa mirada que le daba miedo y como si el cuerpo del castaño quemara, se apartó de un salto.

—Confiesa tu pecado, Shun, y Dios te perdonará.

—No hay pecado —susurró retrocediendo asustado. No lo había, él ángel se lo dijo.

Los ojos de Seiya chispearon con furia mientras lo observaba, lentamente apareció una horrible mueca que jamás antes Shun había visto en nadie, una que lo dejó paralizado en su lugar, pero en cuanto Seiya dio un paso hacia él, un interruptor en su cabeza hizo click y sus piernas se movieron solas, corrió a las escaleras y bajó con prisas.

Cuando llegó al suelo corrió sin mirar atrás. Por primera vez desde semanas atrás salió del seminario, directo a ese claro donde antes se sentía seguro. No detuvo su carrera hasta llegar al sitio, justo en el centro donde se dejó caer rendido. Miró a todos lados, las flores eran hermosas, los árboles hermosos, frondosos y verdes, las aves cantaban alegres y el viento acariciaba su cabello como siempre. Todo era perfecto como siempre pero se sintió tan vacío apenas estar ahí, sus ojos se humedecieron y comenzó a llorar.

—¡Shaka! —gritó angustiado.

¿Por qué lo había dejado? ¿Por qué tenía que amar a un ángel? Había mentido a Seiya, estaba pecando contra Dios al enamorarse de uno de sus soldados.

Se arrodilló sobre las flores y unió sus manos frente a su pecho para orar, levantó la vista al cielo aunque no podía dejar de llorar, por tantas cosas que no conseguía entender sus sentimientos.

—Dios, perdona mis pecados, estoy bajo tu ley y quiero estar bajo tu gracia, perdona mi pecado— Lloró con más fuerza y cerró sus ojos—. Perdóname. Padre nuestro, que estás en los cielos…

Oró por mucho tiempo, nervioso, avergonzado, solitario y temeroso de todo. Perdía la esperanza, temía perder la fe, detestaba pensar en que tal vez iba en contra de los deseos de sus padres, de su hermano y de Dios al amar al ángel.

Recordaba el beso que le había dado y su vientre comenzó a hormiguear. Por reflejo cerró los ojos llevando sus dedos a sus labios, presionó levemente y suspiró al recordar el estremecimiento mientras sentía como sus mejillas ardían. No podía negarlo, ese beso le había gustado aunque no iba a admitirlo a viva voz…

Avergonzado sacudió la cabeza y se puso en pie. No era sano pensar en eso, era indebido, no podía considerarlo siquiera. Aún más apesadumbrado que de costumbre se levantó para regresar al seminario, por más que lo llamara no iba a volver y si lo pensaba de manera fría se daba cuenta de que tal vez era lo mejor, tal vez Shaka se había alejado por la misma razón, para evitar que pecara y dejarlo seguir el camino que había elegido, un camino del que comenzaba a dudar.

Estaba ya en marcha, el claro estaba atrás por varios metros, pero un ruido le hizo volverse, algo se quejaba en el claro… ¿Y si era el ángel? Preocupado y con la esperanza renacida corrió de vuelta hasta las flores aunque en cuanto llegó se quedó de piedra en su sitio: un joven rubio; que tal vez pasaba los veinte años; yacía sobre el campo con una terrible mancha de sangre sobre su camisa blanca, justo en su espalda.

Con prisa llegó a su lado para comprobar su estado, estaba muy pálido e inconsciente. El corazón de Shun latía muy rápido por la ansiedad. ¿Y  si estaba muerto? Colocó sus manos en el pecho del rubio para moverlo un poco, después se inclinó sobre su pecho para intentar escuchar su corazón, un latido leve, era todo lo que pedía.

—Ayúdame — murmuró en la seminconsciencia el muchacho provocando que Shun se incorporara.

—¡Aguante, lo llevaré a enfermería, aguante! —dijo Shun recuperando un poco la compostura por saber que seguía con vida, pero había demasiada sangre, tenía que actuar rápido.

Shun comenzó a desabotonar la camisa blanca del joven para poder ver la herida, debía buscar la manera de contenerla antes de llevarlo, tenía que evitar que siguiera perdiendo sangre. De pronto la mano del muchacho se posó sobre las de Shun.

—¿Qué sucede? —Shun miró al mayor algo confundido y su corazón dio un vuelco.

El joven le sonreía de una manera muy dulce, sus intensos ojos azules le observaban directamente a sus esmeraldas. Eran tan limpios y profundos, como el mismo cielo. En el mismo instante en que los observó se sintió perdido y su cuerpo se llenó de un escalofrío, había un calor en su pecho, reconfortante y tranquilizador.

—¡Ugh! —El rubio se quejó de nuevo y apretó al mano aun en su pecho, fue cuando Shun pudo reaccionar.

—¡Lo siento, lo llevaré a enfermería!

Como pudo y aún con el muchacho seminconsciente caminó sirviéndole de apoyo hasta el seminario. Lentamente, nervioso y ansioso. Esos ojos le causaron algo que solo había sentido con el ángel. ¿Por qué?

—¡Ayuda! —gritó Shun apenas llegó, sus fuerzas estaban llegando al límite y el joven ya no podía dar un paso más.

—¡Padre Mu! ¡Padre Saga! —gritaron algunos compañeros mientras se acercaban para ayudarlo.

Ellos se llevaron al rubio, pronto los sacerdotes estuvieron a su lado y se hizo llamar al médico del pueblo. Shun los siguió, quería saber si el muchacho iba a estar bien, había perdido tanta sangre como para dejar su ropa manchada de sangre, no era un médico pero sabía que eso no era nada bueno. Pero no lo dejaron pasar, solo los sacerdotes y algunas monjas estaban dentro hasta que el médico llegó. Fue cundo ambos sacerdotes salieron de la enfermería. Shun bajó la mirada para no enfrentar al padre Saga y por un segundo pensó que él se detendría y se sentaría a su lado, pero afortunadamente no lo hizo, se alejó junto al padre Mu.

Un tiempo después una de las hermanas salió con una sonrisa y al verlo ahí le informó que habían podido detener la hemorragia de una terrible herida en la espalda del lado derecho, pero ya estaba bien. Shun se sintió tan aliviado que no evitó una sonrisa.

El doctor Dohko salió pocos minutos después, sonrió a Shun y acarició su cabello con gentileza antes de alejarse con la monja para buscar a los sacerdotes. El joven seminarista entró con sigilo esperando que nadie se encontrara dentro, pero fue descubierto muy pronto.

—Shun, no deberías estar aquí.

—Hermana Marin, quería saber cómo estaba… yo lo encontré muy mal, estaba preocupado.

—Eres muy dulce —sonrió ella, parecía tan buena pero Shun ya no sabía que pensar de las personas—, tengo que ir a buscar al padre Saga, ¿Lo cuidarías unos minutos?

—¡Claro! —sonrió animado al acercarse a la camilla.

Shun se sentó en una pequeña silla para esperar a que despertara. Se sentía intrigado y nervioso. Observó al joven que dormía con una expresión de paz. Su cabello era dorado y parecía tan suave, lo llevaba corto aunque con fleco. Sus facciones eran suaves y atractivas… pero quería ver sus ojos de nuevo, esos profundos zafiros. Pero sobre todo quería saber quién era y por qué tenía esa herida. Afortunadamente no tuvo que esperar mucho, como si el muchacho sintiera que alguien estaba a su lado abrió los ojos y le sonrió.

—Hola— saludó el herido con una sonrisa dulce y un timbre de voz que le hizo vibrar—, tu eres…

—Shun —saludó con una sonrisa, observando esos ojos a cada instante—, yo te encontré en el claro. Estaba preocupado.

—Soy Shaka— dijo el mayor esperando cualquier reacción por parte del joven pero tal como el demonio le había prometido  ese nombre no parecía hacer nada en Shun.

Ahora el ángel mantenía una mentira para engañar a la persona de quien estaba enamorado y Shun había caído. Desde el momento en que lo encontró en el claro había cedido a la tentación que el demonio le ofreció.

La puerta se abrió en ese momento dejando ver al padre Saga y al doctor seguidos por la hermana Marin. Shun se puso de pie, nervioso al encontrarse con la sonrisa del sacerdote, la misma de aquella tarde.

—Shun, ¿Qué haces aquí? —preguntó Saga acariciando su cabello. Antes esa caricia le gustaba pero ahora le causó un leve temblor que no pasó desapercibido para Shaka.

—Yo lo dejé unos minutos a cargo —contestó la hermana Marin—, no se preocupen, estaba estable así que no tenía riesgo, además Shun lo encontró y quería saber cómo se encontraba.

—Es muy dulce de tu parte, siempre has sido muy lindo.

—G-gracias —tartamudeó Shun sintiendo un nudo en el estómago.

—Muchas gracias por ayudarme —interrumpió Shaka deseando ayudar a Shun, pero eso era lo más que podía hacer.

Ese sacerdote desde el principio le había dado mala espina, vio un aura negra rodearlo desde que comenzó a vigilar el seminario y ahora podía casi oler ese aroma repugnante. El demonio había dejado una marca en él.

—Nos alegra saber que se recuperará, el doctor Dohko aquí presente nos dijo que no es una herida grave a pesar de la sangre que perdió… —Shaka no dijo nada, solo observó al hombre—Bueno… Shun, necesitamos conversar un poco con el joven.

—Claro —no quería negarse esta vez, salió casi corriendo de enfermería y cerró la puerta detrás de él.

Respiró agitado apenas estuvo fuera de su vista. No sabía cómo iba a aguantar todo el tiempo que le restaba para ser un sacerdote. Jamás había temido tanto a una persona y ahora sentía pánico al estar cerca de Seiya o a Saga y no lograba atinar a quién temía más.

Notas finales:

Shunny ya se nos perdió YvY

El truco de Shaka dio resultado :P

Y bueno, ahora mismo estoy en el aeropuerto, tuve que conectarme de ultima hora para publicar LOL se supone que lo haría anoche pero me quedé dormida x___X

Estaré de vacaciones por 11 días y no creo poder escribir, traigo mi lap por si la inspiración ataca, traigo mis notillas también, pero si consigo publicar será hasta después del 5, creo, así que aviso que de seguro no hay publicación hasta el 5 o 6... o quizas hasta el 11 o 12, igual intentare que no sean mas de 15 días.

Uy, cuantos números xD!

Bueno, espero lo hayan disfrutado, nos leemos después :D

Saludos!!


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