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Black Vow por Chris Yagami

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Notas del capitulo:

Aqui de nuevo!

Espero les guste el cap!

Pasaba ya de la media noche, Saga salía de la pequeña capilla ubicada junto al salón principal, había terminado sus oraciones de esa noche. Cada noche oraba por el bienestar de los niños a su cargo, de la buena gente del pueblo cercano y reiteraba su voto y promesa para dedicar su vida a Dios. Además de serenar su alma alterada por el incidente de esa tarde.

Se persigno antes de salir de ese sitio sagrado y caminó e silencio por los pasillos oscuros del recinto. Todo era silencio, el padre Mu y las hermanas debían estar ya recortadas pero era habitual en él quedarse despierto hasta tarde, sobre todo en días como esos cuando su corazón ardía.

Su rostro era el vivo retrato de la serenidad, su sonrisa la personificación de la bondad pero eran solo mentiras que había logrado perfeccionar con el pasar de los años. Pero para aquel que sabía que buscar podía ver en sus ojos ese destello que permanecía constante y que cada vez era más grande, esa pequeña oscuridad que su alma contenía.

Sus pasos se dirigían directamente al ala de dormitorios, pero no hacia su habitación como debería, sino al dormitorio general de los seminaristas. Le gustaba pasar a verlos antes de retirarse a dormir, revisar que todo estuviera bien y sobre todo, quería revisar que Seiya se encontrara bien después de esa demostración que hizo durante el partido de futbol.

Entró con el mismo sigilo de siempre. Todos los jóvenes mantenían una expresión serena en sus rostros, señal de que se encontraban perdidos en sus mundos oníricos, cada uno diseñado por sus deseos y emociones. ¿Qué estaría soñando cada uno? A veces le gustaría poder averiguarlo, de uno por uno saber la naturaleza de esos sueños.

Tras dar una pequeña ronda caminó directamente hasta la cama de Seiya, lo despertaría si es que estaba dormido también. De todos, él era quien más le interesaba, debía tener sueños muy encantadores.

Su idea era llevarlo a su habitación para recibir su confesión y expiar sus pecados como llevaba haciendo desde semanas atrás. Seiya antes era un niño dulce y exquisito pero él se había encargado de consumir toda esa dulzura y ni siquiera era consciente de ello, para él solo le expresaba la admiración y amor que sentía por él.

Pero cuando llegó a la cama de Seiya se dio cuenta de que su tarea no podía ser llevaba a cabo por esa ocasión y eso lo frustró. Frunció el ceño y observó el cuadro frente a sus ojos, no podía creer que esa noche no pudiera salvar el alma de Seiya, lo necesitaba y no lo podría hacer.

Suspiró resignado y se dio la vuelta, otro día tendría la oportunidad, por ahora debía ir a descansar.

Cuando salió Shun abrió los ojos y se incorporó un poco para observar la puerta cerrarse con cuidado. Sonrió un poco y volvió a recostarse, acurrucando su cuerpo contra el de Seiya que dormía a su lado. Observó el rostro del castaño que mantenía sus ojos abiertos, se notaba que estaba nervioso y a la vez aliviado, Shun le sonrió y le guiñó un ojo antes de cerrarlos y dedicarse a dormir. Aun en la oscuridad del dormitorio pudo adivinar el agradecimiento silencioso de Seiya.

Junto a ese agradecimiento, Shun adivinó lo que pasaba cada noche que el padre Saga se llevaba a Seiya del dormitorio y no iba a dejar que pasara de nuevo.

Durante el día siguiente, Seiya recibió la reprimenda dada por Mu tras el altercado durante el partido de football y Shun estaba a su lado, había hablado con el mayor y aunque tuvo que insistir mucho, Shun terminó por convencerlo de que tenía algo de culpa por invitarlo a jugar cuando era claro que Seiya se encontraba mal emocionalmente, así que ahora se encontraban en el patio trasero del seminario, barriendo las hojas secas de los árboles que caían día con día.

Al terminar tendrían que limpiar los pisos del templo mayor. Tardarían demasiado y apenas tendrían el tiempo para hacer alguna actividad libre antes de tener que ir a ducharse para la cena. Pero aun así Shun intentaba darse prisa, debía terminar rápido para… ¿Para qué?

—Para ir al prado de flores— murmuró sintiéndose vacío de pronto.

Detuvo su tarea y levantó la vista al cielo. Tenía mucho tiempo sintiendo que algo le faltaba y sabía qué era, extrañaba al ángel más de lo que creyó posible y por más que iba al claro para esperar que se presentara nunca lo veía, ni siquiera lo sentía cerca. Y aun así no quería rendirse, seguiría yendo cada día aunque la esperanza estuviera muriendo.

—Shun… ¿Qué sucede?

—No… nada, Seiya.

—Date prisa —Respingó Seiya, quería terminar rápido pero no iba a hacer todo el deber él solo.

Shun de nuevo intentó concentrarse en la tarea pero no pudo dejar de pensar en lo mismo. En el ángel, su partida y las últimas palabras que le dijo.

“deja de condenarte por pecados que no has cometido, Shun, tu ala es tan limpia como al momento de llegar a la tierra, no has pecado nunca.”

¿Eso era verdad? Le dijo también que Dios no condenaba a dos hombres por amarse, a veces pensaba que lo había dicho solo para convencerlo de estar con él, recurriendo al engaño como lo hicieron los ángeles antes, pero si hubiera querido mentirle lo hubiera engañado al preguntarle si un ángel podía estar con un humano. Eso lo aliviaba un poco aunque ya no pensara en Hyoga y su beso, ahora la sonrisa que le venía a la mente era la de Shaka en enfermería y aquella sensación de calidez cuando tomó su mano… Pero no era correcto, él tenía un voto que no iba a romper.

Cuando terminaron de limpiar el patio, juntos fueron al templo mayor para terminar con lo encargado. Cuando Shun estuvo frente al gran crucifijo en el templo se quedó largo tiempo contemplándolo. Estando en ese espacio silencioso sentía una paz tan grande que podía desconectarse de las preocupaciones que tenía en los últimos días. Podía cerrar los ojos e imaginar cómo sería estar en el paraíso, disfrutando la vida eterna junto a su señor Jesucristo, el hijo de Dios que había muerto por los pecados de la humanidad, encontrarse con Dios y ser purificado con su cálida y blanca luz. Sin duda no quería arriesgar ese sentimiento de paz por nadie.

Shun se quedó demasiado tiempo contemplando la figura de porcelana, absorto a lo que pasaba. No escuchó cuando alguien más se adentró al templo, contemplándolo con la misma pasión con la que él miraba al crucifijo. Seiya saludó al hombre que por fin salía de enfermería después de varios días encerrado con constantes visitas del médico del pueblo. Pero antes de que el rubio pudiera acercarse a Shun, Seiya se le adelantó, contemplando también el crucifijo aunque en su rostro se podía ver una expresión diferente.

—¿No te parece cruel? —preguntó el castaño sin apartar la vista del crucifijo.

—¿Eh…? Oh, Seiya, claro que es algo cruel, pero él dio su vida para expiar nuestros pecados, nos enseñó el perdón y…

—Dios es alguien cruel —Interrumpió Seiya tras un resoplido.

—¿Qué? ¿Por qué dices algo como eso?

—Piénsalo —Seiya finalmente miró a Shun y sonrió de esa manera torcida, pero esta vez Shun no se apartó—, él creo todo sobre la tierra: humanos, animales, plantas, ángeles y demonios… la maldad y la bondad. Él es Todopoderoso, Shun.

—Sí, lo  sé pero sigo sin entenderte.

—Si es tan poderoso, ¿Por qué nos hace esto? —Murmuró al regresar la vista al crucifijo— ¿Es divertido para él vernos sufrir? Él tiene el poder de deshacerse de la maldad del mundo, de acabar con los demonios que nos rodean y no lo hace… ¿Sabes por qué?

—Dímelo —Pidió Shun sin perder de vista su expresión, parecía de nuevo molesto pero apesadumbrado.

—Porque somos un juguete para Dios, nos creó y se divierte mirando como caemos en las tentaciones que van en contra de lo que nos indicó, es divertido para él vernos sufrir.

Shun se quedó callado y de nuevo miró la cruz frente a él. Shaka había escuchado todo eso y frunció el ceño por ello, lo que decía estaba bastante alejado de la verdad pero no podía decir algo pues se suponía que lo que conocía solo los ángeles lo sabían, debía quedarse callado. Los humanos eran débiles, lo que fuera que Seiya había vivido había destruido su fe en Dios, era por eso que los hijos de Adán caían en las tentaciones que los demonios creaban: por su propia debilidad.

—No es verdad —susurró Shun sorprendiendo al ángel y a la vez a Seiya que lo observó curioso—. Seiya, Dios es bueno, él nos ama mucho, como no te das una idea.

—Somos su diversión, Shun, ¿Cómo puedes decir que nos ama?

—Porque… —no podía decir que un ángel se lo había dicho, lo pensarían un loco—, porque de lo contrario no enviara ángeles para cuidarnos de ellos, ¿No lo crees?

Shaka se quedó perplejo y miró la figura del joven por largos segundos, pero al final sonrió enternecido. Tenía razón, esa era su tarea principal: proteger de los demonios lo que Dios amaba tanto.

Pero Seiya frunció el ceño, se mantenía reacio a escuchar de razones.

—Nunca he visto a uno, no creo que protejan este seminario.

—Tal vez… —dijo Shun con pesar, el ángel que los cuidaba ya no estaba—, pero no es culpa de Dios, no debemos esperar a que los ángeles cuiden cada paso que demos, debemos poner de nuestra parte. No porque estemos bajo su gracia nos dedicaremos a pecar, debemos estar bajo su ley también, ¿No lo crees?

—A pesar de lo que has visto aquí, ¿Sigues creyendo en esas palabras?

—Si —dijo con firmeza—, yo creo que Dios es bueno pero nos ha dado la libertad que tenemos y aunque cometemos errores no nos juzga pero tampoco interviene, nos deja vivir pero sufre por nosotros… pero cuando estemos frente a él nos perdonará y purificará nuestros errores, cualquiera que sea, Seiya.

Seiya frunció el ceño y regresó a su tarea, esas palabras le habían afectado, sus ojos se humedecieron en cuanto se dio la vuelta. Él también creía en el amor de Dios, en su ley y su perdón, pero en ocasiones dudaba de todo ello, odiaba tanto lo que pasaba que incluso llegaba a recriminar a Dios que no lo protegiera, él siempre fue un buen muchacho, nunca cometió alguna falta grave que no estuviera dentro de alguna travesura normal, a pesar de su dedicación y aunque aceptó lo que sus padres prepararon para él sin reclamos ni quejas, le pasaban esas cosas extrañas… tal vez ahora las merecía por lo que había provocado, pero ellos merecían un castigo también.

—Seiya —llamó Shun con dulzura—, no hay pecado que no sea perdonado, nadie está condenado al infierno.

—Claro —murmuró con un nudo en la garganta. Dudaba de ello pero a la vez quería creer que era verdad.

Shun sonrió y caminó hasta él, acarició su cabello recibiendo una queja de Seiya que le hizo reír. Estaba ahí, opacada por lo que fuera que el padre Saga había hecho, pero la luz del verdadero Seiya seguía ahí, solo tenía que ayudar a que brillara de nuevo, no sabía que tanto podía conseguir con su presencia y compañía, pero lo intentaría al menos, no quería seguir temiendo de quien fue su mejor amigo y era por eso que ahora rara vez se apartaba de su lado.

Shaka sonrió por todo lo escuchado, a pesar de que había dejado de influenciarlo con su luz blanca sobre él, Shun seguía siendo resistente a las tentaciones de aquel demonio que seguía rondando a los seminaristas y a los pobladores. Por eso era tan interesante para él y por ello se enamoró perdidamente de su luz, una luz terca que buscaba brillar a pesar de todo. Esa terquedad de Shun lo convertía en alguien dulce y merecedor de la gracia de Dios.

Observó una última vez al menor que empujaba a Seiya como diversión hasta que le respondió con un empujón similar, sonrió por ver de nuevo esa dulzura e inocencia en sus ojos y se dio la vuelta pues no quería interrumpirlos.

Salió del seminario y caminó con lentitud por el jardín, llegó hasta una banca donde se sentó con sumo cuidado, aun le costaba algo de trabajo. La herida que dejó el demonio era más profunda de lo que pensó, pero también sabía que ese ser desalado iba a aprovechar la oportunidad para dañarlo de gravedad, seguramente habría muerto de no haber llegado al seminario.

—Shaka —llamaron detrás de él y el aludido se giró con un poco para observar al recién llegado.

—Padre Mu —saludó con una sonrisa.

Parecía un buen hombre aunque antes ya se había dado cuenta de que había perdido todas sus plumas, entonces había un pecado que lo consumió, pero no sabía cuál era, no se encargó de vigilarlo cuando tenía aun sus dos alas y ahora con una no contaba con las mismas habilidades.

—Buenos días —dijo al sentarse a su lado en la banca—, me alegra mucho verte fuera de enfermería

—Muchas gracias, el médico me ha dicho que aún no estoy del todo sanado pero que en poco tiempo me recuperaré.

—Esa es una excelente noticia.

Mu sabía del trato de Shaka para permanecer en el seminario mientras su memoria se recuperaba, pero eso no quería decir que no le preocupara la situación, a final de cuentas, por más herido que estuviera, Shaka seguía siendo solo un muchacho.

—¿Hay algo que quiera preguntar, Padre Mu? —inquirió Shaka adivinando su expresión.

—Sí, de hecho quería hablar contigo de un tema muy delicado.

Shaka guardó silencio y observó con intensidad al sacerdote, dando con su mirada azul la aprobación para discutir el tema. Mu miró al frente, directo al gran cedro que muchas veces servía de sede para algunas clases al aire libre.

—Debes saber la situación en la que te encuentras, Shaka, eres un hombre muy joven. ¿Cuántos años tienes? ¿Veinticinco o veintiséis?

Shaka se quedó callado. Tal vez su apariencia era la de un joven de esa edad pero no podía decir la verdad, sería algo extraño.

—Sabemos que no lo recuerdas, pero aunque no tengas memoria de tu pasado si tienes emociones, sentimientos diferentes e impulsos.

—No lo comprendo del todo, padre.

—Estás en un seminario, Shaka —Dijo tajante, mirando directamente sus ojos azules, los que por alguna razón le creaban una inexplicable sensación de ansiedad—, aquí hay muchos jóvenes que crecerán para convertirse en la guía de la humanidad en el futuro, nosotros los sacerdotes ayudamos a esos jovencitos y las monjas apoyan la tarea.

—Entiendo eso, he conversado con muchos de ellos.

—¿Y ellas?

Shaka finalmente comprendió a dónde iba esa conversación, arqueó una ceja esperando solo la conclusión de cada palabra dicha hasta entonces.

—Eres joven pero las monjas en este lugar tienen un voto de castidad, sería mejor que te guardes los deseos carnales para otro sitio —dijo Mu algo brusco, reconocía a Shaka como alguien sumamente atractivo y había varias monjas muy jóvenes e igual de atractivas.

Shaka no dijo nada por ello y Mu se puso en pie, comprendiendo que no había nada más que decir. En cuanto se fue una sonrisa divertida apareció en su rostro. Aunque aparentemente era un humano seguía poseyendo las memorias de toda su vida desde la creación, y seguía pareciéndole graciosa la manera en la que los hijos de Adán se esforzaban en acercarse a Dios, aunque sus rituales eran muy extraños.

Notas finales:

¿Qué tal con el descaro de Mu? ¿Y la frustración de Saga?

Sé que prometí que iba a contestar revs el sábado pero hoy vuelvo a viajar, de regreso al trabajo =0= pero no apuren, seguiré publicando regularmente.

De ahora en adelante serán publicaciones en miércoles y domingo y SOLO en esos días xD... si no publico el miércoles será hasta el domingo o viceversa...

Saludos! Claro que este miercoles si publico! ya tengo la mitad del cap :3 esperénlo porque Saga se vengará de que Shun frustrara su "salvación".

Saludos y gracias por leer!!


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