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Black Vow por Chris Yagami

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Notas del capitulo:

Aqui está de nuevo, algo tarde pero lo tienen =w=

Al terminar el partido de football, los jóvenes se retiraron para realizar sus actividades vespertinas. Aunque el obispo estaba de visita, eso no los exentaba a cumplir con el horario tal. Todos estaban distribuidos en diferentes puntos del terreno mientras los sacerdotes les observaban, se veían emocionados y con más energía. Tanto Saga como Mu se daban cuenta de ello, incluso aquellos que se habían opacado en ese lapso de tiempo se veían sonrientes y relajados.

—Me he enterado de los incidentes en el seminario de unos meses atrás.

Saga y Mu borraron su sonrisa. Sabían que estaba enterado pues ellos mismo se habían encargado de enviarle una misiva para hacerlo por enterado, pero no esperaron que sacara el tema después de tantos meses y haberlo tratado por cartas.

—Sí, afortunadamente no ha ocurrido nada más en las últimas semanas.

—¿Atraparon al agresor? —indagó Shura muy curioso, en las cartas recibidas no se mencionó el hecho.

—No, por desgracia no, parece que huyó del pueblo.

—¿Cómo alguien del pueblo podía entrar al seminario cuando quisiera? —continuó Shion muy indignado, no entendía que alguien se atreviera a manchar la casa de Dios con la sangre de unos de sus hijos.

Saga y Mu se quedaron callados, no tenían una explicación para ello, además no estaban del todo seguro que fuera alguien ajeno, pero no podían señalar ni estar seguros de nada y en confesión ningún seminarista dijo haber visto algo.

—¿Qué hay de ese muchacho? Shaka —dijo Shura.

—Llegó hace casi un mes —contestó Mu que se había mantenido calado hasta ese momento—, no sabemos más de lo que nos ha dicho, nadie en el pueblo parece reconocerlo.

—¿Hace cuánto que los ataques cedieron? —volvió a preguntar cuando en su cabeza comenzaban a unirse los hilos. Ese muchacho tenía que ver en los ataques, estaba casi seguro.

—Hace… casi un mes —dijo Saga llegando a la misma conclusión que el Obispo—. ¿No pensarán que él fue el causante?

—No puede ser él —Defendió Mu. El rubio le daba un mal presentimiento, pero tampoco podía dejarse llevar por eso para generar un juicio—, cuando ocurrió el último incidente él estaba en enfermería inconsciente.

—Entiendo… aun así deben tener cuidado con él, sé que miente y nunca me he equivocado en ese tipo de cosas.

Shion siguió caminando en silencio con los dos sacerdotes a su lado, pero a ambos habían quedado pensando en lo mismo. ¿Shaka tenía que ver con esos ataques? Como había dicho Mu, estaba herido e inconsciente cuando Shiryu apareció herido al caer del segundo piso pero tal vez había sido alguien más en ese último porque todo se había detenido cuando él llegó, ¿o sería qu gracias a él se habían detenido?

Ninguno tenía una respuesta pero si sabían que vigilarían de cerca a ese joven. Dohko debía examinarlo con más frecuencia en búsqueda de alguna mentira, ir con la policía para dar su fotografía.

En las duchas todos los seminaristas se preparaban para la cena después de terminados todos sus deberes. Shun esperó fuera mientras Seiya estaba dentro, había más de sus compañeros ahí pero él no quería desnudarse frente a ellos. Nunca había sido un problema para él, no era la primera vez que se bañaban todos juntos, era una práctica común pero ahora prefería esperarlos en los vestidores, sentía que si veían su cuerpo se darían cuenta de  cualquier rastro de lo que pasó una semana atrás y no quería eso.

No sabía lo que quería, estaba asustado y temiendo que volviera a pasar, por ello quería que lo descubrieran y lo ayudaran, pero también estaba avergonzado, quería esconder lo que le habían hecho de todos. ¿Qué iban a pensar? ¿Iban a mirarlo extraño? Después de todo, una práctica de ese tipo con un hombre, y no solo eso, sino que era también un sacerdote, sería repudiado por toda a la sociedad.

No, tenía que esconder lo ocurrido, podía evitar quedarse a solas con el padre Saga de nuevo, pero no sabría cómo evitar que la gente hablara si llegaban a enterarse.

—¿No vas a ducharte? —preguntó uno de sus compañeros que se colocaba las ropas sin pudor alguno frente a él.

—Eh… si —contestó nervioso desviando la mirada—, es solo que creo que me estoy resfriando.

—El agua está tibia, te vendrá bien —Sonrió él al colocar la toalla en su cabeza para sacudir su cabello.

Shun solo le sonrió, él era un buen muchacho, siempre animado, le recordaba mucho a Seiya aunque Jabú era muy impulsivo y orgulloso. El menor se puso en pie y le dio la espalda, fungió que estaba desvistiéndose jugando con los botones de su camisa, pero la verdad era que estaba esperando a que todos desaparecieran, quería estar solo, quería ducharse pero no que lo vieran.

Poco a poco sus compañeros fueron retirándose de las duchas, Seiya fue uno de los últimos en salir y apenas pudo ver a Shun aun vestido no se extrañó, pasaba todo el tiempo por lo que en realidad ya lo esperaba. No dijo nada, solo se vistió en silencio y al terminar se sentó a su lado para esperar a estar solos.

Las duchas no demoraban más de diez minutos así que pronto se encontraron a solas después de escuchar bromas y juegos de sus compañeros que se retiraban. En cuanto el último se retiró Shun se puso de pie para comenzar a desvestirse.

—¿Te ducharás? —preguntó Seiya, aunque sabía la respuesta.

—Si, ¿puedes esperarme? —preguntó como siempre, no quería quedarse solo y Seiya era el único en el que confiaba, siempre le pedía a él que se quedara porque detestaba la idea de que Saga volviera a encontrarlo a solas.

Seiya solo asintió y Shun sonrió. Salió aprisa hasta las dichas, no se quitó las ropas hasta que estuvo en los cubículos, aunque confiara en Seiya no quería que él lo viera.

Mientras se duchaba Shun sonrió algo incrédulo. Confiaba en Seiya, solo hasta ese momento se dio cuenta de que era así, prefería quedarse a solas con él cuando antes detestaba la idea de tenerlo cerca, ni hablar de estar solo con él. Cómo habían cambiado las cosas en los últimos días.

Seiya esperó paciente, tampoco quería dejarlo solo pues su temor era el mismo que el de Shun: ser sorprendido a solas cuando los demás estaban distraídos por la visita del Obispo, aunque aún guardaba cierta esperanza de que por esos días podían relajarse. El padre no se atrevería a atacarlos estando Su Gracia en el seminario, sería arriesgarse demasiado.

Durante la cena las risas de la mayoría seguían. Los sacerdotes se encontraban comiendo en una de las mesas al final del comedor cerca de los demás; como muestra de humildad no tenían un espacio reservado pero aun así los jóvenes evitaban ocupar esos lugares;  pero desde ese sitio podían ver todo el comedor y esa noche no perdían detalle de los jóvenes.

Había de todo tipo: graciosos y tímidos, aquellos que no dejaban de bromear entre si y quienes preferían cenar en silencio, algunos que conversaban en voz baja de cualquier asunto trivial y otros que parecían hablar de algo serio o importante para ellos, pero en todos ellos podían ver la chispa de la juventud, inocencia en unos, energía en otros.

—¡Hijos  míos , por favor, les pido su atención!

El bullicio en el recinto fue acallándose poco a poco hasta que solo se escucharon murmullos ocasionales preguntando por la repentina interrupción del Obispo, pero todos estaban atentos a lo que pudiera decir.

—Quisiera aprovechar estos momentos para agradecer a todos ustedes su hospitalidad y recibimiento —Los presentes aplaudieron emocionados—.  También quiero decir a todos que me alegra ver a tantas jóvenes almas que han decidido tomar este camino y ser la guía para el rebaño de Dios en un mundo lleno de pecado y tentaciones. Sus rostros jóvenes y entusiastas nos demuestran que como hijos de Dios aún podemos dar esperanza a la humanidad cada vez más corrompida por el avance tecnológico. Pero aquí están, esperando por el sacramento de la orden y salir a salvar las almas de nuestros hermanos que están más ciegos ante los peligros que enfrentan. Es un camino difícil, no les voy a mentir, pero sumamente gratificante. Muchas gracias a todos por estar aquí, Dios sabrá agradecer su dedicación.

La sonrisa en todos era enorme, escuchar de él esas palabras les estaba renovando los ánimos que para algunos estaban por extinguirse, en especial para los dos jóvenes que se mantenían cerca de la mesa de los sacerdotes.

Shun asintió contento y convencido de lo que estaba escuchando. Si era un camino muy difícil y ya había pensado en retirarse, menos mal que había esperado, no por la visita del Obispo, eso fue una sorpresa, sino por el evento que ocurriría durante la semana entrante.

—Y claro, será un honor para mí acompañarlos en el retiro espiritual próximo.

Todos se miraron entre sí. Los miembros más antiguos sabían que era común que los sacerdotes llamaran a alguien ajeno para dar el seminario en el retiro, los más jóvenes solo sabían de la fecha en la que partirían pero nadie esperó que el mismo Obispo fuera el instructor de ese año.

—Dios me ha encomendado su cuidado y formación a través de las palabras del padre Saga y para mí es un gusto y una obligación hacerlo. Partiremos este domingo por una semana en la que todos tendremos tiempo para encontrarnos con Dios. Aprovechen esta oportunidad, hijos.

Shun pensó de inmediato que esa era la oportunidad que necesitaba para que su decisión fuera tan firme como al principio. Necesitaba un gramo de esperanza y el Obispo podía dárselo, él era el santo entre santos, con él todos estarían en el camino correcto.

—La misión de Dios es muy importante, muchas veces no entendemos la manera de actuar de nuestro Señor, es un misterio aun para los más santos, pero confíen en nuestra guía y sabiduría porque somos los encargados para transmitir la palabra de Jesucristo a ustedes.  Confíen en su misión, hijos míos, confíen en sus sacerdotes y sobre todo, confíen en ustedes mismos.

Los muchachos aplaudieron convencidos de esas palabras, los sacerdotes les sonrieron con dulzura aunque a algunos les causó un escalofrío, pero a todos les conmovieron las palabras del Obispo, incluso a aquellos que comenzaban a perder la fe. Seiya, Shiryu, Shun, los demás jóvenes que compartían las mismas experiencias miraban al Obispo con la esperanza renovada en sus ojos y corazones.

Al terminar la cena los chicos se retiraron al aseo antes de dirigirse a los dormitorios. Los sacerdotes caminaban entre los pasillos mirando el revoloteo de caras y ojos alegres que los saludaban con inocencia.

—Estar aquí me hace sentir rejuvenecido —dijo el sacerdote Shura aunque con una expresión siempre serena.

—Es el efecto que suelen tener los jóvenes en las almas viejas como las nuestras —bromeó Shun mientras revolvía el cabello de un muchacho que pasaba a su lado con algunos cuadernos entre sus brazos.

—Le agradecemos de nuevo que aceptara la invitación, Obispo —dijo Saga cuando el muchacho se alejó—, con los eventos recientes nuestros jóvenes han estado algo inquietos, esperamos que su presencia los tranquilice un poco.

—No se merecen, esta es una misión especial, tal como lo dije durante la cena.

—No es solo por eso que ha aceptado mi invitación, ¿verdad? —Sonrió Saga, siempre había una doble intención en Shion.

—No la hay, pero a ustedes no los he visto desde hace más de un año, no se han confesado en todo ese tiempo, ¿Verdad?

—Nos hemos confesado semanalmente, padre —contestó Mu siempre en silencio.

—Les creo, aun así es necesario que se confiesen conmigo.

Saga asintió, no había problemas con ello pues consideraba que no había algún acto atroz en su pasado además así conseguiría la absolución por los pocos pecados que había cometido en ese tiempo. Sin embargo Mu se vio más desanimado con el hecho pero asintió de cualquier manera, no podía negarse a confesarse con el Obispo.

—Padre Mu, usted será el primero.

Por una fracción de segundos en el rostro de Mu se vio una mueca de preocupación pero pronto volvió a portar la máscara de la serenidad. No temía de Shion, sin embargo estaba nervioso por estar frente a su modelo a seguir, la persona que le inspiró a tomar el camino de Dios. Cada vez que se confesaba con él sentía lo mismo.

Ambos atravesaron el salón principal hasta el confesionario en la capilla conjunta que se usaba para orar en ocasiones. Ambos entraron al apartado correspondiente y Mu esperó a que la ventanilla frente a él se abriera, no podía ver en su totalidad al Obispo gracias a la malla en la ventanilla pero sabía que estaba ahí, atento a sus palabras.

—Ave María purísima —Escuchó de la voz de Shion comenzando con el diálogo del perdón a sus pecados.

—Sin pecado concebida —susurró mientras hacia la señal de la cruz.

—El señor está en tu corazón, hijo mio, para que puedas arrepentirte de tus pecados.

—El señor lo sabe todo y sabe que lo quiero —Tragó saliva y tras unos breves segundos en silencio comenzó con tono muy bajo—. Hace una semana que no me confieso y en este tiempo he faltado al sexto mandamiento, padre, he sucumbido ante el placer carnal.

—¿Cuántas veces?

—Más de una vez —susurró avergonzado por lo dicho.

—¿Con alguna de las aldeanas?

De nuevo el silencio en Mu, no solo había fallado al mandamiento al fornicar con alguien más, sino que había cometido actos homosexuales con un jovencito, sin mencionar sus demás actos producto de la lujuria.

—No, fue con un jovencito —La voz del sacerdote se quebró y bajó la mirada, a pesar de la malla sentía que Shion penetraba hasta su alma—. Sé que es incorrecto pero son actos que no puedo controlar, padre, mi cuerpo reacciona aunque lo evito y el jovencito me tienta a hacerlo también, al principio intentaba negarme pero… me es imposible, simplemente cedo cada vez que estamos solos.

—Nosotros somos la guía de la humanidad, padre Mu, pero también somos humanos, te entiendo, tú lo sabes bien.

El cuerpo de Mu tembló, si lo sabía bien.

—Pero tenemos la guía de Dios, su aprobación y bendición. Somos sus representantes en la tierra —De nuevo el silencio, Shion esperó por cualquier cosa que le dijera pero solo escuchaba su respiración algo forzada—, ¿Desde cuándo ocurre esto?

—Hace unos meses.

—Es mucho tiempo, debes orar dos rosarios, padre, esta noche antes de dormir, evita al muchacho y te invitó a hacer un acto de dolor.

—Jesús, hijo de Dios, apiádate de mí que soy pecador.

—Yo te absuelvo de tus pecados, hijo mío, en el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo.

—Amén.

—Puedes ir en paz.

Mu se persignó antes de ponerse en pie y salir del confesionario. Shion salió también y antes de que se alejara lo tomó de la muñeca para que le mirara. El acto tensó al menor que palideció un poco pero se quedó quieto a la espera de los actos del mayor.

—Eres un buen hombre, Mu —susurró mientras se acercaba—, siempre has sido un buen chico.

—Gracias.

—Mu… —susurró Shion mientras acariciaba su mejilla.

Mu se quedó pálido pero fue una caricia que no fue más allá. Shion lo soltó y le dedicó una tenue sonrisa, una diferente, una que le vio hace muchos años cuando el Obispo aún era un sacerdote, líder de la iglesia del pueblo donde Mu habitaba. Esas veces en la sacristía cuando Mu era el monaguillo de Shion.

—Ve a cumplir tu penitencia.

Mu se alejó con paso calmo aunque sentía que su pecho iba a reventar. Sentía el estómago revuelto al recordar esas noches, las que Shion disculpaba como lo hizo unos segundos atrás con su confesión.

“Ellos tenían la bendición y aprobación de Dios porque eran sus representantes”.

Notas finales:

Muchas gracias por leer.

Hay alguien por ahí que dijo que Shion parecía bueno xD no diré nombres pero... que opina ahora? sigue siendo bueno o habrá algo que oculta... ¿Hay alguien que ya sabe qué es lo que oculta? LOL uwu

Shun lo está viendo como un verdadero representante de Dios, hasta Seiya =D ¿Qué pasará?

 

¿Les gustaría conocer la confesión de Saga o paso de ella? xD


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