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Black Vow por Chris Yagami

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Notas del capitulo:

Que creyeron? tampoco tendremos cap hoy?? pues no!!! Algo tarde pero aun es domingo xD

No pude publicar el miercoles porque fue una semana pesada con eso de la celebración del día de las madres en mi escuela ;3;!! pero creo que ya estoy algo libre :'D

El padre Saga camino entre las bancas de la pequeña capillas hasta llegar al confesionario donde el Obispo lo esperaba. Cada año era lo mismo, tenía que confesarse con él, Mu era relativamente nuevo en el seminario por lo que era la primera vez que presenciaba la visita del Obispo, pero para él ya era algo común con tantos años al frente de la formación de esos niños.

Entró al cubículo y tras abrirse la ventanilla comenzó con la oración correspondiente para iniciar la confesión.

—¿Cuáles son tus pecados, hijo? —preguntó Shion cuando Saga se quedó callado por mucho tiempo.

—He cometido actos lascivos con varios jovencitos en este seminario —dijo con total descaro, algo que Shion identificó, lo temía desde un principio.

—Hace un año escuché las mismas palabras de tus labios, padre Saga, lo mismo cada año y lo que me preocupa es que cada vez escucho menos arrepentimiento de tu parte.

—Me arrepiento, padre, sé que son actos indebidos pero no puedo contenerme. Intento no hacerles daño, los amo a cada uno de ellos pero somos humanos con errores también.

—Padre, han llegado quejas a la arquidiócesis de su mal comportamiento, nos ha costado trabajo ocultar lo que ha hecho.

—Padre…

—No queda más remedio que removerlo de su puesto, padre Saga —Sentenció con voz firme, a su ver, había tardado demasiado en tomar esa decisión.

—No sería conveniente, estos niños confían en mi guía, he mantenido este lugar desde hace 8 años, padre Shion, no es mi deseo ser removido, yo…

—La decisión está tomada, padre, he venido personalmente a hacérselo saber: al final del verano usted será asignado a la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús en la provincia de Santa Arya.

Saga se quedó callado, sus manos unidas frente a él apretaron con fuerza y rechinó los dientes. Irse de ese seminario le era inconcebible, tenía demasiados años frente al seminario encargado de los jóvenes que querían seguir el camino de Dios, todos ellos confiaban en él y salir de esas paredes a una provincia desconocida no le causaba emoción alguna.

—Como penitencia a tus pecados… Rece el ave maría veinte veces y ayuna durante cinco días para que se purifique. Y procura no estar a solas con ninguno de los jovencitos. Debemos tener cuidado ahora que la arquidiócesis tiene los ojos sobre usted. Lo invitó a hacer un acto de dolor.

Saga se quedó callado. La penitencia de la oración la había cumplido antes, no le causaba mayo problema pero ¿Cómo mantenerse apartado de los jovencitos cuando todos ellos los rodeaban? Pero si la arquidiócesis estaba tras su caso significaba que alguno de los niños había hablado. Se equivocó con alguno de ellos.

—Jesús, hijo de Dios, apiádate de mí que soy pecador —Susurró sin poder ocultar su molestia pero resignado.

—Yo te absuelvo de tus pecados, hijo mío, en el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo.

—Amén.

—Puedes ir en paz.

Saga se persignó y salió del confesionario seguido del Obispo que llevo sus manos a la espalda para caminar a su lado. Había una sonrisa en su rostro pero Saga no podía imitarlo. Shion suspiró cuando salieron de la capilla y vieron en los pasillos a los niños que ya iban a sus dormitorios.

—Padre Saga, me siento igual de desalentado que tú por esta decisión, era por esto que envié ese mensaje con el padre Mu, debiste escucharla.

—Siempre he intentado ser discreto con estos impulsos, padre.

—Impulsos incontrolables al rodearse de estos niños, ¿verdad? —Murmuró al ver a dos jóvenes en pijamas correr en medio de bromas— Lo entiendo también, he estado en situaciones parecidas pero nosotros no los elegimos, ellos vienen a nosotros.

—Durante el lavatorio yo lo he sentido con dos jovencitos —dijo al cerrar los ojos y recordar ese momento, con esos jóvenes sentados en una fila frente al altar.

Él debía lavar sus pies en memoria de  la humildad que mostró Jesucristo con sus discípulos. Ahí pudo sentirlo, fue una especie de corriente eléctrica que le dijo que ese joven de cabello castaño, Seiya, poseía una luz especial que él debía poseer y al ver en sus ojos y su dulce sonrisa que su corazón era inocente no tuvo mayor duda. Él era el elegido.

Pero cuando lavó y besó los pies de Shun su corazón latió con prisa, sus ojos se humedecieron al ver la luz que brillaba en sus ojos. Él era especial, se había equivocado al elegir a Seiya pero Shun podía ser suyo, su dulce alma debía ser enrumbada por él y no perdería la oportunidad, sería antes de que terminara su momento en el seminario.

—Ellos son especiales, su simple aroma despierta en mi esos deseos.

—¿De quiénes se trata? —preguntó Shion muy curioso observando a los posibles candidatos.

—Shun y Seiya, ambos están en el coro, Seiya es quien se destacó en el juego de football ayer.

—Ya veo… bueno, padre Saga, recuerde lo que hablamos en el confesionario: la arquidiócesis está en su caso porque ellos se han enterado de su actuar.

Una sonrisa de lado de parte del mayor y se retiró observado por Saga que frunció ligeramente el ceño. Entendía lo que significaban esas palabras y estaba dispuesto si eso le permitía poseer la dulzura del joven que había elegido.

En el dormitorio donde los muchachos ya se encontraban listos para acostarse con un último juego antes de que acabara su día, Shun y Seiya conversaban tranquilos en sus respectivas camas antes de que las luces se apagara.

—Me siento mejor ahora que el Obispo Shion está en el seminario y que aceptara ser el instructor en el retiro —sonrió Shun mientras esponjaba su almohada.

—Igual yo pero… dormiremos juntos, ¿Verdad?

—Si tú lo quieres está bien, Seiya —sonrió Shun animado, la sonrisa no se le había borrado desde que el Obispo llegó y Shaka lo notaba, algo que le preocupada debido a la conversación que tuvieron esa mañana.

—Gracias —respondió al recostarse en la cama a la espera de que las luces se apagaran y Shun brincara a su cama y así no los vieran las monjas.

—Shun —llamó Jabú cerca de la entrada donde se encontraba su cama.

Fue entonces que Shun vio a Shaka parado cerca de la puerta, sonriéndole con dulzura como siempre. El corazón de Shun latió con fuerza pero su sonrisa se borró en ese instante, nervioso con el simple hecho de ver su sonrisa.

El joven se acercó al rubio intentando no actuar de manera sospechosa aunque la sonrisa en su rostro debía ser sospechosa además del rubor que sentía en se instante.

—¿Pasa algo? —preguntó en un susurró cuando ya estaba cerca de él.

—Quería hablar contigo, no hemos podido hacerlo en todo el día, no a solas.

Shun terminó de enrojecer por la mención pero asintió a la petición disimulada del mayor y salió del dormitorio para conversar en el pasillo, escondido de los demás alumnos, en especial de Seiya.

—Lo siento, con la llegada del Obispo todo se ha vuelto más animado y ocupado.

—Te veo más feliz —dijo Shaka acariciando su mejilla sonrojada. Amaba cuando se tornaban de ese tono, lo había visto con otros humanos como en la hermana Shaina que conversaba con él de vez en cuando pero en Shun era adorable.

—Lo estoy —dijo con un nudo en la garganta por la cercanía de Shaka—, el Obispo puede traer la paz que hace falta en el seminario, él es alguien superior, está más cerca de Dios que todos nosotros.

Shaka frunció el ceño y apartó su mano con sumo fastidio, uno que no pudo disimular por las palabras que escuchaba de él. ¿Cómo podía pensar que ese sujeto era más cercano a Dios que cualquier otro? Parecía que había olvidado lo que le había enseñado en el claro, pero eso era imposible, él no podía olvidar esas enseñanzas… ¿O si?

—Shun —llamó su atención al ver que bajaba la mirada, desanimado por el desplante del mayor—, ¿No has sabido nada de tu amigo?

Sabía que la mención hacía sufrir a Shun por razones que le gustaría conocer pero necesitaba saber si el demonio lo había engañado y ya había olvidado lo pasado con él cuando poseía sus dos alas, todas sus enseñanzas respecto a los errores de su religión y la verdad en cuanto a Dios.

Shun le miró un par de segundos antes de que una sonrisa tenue y triste apareciera en su rostro, suspiró con pesadez y negó un par de veces.

—No, creo que ya no sabré nada de él jamás —dijo apesadumbrado al apoyarse en un muro y mirar por una de las ventanas que ahí se encontraban—. Debe ser lo mejor pero… aun así me pesa mucho. Llegué a quererlo mucho.

Esta vez fue el corazón de Shaka el que latió con fuerza. ¿Lo quería de verdad? Sabía que no se refería a ese amor que él le tenía al menor pero aun así era un cariño con el que no contaba. De alguna manera eso le emocionaba aunque ya no fuera ese ángel que Shun recordaba significaba que había logrado llegar más lejos de lo que pensó y le daba una leve esperanza de que podía volver a hacerlo.

Tomó su mentón para mirar sus ojos verdes y perderse de nuevo en ellos. Entendía a los humanos, ahora que era uno los comprendía muy bien, comprendía esa poca resistencia hacia los pecados capitales, era muy difícil frenar impulsos cuando tus sentimientos guiaban todo tu actuar, justo como lo que sentía por Shun. Sabía que era un pecado lo que había hecho, renunciar al servicio de Dios solo por amar a un humano y aun así no se arrepentía de haber vendido la mitad de su alma para ello.

Sin siquiera intentar evitarlo se acercó lentamente a los labios de Shun, observando su rostro pálido pero sonrojado, sus ojos asustados, sintiendo ese temblor nervioso por su cercanía, pero no se detuvo, mucho menos cuando Shun observó sus labios y cerró sus ojos para dejarse llevar también. Si alguien lo veía no importaba, podían dejar el seminario juntos, él cuidaría de Shun de todo mal que pudiera aparecer.

Ya no fue solo una presión de labios, los lamió provocando que Shun separara los suyos y fue cuando su lengua entró con una navaja húmeda a la boca del menor. El joven no se apartó, sus manos se posaron con algo de duda en el pecho de Shaka y comenzó a mover sus labios contra los delgados del rubio. Ya que importaba, lo quería y no podía evitarlo, el ángel se lo dijo: los hijos de Dios debían amarse, sin importar que fueran hombres o mujeres y él amaba a Shaka.

Las manos de Shaka se posaron en su cintura y lo atrajeron con delicadeza a su cuerpo y así rodearlo con sus brazos sin dejar de besarlo. El joven no se negó, suspiró al sentirse rodeado de su cálido abrazo,  su estómago daba vueltas y no parecía querer detenerse. Por un momento pensó que su corazón se quebraría en miles de pedazos por la emoción.

Cuando el beso se rompió Shun sentía que la cabeza le daba mil vueltas y no le importó. Shaka pensó que se apartaría y saldría corriendo como lo hizo las últimas veces pero no fue así, sus intensos ojos observaron el miedo en los de Shun pero no parecía querer huir, para su sorpresa cerró los ojos y se puso de puntas para iniciar con una nueva unión de labios, algo que el rubio no rompió. Estaba maravillado por saber que fue Shun quien deseó besarlo y no desaprovecharía esa oportunidad, podía llegar a él, no solo como el ángel que Shun recordaba, sino como el humano que lo acompañaba y lo protegía ahora.

—¡Shun! —gritaron del otro lado del pasillo y fue como un interruptor que logró que ambos se apartaran— ¡Shun!

Shaka liberó al menor y este lo observó un par de segundos con una extraña expresión en su rostro antes de comenzar a avanzar hasta donde lo llamaban.

—Shun —llamó Shaka antes de que se marchara, el joven solo se detuvo y lo observó —aun… aun te debo esa comida en el claro.

Shun parpadeó y sonrió nervioso ante la propuesta, si la recordaba pero no había podido llevarse a cabo por el aviso de la vista del Obispo, pero ahora que ya estaba ahí tendría algo de tiempo libre.

—Mañana —aceptó al darse la vuelta y dejar a Shaka solo.

Shun dio la vuelta en el pasillo donde se encontraba la puerta de su dormitorio, la hermana Shaina estaba ahí, se veía preocupada.

—¿Qué ha sucedido, hermana? —Preguntó nervioso, los demás seminaristas estaban ahí con ella, parecían preocupados.

—Shun, ¿Dónde te has metido? —Tomó su muñeca para encaminarlo por el pasillo —vamos, te necesitamos.

Shun no hizo mayores preguntas, solo caminó preocupado pensando de inmediato en Seiya. Primero en que algo más había pasado y era culpa de Seiya, no habían pasado de nuevo esos incidentes desde que se acercó más a él pero sabía que seguía siendo inestable pero no, estaba bien, acababa de sonreírle y decir que estaba emocionado por la visita del Obispo, no podía haber hecho nada. Entonces pensó en que tal vez él era quien estaba en enfermería. ¿Pero cómo podía ser si lo había dejado solo por un par de minutos?

Cuando se acercaron a enfermería pudo ver afuera al padre Saga conversando el padre Shura, los dos parecían alarmados por alguna razón, una razón que Shun comprendió cuando pudo escuchar unos quejidos que provenían de la habitación.

—¿Qué sucede? —preguntó comenzando a asustarse, esa persona parecía sufrir mucho.

—Entra Shun, te estábamos esperando —dijo Saga animando al chico a entrar.

Al entrar vio al padre Mu sosteniendo la mano del Obispo que se retorcía de dolor, su frente estaba sudada y respiraba agitado en medio de sus quejas.

—Hijo, que bueno que estás aquí —exclamó Shion con una clara mueca de alivio—. Padre Mu, por favor, déjenos solos.

—Si, padre.

Cuando Mu se fue Shion intentó incorporarse pero un fuerte dolor lo regresó a la cama, Shun podía ver que se sujetaba el bajo vientre pero no entendía para qué lo quería ahí, no podía ayudarlo, no era médico y no sabía que era lo que le pasaba.

—Padre, ¿qué le pasa? ¿qué puedo hacer yo?

—Hijo —llamó Shion al tomar la pequeña mano de Shun entre las suyas, eran tan suaves, solo sentirlas le hizo pasar saliva—, tengo un padecimiento, Dios me ha dado esta cruz, en su infinita sabiduría ha decidido que debo cargarla por algún pecado cometido en mi juventud.

Shion se incorporó y se quitó las mantas de encima, solo entonces Shun pudo ver que llevaba los pantalones abiertos pero no fue eso lo que lo inquietó sino que entre sus piernas se erguía su miembro algo que incomodó a Shun de inmediato.

—Padre, yo…

—Tu puedes ayudarme, tus manos son suaves, hijo mío.

—N-no —murmuró nervioso y asustado—, yo no puedo.

—Confío en ti —Repitió tomando la mano de Shun que no se resistió.

Shun miró a otro lado cuando el padre Shion acercó su mano a su entrepierna para animarlo a ayudarlo pero no se atrevía, era un acto indebido, era un sacerdote.

—Ayúdame, hijo —habló Shion con esa mueca de nuevo—, esto no es placentero para mí, es doloroso como nada, por eso debes ayudarme.

Lo miró una última vez y cerró los ojos. Era el obispo, no había nadie más cercano a Dios que él en esas instalaciones, él no mentiría ni le obligaría a cometer esos actos si no era por una buena razón, aunque le causara repulsión si él podía ayudarlo quería hacerlo.

Shion gimió por lo bajo cuando la mano de Shun se posó sobre su miembro y sus dedos lo rodearon. El mayor no perdió tiempo y con su mano lo ayudó a moverla de arriba abajo acariciando todo su tronco. Fingía que le era doloroso pero estaba disfrutando de sus suaves manos, siempre era placentero pero su papel era el de un paciente con dolor.

Shun pudo hacerlo solo después de un par de minutos, mantenía sus ojos cerrados pero sentía nauseas y miedo de lo que estaba haciendo, a pesar de que el padre Shion no dejaba de quejarse por el dolor que ese padecimiento le causaba él no dejaba de sentir culpa por ello.

—Hijo —llamó Shion provocado que Shun abriera los ojos y le mirara —, tu boca, usa tu boca, por favor.

—¿Qué? —preguntó con pavor por tal sugerencia.

—Tu saliva aliviará el ardor, hazlo por mí, por favor.

Al principio dudó, sus manos dejaron la entrepierna del mayor y las llevó a su pecho. Sentía mucho miedo y tenía dudas pero a la vez deseaba ayudar mucho con ese dolor al obispo.

—Apaga la luz si eso te hace sentir mejor —Sugirió Shion.

El menor se puso en pie y caminó al interruptor sin dudarlo, era mejor así, no tener que ver lo que hacía ni ver nada más, que el obispo no lo viera tampoco, así se sentiría más seguro. En medio de la oscuridad regresó hasta colocarse junto al obispo y con temor volvió a tomar su entrepierna con sus manos. Suspiró angustiado hasta que sintió la mano del mayor en su cabeza, animándolo a seguir adelante.

Cerró los ojos con fuerza y se acercó lentamente hasta rodearlo con sus labios. De inmediato sintió que iba a devolver el contenido de su estómago pero lo resistió al pasar saliva. De nuevo fue Shion el que comenzó a guiarlo en un suave vaivén. Shun podía escuchar sus quejas pero no podía ver esa sonrisa en los labios del obispo ni como se pasaba la lengua por estos por haber conseguido su propósito tan rápido. Ese chico era muy crédulo.

Era torpe, Shion se daba cuenta de ello lo que aumentaba su excitación, eso le hacía saber que era la primera vez que hacía algo así, un chico virgen e inocente, tal como Saga lo había dicho.

Fue un momento eterno para Shun, no sabía cuánto tiempo tenía que hacer eso para que el obispo se sintiera bien pero quería acabar ya, su estómago no lo resistía más.

Cuando Shion llegó al clímax no dudó en vaciarse en la boca de Shun quien se alejó apenas sintió ese líquido caliente salir del pene del mayor. Llevó sus manos a su boca al sentir unas incontrolables ganas de vomitar, sabía qué era y le causaba repulsión, no pensó que fuera a eyacular en su boca.

—Hijo, tranquilo —Animó Shion colocando en sus labios un vaso de agua para ayudarlo—. Bebe esto.

Shun obedeció, bebió el agua pero tuvo que escupir varias veces, fue Shion el que le ayudó a caminar hasta el lavabo para que pudiera lavarse la boca como deseaba. En medio de lágrimas Shun se enjuagó las manos, la cara y la boca antes de que Shion le dijera que podía irse.

De nuevo obedeció sin decir nada. Fuera vio a los tres sacerdotes que lo observaron con una mueca extraña, una que le hizo sentir avergonzado y con ganas de desaparecer. Bajó la vista y se dirigió con prisa hasta el dormitorio.

—¿Shun? —preguntó Shaka que lo esperaba cerca de la puerta

Pero Shun no le contestó, pasó de largo hasta llegar a la cama de Seiya donde se metió comenzando a temblar. El movimiento despertó a Seiya.

—Shun, ¿Qué ocurrió? ¿Para qué te quería la hermana Shaina?

Shun negó con la cabeza y se encogió en la cama, escondiendo su rostro en el pecho de Seiya. No podía decir lo que hizo, nadie podía saber lo que se había atrevido a hacer para ayudar al obispo, aunque fue por buena fe nadie debía saberlo.

—¿Shun? —preguntó Seiya de nuevo comenzando a preocuparse— dime… ¿Fue el padre Saga?

Shun volvió a negar con la cabeza resistiendo sus sollozos.

—No pasó nada, duerme, Seiya.

No lo convenció, Seiya sabía que algo pasaba pero de nuevo no le diría nada. Podía intuirlo, él había pasado por eso pero jamás pensó que esa víbora estuviera de acuerdo con Saga para ayudarlo a faltar a su promesa.

Shaka observó desde la puerta hacia la cama donde los dos jóvenes dormían. Cerró la puerta y frunció el ceño, si tan solo poseyera sus dos alas podía limpiar esa mala aura que llevaba encima, si pudiera detectar a ese demonio podría combatirlo pero era tarde, como humano no podía ayudar a Shun tanto como lo hubiera conseguido siendo un ángel.

Notas finales:

Se acabó lo de la visita xD un día que tuve que poner en tres caps :v Shion es importante e3e

Cada vez que Shaka logra acercarse a Shun llega alguien y lo destruye YvY

Qué pasará en el picnic del miercoles? Lo que Shion hizo traerá graves consecuencias en la decisión y fe de Shun pero... será para bien???

Espero puedan dejarme un rev. Saludos!!


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