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Black Vow por Chris Yagami

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Notas del capitulo:

Al final no supe como poner más del sacerdote Y_Y lo lamento...

Espero que lo disfruten igual e3e

Esa semana había sido muy mala para todos pues el clima era impredecible, pero era especialmente terrible para el joven de cabello verde desde la visita tan cruda que había tenido de su familia. Estaba feliz de poder verlos de nuevo después de tanto tiempo, pero nunca esperó que las cosas terminaran así. Ikki se comportó extraño todo el tiempo, procuraba no quedarse a solas con él y por nada del mundo quería tocarlo.

Había sido devastador para Shun ser rechazado por una de las personas más importantes de su vida. Cuando dejó la casa quiso hacerlo antes de que Ikki regresara del colegio militar pues sabía que si preguntaba difícilmente iba a poder mentirle y no quería hacerlo. Pero no bastó, nunca pensó que Hyoga lo buscaría aunque le había dejado en claro que lo ocurrido no se podía repetir jamás. Y ahí estaban las consecuencias.

¿Y si Ikki se lo decía a sus padres? O si la iglesia se enteraba seguramente lo excomulgarían. Debió rogarle a Ikki para que guardara el secreto. ¿Qué iba a hacer ahora?

Pasaba las noches en vela, no podía descansar y estaba distraído en clase y durante sus deberes. Incluso el ángel se había percatado de su estado de ánimo pero por más que preguntó, Shun solo le dijo que había tenido una conversación desagradable con su hermano mayor.

Shaka buscó en su corazón, tenía que saber el o motivo de la falta de sonrisas en ese rostro de porcelana, pero lo único que encontró fue miedo y repudio por sí mismo. Shun se detestaba y si tan solo pudiera saber la razón, Shaka le podría ayudar a ver la excelente persona que él era.

El sacerdote Mu se dio cuenta de que Shun estaba decaído desde la visita de su familia y le incitó a confesarse con él pero Shun insistía en que no había pecado que revelar, simplemente no había quedado bien con su hermano y eso lo ponía triste. Obviamente eso no lo creyó por lo que lo comentó con el sacerdote Saga y algunos seminaristas al igual que el caso de Seiya.

Esa mañana mientras los seminaristas tomaban la clase de teología bajo un árbol, la lluvia comenzó a caer sobre sus cabezas de manera repentina, provocando que la clase terminara antes de lo previsto y a rápida carrera todos buscaran refugio en los edificios hasta resguardarse de las frías gotas.

Aunque a Shun le gustaba mucho mojarse bajo la lluvia, en esa temporada no era para nada recomendable puesto que su delicada salud se vería perjudicada por el aire frio, así que corrió junto a sus compañeros para buscar refugió.

La lluvia arreció de la nada y el viento soplaba con fuerza por lo que muchos de los seminaristas tuvieron que quedarse al resguardo de los árboles del jardín para esperar a que la pequeña tormenta redujera su fuerza y les permitiera terminar la carrera hasta las instalaciones del seminario.

Shun quedó debajo de un árbol acompañado de Seiya, lejos podían ver a otros compañeros debajo de las ramas de un gran árbol más cercano al edificio. Ellos reían divertidos por la situación presentada, pero ellos no podían hacer lo mismo puesto que el ánimo del más joven de ambos no les permitía relajarse. Shun se sentía tenso siempre a su lado pero a Seiya lo tenía sin el menor cuidado. Llevaba ya muchos días con esa actitud.

—Tengo frio —dijo Shun al abrazarse a sí mismo con la intención de tener un tema de conversación.

—Podemos acurrucarnos en la base del tronco —Sugirió su amigo.

Seiya caminó hasta sentarse apoyado en el tronco del árbol y Shun hizo lo mismo, muy cerca de Seiya para poder darse calor mutuamente y al mismo tiempo resguardarse del viento helado.

—Últimamente no conversamos mucho —murmuró Shun abrazando sus piernas, apoyando su cabeza en el hombro de su amigo.

—Lo lamento.

—Seiya… ¿Qué tienes?

—No es importante…

Shun se mordió los labios preocupado, quería saber en qué podía ayudar a su amigo pero si él no le decía nada dudaba poder hacer algo para animarlo y de verdad quería intentarlo.

—Aquel día… te escuché hablando por teléfono con tu mamá en el salón principal.

Seiya se tensó, Shun se pudo dar cuenta de eso de inmediato.

—¿Qué escuchaste? —preguntó Seiya sin levantar el tono de su voz, pero claramente estaba nervioso.

—Decías que te querías ir… ¿Por qué quieres irte? ¿Tan malo es?

—Eso —dijo Seiya un poco más aliviado—. No estoy aquí por mí, sino por mi madre, Shun, ya te lo había dicho.

—Lo sé… es solo que te extrañaría mucho, eres mi mejor amigo. ¿Tan mal lo pasas aquí?

—Si —La respuesta inmediata de Seiya, dada en un murmullo lastimero mientras observaba las gotas de lluvia caer.

—¿Te irás? —preguntó Shun después de unos segundos en silencio. No podía creer que Seiya detestara tanto su estadía en el seminario.

—No, mi madre se negó a llevarme con ella el día de las puertas abiertas… No me quiso creer —Su voz se entrecortó mientras recordaba las palabras de su madre—. No quiero estar aquí.

—¿Por qué no?

Seiya no dijo nada más en mucho tiempo, parecía pensar en algo. Shun se incorporó un poco y le miró atento. En sus ojos podía ver que estaba muy triste y dolido por alguna razón pero no quería decirlo, ¿Qué podía hacer al respecto?

—¡Seiya! ¡Shun! ¡Rápido ahora que la lluvia cesó un poco!

El padre Saga se encontraba debajo del pórtico animando a los demás chicos a correr hasta el seminario. Los dos jóvenes se pusieron de pie y atendieron la indicación, con prisa corrieron bajo la suave lluvia que a pesar de todo consiguió empaparlos por lo que fueron de inmediato a las duchas.

Ese día no pudo ir al claro para visitar al ángel a pesar de decirle que iría diariamente.

Al día siguiente, Shun se dio cuenta que no había corrido lo suficientemente rápido para evitar enfermar. Ahora estaba en cama; con fiebre alta, escalofríos y fuertes estornudos que ya le tenían irritada la nariz y garganta; realmente detestaba enfermar.

El doctor le había dicho que no debía levantarse de la cama en todo el día y que tenía que mantenerse arropado, lo que no refutó pues su cuerpo estaba tan adolorido que no deseaba moverse un milímetro pero no así su mente.

En sueños; producto de su alta temperatura y ese pesar que no podía dejarlo en paz; veía a su familia feliz cuando él se convirtiera en sacerdote, pero también veía a Hyoga, esa sonrisa que siempre le dedica y la mirada que le hacía estremecer, estaba feliz de verlo de nuevo. Pero de la nada su hermano apareció interponiéndose en su visión, estaba molesto y sus padres dejaban de sonreír para reclamar lo que había hecho.

De pronto le dieron la espalda tras decirle que estaban avergonzados de tenerlo como hijo, lo desconocían como tal. Shun quiso darles alcance en una rápida carrera pero no podía acercarse, solo veía la espalda de su familia cada vez más lejos y por más que los llamaba ellos no se giraban para verlo, ni siquiera su hermano.

Abrió los ojos asustado con una terrible angustia en su pecho. ¿Por qué tenía que enterarse de eso justamente su hermano? Hyoga no tenía ningún derecho a hacérselo saber, por más que dijera que lo quería debía saber que no podrían jamás tener algo que estaba en contra de todo lo natural. Hyoga estaba mal.

El sueño se repitió durante ese día cada vez que intentaba reconciliar el sueño. La enfermera le ponía compresas en la frente para bajar la temperatura pero no parecía funcionar. Shun lo sabía, necesitaba ir al médico para recibir el medicamente que necesitaba o iba a empeorar, era lo que pasaba cuando se resfriaba.

Por la mañana, aun entre sueños sintió la llegada de alguien a la enfermería. Se sentó a su lado y parecía tomar su temperatura porque colocó su mano en su frente. Tal vez era la enfermera que quería saber el avance. Pero pronto esas manos acariciaron sus mejillas y su cabello. Era un tacto extraño que le hizo quejarse y fruncir el ceño.

Pronto se perdió en la inconsciencia de nuevo, pero aun podía sentir esas manos en su rostro, su cuello y en su pecho.

Cerca del mediodía sintió una suave brisa en su habitación, pesadamente abrió los ojos y sonrió al encontrarse con una mirada azul como el cielo y unos cabellos dorados que enmarcaban el delicado rostro de Shaka.

—Hola —saludó feliz al ser que durante semanas había estado cuidando cuando una de sus alas estaba herida. Pero ahora estaba recuperado del todo, estaba feliz de que pudiera visitarlo en el seminario.

—Shun, ¿Qué te sucedió?

Shaka se acercó a la camilla para observarlo mas de cerca. Estaba sonrojado ligeramente como aquella vez en el claro cuando los sorprendió la lluvia, pero ahora parecía pálido también, sus labios estaban resecos. Estaba preocupado pues no había visto a Shun en todo el día por el seminario junto a sus compañeros. No le fue difícil seguir su aura hasta la enfermería.

—Los humanos enfermamos seguido— explicó con una sonrisa justo antes de estornudar—. No me he sentido muy bien.

Shaka miró el frágil cuerpo debajo de la sábana blanca. Sabía lo etérea que podía ser la vida humana, y no quería que justo él pasara por algo así, quería que Shun siguiera con vida para poder seguir apreciando su sonrisa y esos ojos puros. Era un completo desperdicio que un humano así pereciera, por otro lado, también estaban los sentimientos que tenía hacia el menor. Eso le asustaba, si él moría regresaría a su Dios y entonces no podría verlo en años, tal vez décadas o siglos.

Por primera vez temía que un humano perdiera la vida. Siempre le había parecido parte del ciclo natural de las cosas pero ahora que había conocido a Shun y enamorado de él no iba a permitir que todo terminara así.

—No se preocupe, estaré bien— aseguró Shun cuando se dio cuenta del semblante preocupado de Shaka.

Curvó sus labios rosados y delgados en una sonrisa pequeña para que dejara de preocuparse por algo así. Sanaría, estaba seguro que no moriría por un resfriado aunque ahora mismo se sentía morir.

—Puedo hacer que así sea—dijo Shaka sin permitir que Shun siguiera hablando.

El mayor se acercó a él y colocó una mano en su frente, con una sonrisa hizo saber a  Shun que tenía que cerrar los ojos unos segundos. Él obedeció y enseguida sintió que algo recorría su cuerpo, una especie de paz que por poco le hace perder la conciencia. Pero fue algo que duró un par de segundos, el malestar desapareció en poco tiempo y cuando el joven de nuevo abrió los ojos, contempló la sonrisa extraña en el ángel, esa que siempre le dedicaba.

—No tenía por qué hacerlo—Se incorporó agradecido, sonriendo de nuevo como siempre.

No había fiebre, dolor de cabeza, garganta irritada o cualquier otro malestar. Se había recuperado gracias a Shaka, era lo único que entendía.

—Quería hacerlo —murmuró el mayor acariciando sus mejillas ahora en ese tono perlado que tanto le gustaba.

Shun le miró largamente. Cada vez era más difícil para Shaka resistirse a esa sonrisa. Ese niño poseía algo que le atraía de esa manera enfermiza, como jamás lo había conseguido nadie más.

—Ángel Shaka —llamó Shun sacándolo de su trance.

—¿Sucede algo?

—Yo… —Shun mantenía los ojos cerrados, recostado en la camilla con las manos en su pecho, parecía meditar en algo— cuando… cuando mi momento llegue… de ir al lado de Dios. ¿Podré ver a mis seres queridos?

—¿Verlos?

—Si… ¿Cómo es el paraíso? Nos enseñan que es un enorme jardín muy bello donde viven las almas de los justos después de la muerte. Podremos gozar de felicidad completa y de la presencia de Dios o los dioses. ¿Es así? ¿Al morir estaremos todos allí para vivir eternamente?

Shaka se quedó callado y de nuevo Shun comprendió que era algo que no podía saber pues estaba prohibido para los ángeles el revelarlos.

—No es así —contestó Shaka a pesar de todo— Ustedes son una fuente de luz que nunca debe apagarse, cuando los demonios los han corrompido demasiado son purificados por la bondadosa luz de Dios para volver a la tierra.

Se quedó callado. ¿Volvían a la tierra purificados? Entonces... ¿Todos los humanos tenían mas de una vida? Había tantas cosas que la iglesia no les decía y que siempre le confundía.

—¿Ustedes también son deben ser purificados?

—Nosotros despedimos luz propia —sonrió Shaka— ustedes no pueden hacer eso. Te lo dije, la ambrosía y el néctar nos purifican.

—Lo recuerdo… ustedes son eternos… diferentes a nosotros —Shun se quedaba lentamente dormido, a pesar de ya estar sanado había pasado muy mala noche así que estaba agotado, no podía más.

Shun tenía razón, ángeles y humanos eran diferentes aunque todos habían nacido de la luz blanca de Dios.

Dios había prohibido que ambos convivieran juntos por alguna razón que no era de su conocimiento, así como también prohibió que los dos estuvieran juntos pero desde que conociera a Shun le dejó de importar el mandato de Dios: ángeles y humanos no debían estar juntos...Pero él realmente quería estar a su lado. Deseaba al humano Shun y no renunciaría a él. Retaría al mismo Dios por ello.

Notas finales:

Qué les parece el pobre de Seiya... asjdkjasd me emociono porque en el capítulo 11 se viene algo!!... asjdgaskj

Espero lo hayan disfrutado mucho e3e

Saludos.


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