Acaso, ¿Soy un demonio?
Takato estaba en su habitación observando una fotografía que siempre llevaba consigo: Un chico de cabellos castaños color chocolate y ojos de un azul con tonalidad zafirea; su novio, Ryo Akiyama, sonreía dulcemente para la cámara. A su lado, Takato se encontraba abrazandolo con la misma sonrisa grabada en su rostro. Aparte a modo de collage se hallaba otra imagen yuxtapuesta del ojiazul pero completamente solo y en una pose diferente; ojos cerrados y labios dispuestos, Ryo le mandaba un beso a su novio para que le recordara siempre. “Te amo, Takato-chan” estaba escrito al respaldo de la imagen.
Dos joyas me miran de un azul intenso
Un color que inspira mil y un sueños
Por el en mi corazon guardo inmenso
Un amor prohibido, por los anhelos.
De repente recordó el día en que fue tomada la foto del abrazo, habían encontrado una máquina para tomarse fotos instantáneas en la calle. También recordó que cuando salieron cogidos de la mano, un hombre adulto los había mirado asqueado. A Takato no le importaba lo que le dijeran en la calle, siempre que caminaba con Ryo cogido de la mano muchos los abucheaban, otros los miraban con rechazo y algunos pocos aplaudían y les sonreían. A pesar de la discriminación, el sonreía, pues se sentía seguro junto a su amado y siempre el calor de su mano le transmitía un valor único.
Muchos critican lo desconocido
No aceptan que lo bueno es ajeno
Poco o nada ellos saben del mundo
Creen que lo nuevo no es cotidiano.
Takato sacudió su cabeza para alejar aquellos pensamientos de su cabeza, tenía planes para aquella noche y nada debía distraerlo. Tenía que alistarse y ponerse su mejor ropa, pues Ryo lo había invitado a comer a un restaurante alejado de su hogar por lo que perder el tiempo no sería una buena idea. Takato escondió la foto de su novio dentro de un cajón para que ninguno de sus padres lo viera, puesto que su familia era extremadamente conservadora. Takato no se arriesgaba a que descubrieran lo que sentía, sus padres sabían que aquella noche se quedaría en la casa de su “mejor amigo” Ryo, algo normal para los chicos de 13 años. Sin perder más tiempo el niño se duchó y se alistó en menos de una hora y , con la ropa elegante escondida bajo una pesada chaqueta, partió feliz a su cita con el ojiazul que le enloquecía.
Camino feliz, con mi mente fugaz
En tu lindo rostro que me encamina
Hacia una dulce luz que me da paz
Takato llegó boquiabierto al inmenso lugar, un restaurante lujoso y exclusivo ( y de seguro nada barato) localizado en el centro de la ciudad. Ryo lo estaba esperando, vestido de manera elegante y deslumbrante, causando impacto en su “Takato-chan”. Ambos con una sonrisa radiante ordenaron la cena, se tomaron de las manos, se dieron un beso y comenzaron a platicar. Así; entre charlas y dulzuras, entre besos y comida; la noche transcurrió tranquila. Ryo, quien había trabajado arduamente durante lo transcurrido del verano, pagó la exuberante cena; contento de que su trabajo no hubiera sido en vano para ver la dicha en el rostro de Takato. Ambos regresaron a la casa del peli-castaño, y aprovechando que los padres de el mayor no se encontraban… Ryo se dispuso a cerrar la noche con broche de oro. Guiando a Takato a su cuarto, lo empezó a besar y a desvestir suavemente; el menor, apenado pero contento, se dejó guiar por la mano de su amado… y así disfrutaron expresando su amor, siempre con cuidado y con devoción, y aquella inolvidable noche termino.
Si estoy enfermo eres medicina
Y agrado de tu ansia perspicaz
Por eso solo tu eres mi vitamina
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Takato despertó junto al cálido cuerpo de Ryo que ya se encontraba despierto, despertaron ambos desnudos y abrazados, luego de haber tenido su primera vez junto a la persona que más amaban… que más anhelaban… que más atesoraban. Ambos se miraron mutuamente sonriendo, luego se bañaron juntos, se vistieron y prepararon el desayuno juntos. Así, la mañana transcurrió tranquila; jugaron algunos videojuegos; vieron algunas caricaturas; y ,por supuesto, se besaron, abrazaron y acariciaron diversas veces aprovechando la soledad. Finalmente Takato salió hacia su casa no sin antes recibir un apasionado y duradero beso de su novio. Con una gran sonrisa en su rostro y con sueños en su mente llegó a su casa, subió a su habitación y se acostó observando el techo. Sin embargo, su tranquilidad no duró mucho, una figura apareció en su puerta y la cerró con fuerza; La madre de Takato sostenía algo en sus manos: una fotografía de un par de chicos abrazados, y con lágrimas en la cara le pregunto: “¿Qué es esto?... ¿Acaso es tu noviecito?”
Mi corazón se detuvo en seco
Un dolor punzante sentí en el pecho
Y continuaba recordando el eco
Mientras añoro volver con él al lecho.
“¿Qué es esto Takato??!... ¿porque estas haciendo esto? ¿Acaso no te das cuenta de lo que te esta pasando? no eres tu, no es un sentimiento de verdad… es un pecado... algo del infierno. Va en contra del orden… de la naturaleza… ¿acaso lo entiendes Takato?” Takato no sabia que decir, callado y triste, seguía mirando el techo. “Mirame!... mirame Takato… ¿porque lo haces?” Imperado por la circunstancia, el niño enfocó sus ojos al rostro lloroso y enojado de su madre. Un nuevo ardor sintió en sus ojos y siguió callado mientras continuó oyendo los reproches injustificados… “Esto esta mal!! Entiendelo!!... te amo hijo… pero, no puedo permitir que esto suceda. Eso que te esta pasando no… no eres tu… rezare por ti… y ahora mismo iremos al templo, a ver si… si se te quita eso…”.
Camino lento mientras siento sus ojos
Y me pregunto si acaso soy un demonio
Un espíritu, del mal como aquellos
Acaso soy de los que trae infortunio.
Los días que siguieron fueron un infierno; presionado y angustiado, Takato no sabia que hacer ni que decir. Silencio era lo único que el podía expresar ademas de sentírse vacío y desolado; charlas de su madre y de otras personas que no conocía en las que lo tildaban de algo ajeno a lo bueno, de alguien anormal y en contra de todo lo demas… lo hacian sentir como si fuera un espíritu caotico... un ente del mal; por su parte, Ryo fue alejado de Takato, sus padres decidieron alejarse de la ciudad de Tokio al enterarse de su relación; finalmente Takato devastado, fruto de la desesperación y la presión, buscaba consuelo en la soledad de su habitación.
No se que hacer ni a donde ir
Debo pensar bien, si este es mi fin,
La única manera para dejar de sufrir.
Takato subía los escalones de una torre, el dolor de su pecho había incrementado y parecía subir gradualmente con cada paso que daba. Visiones lejanas de un recuerdo añorado y vagos sonidos de un pasado ya perdido inundaban su mente. En oposición lograba oír los gritos de la gente, sus explicaciones tontas con sus ángeles y demonios, todos dejando claro que ya no era su hermano… que había dejado de ser humano. Llegó a una terraza solitaria, el cielo parcialmente nublado dejaba escapar pequeños rayos de luz, las nubes daban frescura al ambiente y el viento soplaba agradable al tacto. Desde el barandal se alcanza a ver el ir y venir de las personas en la ajetreada Tokio, el horizonte lucía limpio y claro permitiendo vislumbrar el océano a lo lejos. “Desearia que mi vida estuviera asi, hermosa, vislumbrante… en calma…. deseo… estar… en paz” fue lo último que pronunció, en el momento que subió al barandal… el último movimiento de sus labios… y el último mensaje que nadie mas conocio…
Un inhumano fichado caído por fin
Un espíritu maligno va a morir
Así el demonio del terror llegó a su fin.
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