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Parte de ti por Lilith Lawless

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Notas del capitulo:

¡Disfruten la lectura!

~*~

—Espera... ¿Qué? —preguntó sin creerlo. Acaso, ¿Había tomado la decisión de estar con él bastante tarde?

 

—Lo que acaba de escuchar —dijo, para mirar a otro lado

 

El adolescente se quedó petrificado, miles de pensamientos atravesaron su cerebro, pero uno en especial le hizo darse cuenta de una cosa: Jamás iba a perder a Sebastián

 

—No me importa —dijo —, Eso es irrelevante ahora. Te prometo hacer de los días que te queden un disfrute, pero tienes que poner de tu parte

 

—¿Eh? Perdone, creo que no escuché

 

Ciel rodó los ojos y dió una sonrisa, se veía extraño, pero en verdad se preocupaba por él y es que Sebastián le salvó, le ayudó, se encargó de él cuando pudo únicamente matarlo; siempre le había soportado y eso era ya un récord. Se inclinó para abrazarlo, tratando de decirle sin palabras que lo quería.

 

Sin contenerlo más, Sebastián, una vez recobrada la postura, se acercó hasta el adolescente y plantó un delicado, dulce y tierno beso en sus labios, ¿Y cómo no hacerlo? Si aquella respuesta nunca la hubiese esperado, era como lo que sus contratistas llamaban "Sueño imposible". Instantáneamente soltó una sonrisa, asintiendo con lentitud, tal vez, tan solo tal vez, la felicidad no era un espejismo.

 

Los días fueron pasando y con ellos aumentaba la debilidad de Sebastián a tal punto que dormía casi todo el tiempo y le daban ataques de tos por la noche. Ciel, por su parte, ayudaba en las tareas de la mansión e iba personalmente a conseguir pruebas para resolver el misterio de "Una rosa para dos", como le habían puesto al encontrar siempre una rosa entre las parejas de cadáveres que aparecían. Esa tarde, tenía que ir a ver al dueño de la funeraria, por un nuevo par de cuerpos hallados cerca de un hermoso lago, con la particularidad que éstos se encontraban tomados de las manos.

 

Encaminó hasta su habitación, sitio donde el pelinegro se quedaba desde hacía casi una semana, para ser exactos, seis días. Tocó la puerta, aun sabiendo que no obtendría respuesta; entró con calma, admirando la figura de su mayordomo; pálido, ojeroso, durmiente, descansar en su cama.

 

—Iré con el dios de la muerte, no tardo —dijo con seriedad, dando un beso a la mejilla del mayor

 

Le dolía verle así, prácticamente derrotado. Hasta cierto punto, extrañaba la rara y burlista forma de ser que tenía Sebastián. Mientras se retiraba de la habitación una pregunta le hizo detenerse. ¿Acaso en algún momento conoció realmente a su mayordomo? Negó lentamente y unas palabras salieron de sus labios

 

—Estoy seguro que no te conocí de verdad, tal vez esa es la razón por la cual nunca me enamoraré de ti —salió a paso elegante en dirección a la entrada de la mansión, donde le esperaba Tanaka con la carrosa lista para partir.

 

Sebastián sí había escuchado lo último dicho por el conde, entonces, ¿Todo fue una mentira? Si no le quería ¿Por qué correspondía a los besos que le daba? Los abrazos, las mínimas caricias propinadas...

 

Suspiró con pesadez al momento que tallaba sus ojos, no quería compasión alguna, prefería morirse de dolor por un rechazo, ya que las punzadas en su pecho causadas gracias al comentario de Ciel eran peor de lo que nunca imaginó.

 

Se levantó, estaba dolido y pensaba irse, total, su vida se desmoronaba y a él poco le importaba morir o no. Con dificultad caminó un poco, pero antes de llegar a la puerta las piernas le fallaron, logrando tirarle de lleno al suelo; soltó un gemido a protesta por su propia debilidad, ya ni siquiera podía trasportarse a propio pie; se estaba dando por vencido cuando una fría brisa llegó de golpe, junto a lo que daba la apariencia de ser algún moustruo sacado de un pensamiento retorcido en extremo, no era igual a algo que hubiese visto antes.

 

—Ho-la —saludó

 

El otro se quedó quieto, sin responder, ¿Se estaría volviendo loco o eso era real? Bueno, como demonio ya tenía conocimiento de algunas especies no conocidas por los humanos pero 'eso' frente a él no era reconocible, por lo menos no recordaba haber escuchado o leído algo sobre una criatura con ese tipo de características

 

—Dis-culpa, s-so-y t-u ver-du-go —dijo sonriendo, su piel tronaba asquerosamente. El pelinegro le miró, burlón mientras la palabra "Aleluya" surcaba su mente

 

—Aha ¿Y qué? Como si me importara, solo apresúrate, ¿Quieres? Entre más rápido mejor

 

—No e-res e-l pri-mer-o q-ue di-ce e-so —sacó una daga, parecía ser de oro y tenía un precioso diamante encima —. Prometo que no va a dolerte —dijo ahora con las palabras completas, para acercarse lentamente y clavar el utensilio justo en el corazón del pelinegro, que soltó un grito de dolor, grito donde venían sus penas, desde su nacimiento hasta éste momento.

-

A la mitad del camino, Ciel notó como Undertaker caminaba tranquilamente al lado opuesto donde él iba. Le pidió a Tanaka detuviera el transporte y se vio obligado a gritarle para llamar su atención. Una vez le escuchó, el legendario dios de la muerte se acercó hasta el muchacho

 

—Lo lamento conde, hablaremos sobre los cadáveres después, ahora tengo que ir a juzgar el alma de su mayordomo

 

Antes de reaccionar, Ciel ya se encontraba corriendo en dirección a su mansión, si no había entendido mal, Sebastián ya estaba muerto. Ni él mismo comprendía como podía correr y saltar troncos, rocas, caminos sin agotarse a pesar de tener asma y no ser atlético; bien dicen que el cerebro tiene sus prioridades...

 

No tardó mucho en llegar a su recinto, las piernas le dolían pero se mantenía firme; subió las escaleras con dificultad, sin detenerse. Una vez en el tercer piso renaudó su carrera hasta por fin quedar frente a la puerta de su habitación, no quería abrirla, aunque la necesidad de saber como estaba Sebastián fue mucho más fuerte. Tomó el pomo y lo giró lentamente, una vez hizo el sonido de destrabe, la abrío... nadie, no había nadie dentro, pero una enorme mancha de sangre se extendía desde la entrada hasta el balcón. Presuroso, encaminó hasta el susodicho, asomando la cabeza, sorprendido al ver como la criatura de la otra vez estaba en el suelo, arrullando a Sebastián entre sus brazos, mientras éste dormía, o eso quería creer.

 

Tan rápido como subió, bajó; llegando hasta el jardín delantero

 

—¿¡Qué le hiciste?! ¡Suéltalo! —gritó, la figura solo recostó el cuerpo en el césped y desapareció

 

El peliazul corrió hasta él, recostándole en sus piernas

 

—O-oye, dime algo, po-por favor —gimió antes de comenzar a sollozar

 

Fue entonces que unos recuerdos asaltaron su mente: "Al primer dolor sentimental que le causes, lo mataré" ... "Él está enamorado de ti" ... "Estoy seguro de que no te conocí realmente,tal vez esa sea la razón por la cual nunca me enamoraré de ti". Al atar un par de cabos se llegó a la conclusión: El mismo había causado esto; se lo merecía. Comenzó a llorar más fuerte, lo que no quería que sucediera estaba pasando

 

—Conde —llamó el dios de la muerte, quien al parecer acababa de llegar —, No esperaba que reaccionara así

 

Ciel no respondió, solo abrazó el cuerpo inerte de Sebastián, aún sollozaba, pero trataba de calmarse.

 

—Puedo hacer algo por usted — aquel comentario obligó al noble a levantar la mirada

 

—¿Qué cosa? —preguntó

 

—Solo a un dios de la muerte élite puede revivir almas sin necesidad de juzgarlas —al notar la expresión confundida por parte del humano, prosiguió —, yo puedo revivirle, con la misma apariencia pero en otro tiempo

 

—¿También puedes hacer eso conmigo?

 

El de cabello plateado asintió

 

—Usted es de los pocos humanos que me agradan, además, el demonio ya ha pasado por muchas cosas, abusos, golpes, violaciones, todo eso cuando era una humano hace como mil años o más, se merece algo mejor —sonrió

 

Tras un par de horas, el cadáver estaba en la funeraria, dentro de un ataúd rojo lleno de bonitas rosas negras que sabrá quién de dónde habían salido. Undertaker se fue ya que tenía algo que hacer, pidió a Ciel se retirara a descansar, pero éste no quiso moverse de allí, se notaba agotado pero seguía al lado de su mayordomo

 

—¿Sabes? —comenzó a hablar —, sé que es estúpido decirlo ahora... te amo, no me había percatado de ello, es bastante tarde, lo sé, es solo que no podía verte partir sin mencionarlo —recargó la mejilla en una de sus manos —. Pero, nos veremos pronto, yo prometo hacerte feliz, el sepultero me contó parte de tu vida a grandes rasgos, perdona mi ignorancia, lo compensaré, porque es una promesa

 

-

 

 

Despertó con un grito sonoro que seguro molestó a más de un vecino, tocando su pecho intentó regularizar la respiración y calmarse un poco, nuevamente ese sueño tan loco, había aparecido; según su celular eran las cinco treinta de la mañana. Aún recostado pensó, lo recordaba todo a la perfección, el asesinato, su secuestro, el contrato, la muerte de la persona más importante para él, todo recordado desde hacía unos meses que cumplió sus dieciséis años.

 

~*~

Notas finales:

Nos leemos en el siguiente capítulo

PD: Apartir de aquí comienza el AU 


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