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Parte de ti por Lilith Lawless

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Notas del capitulo:

¡Disfruten la lectura! :3

~*~

 

Suspiró con pesar, ya era tarde y no podía darse el lujo de dormir un rato más. Con pereza a niveles catastróficos se levantó de la cama, estirándose un poco y bostezando. Una vez ya más despierto encendió todas las luces de su departamento, puso a reproducir en su celular música aleatoria y lo colocó en unas bocinas regaladas por Rubí, su madre; subió el volumen considerable para no molestar a nadie pero poder escuchar él. El aparato dejó de sonar unos instantes para alertar el tono de recibido. Ciel leyó el mensaje, era de Josué, su padre

 

"Hijo, sé que mañana en la tarde es tu presentación de fotografía, pero no podremos asistir, la jefa de Rubí está de vacaciones y eso significa más trabajo, por mi parte, tengo clases privadas con un grupo de rusos, tu hermano cuidará a tus hermanitas que se enfermaron. Lo lamentamos bastante."

 

Una sonrisa agria se formó en su rostro, <<¿De nuevo? ¿Cuántas veces van? >>. Josué era un profesor de idiomas, Rubí era empresaria, Rafael (su odiado hermano ocho años mayor) aún era universitario, nunca les veía y ellos habían preferido trabajar hasta el cansancio para liberarse de él, ¿Cómo? Comprándole un apartamento y enviando cada mes para los gastos de alimento, transporte, servicios, colegio y un poco para algún antojo o necesidad no cubierta. Vivían alejados del resto de familias tanto maternas como paternas, Ciel se encontraba solo. Sacudió su cabeza tratando de alejar los crueles recuerdos de su infancia; por un momento las memorias de Inglaterra llegaron a su mente, se arrepintió de haber cambiado tanto tras el ataque en su otra vida, Rachel y Vicent eran los mejores padres, amorosos, despreocupados... si que la sociedad había cambiado mucho, ahora solo se preocupaban del dinero y el resto, que pase lo que deba suceder.

 

Se metió a la ducha, iba a darse un baño rápido. Dejó caer agua fría, necesitaba despejarse y ahora que no tenía asma el problema de mojarse era historia. Enjabonó su cuerpo con lentitud, no quería ir al colegio, el colegio apestaba, él y su maldita gente, pensó detenidamente faltar a clases, pero sus más de cuarenta faltas en el primer semestre le hicieron terminar de ducharse y ponerse ropa cómoda para preparar su mochila y bajar a desayunar algo ligero.

 

Una vez terminado todo tomó las llaves de su puerta y su motocicleta, cerró bien la entrada y se puso los auriculares; estaba por marcharse cuando pudo notar como una joven mujer subía varias cajas por las escaleras, se veían pesadas y ella agotada. Miró la hora, tenía planeado ir al parque un rato pero bien podía hacer la buena acción del año. Se dirigió a la pelinegra justo cuando iban a caérsele unas cosas

 

—Mi-mil gracias —dijo aliviada al ver que el muchacho había impedido que sus cosas terminaran en el suelo

 

—¿Puedo ayudarle?

 

—Eres mi salvación —respondió con una risa coqueta —. Mi nombre es Lyla Eheck, acabo de mudarme al 75

 

—Ciel Veird, del 66. ¿En la recepción no le ayudaron? —la mujer negó con una sonrisa

 

Mientras subían las cosas conversaban e iban conociéndose un poco, resulta ser que Lyla tenía veinticinco años y era divorciada. Había decidido cambiarse de ciudad, antes vivía al norte del país. La sala se estaba llenando y cuando no cupieron las últimas cajas Ciel preguntó dónde podía poner el resto, ella señaló al fondo del pasillo, diciéndole que las metiera en la habitación que tenía la puerta semi abierta. Encaminó hasta el sitio y abrió con el pie la puerta, divisó un bulto en la cama, parecía ser un niño, estaba dormido y conectado a un respirador, quiso acercarse para verlo mejor puesto que gracias a la oscuridad no lo notaba bien, pero la alarma de su reloj digital le recordó algo, faltaban treinta minutos para entrar a clases, había perdido dos horas, salió corriendo hasta la puerta de entrada

 

—Eh terminado, se me hace tarde para ir al colegio, me retiro —avisó

 

—¡Lo lamento! —Se disculpó ella — Te lo agradeceré cuando llegues del infierno, digo instituto —ambos rieron ante la broma de la mujer que relajó el ambiente.

 

Ciel se despidió con un beso en la mejilla y comenzó a hacer carrera, diez minutos en bajar por las escaleras desde el séptimo piso hasta el estacionamiento porque el ascensor estaba descompuesto, quince para llegar en su vehículo, cinco para dirigirse al salón, llegaría justo a tiempo. Estuvo a punto de caerse varias veces pero las clases de parkour que le daba Shey, su mejor amiga, dieron el mejor efecto ese día. Sacó unos dulces de su bolsillo en lo que encendía la moto, arrancó y pasándose altos logró llegar a tiempo, apenas toco el suelo del estacionamiento escolar comenzó nuevamente a sacar su espíritu en correr, no quedaba nadie en los pasillos, eso le asustaba un poco. Por el rabillo del ojo vio a su maestra de matemáticas conversando en el jardín con la directora ¡Bingo! Continuó hasta entrar en su respectiva aula; Shey le esperaba mientras miraba melancólica el nublado cielo a través de la ventana, cuando notó su presencia le sonrió

 

—Creí que me abandonarías homo amigo —dijo dramática

 

—She... — la chica reía por lo bajo —Solo se me hizo un poco tarde homo amiga

 

Ambos comenzaron a reír, un gay y una lesbiana era la combinación perfecta según ellos. Ciel le contó sobre su nueva vecina, Shey escuchaba atenta, sin perder detalle alguno, haciendo comentarios de vez en cuando y preguntas excesivas sobre Lyla.

 

La profesora no tardó en entrar, comenzó reprimiendo al de cabello azulado por llegar tarde y correr en los pasillos. Impartía las tres horas de clase que le tocaban con energía, los alumnos entendían poco y sufrían demasiado, unos anotaban todo para poder estudiar en casa, algunos se ponían los auriculares a escondidas y otros dibujaban -Como Shey- o simplemente divagaban -Como Ciel-. Tras terminar el primer periodo y comenzar finalmente el receso, Shey tomó a Ciel de la mano y le dirigió hasta la azotea del edificio, lugar prohibido para alumnos, pero invadido por la peliroja de ojos miel y su amigo.

 

Comían a gusto hasta que Shey, con una mirada espeluznante se dirigió al chico

 

—A ti te atormenta algo,  ¿De nuevo el sueño? —Ciel asintió, ella era la única persona que sabía sobre "ese sueño", nunca le tomó como un loco marihuano fumador de pasto, puesto que ella también, al dormir, se veía bailando con una hermosa rubia de ojos azul profundo, quien moría trágicamente asesinada por la misma Shey y una daga muy fina que al parecer estaba envenenada, y según afirmaba ella, sucedía desde que cumplió los quince años.

 

—No sé cómo pararlo... solo quisiera verle de nuevo, no lo sé...

 

—No te desanimes, ¿Recuerdas que ayer te pedí que me describieras a detalle cómo era Sebastián? —Ciel asintió de nuevo —Pues mira —sacó un dibujo de su bloc, era un retrato tan bien hecho del finado demonio que inclusive parecía una fotografía

 

—Maldición, si sigues así realmente serás una gran y reconocida cineasta en animación —dijo mientras tomaba la hoja — Si no conociese tu arte y Sebastián no estuviese muerto juraría que era una foto con algún filtro que la hiciera parecer a lápiz...

 

—Me alagas amor —sonrío — El dibujo es tuyo

 

—¿Te casas conmigo? —Bromeó el peliazul —gracias...

 

—También hice uno de Rosalia —sacó otro excelente trabajo, la chica retratada era bellísima

 

—Es hermosa...

 

—Lo sé —suspiró — ¿Te quieres "volar" el resto de las clases?

 

—Por primera vez te seguiré la corriente, nos salimos del colegio cuando el guardia vaya por su almuerzo

 

—Trato hecho

 

Comenzaron a comer apacibles, ninguno quería hablar, el silencio era sencillamente reconfortante y poco usual entre ellos, que la mayoría del tiempo se la pasaban riéndose por cualquier cosa. Una vez terminaron, ágilmente, ambos entraron al aula y tomaron sus respectivas cosas; tan sigilosos como siempre, salieron del colegio sin ser notados, justo en el minuto que el guardia iba a por su almuerzo. Hicieron carrera con las motocicletas de ambos, desde la entrada al instituto hasta el centro de la ciudad; una vez allí, se detuvieron a comprar un helado, Shey pedía el suyo cuando únicamente notó a Ciel correr hasta la mitad de la calle, casi lo atropella un auto, pero al parecer no lo hizo por locura, si no que salvó a alguien, a un niño

 

—¡Mocoso idiota! ¿¡Cómo se te ocurre cruzar estando el semáforo en rojo?! —gritó Ciel cuando estaba sobre el niño, tirados ambos en la banqueta. El joven estaba furioso, aunque ese sentimiento no duró demasiado, pues al solo ver el rostro lloroso del pequeño palideció. Su en extremo blanco color de piel, el cabello azabache, la mirada carmesí... era él

 

 

~*~ 

Notas finales:

Más corto que de costumbre pero era necesario, ahora una preguntita, ¿Quieren lemon shota ewe ? xD

¡Nos leemos en el siguiente capítulo! :3


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