Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Parte de ti por Lilith Lawless

[Reviews - 22]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Una enorme pero pequeña sorpresa para el adolescente cuya vida es más aburrida que la tuya y la mía juntas.

¡Disfruten la lectura!

~*~

No supo que hacer más que abrazarle, cosa que sorprendió al niño, quien no dejaba de sollozar en voz baja

—Pe-perdón —decía entre los hipos que le causaba el llanto

—¡Ciel! —gritó Shey, iba a reprender a su amigo por imprudente, pero cuando vió al pequeño a salvo solo atinó a sonreír — Oye, el suelo no es cómodo y están llamando la atención bastante

Ciel se levantó y ayudó al chico, estaba nervioso, no sabía como actuar, puede que no fuese él y solo se pareciera pero... ¡Maldición! Eran idénticos

— ¿Co-cómo te llamas? — preguntó al borde del colapso —Y-yo soy Ciel y ella Shey

El niño no respondió, estaba asustado; por un momento creyó ser atropellado, el miedo aún no pasaba

—Si no me dices tu nombre juro que te llevaré hasta la cima del edificio más alto que encuentre y te dejaré caer al vacío —dijo ella, ya enfadada

—No me jodas Sheyla, es un niño y seguro que aún no asimila el hecho de estar a punto de morir —miró al pequeño — ¿Dónde está tu madre?

—No sé dónde está, no quiero verla... —habló en un tono exageradamente bajo — M-me llamo Sebastián —Ahora sí, Ciel estaba a punto de desmayarse, eran muchas coincidencias como para ser solo casualidad. Suspiró, el solo quería comer un helado en paz.

—Iremos con la policía para que te lleve con tu madre —antes de terminar la frase el chico ya había salido disparado en dirección al parque, ambos muchachos se miraron, corriendo tras él, creían tener ventaja gracias a que practicaban Pakour, pero ese niño era bastante ágil, escurridizo y rápido; fingía ir a un lado cuando iba a otro, trepaba árboles y se "barría"* cuando habían bajadas en las que Shey y Ciel tenían que andar con cuidado, contando con las mochilas llenas de útiles que no ayudaban en nada. Shey podría jurar que ya le habían dado la vuelta al centro y un poco más allá, se estaba hartando. Lanzó su mochila a Ciel, quien terminó en el suelo gracias al golpe; comprendió el mensaje "Cuida mis cosas, yo atrapo al mocoso". Divisó a lo lejos un par de máquinas expendedoras y sonrió, caminó en hacia ellas con pereza, ya estaba cansado; compró tres refrescos y una bolsa de gomitas con forma de oso, fue a sentarse en una banca cercana y esperó pacientemente hasta que por fin Sheyla apareció con Sebastián en sus brazos, él forcejeaba inútilmente y ella reforzaba el agarre. Ciel se levantó, mostrando la bolsa de gomitas y meneándola frente a los ojos del niño, cuyo estómago rugió lo suficientemente fuerte como para ser escuchado por los tres

—Al parecer tienes hambre, y te las daré junto a esto —sacó la bebida gaseosa —solo si prometes mínimo acompañarme a mi casa

Desconfiado, asintió, estaba cansado, hambriento y con sueño. Se sentó, recibiendo las cosas del mayor y comiendo como si fuese su último alimento, cosa que le dió risa a los más altos

—Si no fuese por el hecho de que nos hiciste atraparte pensaría que eres adorable —dijo Shey entre risas

—Si no fuese porque te estás riendo pensaría que eres una bruja amargada golpea niños —dijo el pelinegro, molesto. Sacó dinero de su pantalón y lo extendió a Ciel —Gracias

El peliazul se sonrojó, y negó suavemente

—No importa, quédatelos, apuesto que te hacen más falta que a mí

Sebastián revisó ambas mochilas con la vista: Una roja y una azul, la azul tenía clips de series japonesas, también logos de distintas bandas de rock dibujados con pluma a la perfección y la roja solo un llavero en forma de luna algo grande, metió el dinero en la mochila roja y caminó, alejándose un poco. Shey fue a por el, tomándole de la cintura

—No niño. Te llevaremos a casa con tu madre, pero primero vas con nosotros por las motocicletas que se quedaron estacionadas afuera de la heladería, ¿Entendiste?

—Sheyla, déjalo en paz —Ciel le lanzó ambas mochilas y cargó al niño en su espalda —Vámonos

Comenzó a andar, dejando atrás una chica completamente sorprendida; Ciel solo le llamaba por su nombre completo cuando se molestaba en exeso, pero eso rara vez ocurría. Miró al pequeño y sacó el retrato del joven que ella habia dibujado para Ciel, eran idénticos. Lo guardó todo, entendiendo que tal vez ese mocoso era la razón de que su amigo le llamara por el nombre que tanto odiaba; ahora ya no molestaría al niño, si eso era lo que quería Ciel, lo haría. Caminó detrás de ellos, su amigo se veía nervioso, tal vez por el hecho de estar junto a su amor perdido, tenerle de nuevo.

Tras una larga caminata llegaron a donde se habían queado las motocicletas. Shey se acercó a la espalda de Ciel y sacudió con delicadeza al pelinegro, quien se talló los ojos y la miró soñoliento

—Mocoso, despierta, llegamos a las motos, es hora de subir para ir a casa

Sebastián puso una cara de espanto, no quería subirse a esas cosas, no depués de "ese" incidente. Negó rápidamente y le pidió a Ciel que le bajara, quien lo hizo y gustoso le tomó de la mano para tranquilizarle

—Mira, iremos despacio y ya verás que no te sucederá nada, ¿Vale? —dijo el peliazul

—Pe-pero... quiero decir.... ¿No es peligroso? Podríamos ir caminan-

—Si manejas como yo, sí es peligroso —le interrumpió Shey —Pero Ciel maneja como ancianita, si vas con él estarás a salvo. Además, caminar desde aquí hasta la casa de Ciel nos tomaría mucho, es por eso que se compró la motocicleta

El niño lo pensó unos segundos, ciertamente, Ciel se veía como una persona tranquila y serena

—Solo por ésta vez... —se rindió y aceptó el casco azul que le extendía la chica

Shey se subió a su vehículo y arrancó de forma tan rápida que ninguno de los dos logró notar si estaba bien o había chocado en el último poste visible. Ciel suspiró, su amiga estaba loca y nunca cambiaría, eso seguro. Se puso su casco y ayudó al pequeño a ponerse el suyo. Por su parte, Sebastián estaba a una distancia prudencial de la motocicleta, no quería subir, no después del último suceso que pasó al subirse a una.

—De verdad que no pasa nada—. Ciel trató de sonreír— Enserio, es normal que tengas miedo, pero te aseguro que no serías capaz de soportarlo hasta llegar a casa— con esa frase, el niño se sentó tras el peliazul en el vehículo, mientras éste recordaba los tiempos de su vida pasada, en los cuales se enteró que Sebastián odiaba las órdenes dirigidas a su persona pero si era un reto o apuesta, no le importaba perder la vida, lo cumplía. <<Parece que aún tienes esa esencia… >> una mirada melancólica apareció en su rostro, ésta vez no perdería el tiempo, se confesaría de la forma más hermosa y saldría con él; obviamente, esperando a que cumpliera la mayoría de edad, no quería ser tachado de pedófilo –Aunque desde el punto de vista crítico, con el solo pensar en el chico, ya lo era –.

Arrancó y fue despacio, aún con la velocidad muy baja, lograba sentir los pequeños brazos rodear su cintura como si ésta fuese la cosa más segura del universo y un ligero temblar en su espalda. Iba a detenerse, pero se percató de la hora y recordó que tal vez la madre del chico lo estaría esperando con el alma colgada en un hilo por la preocupación tan grande de perder a su hijo. En un semáforo rojo, preguntó al niño:

—Oye, ¿Cómo se llama tu mamá? ¿Cómo es?

—Lyla, es alta y tiene los ojos de color terracota, como los míos, se parece mucho a mí, hasta en el cabello—dijo con una sonrisa, que se desvaneció al instante— Yo no quería decirle que la odiaba, pero me enojé y…. —suspiró

—Si te disculpas te perdonará, después de todo, es tu madre—le respondió

Ninguno volvió a decir palabra en lo que quedaba del camino, estaban un poco tensos.

Cuando llegaron al complejo de apartamentos el pequeño se asombró bastante

— ¿Cómo sabes que vivo aquí? —preguntó sorprendido

— ¿Eh? Pero yo también vivo aquí….

Ambos se miraron un momento, Ciel corrió a estacionar su motocicleta en el lugar disponible que encontró. Ya después de eso tomó al niño de la mano, dirigiéndose a las escaleras

—O-oye… y-yo vivo hasta el piso siete… ¿De verdad tengo que subir todo eso?

—Lo bajaste, ¿No?

—Pe-pero por el enorme árbol de  al lado, las ventanas y el estacionamiento….

— ¿¡Que hiciste qué!? ¡Imagina que te hubieras matado! ¡Idiota!

El peliazul trató de calmarse, tomó al niño en la espalda y comenzó a subir las escaleras. Al cuarto piso ya estaba cansado, bajó al chico y se sentó unos minutos mientras robaba la señal de wi-fi de una vecina descuidada que nunca le puso clave y revisaba sus redes sociales. Eran las dos de la tarde y ya quería que se hiciera de noche, menudo día tan extraño. Pasó varios minutos observando el techo y soltando suspiros; cuando se percató de la ausencia del niño se levantó preocupado <<No, ¡Wao! ¡Ciel! ¡No sirves ni para cuidar a un mocoso!>> se reprendió e iba a baja cuando escuchó toser a alguien un piso más arriba. La curiosidad pudo más que la preocupación y subió rápidamente, solo para encontrar a Sebastián tosiendo como si se hubiera ahogado. Dio leves golpes a la espalda del niño, pero éste no paraba.

— ¡Mi amor! —Escuchó el grito de Lyla, ella bajaba las escaleras apresurada mientras sacaba un inhalador de su bolsa y se lo daba al pequeño— ¡Maldito mocoso del demonio! ¡¿Dónde mierdas te habías metido!? ¡Estaba muy preocupada! —le dijo una vez estuvo todo calmado

—Pe-perdón… Pero él me trajo de vuelta a casa —atinó a responder y señalar a Ciel

— ¿Es su hijo? —preguntó atónito el joven

— ¡Ciel! ¡Mil gracias! —le abrazó— Y respecto a tu pregunta, ¿No se nota? —dijo riendo

El adolescente se dio un golpe en el rostro a forma de frustración, ¡Lyla y Sebastián eran iguales! ¿Cómo no pudo haberse dado cuenta?

—L-lo lamento… Estoy un tanto estresado estos días…

—Te entiendo, ¿Acabas  de salir del colegio?

—No... ¡Digo sí!

—Mal muchacho, no puedo creer que te “volaras” las clases—se rió— Pero lo prometido es deuda, me ayudaste en la mañana y ahora me devuelves a mi niño, tengo un par de cosas para compensarlo—le guiñó un ojo

— ¡L-lo siento mucho! ¡N-no puedo ir! —respondió sonrojado

—Por favor —hizo una cara de cachorrito bajo la lluvia

— ¿Bi…bien….?

— ¡Yei! —tomó al niño entre brazos y comenzó a subir hasta su piso.

En el transcurso, ella conversaba con su hijo, le jalaba las mejillas y reían a veces. Ciel iba tras ellos, observando la escena divertido, era gracioso porque nunca se imaginó esas expresiones tan lindas en su ex mayordomo, pero era un niño, lo supuso normal. Cuando llegaron ella le pidió llevar a su hijo a la habitación donde había dejado las cajas en la mañana mientras hacía unas llamadas. A la cabeza del peliazul llegó lo peor. Cuando entró, su miedo se hizo realidad, la cama estaba vacía y el respirador apagado. Sentó al chico en la cama y éste se recostó en ella, cubriéndose con las sábanas y haciendo muecas de disgusto muy divertidas

—¿Se puede saber porque tan mala cara? —preguntó tratando de no reírse

—Tiene una anemia muy severa. La semana pasada estuvo a punto de darle un paro cardiaco, se supone que debe estar en reposo— dijo Lyla, entrando a la habitación— Pero odia estar acostado

—No me dejas ni salir a tomar el sol, ¡La vitamina D está en el sol! —replicó

—A ti te hace falta hierro y vitamina B—le lanzó una almohada—Aunque si te vuelves a salir sin mi permiso, dile adiós a las clases de canto

El pequeño, indignado, hizo un puchero y se escondió entre las sábanas, ella conectó la máquina y a duras penas logró ponerle la mascarilla de oxígeno al pelinegro.

Ciel suspiró, se sentía mal por ver al chico así, prefería que estuviese jodiendole la existencia a encontrarse enfermo, postrado en una cama, como lo estuvo sus últimos días por eso de 1886.

—Ya no sé ni cómo controlarte… —suspiró cansada

Entonces al adolescente se le ocurrió una idea

—Tengo una consola portátil con algunos juegos. Sebastián, ¿Quieres jugar? —se sintió victorioso al notar como el nombrado asentía aún bajo las sábanas azul oscuro

Fue allí cuando Ciel se dio cuenta, que ésta vez sería mucho más sencillo

 

~*~ 

Notas finales:

Espero y les guste

¡Nos leemos en el próximo capítulo! :3 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).