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Winterfall por Dynast

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Notas del capitulo:

Narración:

Blablablablablabla...

Diálogo:

- Blablablablablabla...

Pensamientos:

- Blablablablablabla...

Se dirigió a la salida de la habitación y se colocó las manos a ambos lados de la cintura mientras separaba un poco las piernas y miraba fijamente al cielo a través de un ventanal que tenía delante.

 

- ¡Pero qué buen anfitrión soy!

 

 

 

Pasaron unas horas e Ivan finalmente despertó de su sueño. Se incorporó en la cama, un poco mareado, y observó el cuenco de sopa sobre la mesita. Recordó la pesadilla que había tenido y se agarró la cabeza con ambas manos, traumatizado.

 

- Esa loca no me deja tranquilo ni cuando duermo...

 

De pronto notó un ligero dolor en su pecho al rozar el pijama sobre su piel. Se lo desabrochó un momento y descubrió que tenía un pezón totalmente colorado e hinchado.

 

- ¿Eh? ¿Me ha picado un mosquito aquí?

 

Se lo inspeccionó, pero no encontró ninguna marca de picadura. Revisó el resto de su cuerpo. Definitivamente no parecía haber sido ningún insecto.

 

- Qué raro...

 

Decidió levantarse, mientras seguía dándole vueltas a la cabeza, y fue a la cocina a calentarse la sopa. Le llevó un buen rato, ya que no recordaba muy bien por donde había ido la vez anterior.

 

- Esta casa es grande... Aunque no tanto como la mía... - pensó con superioridad mientras contemplaba los decorados. - Y definitivamente, hace calor... - se tanteó el pijama, sintiéndose completamente extraño al no necesitar llevar la bata.

 

Pasó por delante de una oscura habitación, y le llamó la atención porque desprendía un dulce olor. Abrió la puerta levemente y se encontró con un amplio trastero. Había un armario lleno de botes y se acercó para tomar uno.

 

- Así que era esto lo que olía tan bien.

 

Bajó la mirada y observó que había un juego de té de porcelana. Al girarse se encontró con un uniforme británico colgado en un maniquí.

 

- ¿Todavía no te has desprendido de todo esto Alfred? No sabía que fueras tan melancólico...

 

Agachó un poco la cabeza, abatido, recordando la cantidad de horas que se había pasado él metido en su lúgubre y enorme desván, reviviendo tiempos pasados y muchas veces negándose a salir de ahí hasta que el hambre era tal que lo obligaba a desprenderse de todo aquello de nuevo. De pronto su rostro se tornó de un aspecto siniestro, y comenzó a apretar ese bote con fuerza mientras parecía entrado en trance. No paraba de temblar y su mirada se hallaba perdida en un punto ilusorio, mientras decenas de imágenes pasaban por su cabeza sin cesar. De pronto, el bote de cristal se rompió.

 

- ¡Ah!

 

Lo soltó, asustado, descubriendo que se había cortado. El cuenco que llevaba en la otra mano amenazó con caerse, pero lo mantuvo a tiempo. Observó la sangre emanar sobre su piel, y decidió dejar la sopa encima de esa mesita. Había empezado a hiperventilar. Se sintió completamente mareado y sus piernas le fallaron, haciendo que se deslizara poco a poco hacia el suelo hasta quedar de rodillas. Mantenía los ojos completamente abiertos, mientras parecía que sus pulmones no le obedecían. Volvió a mirar su mano, que seguía goteando, y se la llevó hacia su boca, tembloroso, para intentar parar el sangrado lamiéndola. Notó el sabor férrico en sus papilas gustativas, y su corazón comenzó a doler mientras seguía yendo a cien por hora.

 

- Necesito tranquilizarse, necesito tranquilizarme... - se dijo a sí mismo, maldiciéndose porque le hubiera empezado a dar un ataque de ansiedad en un lugar así.

 

Recordó que en esos casos solía bastar con tomar unas pastillas que le había recomendado su hermana mayor, pero volvió al mismo punto: aquella no era su casa. Se levantó poco a poco del suelo, apoyándose en el lugar que tuviera a mano. Intentó respirar más calmadamente, pero seguía sin poder controlar su cuerpo. Se olvidó de la comida, lo principal ahora mismo era encontrar algo que lo calmara.

 

Vagó por los pasillos, chocándose con las paredes y obstáculos que se encontraba, amenazando con caerse cada pocos metros. Hacía pausas para descansar, apoyándose contra alguna superficie, ya que sentía que se ahogaba. Aquello parecía el infierno. Se secó el sudor de la frente y continuó avanzando. Su garganta se había secado por lo fuertemente que necesitaba respirar por la boca, y ahora le picaba y tenía una sed desmesurada. No encontró ningún botiquín ni nada que pareciera serlo, pero terminó llegando a un gran salón. Se tambaleó hasta un sofá, y tras quedarse durante unos segundos abrazado a él, prácticamente caído en el suelo, levantó la mirada y se encontró con un minibar.

 

- Esto... esto... servirá... ¿Tendrá... Vodka?... - se preguntó mientras sus ojos comenzaban a brillar levemente.

 

______________________________________________________________

 

Alfred decidió volver a casa al atardecer, tras terminar unos asuntos que tenía pendientes en el exterior.

 

- Bueeno, veamos cómo se encuentra nuestro invitado - entró y se dispuso a ir a las habitaciones, pero de pronto vio luz procedente de la sala. - ¿Ha conseguido levantarse ya? - se dirigió hacia allí. - ¡Ivaaaaan! ¿Cómo estás? ¡Ya he vuelto! - entró en el habitáculo y le pareció verlo sobre la mesa que había junto al minibar, desplomado - ¡IVAN!

 

Corrió hacia allí, pensando que le habría ocurrido algo, y vio que se había bebido una cantidad considerable de una botella que guardaba con mucho cariño.

 

- ¡AAAH! ¡Oye! ¡Esa es la botella de Vodka Iceberg que me regaló Matthew!

 

Ivan volteó la cabeza, mostrando su sonriente rostro. Tenía las mejillas sonrosadas y realmente parecía más feliz de lo habitual. Pero vio algo que lo dejó petrificado: tenía sangre en torno a su boca. Se horrorizó y retrocedió unos pasos.

 

- ¿No habrá... no habrá... mordido a alguien? - se preguntó mientras lo observaba con total terror.

 

El ruso por su parte, seguía en su mundo, totalmente feliz.

 

- Aaah, nunca lo había probado... Es tan refrescante y ligero...

 

- ¿Li-Ligero? - observó la botella, comprobando cuánto había bebido.

 

También estaba manchada de sangre. Vio que había gotas por la mesa, y terminó dando con lo que parecía su origen: su mano. Observó perfectamente el corte que tenía, pero la botella estaba entera. ¿Entonces cómo se lo había hecho? Fuera como fuera, descubrir eso lo tranquilizó y volvió al punto principal: casi se había terminado la botella de alcohol. Lo observó, totalmente enfadado.

 

- ¡PERO SERÁS ANIMAL! - lo agarró de los hombros y comenzó a zarandearlo. - ¿¡Por qué se te ha pasado por la cabeza que era buena idea emborracharte mientras estabas enfermo!? ¡Y con mi Vodka! Casi te lo has terminado, noo...- comenzó a hacer un puchero como si fuera un niño pequeño, a la par que dejaba de zarandearlo. - Era mi regalo de cumpleaños... - Levantó la cabeza aún enfadado, y se percató de que Ivan tenía un aspecto lamentable. - ¡Ah! ¿Qu-qué ocurre?

 

- Me... me has... mareado... - dejó caer la cabeza hacia abajo, y Alfred notó cómo dejaba de sostenerse por sí mismo.

 

- ¡No! ¡No! ¡Espera! ¡No te cargues en mi o nos vamos a caer los dos! - intentó mantenerlo como pudo. - ¡Voy a llevarte a la habitación!

 

Y de nuevo, tuvo que cargar con ese enorme cuerpo para que no terminara en el suelo. Esta vez fue incluso peor, porque estaba completamente borracho.

 

- ¡Ni se te ocurra vomitar! - le advirtió mientras lo vigilaba.

 

- Estoy... estoy bien... - comentó Ivan mientras se concentraba por completo en mantenerse derecho mientras caminaba.

 

Tras pasar ese tormentoso momento, por fin llegaron a la habitación y Alfred tiró, literalmente, al ruso sobre el colchón.

 

- ¡Mmm! - se quejó el mismo al sentir cómo su cara se estampaba contra las sábanas.

 

- ¿Pero cuánto pesas? Demonios... - se quejó el estadounidense.

 

Lo ayudó a recolocarse, pero hubo un punto en el que Ivan se agarró a la almohada y se negaba a moverse.

 

- Rayos... Voy a traerte algo de agua, y algo para ese corte. Vas a manchar las sábanas - lo observó con el ceño fruncido. - Será posible, maldito borracho...

 

Cuando volvió, parecía que se había quedado completamente dormido. Le intentó colocar la venda, pero en esa posición era realmente difícil.

 

- ¡Eh! ¡Oye! ¡Despierta! - lo zarandeó un poco, advirtiendo que no respondía.

 

- Mmm, noooo mama... No quiero más pirozhki, me duele la tripa...

 

Alfred sintió cómo se le hinchaba una vena de la frente y se abalanzó sobre él, completamente molesto. Tanteó su pecho y le dio otro fuerte pellizco a su pezón.

 

- ¡Que te despiertes!

 

- ¡AAah!

 

Se volteó y comenzó a frotarse la zona lastimada.

 

- Duelee... - murmuró Ivan con un tono de voz que hizo que Alfred se estremeciera un poco.

 

Realmente debía tener esa parte de su cuerpo bastante sensible. No se había quejado por la herida de su mano, y sin embargo, por aquello sí. Le pudo colocar la venda, finalmente, comprobando que ya no sangraba, y observó cómo se le marcaba el pezón incluso a través de la ropa. Tragó saliva, mientras era consciente de que se había acalorado. De pronto Ivan sintió que le estaban desabrochando el pijama y abrió levemente los ojos.

 

- ¿Qué haces? - preguntó mientras se llevaba una mano a la cabeza, ya que le dolía y estaba bastante perjudicado por el alcohol.

 

Alfred observó el lastimado pezón y comenzó a masajearlo. Ivan se estremeció por el tacto y sintió cómo la zona se le empezaba a entumecer bastante. Intentó apartar la mano del estadounidense con la suya, pero este la esquivó. Estaba fascinado por eso que tenía delante. Estaba tan rojo e hinchado... y le entraron ganas de probarlo. Definitivamente creía haber perdido la cabeza, pero todo eso le estaba excitando a más no poder.

 

- Últimamente me estoy empezando a fijar demasiado en los hombres... Pero es que... ¿cómo demonios puede ser tan condenadamente atractivo? Esto parece un fresón, sobre una piel tan blanca...

 

Acercó su lengua y comenzó a realizar círculos sobre la colorada fruta, notando que su propietario se quejaba y soltaba suspiros por lo sensible que estaba.

 

- Pa-para... - le rogó, intentando empujar su cabeza.

 

Pero estaba tan borracho que Alfred no tenía ningún problema para mantenerlo bajo control. Se acercó al otro pezón mientras volvía a acariciar y apretar el lastimado. Mordisqueó el que no había recibido ninguna agresión, simplemente para igualar las cosas. Ivan continuaba estremeciéndose y jadeaba de vez en cuando. Se estaba sintiendo realmente extraño. Alfred finalmente se tranquilizó, y decidió acurrucarse en ese gran cuerpo.

 

- Aaah... tan cálido... - pensó para sí mismo mientras sentía los fuertes latidos del ruso, ya que se había apoyado en su pecho.

 

Se percató de que se había excitado un poco, y levantó la cabeza. Ahí estaba Ivan, con cara de pánico, observándolo fijamente mientras hiperventilaba. Se montó encima de él, y su rostro mostró incluso más incertidumbre.

 

- ¿Qu-Qué vas a ha-hacer? - preguntó mientras lo miraba con esas dulces orbes moradas.

 

Le agarró los dos brazos y se acercó a su boca para besarlo. Puso resistencia en un principio, pero al final pudo introducir su lengua. Su cavidad estaba cálida, muy cálida, pero no le permitió disfrutar demasiado esa sensación ya que sintió que iba a morderle. Consiguió retirar la lengua a tiempo, pero aún así atrapó su labio.

 

- ¡Aau! - se quejó y comprobó si estaba sangrando. Por suerte no había sido tan fuerte.

 

Levantó la cabeza y vio a Ivan con los brazos delante de la cara, temblando completamente. Seguía respirando con fuerza y los efectos del alcohol eran bastante evidentes.

 

- Dé-Déjame... - le suplicó con una voz casi entrada en llanto.

 

Pero no le hizo caso. Se acercó a él de nuevo y comenzó a lamer su cuello y a dejar besos por ese amplio cuerpo, mientras continuaba jugueteando con sus sensibilizados pezones. Ivan intentaba escapar, pero no tenía fuerzas ni para incorporarse en la cama, así que se limitaba a balbucear súplicas.

 

- Pa-Para...

 

Alfred estaba totalmente decidido a ponerlo de "buen humor". Realmente estaba disfrutando de todo aquello. Verlo en un estado tan lamentable le excitaba a más no poder. Continuó con sus travesuras y esta vez aprovechó que estaba encima de él para rozar su trasero contra su entrepierna.

 

- ¡Aah! - Ivan abrió completamente los ojos en cuanto notó el roce ahí abajo. - ¡Mnn! - soltó un gemido al notar que se movía.

 

El estadounidense vio cómo empezaba a ponerse bastante colorado por la vergüenza y mantuvo presos sus brazos mientras se seguía moviendo. Podía sentir el miembro completamente duro incluso a través del pijama. De pronto los ojos de Ivan comenzaron a humedecerse mientras seguía con las mejillas totalmente sonrosadas.

 

- Du-duele... - dijo finalmente, viendo que no podía soltarse del agarre.

 

- ¿Quieres que lo solucione? - preguntó de forma pícara.

 

Le soltó los brazos y se bajó de él.

 

- Tú... tú... es-estúpido... - murmuró mientras dejaba de poner resistencia y se secaba con una manga del pijama las lágrimas. Realmente había comenzado a llorar por lo impotente que se sentía. Todo le estaba dando vueltas, pero no podía evitar sentirse bien por lo que le estaban haciendo, y eso lo frustraba.

 

Alfred se aventuró a palpar directamente la erección de Ivan, quien se tensó completamente al notar el tacto.

 

- Woah... - se sorprendió por lo grande que parecía ser. Definitivamente le debía doler por tenerlo tan apretado tras la ropa interior. Lo agarró completamente, advirtiendo lo caliente que estaba, y apretó la punta para disfrutar una vez más de los provocativos jadeos de su propietario.

 

Finalmente, descendió el pantalón y la ropa interior para liberarlo. Estaba bastante húmedo y, sí, era realmente enorme. Se quedó unos segundos completamente en shock, mientras sentía que su orgullo como hombre mermaba poco a poco.

 

- A ver... Alfred... N-no te deprimas de esta forma. Él... él es un gigante... ¿no? Es normal que.. que... esto sea... proporcional... ¿verdad? ¿VERDAD? - se preguntaba a sí mismo para aguantarse las ganas de ponerse a llorar de forma patética.

 

- N-no...

 

Ivan sacó las fuerzas ni sabía de dónde, pero consiguió incorporarse en el colchón e intentó taparse. Aún bajo los efectos del alcohol, aquello lo estaba matando de la vergüenza. El estadounidense contempló el acto y, divertido, decidió comenzar a masturbarlo mientras agarraba de nuevo sus muñecas con una sola mano y se quedaba mirando fijamente su rostro. Ivan cerró los ojos al principio, presa de la incertidumbre, mientras se mordía el labio. Cuando se acostumbró un poco a ese placer que le estaban proporcionando, los abrió y los posó en esas ascuas azules que lo observaban.

 

- Te... Te odio... - le murmuró entre jadeos.

 

Alfred frunció el ceño mientras soltaba una risilla, disfrutando de sus inocentes reacciones.

 

- ¿Así que este es tu punto débil eh? Aparte de que uses esa sonrisa como máscara para protegerte de todo el mundo, en el fondo eres bastante tímido, ¿eh? Voy a hacerlo incluso más vergonzoso - pensó para sí mientras se relamía y sentía que su cara comenzaba a arder por la indecente lujuria que sentía.

 

Deslizó una de sus manos hacia sus nalgas y comenzó a tantear esa cálida entrada. Ivan sufrió un espasmo y se tensó completamente, abriendo totalmente los ojos. No sabía de dónde, pero sacó las fuerzas suficientes para darle una patada en el estómago y apartarlo de él. Alfred se quedó a los pies de la cama, agarrándose lastimosamente su dolorido cuerpo, frunciendo el ceño. Levantó la mirada, furioso, y observó al ruso intentando reptar por la cama, para llegar a la cabecera y poder incorporarse. Se abalanzó sobre él sin dejar pasar ni un segundo más, estampándolo contra el colchón.

 

- ¡Mhh! - se quejó éste al sentir que empujaban su cabeza contra la almohada.

 

- Eso ha dolido... - murmuró Alfred, aún enfadado.

 

- Dé-Déjame... - volvió a suplicar el ruso tras ladear un poco la cabeza para poder respirar.

 

Intentó incorporarse como pudo, pero el estadounidense se mantenía encima suyo, y en su condición no podía con él. Durante el forcejeo, accidentalmente rozó su miembro erecto contra las sábanas.

 

- ¡Mnn! - soltó un gemido que ahogó con la almohada.

 

Alfred notó cómo dejaba de moverse y en su lugar empezaba a temblar levemente. Observó que levantaba un poco su cadera para dejar de hacer contacto, y correlacionó hechos. Tras lanzarle una mirada picaresca, agarró esa fuerte cintura y la movió contra el colchón. Ivan volvió a ahogar su voz con la almohada. Viendo que el estadounidense no paraba de molestarlo, se giró finalmente e intentó quitárselo de encima. Entonces Alfred aprovechó para maniatarlo con su propio pijama, visto que no se iba a estar quieto.

 

- ¿Quieres dejar de resistirte? También te está gustando - le intentó decir al oído, acercándose más a él.

 

Ivan no dejó de moverse, pero con las manos atadas a la espalda era incluso más difícil oponer resistencia. Alfred se lamió dos de sus dedos y se dispuso a introducirlos en su cavidad. Con un acto tan repentino tal vez se estaba quieto de una vez. Sintió esa irresistible calidez escondida en sus apetitosas nalgas y soltó un suspiró al notar lo apretadas que estaban. Además, como era obvio, Ivan se contrajo al sentir la repentina intrusión, y jadeó, asustado.

 

- Noo... Para... ¡Mnn! - gimió al notar que aquellos dedos comenzaban a masajear con efusividad su interior.

 

A instantes sentía que le recorría una especie de espasmo por toda la espalda, al ser estimulado en un punto en concreto. Pero parecía que lo que intentaba Alfred a toda prisa era dilatarlo un poco, puesto que separaba los dedos, intentando separar con ellos esas ardientes paredes.

 

- Oh rayos... no puedo más... - pensó, totalmente sofocado, imaginando con impaciencia cómo se sentiría unirse con él.

 

Sin poder esperar más, liberó su miembro excitado y se dispuso a entrar en ese desvalido cuerpo. Iván sufrió un espasmo al notar la invasión, y abrió completamente los ojos y la boca, exhalando un quejido. Aquello dolía.

 

- Au au au... - se quejó Alfred al sentirse tan molestamente apretado. Casi parecía que iba a romperse. - ¿Quieres relajarte?

 

Observó el tembloroso cuerpo del ruso, que había hundido su cara contra la almohada, y se encorvó para masajearlo un poco. Sonrió al descubrir que aún seguía bastante encendido, e intentó entrar mientras seguía tocándolo por delante.

 

- N-no... aah... aah... ba-basta... - continuó implorando mientras se ladeaba un poco y seguía respirando fuertemente.

 

Vagamente podía escuchar los jadeos ahogados de su acompañante, así que decidió tirar de sus atados brazos para que separara la cara de la almohada. Al mismo tiempo, aprovechó para entrar del todo en sus entrañas. Ivan no pudo silenciar el jadeo que emitió al sentir aquello llegar completamente al final. Había vuelto a sentir ese espasmo recorrerle la columna, y todo su interior estaba ardiendo y palpitando por la intrusión.

 

-Du-duele...

 

Alfred comenzó a penetrarlo con fuerza, ya que era incapaz de contenerse por más tiempo. Se sentía demasiado bien, y esa dulce voz no hacía sino animarlo aún más. Agarró los pálidos glúteos y aprovechó la posición para hacer que el miembro del ruso se friccionara contra el colchón con las embestidas. Notaba las dulces contracciones de esas ardientes entrañas, que lo estaban volviendo loco.

 

Ivan, por su parte, experimentaba una mezcla de dolor y placer bastante extraña y desesperante. Al principio había sido más de lo primero, y debido a la impotencia y la incertidumbre sus ojos habían vuelto a humedecerse completamente mientras luchaba por controlar sus respiraciones. Pero poco a poco su interior fue acostumbrándose a la intrusión y, sobretodo, al sentir la fricción en su delantera, empezaba a sentir que todo su cuerpo se llenaba de placenteros espasmos.

 

El estadounidense tenía ganas de observar la expresión que estaría haciendo el ruso, así que cogió una de sus largas piernas y la dobló sobre su hombro, dejando ese gran cuerpo ladeado. Ivan lo miró con los ojos completamente abiertos, asustado, y fue entonces cuando Alfred pudo percatarse de esas tenues lágrimas que caían de sus ojos y la incertidumbre que emanaban. Además, sus sonrosados pómulos se realzaban completamente sobre la clara piel.

 

- Aah... aah... por favor... - le insistió mientras clavaba sus perdidos ojos en los suyos.

 

Alfred sintió un rayo recorrerle toda la columna y se le paró la respiración por un momento. Esa imagen había sido demasiado para él, ahora si que tenía bien claro que quería invadir ese cuerpo hasta que no pudiera más. Siguió penetrándolo, mientras el invadido apretaba los labios pero no podía evitar soltar algún jadeo de vez en cuando. Era incapaz de mantener sus labios sellados.

 

Había algo que llevaba un rato molestando a Alfred, y es que sus gafas se habían empezado a empañar. Pero sabía que si se las quitaba sólo iba a poder ver ese maravilloso rostro con todo detalle si se acercaba completamente a él. Decidió quitárselas, a la par que se posicionaba entre sus piernas y seguía moviéndose. Ivan empezaba a sentir los brazos entumecidos.

 

- *jadeo* Su-suéltame... ¡Mnn! - emitió otro jadeo por las embestidas - Aaah... esto... - pidió, visto que su agresor no tenía intenciones de parar.

 

Alfred sonrió, al ver que por fin se dejaba llevar, y lo incorporó torpemente sobre él para poder desatarle el pijama. En esa posición llegaba incluso más profundo, por lo que Ivan ahogó un pequeño gemido al sentirlo. Apoyó su cabeza sobre el hombro del estadounidense, mientras jadeaba fuertemente. Éste, totalmente complacido, comenzó a moverse de nuevo, aunque en esa posición era un poco complicado. Agarró los glúteos del ruso con sus manos mientras rogaba que este pudiera mantenerse erguido. Sabía que si no era capaz de mantenerse por sí mismo, él no iba a poder con él. Al soltar sus brazos, los había posicionado en torno a su espalda, para sujetarse, y parecía que aguantaba. En esa posición, además, su excitado miembro se frotaba contra su abdomen, haciéndolo todo mucho más irresistible. Ambos disfrutaban del ritmo, jadeando casi acompasados con los movimientos, sofocándose mutuamente. O al menos eso es lo que creía Alfred, porque de la nada sintió cómo de pronto Ivan le hincaba las uñas y apresaba su hombro fuertemente con sus dientes.

 

- ¡¡¡!!!

 

Lo agarró de los hombros y lo estampó rápidamente contra el colchón, sorprendido e iracundo.

 

- ¿¡Pero qué demonios!?

 

Observó el rostro de Ivan, totalmente sofocado y mirándolo fijamente con esos dulces ojos llorosos. Tenía la boca entreabierta mientras respiraba fuertemente y un hilillo de saliva mezclado con sangre le caía por un lateral. El cabello estaba totalmente alborotado sobre su frente. Su amplio tórax ascendía y descendía marcadamente por las profundas respiraciones y todo su cuerpo estaba empapado de sudor y temblaba ligeramente.

 

- No te dejes engañar, Alfred. Recuerda que puede parecer adorable, ¡pero es realmente peligroso! - pensó para sí mientras comprobaba que estaba sangrando pero que no era nada por lo que preocuparse.

 

A modo de escarmiento, decidió coger ese cuerpo con firmeza y empezó a embestirlo mucho más rápida y profundamente. En cuanto comenzó la frenética intrusión, Ivan encorvó su espalda mientras jadeaba y tensaba sus brazos. Al comprobar que no tenía pensado parar, los posicionó delante de su rostro para taparse.

 

- Oh no... Ah... esto quiero... verlo... - murmuró Alfred entre jadeos.

 

Agarró sus brazos y no redujo la velocidad, sintiendo que podría estar así durante horas debido a lo bien que se sentía. Su cara y su cuerpo estaban ardiendo gracias a ese volcán que lo aprisionaba con un ansia increíble.

 

- Aah... Aaah... Es-Está... Está bien... - susurró Ivan, casi no pudiendo ni hablar.

 

Dejó de hacer fuerza en sus brazos, a la par que se acostumbraba a la ajetreada intrusión, e hizo que Alfred bajara la guardia de nuevo por lo condenadamente adorable que se veía. Casi hasta sentía ganas de devorarlo. Se acercó a sus magullados pezones y comenzó a mordisquearlos. Ivan aprovechó la oportunidad para agarrarlo del cuello, ahora que tenía las manos libres. No podía hacer mucha fuerza debido a lo débil que se encontraba, y además sus manos temblaban por el placer que estaba sintiendo. Su cabeza era un completo desastre. Por eso mismo, Alfred ni se molestó en retirarlas. Comenzó a sentir que le costaba respirar un poco más pero, de alguna forma, que lo sofocaran levemente hasta era placentero.

 

A ninguno le quedaba ya mucho para terminar. Alfred se estaba derritiendo lentamente y comprobó que lo mismo le ocurría a Ivan, por cómo estaba goteando desvergonzadamente sobre su abdomen. Llegados a un punto, sus cuerpos comenzaron a impacientarse bastante e Ivan le soltó del cuello para mover sus brazos de forma desesperada en torno a sus hombros a la par que sus gemidos se hacían más evidentes y continuos. Alfred disfrutó la deliciosa voz salir de esos suaves pero peligrosos labios que no permitían ser besados, y en vez de ello decidió lamerse los suyos con lujuria. El ruso terminó soltando un sonoro gemido, mientras arañaba fuertemente la espalda del estadounidense, a quien no le importó recibir la agresión ya que esa dulce melodía era miel para sus oídos. Sintió las fuertes contracciones de ese interior que parecía querer devorarlo y sumergirlo en un ardiente volcán, y tampoco pudo aguantar más. Tras terminar, se dejó caer sobre ese gran y cálido cuerpo, encorvando su espalda levemente, totalmente exhausto. Todo el cansancio que no había sentido antes le vino de repente y sintió que sus piernas le pesaban horrores.

 

Levantó la mirada para observar a Ivan, y lo encontró desvanecido sobre el colchón. Había estado respirando fuertemente y de pronto recordó el lamentable estado en el que se encontraba. Salió de él y se acercó, mientras sentía cómo le dolía su conciencia.

 

- Hahaha... a lo mejor no debería haber sido tan rudo con un enfermo borracho... - pensó mientras intentaba buscar una excusa para quedarse tranquilo. - Pero al final ambos lo hemos pasado bien, ¡Qué demonios!

 

Tras haber mantenido su conciencia calmada, decidió asear el cuerpo de Ivan y el suyo. Estaba tan cansado que al finalizar simplemente se dejó caer en la cama, que era suficientemente grande como para que durmiesen dos personas. Observó el rostro del ruso durmiente y le palpó las sonrosadas mejillas con el dedo índice.

 

- Aaah... ojalá fueras tan adorable como aparentas... - se acercó a abrazarlo - Es taaaan cálido...

 

Mientras hacía el idiota frotando su cabeza contra él, se quedó completamente dormido.

 

_____________________________________________________________________

 

A la mañana siguiente fue Ivan el primero en despertarse, debido a la temprana claridad a la que no estaba acostumbrado.

 

- ...

 

Sentía el dolor y entumecimiento proveniente de la parte inferior de su cuerpo y su interior, y su cabeza dolía bastante. Se incorporó con extremo cuidado en la cama a la par que soltaba un quejido, y observó a Alfred durmiendo a su lado. De pronto comenzó a sonreír de una forma un tanto desquiciada. De alguna forma que no alcanzaba a comprender, el estadounidense notó la sensación de peligro y despertó de su sueño, encontrándose al ruso con una terrorífica aura emanando de él.

 

- Buenos días, Alfred - comentó éste mientras no dejaba de sonreír.

 

- Bu-buenos días... - respondió un tanto asustado.

 

- Aún puedo notar el servicio que me diste anoche...

 

- ¡Ahahaha!... así que lo recuerdas todo... ok, qué bien - murmuró el estadounidense a la par que se ponía completamente nervioso. Observó que el ruso no decía una palabra mientras parecía que seguía TOTALMENTE enfadado, y finalmente entró en pánico. - ¡Y-yo, lo-lo siento! Me he dejado llevar un poco, hahaha... Pero tú-tú también ha-has disfrutado... ¿n-no? - Ivan seguía sonriendo con los ojos cerrados sin decir ni una palabra - ¡ME VA A MATAR! - pensó para sí mientras el terror se apoderaba de él. Se puso de rodillas en la cama y empezó a suplicar - ¡Está bien, está bien! ¡Golpéame si así lo deseas pero por favor, perdóname! - lo encaró pero no parecía variar su expresión - ¡Deja de sonreír así, O ME VA A DAR UN INFARTO!

 

Ivan finalmente abrió los ojos, mientras soltaba una risilla que hizo que a Alfred se le pusieran los pelos de punta.

 

- ¿Golpearte? Oh no... Ya sabes que yo soy un gran defensor de que haya igualdad, ya sabes... Así que no sería justo que sólo yo haya recibido ese tipo de servicios... - se acercó y le agarró del brazo mientras seguía con su rostro risueño. - Si algo se siente bien, hay que compartirlo con todo el mundo...

 

Alfred se quedó completamente blanco.

 

- Pe-pero... tu-tus servicios de-definiti... vamente so-son ma-mayores que los m-míos... - intentó explicar mientras tartamudeaba, presa del pánico.

 

Ivan se llevó la mano a la cara, con gesto de preocupación.

 

- Oooh... vaaaya... Entonces a lo mejor sí tengo que partirte algo después para compensar las cosas... - desveló con total tranquilidad, ante el rostro aterrorizado de Alfred.

 

- ¡O-oye, no, espera! ¡Po-podemos dialogarlo! - intentó defenderse, pero el ruso parecía haberse recuperado a una velocidad increíble, y por mucho que lloriqueara ahora no podía contra su fuerza.

 

Volvió a sonréir de forma totalmente tranquila, mientas le agarraba la barbilla.

 

- Vamos a divertirnos un poco... ¿sí?

Notas finales:

Hahaha... sí, estoy tarada 8) Alfred no va a poder andar en unos cuantos días x,D

 

Espero que os haya gustado esta minihistorieta sinsentido ^_^'

Saludos!


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